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Hacia una configuracion del ser y hacer del profesional de la comunicación, sus posibles escenarios de acción para el siglo XXI
 
Por Gabriela Sosa García
Número 17

Las alternativas profesionales de los egresados de las carreras de comunicación se encuentran hoy en día en proceso de reconfiguarción, en México como en diversos países latinoamericanos, su ser y hacer, por muchos años, se ha determinado mayoritariamente por los medios masivos de comunicación, es decir su mercado laboral legitimado, así mismo el campo académico ha contribuido a determinarlo en buena parte.

De esta forma el surgimiento y desarrollo del campo académico y laboral de la comunicación, ha construido un perfil que limita y reduce sus posiblidades de acción a los medios masivos. Por ello para enteder su conformación y proponer alternativas, haremos un breve recorrido por su desarrollo histórico y contextual, hasta llegar a las alternativas actuales con el fin de de hacer del egresado en comunicación, un actor útil en cualquier ámbito social.

Para comenzar, es necesario hablar de la formación académica universitaria, ya que en muchos casos, en ésta se inicia el profesional de la comunicación, dicha formación idealmente se compone de 3 niveles básicos: teórico, metodológico y técnico, lo que le permitie al egresado, desarrollarse en un campo de acción específico, es decir, dentro de un mercado de trabajo; por otra parte también le proporciona elementos humanísticos y culturales, para desenvolverse dentro de la sociedad.

Con base en esta educación, se pretende que el hombre forme y transforme su realidad, su mundo; sin embargo este proceso educativo no se puede limitar únicamente a la instrucción académica; por ello la universidad no debe cerrarse a su entorno, ya que si su función consiste en formar individuos aptos para desenvolverse en la sociedad de manera útil, cómo logrará su objetivo si no toma en cuenta y propicia una interrelación con la sociedad. Bajo esta lógica, el campo educativo universitario debe contemplar una práctica a partir de dos perspectivas: la educativa y la social. (Orozco, 1989; p.25)

El objetivo de una práctica, es lograr la aplicación real y concreta de los conocimientos en actividades específicas dentro de la sociedad. La propia naturaleza de la universidad, no le permite cubrir ciertos ámbitos, por ejemplo la representación real del campo laboral. Desde su propia perspectiva, la escuela sólo puede proporcionar un punto de vista académico interno a través de prácticas escolares, sin embargo esto no es suficiente, aún cuando los talleres y equipos experimentales reduzcan el distanciamiento de la realidad, existe una desvinculación entre la universidad y la sociedad.

La universidad no puede satisfacer ambos aspectos a la par, por el lado académico el que le corresponde, sí lo cumple; pero en el profesional, su función consiste en propiciar el contacto e interrelación con el mercado de trabajo. El campo de la comunicación, no es la excepción y la falta de vinculación entre la universidad y la sociedad es latente. La formación académica no puede ser totalizante ya que por su índole, no puede otorgar todo el conocimiento teórico y práctico, existen saberes y habilidades que sólo se obtienen en la práctica, en el ejercicio profesional diario, cotidiano, por ello el conocimiento teórico no es el único que se requiere en la realidad laboral.

Por su parte la sociedad demanda a la academia satisfacer las necesidades de la realidad laboral, sin embargo es difícil que el campo académico las cubra, debido a que mientras en el ámbito laboral las necesidades son variadas y emergentes, la transformación social propicia un cambio acelerado, vertiginoso y constante; por ejemplo, en la medida en que aparecen nuevas tecnologías, las necesidades son distintas.

Si tomamos en cuenta que la tecnología avanza a pasos agigantados, es muy difícil que un plan de estudios que contempla por lo menos cuatro años de formación universitaria, esté cambiando constantemente, al ritmo de la sociedad.

En este ámbito como en muchos otros, se requiere de profesionales especializados con un campo de acción concreto y específico, lo que le permita actuar y operar sobre la realidad de forma eficiente y adecuada tan pronto como se le necesite.

Un plan de estudios universitario tiene la tarea de responder a las necesidades que demanda la sociedad, sin embargo aunque esté actualizado y cuente con materias prácticas e incluso talleres para practicar lo aprendido, éstos tan sólo son una simulación del mercado de trabajo. Por ejemplo existen universidades que cuentan con talleres, unos más y otros menos sofisticados, pero no son suficientes para comprender la dinámica del campo laboral, la habilidad técnica necesaria sólo se adquiere viviéndola; por otro lado hay universidades que por falta de recursos no cuentan con talleres o son muy precarios, por lo que aumenta la necesidad de poner en práctica lo aprendido de forma real y concreta.

En el caso del plan de estudios de la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva de la ENEP Acatlán, sólo las materias de géneros periodísticos y las de radio y televisión, cuentan con talleres para poner en práctica la teoría que se aprende en el aula. En relación al número de materias que conforman dicho plan de estudios, son pocas, esto no quiere decir que todas las asignaturas deban contemplar la clase teórica y el taller, ya que ninguna escuela tendrían capacidad suficiente para satisfacerlas, más bien esto refleja que es reducido el contacto con el campo laboral, muchas veces el único acercamiento con el mercado de trabajo, es cuando por encargo de algún profesor se realizan trabajos cuya investigación requiere de información de la realidad profesional, o bien se da, por referencia de algunos maestros o compañeros que trabajan en el medio.

