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ComunicaciÓn gubernamental… ¿eficaz?

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Por Juan José Solis Delgado

 

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En los últimos cuatro años, con motivo de la guerra emprendida en contra de las acciones del crimen organizado, algo que ha fallado en el gobierno federal, es sin duda su comunicación gubernamental. La percepción de los ciudadanos mexicanos por más que se quiera atenuar (o disfrazar), es que son los criminales quienes llevan el marcador en su favor; sin embargo, el gobierno también ha tenido aciertos significativos en este conflicto, que no ha sabido comunicar de forma efectiva a la ciudadanía.


Los enredos de la ineficaz comunicación parten de la escasa o nula visión que tiene el gobierno de observar y entender a la comunicación como una forma sustantiva y estratégica de política pública. Las pocas veces que el gobierno ha intentado acercarse tímidamente al ejercicio de la comunicación, lo ha hecho más desde la idea de comunicación política (con sus consecuencias electorales) y no desde la comunicación gubernamental. Los discursos del ejecutivo federal están dirigidos prácticamente en todo momento hacia la clase política (e inclusive a los criminales) y no hacia los ciudadanos. En cada captura importante de algún criminal, los gatuperios de comunicación son tan graves que se termina por desconfiar sobre los trabajos de inteligencia que condujeron a dicha detención y conducen a que algo que pudo haberse anunciado como un gran acierto del gobierno federal, termine (la mayoría de las veces) bajo sospecha.


Si emprendiéramos un análisis de comunicación política y gubernamental desde la teoría social de Niklas Luhmann, tendríamos que partir del presupuesto inexorable de que la sociedad es comunicación. Por consiguiente, se debe identificar que la comunicación es la evidencia mucho más abarcadora que el solo lenguaje; aunque (dicho sea de paso) el lenguaje sea el acontecimiento evolutivo más brillante de la comunicación. Esta comunicación, se debe considerar como estratégica y sustantiva al ejercicio de la administración y gestión pública.
Los medios de masas, por su parte, están involucrados en el sentido de que es en ellos, donde se activan los mecanismos de difusión de las acciones políticas y gubernamentales.

Por ello, cuando observamos contenidos de política en los medios, se piensa que es precisamente la acción política y sus actores quienes determinan esos contenidos y damos por hecho que su representación está sustentada en una estrategia razonada; es decir, basamos nuestra observación en la idea de que la comunicación política es un evento planeado que encuentra difusión en los medios.


En esa línea utilizamos de forma indistinta conceptos como “comunicación política” y “comunicación gubernamental” en la mayoría de los casos para referirnos a lo mismo, en el sentido de que ambos conceptos están entrelazados en la construcción de eso que llamamos social. Sin embargo, hay que hacer una distinción que nos permita primero, identificar una noción elemental de cada una de ellas, para después, emprender su diferenciación y análisis.


La comunicación política, es aquella que se sustenta en los diversos actores y componentes políticos que apelan a la capacidad de selección y discernimiento de los ciudadanos que se ven en la necesidad de consumir algún tipo de mercancía o producto político. La plataforma mediática es sólida y predominante al presentar la oferta de la política en forma de comunicación efectiva. Sin duda, los actores políticos de viejas y nuevas generaciones poco a poco se han adaptado a la idea de la comunicación política como aquel mecanismo de efectividad y fortalecimiento de las formas que generan y mantienen un orden democrático moderno. Sin embargo, es importante señalar que la comunicación política es al final del día, una operación de reproducción del propio sistema de la política y no del sistema de los medios de masas, ya que su ámbito de operación se circunscribe al escenario de lo político.


En este sentido, la comunicación política abarca a la comunicación gubernamental como aquel ejercicio que determina la agenda de gestión de instituciones, actitudes y procesos; pero hay que ser precisos en clarificar que la comunicación gubernamental debe distinguirse de la materia electoral y de partidos para justamente circunscribirse sólo en la gestión y administración pública.


Así, la comunicación gubernamental debe entenderse como aquella que se acerca más a la idea de una política pública, que inclusive pudiera eventualmente tener el carácter de estratégica para determinado(s) evento(s) gubernamental(es). La comunicación gubernamental debe alejarse en todos los sentidos de formas marginales de comunicación, para ubicarse en la perspectiva de una política sustantiva de la gestión pública. Por consiguiente, la comunicación gubernamental está contenida en las acciones de la comunicación política, pero –insisto– debe encontrar su propio ámbito, que le permita desarrollarse más desde la administración y gestión pública y no desde los intereses de particulares del sistema político.


De esta manera, es necesario que los discursos y mensajes que aborden los resultados positivos en la lucha iniciada por la actual administración gubernamental en contra del crimen organizado, se enfoque más hacia informar y convencer desde la eficacia de la comunicación gubernamental y no desde la arenga de la justificación política de no saber cómo expresar y admitir la derrota. Los discursos bravucones que sentencian a los “enemigos” del país a observar el principio de su fin, lejos de ser mensajes eficientes de comunicación gubernamental, parecen mensajes ridículos que dejan a la autoridad mal parada y con un descrédito abismal.


Si se emplea la comunicación gubernamental como sustantiva y estratégica, podría utilizarse como un arma menos violenta que las balas y quizá más fulminante para las acciones delictivas del crimen organizado. Al final del día, el asunto es comunicar (como operación propia de la sociedad) y hacerlo de manera eficaz, para fortalecer el estado de bienestar social  y con ello, conseguir  la tranquilidad de todos los ciudadanos.


Luhmann, N. (2007). La sociedad de la sociedad. (traducción J. Torres Nafarrate) México: Herder. Pág. XVIII

 


Juan José Solis Delgado
Licenciado en Comunicación Social por la UAM. Diplomado en creación literaria por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Especialidad en Desarrollo de Habilidades Docentes por la Universidad Tecnológica de México y cursó la maestría en Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Por más de 12 años ha trabajado como productor de radio. Ha sido docente en diversas instituciones de educación superior, actualmente imparte cursos en la Universidad Iberoamericana y en la Escuela de periodismo Carlos Septién García.

 


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