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Por
Fernando Mendoza
Número 39
La marcha contra la seguridad del 27 de junio comprobó
la capacidad de convocatoria de los medios de difusión colectiva
y dejaron indicado lo que pueden hacer para empujar temas sociales,
cuando les interesa. La marcha - “mal leída por el
Jefe de Gobierno” – expresó Carlos Monsiváis,
tuvo ingredientes heterogéneos; junto a los agraviados e
indignados por los malos resultados contra la delincuencia desfilaron,
opacados, los oportunistas y los que fueron para la foto, rescatados
por las secciones de sociales que publicaron fotos de los célebres;
así lo hicieron Milenio Diario y Reforma, en ¡Hey!
y Club, 28 de junio y 2 de julio, respectivamente.
Previo a la marcha el tema se calentó con
un seguimiento poco frecuente en los medios, el segundo en este
año. La marcha la desencadenó el asesinato de dos
secuestrados en el Estado de México – los hermanos
Vicente y Sebastián Gutiérrez Moreno. A partir de
ahí, con noticias al respecto y relacionadas se creó
un ambiente propicio para escalar el tema. Los medios hablaron del
aumento de la delincuencia, particularmente de los secuestros, con
poco análisis y sin datos o descalificando los de la autoridad;
sin informar sobre índices delictivos en el país ni
reparar en tendencias o contextos.
Antes del spinning mediático la seguridad
no era un tema, pese a que es una vieja demanda social, con al menos
veinte años de espera. Después de la marcha los medios
mantienen el déficit sobre el tema.
Los medios presentaron la marcha como la única
buena, La Marcha; un parteaguas para el país, menoscabando
y descalificando marchas anteriores. Como pocas veces los medios
invitaron a participar en ella, aunque hubo medios y periodistas,
los menos, que se quejaron de que marchas por otros temas sociales
no tuviesen similar atención y deferencias de los medios
y alertaron sobre la participación de oportunistas de la
derecha o de la posibilidad de que este fuese el primer paso para
pasar de los cacerolazos al golpe de Estado.
La marcha fue contra la inseguridad en el país
y un reclamo a los tres niveles de gobierno, pero hubo una tendencia
a centrar la ofensiva mediática en el gobierno del Distrito
Federal y en el tema de los secuestros. Un ejemplo de cobertura
informativa es la de Reforma, preocupante en un tema público
tan delicado. El diario se caracteriza por la eficaz sinergia que
da al seguimiento de ciertos temas en los que se ocupa.
El 17 de junio Reforma juzgó el asesinato
de José Fernando Jiménez Lecona con su titular en
primera plana “Investiga secuestro; lo cazan y ejecutan”.
Jiménez Lecona, detalló la nota, investigaba el secuestro
y homicidio de los hermanos Gutiérrez Moreno. La apreciación
del diario no tomó en cuenta las características del
atentado, impropias de los secuestradores ni que la víctima
investigaba otros asuntos. Al día siguiente la Procuraduría
del Estado de México declaró que su muerte fue una
narcoejecución y que la principal línea de investigación
indicaba que se trataba de una venganza del crimen organizado, en
la cual podía estar involucrada gente del narcotraficante
Carlos Morales, El Águila, preso en el penal federal de La
Palma, y del grupo de Delia Patricia Buendía, la Ma Baker.
El 25 de junio Reforma reportó las diez
exigencias de las organizaciones convocantes a la marcha. Ese mismo
día, en entrevista radiofónica con Atando Cabos, Laura
Elena Herrejón, de Pro vecinos, una de las organizaciones
convocantes, planteó el riesgo de que algunos personajes
capitalizaran la marcha y se quejó de que algunos medios
no distinguieran a unos organizadores de otros y entrevistasen y
dieran preferencia a personajes señalados como polémicos,
citando el caso de Reforma, que ese día entrevistaba a Guillermo
Velasco Arzac - no fue así, pero la única foto individual
de los organizadores era la de Velasco – lamentando además
el tratamiento informativo del diario y que la propuesta de las
organizaciones no fuera la noticia principal. Reforma la publicó
en interiores (7 A).