De ahí surge la necesidad de llevar a la par de la formación académica una práctica profesional, es decir, aplicar el conocimiento teórico a la realidad, lo cual concretará y complementará el conocimiento aúlico, proporcionando al estudiante un desarrollo académico - profesional integral.

La actividad académica se fundamenta en una sólida formación teórica, y el refrán que afirma "no hay mejor práctica que una buena teoría", es contundente, la teoría es de suma importancia, pero la práctica también es necesaria y no podemos olvidarla. "La teoría permite a quien la posee encontrar formas adecuadas de intervención, utilizando criterios, antes que técnicas, generando conocimiento y no simplemente aplicando recetas,...permite referir los hechos a conceptos y/o categorías que los expliquen, para analizar situaciones, creando modelos abstractos que permitan conocer su estructura, y así actuar en la realidad de manera efectiva" (Fuentes, 1990; p.42).

La teoría otorga la capacidad de crítica y análisis para aportar posibles soluciones a la realidad, sin embargo ésta no puede ser la única formación que reciba el estudiante de comunicación. Si el conocimiento teórico no se pone en práctica, éste se queda en un nivel abstracto que no encuentra aplicación real y concreta, por lo tanto resulta inútil y obsoleto.

Muchos planes y programas de estudio colocan en polos opuestos la teoría y la práctica, las clases teóricas y los talleres caminan por separado de tal forma que los conceptos teóricos y la habilidad práctica no se complementan, a pesar de que las asignaturas en las currículas están vinculadas entre sí, la enseñanza es fragmentada, por lo tanto el conocimiento que recibe el estudiante también es fragmentado, lo que repercute en un desajuste entre lo aprendido y lo aplicable, en consecuencia resulta una desintegración entre los saberes: comunicativos, sociales y culturales.

"Los esquemas pedagógicos presentan un saber fragmentado que con frecuencia incluyen disciplinas estancadas que contribuyen a separar la teoría y la práctica cotidiana" (Marques de Melo, 1988; p.7)

Es necesario practicar de forma real, concreta y efectiva lo que se aprende en las aulas, ya que la práctica provee al alumno del conocimiento que no se adquiere con la teoría, ésta funciona como medio explicativo de la realidad, como lo afirma Solis "el aprendizaje teórico es motivado y orientado por la necesidad de explicar la realidad" (Solis, 1991; p.6);

Aunque parezca sencillo vincular teoría y práctica, este problema se compone por varios elementos que derivan de la conformación del campo de la comunicación, su ubicación y desarrollo histórico y la indefinición del campo de trabajo.

CONFORMACION DEL CAMPO DE LA COMUNICACION

El campo de la comunicación se ha configurado de forma incierta, su crecimiento acelerado generó problemas tales como la indefinición del campo de trabajo, entre otros.

La conformación de este campo se comprende dos perspectivas: el ámbito profesional o laboral y el académico. En sus inicios ambas vertientes intentaban caminar a la par, sin embargo la dinámica de la primera se constituyó compleja y en algunos aspectos acelerada, por lo que la segunda se vio inhabilitada para cubrir de forma inmediata, las necesidades que demandaba el campo laboral.

Históricamente la profesión de la comunicación no surgió con la primeras escuelas de comunicación, prácticas como el periodismo ya se ejercían desde tiempos del México independiente, de esta forma el oficio comunicativo se practicaba antes de que se crearan las escuelas dedicadas a su enseñanza y se diera el estudio científico de la disciplina.

Se dice que la profesión comunicativa nació con el surgimiento de las industrias de la información, la propaganda y el entretenimiento (esto en diferentes momentos históricos). Estos campos demandaron de la comunicación especialistas para cada ámbito, que al paso del tiempo originaron la profesión como tal.

Por otro lado los acelerados cambios tecnológicos y el rápido crecimiento de los medios masivos, desecadenaron un "boom" en los estudios de comunicación, de tal suerte que se convirtieron en una moda, no importaba la falta de precisión o exactitud en su objeto de estudio, y en consecuencia se hizo latente la indefinición del campo de trabajo, ya que al haber diferentes caminos en el estudio de la comunicación, también existen varias opciones en su aplicación concreta en el campo de trabajo.

El campo académico de la comunicación, se da cuando se encauza la profesión del comunicador, a un objeto de estudio de una disciplina, formando y retomando teorías que se imparten en instituciones educativas.

EL CAMPO PROFESIONAL DE LA COMUNICACION

El concepto de "comunicación" encierra muchas paradojas, desde la confusión que existe en su ubicación como "disciplina", "ciencia", "habilidad humana", o bien entre las nociones "comunicación" e "información". Estas imprecisiones han contribuido a que dicho campo se constituya de forma incierta y confusa, sin embargo desde su aparición en el campo académico, éste ha buscado hacer del profesional en comunicación un actor útil en la sociedad.

A pesar de ello la comunicación aparece como un "todo" aplicable en la mayoría de los ámbitos sociales, de ahí que se deriven diversas aplicaciones y por lo tanto muchos profesionales cuyo objeto de estudio es la comunicación, como son el periodista, el publicista, el publirrelacionista, etc.

Es así como existen diversas currículas de escuelas y universidades de comunicación, cada una con sus propios objetivos e intereses específicos.

En 1981 El Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación en Ciencias de la Comunicación, CONEICC, realizó en Méxuico un diagnóstico entre 24 escuelas de comunicación, a partir del cual identificó 3 tipos de currículas:

1)Los de corte marcadamente profesional o práctico - COMUNICANTE

2) Los que hacen énfasis en los aspectos teórico, metodológicos y de investigación - COMUNICOLOGO

3) Los que procuran equilibrar los aspectos teóricos y los prácticos - COMUNICADOR

De acuerdo a este diagnóstico, la mitad se ubicó en la primera categoría, que se caracteriza por el adiestramiento técnico encaminado a su mercado "natural" de trabajo: los medios masivos. El resto propone la formación de estudiosos de la comunicación que buscan articular teoría y práctica, pero sin definir el tipo de profesional que forman.

Uno de los problemas más arraigados es la idea de que la comunicación sólo comprende la prensa, radio y t.v., es decir, los medios masivos que desde su aparición se presentaron como el campo auténtico y natural de los egresados de esta carrera.

Sin embargo, el campo de la comunicación no aparece junto con la legitimación de su campo académico, basta mencionar que el periodismo es el oficio más antiguo dentro de dicho campo, pues ya se practicaba desde tiempos del México Independiente, aún cuando no estuviera conformado como ciencia, disciplina o profesión.

La práctica comunicativa no es exclusiva de los medios masivos, como erróneamente se cree; fue el desarrollo histórico de dichos medios, el que desencadenó esta idea, debido a la expansión que se dio de la prensa, radio y televisión como industrias culturales durante los años 50 y 6, lo que configuraba a México como una país insertado en el esquema de la "modernidad", y por lo tanto en vías de desarrollo.

Este panorama sentó las bases para que se creyera, con cierto fundamento, que el único campo de aplicación de la comunicación era el de los medios masivos, de tal forma que se consolidó como una de las mejores opciones para desarrollarse profesional y económicamente.

Con la aparición y el auge de las grandes industrias informativas, las escuelas que ofrecían la carrera también crecieron y los interesados en estudiarla aumentaron, así se convisrtió en una "moda", y se conformó como una de las carreras más solicitadas, no importando la falta de prescisiónn en el objeto de la comunicación, el "glamour" de los medios causó gran expextación y atracción..

Esta idea aún predomina, por lo que actualmente tanto en México como en América Latina existe la tendencia por entender a las Ciencias de la Comunicación como el estudio de los fenómenos informativos de carácter electrónico, de tal forma que los medios masivos son el campo legitimado del ejercicio profesional de la comunicación. (Lopez Veneroni, 1991; p.18)

UBICACION Y DESARROLLO HISTORICO CONTEXTUAL DEL CAMPO ACADEMICO DE LA COMUNICACION.

El campo académico de la comunicación se ha conformado de forma compleja, y a pesar de los esfuerzos llevados a cabo para su sistematización, hasta ahora no existe unificación en los saberes y habilidades para formar académicamente al egresado en esta carrera; según Galindo "el campo académico es una abstracción, lo que se vive a diario es el medio escolar de la comunicación, y eso está altamente institucionalizado". (Galindo,1995; p.13)

Hoy en día existen en México más de cien escuelas de comunicación, entre universidades, colegios, tecnológicos, etc., las cuales sobreviven gracias a la inercia institucional, éstas permiten y promueven lo que su propia estructura y autoridades hacen pertinente; de ahí que cada una tenga intereses específicos desde su propia perspectiva.

El el campo académico no sólo es una institución; según Fuentes Navarro entendemos por "campo académico el conjunto de instituciones en las que se estudia la comunicación a nivel superior, incluyendo en éste la teoría, la investigación, la formación universitaria y la profesión, este concepto se centra en las prácticas que realizan actores o agentes sociales concretos (sujetos individuales o colectivos) con el fin de impulsar proyectos sociales específicos, como son estructuras de conocimiento y pautas de intervención sobre la comunicación social, pero el campo académico no sólo se refiere a las prácticas sociales de la comunicación (masivas o no), ni a las instituciones que se han especializado en su ejercicio y en su control social, sino a aquellas que toman a éstas como su referente, es decir las actividades que son realizadas principalmente por académicos (universitarios), con el propósito de generar conocimiento, explicar e intervenir en la formación de las prácticas de la comunicación." (Fuentes, 1995; p.70).

Así podemos encontrar diversos planes y programas de estudio, con diferentes objetivos e intereses, lo mismo que existen lugares que la ofrecen ya sean públicos, privados, universidades, escuelas técnicas, en ciudades grandes o pequeñas, etc.

Ciencias de la comunicación, Ciencias de la Información, Periodismo y Comunicación Colectiva, Comunicación Social, Publicidad, Relaciones Públicas, Propaganda, Comunicación Organizacional, entre muchas otras denominaciones, muestran la gran variedad de vertientes que adoptan las carreras en donde la comunicación es su objeto de estudio, esto refleja que sus campos de aplicación son muchos, por lo que los planes y programas de estudios de las diferentes instituciones educativas que imparten esta carrera son "ambiguos", ya que no existe una precisión y unificación de criterios, son multifacéticos.