El 26 junio Reforma, un día antes de la
marcha, recurrió a Denzel Washington, presunto experto en
seguridad, para descalificar a Bernardo Bátiz (primera plana).
Bernardo Bátiz afirmó que “La Ciudad de México
es similar a otras ciudades de su tamaño … No es más
peligrosa que otras”. Washington, el actor, especializado
en delincuencia en la ciudad, tras filmar una película sobre
un secuestro en México, expresó “Quien diga
que Los Ángeles es peligroso es porque no ha estado en la
Ciudad de México”.
Dos días después de la marcha Reforma,
deseoso, tituló a ocho columnas “Debe AMLO irse.- IP”
– la sintaxis nunca ha sido lo suyo - refiriendo una petición
que no estuvo en la marcha, hecha por dos empresarios, José
Luis Barraza y Raúl Padilla, presidentes de dos sindicatos
empresariales, el Consejo Coordinador Empresarial y la Confederación
de Cámaras Nacionales de Comercio. La información
fue desmentida de inmediato por otros miembros del sector empresarial,
sin que Reforma se disculpara ni hiciese una autocrítica
sobre la desmesura que avaló.
El 1 de julio, en la sección Ciudad y Metrópoli
(1B), Reforma reprodujo la intención del PAN de “quitar
al DF el control policías”, una iniciativa impulsada
por Francisco Barrio, por considerar que la Ciudad de México
es “una de las más inseguras del mundo”. Ni mención
de la trágica ineficacia de Barrio, bajo cuya presidencia
municipal iniciaron los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez,
crímenes que no resolvió ni como presidente ni luego
como gobernador. La última y nos vamos.
El silencio de Reforma
Erika Torres se sorprendió cuando Wilbert Torre telefoneó
a su casa para pedir una entrevista con Osvaldo. Entonces no lo
ha entrevistado, inquirió Erika, quien ya sabía de
la entrevista publicada por Reforma ese día. No, respondió
Wilbert.
Este año hemos presenciado como prestigiosos
medios como la BBC y The New York Times ofrecen disculpas a la sociedad
y a sus lectores por información mal producida, falsa o,
en el caso de The New York Times, por su negligencia informativa
– complicidad activa- en la cobertura de la situación
en Irak.
El domingo 9 de mayo Reforma publicó una
nota de su reportero Wilbert Torre (“Notifican a Osvaldo la
solidaridad en NL”, 15A) que reproduce el encuentro entre
Osvaldo Torres y su familia el sábado anterior. Torre presenta
la nota como una entrevista o testimonio con Osvaldo Torres e incluye
expresiones textuales del preso “La verdad es que tengo confianza
en Dios y fe en que el Gobernador de Oklahoma escuchará la
recomendación de la Junta de Perdones. Creo que existe mucha
presión a favor de mi caso y que todo saldrá bien”.
Suena bien para un condenado a muerte, el problema es que Torre
no conoce a Osvaldo Torres ni ha hablado con él; ni siquiera
por teléfono. Las dos únicas entrevistas que Torres
concedió a algún medio nacional, las obtuvo Martha
Zamarripa, para El Universal.
El sábado, día de la supuesta entrevista,
es día de visita familiar, sólo visita familiar, en
la Penitenciaria Estatal de McAlester. Sin embargo, en un alarde
de arrojo profesional, Torre describe la conversación entre
Osvaldo y sus seis familiares, con detalles como “un febril
movimiento en la Unidad “H”, la casa de los condenados
a muerte en Oklahoma”. Torre esperó afuera a los familiares
de Osvaldo y ahí preguntó detalles del encuentro.
A partir de ahí produjo su nota entrevista como si hubiera
participado en la charla en el interior del penal y el condenado
le hubiera respondido directamente.
La familia de Osvaldo Torres molesta por la entrevista
ficticia de Wilbert Torre de inmediato pidió al periódico
una aclaración pública. La carta firmada por el padre,
Roberto Torres Gloria, se envió por fax a Reforma desde Oklahoma.
El original, por mensajería. Reforma no ha dicho nada.
Fernando
Mendoza Vázquez |