"En México, casi todas las instituciones tienen libertad, legal o de facto, para establecer su currículum, por lo que no es sorprendente que, desde el nombre mismo de la carrera se encuentren más de 25 versiones distintas del título de licenciatura otorgado a ellas" (Fuentes, 1995; p.110.)

De acuerdo a estas consideraciones, el campo académico de la comunicación se caracteriza por una desarticulación múltiple, cuyas consecuencias pueden resumirse en tres cuestiones: la investigación, la confrontación teoría-práctica, y por último la legitimación académica de la comunicación como disciplina autónoma, lo que la aisla en las ciencias sociales institucional y operacionalmente (Fuentes, 1995; p.66)

Para ubicar y entender el desarrollo de la comunicación en el campo académico como disciplina, ciencia, o teoría es necesario hacer una reflexión del momento histórico en el que se desenvolvió.

El ritmo vertiginoso de nuestra época, las exigencias del entorno, los cambios de la sociedad (en todos los ámbitos social, económico, político, cultural, etc.) así como el surgimiento de las nuevas tecnologías, configuró realidades diferentes y cambiantes por lo que los cuadros profesionales y el desarrollo del campo de la comunicación es variable constantemente.

Así el desarrollo de la comunicación, como profesión universitaria se determina por tres factores fundamentales:

1) El Contexto histórico

2) Las necesidades sociales, políticas y económicas

3) El desarrollo de la nuevas tecnologías que son adaptadas por los medios masivos de información o por el campo laboral de la comunicación.

Apartir de estos factores, el mismo contexto exigió actores profesionales especializados que tuvieran un conocimiento real, metodológico y técnico de aspectos específicos de la comunicación, como campo u objeto académico, es así como surgen las primeras escuelas de comunicación con el objetivo es legitimar la comunicación como disciplina en el campo de las ciencias sociales.

EL SURGIMIENTO DE LAS PRIMERAS ESCUELAS

Las primeras escuelas de periodismo a nivel universitario aparecen en Estados Unidos en la primera década del siglo XX, (Andión, 1990; p.20) mientras que en América Latina aparecen hasta los años 30, simultáneamente en Argentina y Brasil, (Andión, 1990; p.55) en donde el proceso de industrialización y urbanización adquiere mayor intensidad, ahí se dan las primeras experiencias educativas sobre comunicación.

En la década de los 30 se crean los primeros programas de capacitación para periodistas, y en Buenos Aires a partir de 1934 se formula un proyecto universitario inspirado en el modelo norteamericano. Para la década siguiente estas experiencias se reproducieron en países como Cuba, México, Ecuador, Venezuela y Colombia en donde se difunden cursos de periodismo diseñados de acuerdo al modelo norteamericano; el objetivo de estos proyectos es promover su profesionalización, sin embargo éstos se ven influenciados por la naturaleza del ambiente universitario; el área de humanidades les quita el carácter de experimental, convirtiéndolos en centros de preparación de intelectuales distanciados de la realidad.

Por su parte México tuvo que esperar hasta la década de los 40 para ver aparecer la primera escuela de periodismo con la fundación de la escuela Carlos Septién García en 1949, posteriormente en 1951 aparece la primera licenciatura en periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, y para 1954 la Universidad Veracruzana crea una Escuela Superior con características similares (Andión, 1991; p.55). En México, el periodismo se incorporó formalmente a la institución y al discurso académico a fines de los 50 (López Veneroni; 1991; p. 17).

A principios de esta década existían 13 escuelas de comunicación en América Latina, distribuidas en Argentina, Brasil, México, Perú y Venezuela; dicha cifra se ha ido multiplicando considerablemente cada década, lo que implica un creciemiento considerable del número de instituciones". (Marqués de Melo, 1988 p.4)

En los años cincuenta el objeto académico de la comunicación se enfocó a la perspectiva periodística, debido a que el desarrollo tecnológico de esa época motivó en la sociedad una necesidad informativa urgente de satisfacer. Para estos años en América Latina eran frecuentes las escuelas de periodismo; en las que predominó la influencia de la hegemonía europea.

Para la década de los 60, con la aparición de la primera facultad de comunicación en América Latina, su campo educativo se constituye más sólido, sin embargo esto no significa que también se consolide el campo de las prácticas profesionales, ni mucho menos define la existencia de los comunicadores. Esto sólo muestra la objetivación de ciertos saberes y conocimientos que ya existían y que fueron traducidos a un plan de estudios específicos".(Orozco, 1989; p.27)

En los 60's surge en México la primera licenciatura en comunicación, entonces era definitiva la idea de que su "mercado natural" se ubicaba en los medios masivos; esto se debía a la rápida propagación de los medios electrónicos, no sólo en nuestro país, sino en toda América Latina. Durante esta década, las escuelas de periodismo que habían surgido en los cuarenta, se transforman en escuelas de comunicación; por otro lado el contexto social también influyó en el campo académico, a consecuencia del movimiento estudiantil de 1968 las universidades incorporaron una reflexión crítica sobre la sociedad y los medios masivos.

Como caso concreto está el de las universidades privadas como la Iberoamericana y la Anáhuac, en donde se enfocaron al estudio de la función de los medios en las sociedad, así como el papel de los intelectuales y los profesionales en ellos.

LA PROPUESTA DE CIESPAL

Durante la década de los 60 predominó la influencia de la hegemonía norteamericana, ya que a fines de los años 50 surgió el CIESPAL, Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, órgano creado en Quito Ecuador, bajo los auspicios de la UNESCO, la OEA y algunas fundaciones internacionales, como la Ford y la Friederich Ebert, con el fin de difundir en América Latina un "Plan tipo" de escuela de ciencias de la información colectiva, con la intención de subsanar la brecha existente entre las escuelas tradicionales de periodismo y las necesidades teóricas y prácticas, derivadas de la emergencia de los medios electrónicos de comunicación"(Andión, 1991; p.55)

La propuesta de CIESPAL parecería ser la respuesta a las necesidades tanto laborales como académicas, en su "plan tipo de Escuela de Ciencias de la Información Colectiva" surgido en 1964, proponía la concepción del COMUNICADOR POLIVALENTE, definiéndolo como el profesional apto para desempeñar cualquier actividad comunicativa dentro de la industria cultural.(Marques de Melo, 1988; p.5).

De esta forma dicho profesional tendría una formación integral que le permitiría contar con los saberes prácticos del trabajo requerido en los medios, además de los conocimientos teóricos y metodológicos, fundamentados en las corrientes positivistas del proceso de comunicación que predominaban en esa época, y que se concretaban y hacían presentes dentro de las currículas en asignaturas como sociología, psicología, entre otras. CIESPAL tiene un papel decisivo en la latinoamericanización también llamada Ciespalización de la enseñanza de la comunicación; ya que a partir de la difusión de dicha propuesta por medio de profesores capacitados en cursos internacionales realizados en Quito, el plan del "COMUNICADOR POLIVALENTE", se adoptó en diversas universidades latinoamericanas, en las cuales se incluyó un ciclo básico orientado a diferentes actividades profesionales, con ello el campo de acción del egresado sería múltiple y diverso.

El CIESPAL difunde los modelos norteamericanos de enseñanza e investigación de comunicación en Latinoamérica, con el fin de crear profesionales polivalentes, en lugar de técnicos, quienes por su formación tendrían dominio en diferentes campos de acción; sin embargo la adaptación de esos modelos al resto del continente americano, no fue adecuada, pues inicialmente se transplantó la idea, sin tomar en cuenta las propias caracteristicas y perspectivas de cada realidad latinoamericana, sus propias características y diferencias. (Marques de Melo, 1991; p.51).

Cuando la UNESCO promueve la creación de CIESPAL, el diagnóstico sobre la enseñanza de comunicación y periodismo en América Latina, mostraba una desvinculación entre la realidad laboral y la academia, en todas las regiones; este problema que se generó a partir de los 60 y que se refleja hasta hoy, ocasionó que en América Latina, pero particularmente en México se agudizara la confusión de la actividad académica, lo que desde entonces implicó una impresición del objeto de estudio.

Para contrarrestar el problema de la falta de vinculación entre la realidad laboral y la academia, se generó una de las principales aportaciones de CIESPAL, la propuesta del "reciclaje pedagógico", que consiste en que los profesores ejerzan su profesión para que a partir de su experiencia real y concreta, impartan sus cátedras a las nuevas generaciones, así la formación académica integraría a profesionales especializados y prácticos, además de interdisciplinarios.

Otra de las principales aportaciones de CIESPAL, consistió en promover la legitimación de la comunicación como práctica profesional.

El modelo CIESPAL influyó y determinó a las escuelas de comunicación surgidas entre los 60 y 70 en este sentido las aportaciones más influyentes en las currículas de comunicación son:

1) Otorgar a las escuelas nivel universitario

2) Programa académico de mínimo 4 años

3) Incluir en los programas cursos humanísticos y técnico-profesionales

4) Concebir a las escuelas como facultades

5) Escuelas de Ciencias de la Información

A partir de esta propuesta se establecen las bases para la legitimación de una práctica profesional, desde entonces se empieza a hablar de los comunicólogos y sus distintas acepciones técnico-profesionales.

Una muestra de la influencia de CIESPAL en México fue la conformación de Universidad Iberoamericana en 1960, en donde la formación académica se fundamentaba en los saberes de las ciencias humanas y las técnicas de los medios de comunicación.

Esta universidad abre en México la primera licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Información (CTI), en la que se pretendía, según su principal fundador José Sánchez Villaseñor, formar un hombre capaz de pensar por sí mismo, enraizado en su época, y que gracias al dominio de las técnicas de difusión, pone su saber y su mensaje al servicio de los más altos valores de la comunidad humana.(Andión, 1991; p.56) Dicha carrera se inscribe en el modelo CIESPALINO, ganando así prestigio internacional, ya que se colocó a la vanguardia dentro del campo profesional de la comunicación.

El caso de la UIA sirvió de pauta a otras universidades privadas que en la misma década de los 60 comienzan a ofrecer la carrera de Ciencias de la Comunicación, como son: en 1962, la Universidad del Valle de Atemajac-UNIVA y entre 1967 y 1969 se abren dos carreras una en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente - ITESO y la otra en la Universidad Autónoma de Guadalajara - UAG, entre 1965 y 1971 en Nuevo León aparecen cuatro carreras más repartidas entre la Universidad de Monterrey - UDEM y en el Tecnológico de Monterrey - ITESM. (Andión, 1991; p.56)

Aunque CIESPAL contribuye decisivamente a la conformación del campo académico y profesional de la comunicación también interviene en el oscurecimiento del sentido social de la profesión, ya que con la propuesta de su modelo conceptualmente ambiguo, cada escuela le otorga su propio significado, lo que genera un debate en torno a la definición del campo profesional de la comunicación, no existe un espacio social específico, ni aplicación concreta. Esto contribuyó a consolidar la creencia de que su mercado natural de trabajo son los medios masivos.

CIESPAL difunde en latinoamerica, conceptos comunicativos, teorías e instrumentos de acción, que encontraron aplicación y respaldo en empresas, asociaciones y escuelas de periodismo. Desde esta perspectiva, la principal innovación o aportación, sin duda es el uso de la investigación científica, como recurso indispensable en la planeación de estrategias de comunicación que avalan sus resultados, así, contribuyó a la promoción de las diferentes teorías de investigadores como: Kayser, Leaute, Rovigati, Schramm, Nixon, Danielson, Rogers, entre otros, por lo que en esta década se impulsa la teoría funcionalista y con ello se fortalece la investigación y el método.(Marques de Melo, 1991; p.53)

Desde los 60 la consolidación de la hegemonía norteamericana es notoria, además de la proliferación y crecimiento de los medios masivos de comunicación, se crearon nuevos mercados y tecnologías para abastecerlos. Para satisfacer esta nueva demanda de profesionales de comunicación, surgieron escuelas y universidades latinoamericanas que inicialmente se enfocaban al periodismo, sin duda el campo profesional predominante de esos años, pero después se extienden a otros sectores como la publicidad, relaciones públicas, la radio, etc.

Para la década de los 70 se espera que con el plan piloto de CIESPAL, se unifiquen las estructuras pedagógicas en el área de comunicación de las universidades latinoamericanas, con el fin de ampliar las ofertas eduactivas de las instituciones, y desmitificar a la práctica periodística, así se empezaron a formar especialistas en otras áreas como son: la comunicación persuasiva en donde se contempla a la publicidad, propaganda y relaciones públicas; en los medios electrónicos: cine, radio y televisión e institucionales; así como en la comunicación empresarial, rural, comunitaria, etc.(Marques de Melo, 1992; p.92)

La mayoría de las escuelas latinoamericanas que surgieron en esta época adoptaron el modelo de comunicación de masas de CIESPAL, sin embargo no fue aplicado bajo su enfoque original y en realidad lo estaban distorsionando; ya que mientras el modelo original otorgaba autonomía a las nuevos campos como la publicidad, radio, t.v., relaciones públicas, etc., conviviendo con la práctica profesional tradicional del Periodismo, en América Latina se estaba desarrollando una carrera unificada denominada COMUNICACION POLIVALENTE, en donde persistía el enfoque periodístico, pero se creaban disciplinas referentes a otras áreas profesionales. Las demandas sociales requerian profesionales especializados, se exigía una capacitación adecuada para insertarse en un mercado de trabajo cada vez más competitivo; esto generó una descompensación entre las universidades y las profesiones.

La adopción del plan-piloto de CIESPAL representó una falta de compromiso y visisón por parte de las universidades, ya que en lugar de formar sujetos aptos y eficaces para actuar legitimamente en el cualquier ámbito del campo de la comunicación, es decir profesionales especializados; la errónea adopción de este plan contribuyó a formar egresados como "todólogos" cuyo campo de acción parecía cualquiera.

El error de CIESPAL fue idealizar el modelo de escuela y creer que era apropiado para todo tipo de sociedades, por ejemplo las comunidades pequeñas, como son las rurales, se requiere de un profesional capacitado para ejercer las tareas comunicativas necesarias.

El promover su implementación de forma indiscriminada en todo el continente, significó un retroceso que contribuyó a distanciar todavía más la universidad de la sociedad, ya que formaba profesionales incapacitados para desempeñar funciones especializadas, las escuelas de comunicación ampliaban el mercado de desempleados, mientras que las empresas justificaban y reforzaban sus críticas sobre las instituciones educativas que desde su punto de vista, poco contribuían a mejorar el ejercicio profesional de la comunicación vigente.

Para la década de los 70 el conflicto entre comunicólogos y comunicadores (teóricos y prácticos) se agudizó dentro de las escuelas de comunicación, este problema originado desde la creación de CIESPAL, generó competencia entre ambos, incluso estudiantes que ya se encontraban en el campo laboral prefirieron formarse en él y abandonar las universidades. A pesar de todod el proyecto de CIESPAL contibuyó a la unificación de las estructuras pedagógicas en varios países latinoamericanos que fueron influidos por el modelo ciespalino.

 

EL BOOM DE LOS ESTUDIOS DE COMUNICACION

Por su difusuión y propagación los años 70 significaron el "BOOM" de los estudios de comunicación. A nivel cuantitativo se abrieron un gran número de escuelas, pero además según Martín Barbero la repercusión de estos estudios a nivel social, cobraron importancia en dos niveles fundamentales:

1) La información se ubicó en un lugar estratégico, se configuró como herramienta fundamental para el desarrollo de la sociedad, determinámndose como un elemento esencial para su investigación y comprensión.

2) Por otro lado se difundió la idea de que la comunicación, ni social ni conceptualmente se agota en el periodismo. (Martín Barbero, 1990; p. 25).

En los dos o tres primeros años de los 70 se produjo un viraje radical, la moda de los estudios de comunicación se enfocó al método dialéctico, a la semiótica europea y al anhelo de historiar sobre el presente para tratar de influir en él, en un principio, esto se orientó a un mejor conocimiento del propio contexto; sin embargo se comenzó a descalificar a la práctica; la excesividad de conceptos teóricos de comunicación redujo el desarrollo de las capacidades expresivas. "De la exigencia de aplicar la teoría a la realidad se pasó vertiginosamente a teorizar sobre la teoría". La teoría dejó fuera los problemas reales de la comunicación: "Los términos se sofisticaron, pecaban quienes no lanzaban al aire alguna palabra rebuscada", las ciudades eran cubiertas por una nublazón de palabras." (Prieto, 1990; p. 32)

Así se desencadenó una "actitud teoricista", ya que mientras lo ideal es que a partir de la teoría se permita hacer una lectura crítica de la sociedad para su mejor comprensión, con el fin de diagnosticar problemas y encontrar soluciones fundamentadas en ella, este "teoricismo" obstaculizó y opacó su objetivo primordial.

Por esta razón, generalmente las dos terceras partes de las currículas de escuelas de comunicación de esta época eran dominadas por un cuerpo teórico, no existía rrelación entre y problemas sociales concretos. Uno de los ámbitos más afectados por esta situación, fue el de la expresión; en las curriculas las prácticas periodísticas se redujeron a uno o dos cursos. La dinámica teoricista condujo a la siguiente creencia: si alguien comprende la realidad está capacitado para cambiarla.

El teoricismo propició dos errores:

1) La creencia de que una teoría macro-social servía directamente para actuar;

2) El menosprecio por el que-hacer periodístico de la práctica comunicacional: el oficio del periodista.

Según Jesús Martín Barbero "la teoría no es suficiente para entender la complejidad de los fenómenos es necesario ampliar el campo de los objetos". Mientras que Daniel Prieto Castillo dice que el "teoricismo es una forma absolutamente inútil para enfrentar los problemas prácticos de la elaboración de mensajes, prescinden de la capacidad para resolver situaciones de comunicación" (Fuentes, sin A.E.; p.30).

A consecuencia de este teoricismo, los egresados de la carrera eran incapaces de diagnosticar y evaluar una situación concreta, ni de planificar en comunicación, no sabían como diseñar programas, organizar y distribuir recursos, como comunicadores carecían de los más elementales medios de expresión, no estaban capacitados para expresarse ni oral ni verbalmente. Hubo escuelas que durante la década de los setenta se proponían formar comunicólogos (estudiosos de la comunicación) y no comunicadores; sin embargo no lograban formar ni a unos ni a otros.

Afortunadamente el teoricismo de los 70 no abarcó a todos los países ni a todas las instituciones educativas. En 1978 se incorporó en los planes y programas de estudio una visón gramsciana de la sociedad sobre todo del Estado y sus formas superestructurales, donde se encontraban inmersos los medios de comunicación. Esta visión se enfocó a un sentido más político de los contenidos, insertaba a los medios masivos de comunicación en el proceso de la lucha por la hegemonía y el poder, se orientó al estudio de las clases subalternas y sus formas de comunicación, como por ejemplo se difundió la investigación participativa y popular, sin embargo esta perspectiva originada a partir de una corriente sociológica de la comunicación, se enfocaba a aspectos propiamente semióticos; por lo tanto faltaba claridad en la especificidad de la práctica profesional de los comunicólogos y de los procesos de comunicación.(De la Peza,1990; p.23)

En el caso de México a partir de 1974 la profesión del comunicador fue innovadora, ya que los egresados de las primeras escuelas de comunicación optaron por abrirse espacios alternativos para ejercer profesionalmente, pues entonces su campo sólo se ubicaban en los medios masivos. Durante la década de los 70 las universidades públicas se incorporaron a la expansión de escuelas de comunicación, para 1974 se instituyeron las licenciaturas en comunicación en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), en la Universidad de Sinaloa (UAS), y en la Universidad Autónoma Metropolitana - Xochimilco en 1973, la creación de esta universidad se enmarcó en las condiciones políticas generadas por el movimiento estudiantil de 1968, además de que se presentó como una innovación pedagógica, ya que entre otras cosas, su organización académica establece que los profesores de carrera cumplan 3 funciones básicas: docencia, investigación y servicio. Mientras tanto en la Universidad Nacional Autónoma de México primero en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y después en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán y la de Aragón, se inician un proceso de actualización de su planes de estudio, orientando su carrera de periodismo hacia un modelo más acorde con la propuesta de CIESPAL.

En 1975, México contaba con 21 escuelas superiores de comunicación; este fenómeno continuó en crecimiento en los 13 años siguientes, para 1988 se crearon 54 nuevas carreras. Este cálculo es aproximado, pues aunque existe una fuente oficial que es la catálogo de CONEICC de 1988, el crecimiento ha sido tan explosivo que rebasa cualquier estimación que se sustente en información obtenida de investigación. (Andión, 1991; p.56)

1978 también marca un momento decisivo en el campo académico de la comunicación, ya que en ese año surge el Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación de las Ciencias de la Comunicación, CONEICC; éste nace con el fin de crear un organismo de representación y promoción sectorial de las escuelas superiores de comunicación en México, cumpliría el mismo objetivo de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social, FELAFACS. CONEICC asume una postura crítica frente a las tendencias de la cultura massmediática y las políticas de información de los países industrializados.

"Actualmente CONEICC se ocupa de promover la investigación en el campo de la comunicación, con el fin de entender la articulación entre las escuelas superiores de comunicación y la realidad del campo cultural mexicano, particularmente el espacio que ocupa la cultura massmediática, sus instituciones sociales como sus prácticas dominantes y subordinadas".(Andión, 1991; p.59)

Gracias a CONEICC en México se cuenta con un panorama general de los contenidos académicos, políticos e ideológicos de las escuelas e instituciones educativas, así como sus alcances en el mercado laboral y los intereses que persiguen en el campo de la producción y distribución de bienes simbólicos. La mayoría de estas instituciones son de carácter privado, por lo tanto se establecen como empresas que ofrecen servicios de instrucción y capacitación técnica, orientándose al mercado natural, los medios masivos.

Otra de las características de la década de los 70, fue el aumento de la presencia de la mujer en la educación superior pero sobre todo en la licenciatura de Ciencias de la Comunicación; a partir de entonces la carrera se caracterizó por su población estudiantil mayoritariamente femenina. (De Garay, 1992; p. 47)

EL BOOM Y SUS CONSECUENCIAS

El fenómeno del "BOOM" de las escuelas de comunicación no es exclusivo de México, ya que se extendió en toda Latinoamérica, según datos de FELAFACS (Federación Latinoamericana de Asociaciones y Facultades de Comunicación Social) hasta 1989 existían en América Latina un total de 226 instituciones.

En México, las escuelas de comunicación se han expandido considerabelemente, cada año crece el número de instituciones que ofrecen licenciaturas relacionadas con la comunicación. El catálogo de CONEICC de 1988, señala que es difícil determinar un número exacto de éstas, pero afirma que pasan de 70 sin tomar en cuenta escuelas técnicas y de nivel medio superior.

Dicho crecimiento ha sido desproporcionado, debido a una distribución desigual en las diferentes regiones, distinguiéndose dos causas fundamentales:

1) La centralización de información y poder en ciertas regiones del espacio social, en este caso en la zona centro el país, y;

2) La transformación de la sociedad debido a la expansión de los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías que modifican la producción y distribución de mensajes. (Andión, 1990,p.42)

Para mediados de los 80 la situación es otra, según el informe McBride de la UNESCO (Fuentes, sin A.E; p.41), la confusión sobre el campo de la comunicación creció, mientras la perspectiva laboral, proponía un "nuevo" perfil del comunicador con ciertas características de los años 70, pero además lo definía con una especificidad técnica que garantizaba la figura del "periodista" en el terreno profesional.

Durante la década de los 80 proliferaron las propuestas "ciespalinas"; y el "teoricismo" de los 70 desaparecía, mientras que la práctica y la teoría seguían separadas de las demandas sociales; entonces surgió una nueva propuesta de acción prodesional: "Comunicación para..." ésta se generó de acuerdo a las relaciones laborales de los alumnos, si alguien se encontraba trabajando en un programa de alfabetización o de salud, entonces enfocaba su tesis a comunicación para la educación, comunicación para la salud, etc., bajo la lógica de que toda la sociedad requiere de apoyos comunicacionales.

Con este nuevo enfoque se revaloraron las prácticas comunicativas, es decir se encontró otras formas de aplicación en la sociedad, comenzando por desmitificar la idea de que el único campo de la comunicación es el periodismo y los medios masivos.

A partir de esta propuesta se difundió la idea de que los medios masivos no son el único ámbito para satisfacer las demandas comunicacionales de la sociedad, por lo tanto es necesario voletar la mirada a espacios como la comunicación institucional, grupal, organizacional, etc. El quehacer comunicacional es muy amplio, no se limita ni agota en los medios masivos.

De acuerdo a la investigación realizada por CONEICC en 1981, se calsifica tres tipos de currícula: COMUNICADOR, COMUNICÓLOGO y COMUNICANTE, entre otras cosas este diagnóstico reveló que la instrucción académica se fundamentaba en principios pedagógicos teóricos-deductivos, que separaban arbitrariamente teoría y práctica, la planta docente era calificada como ineficiente, ya que al contratar profesores por asignatura no existía un compromiso pedagógico, académico y profesional, la transmisión de conocimientos se daba de forma mecánica, unilateral y fragmentada.

Por otro lado la infraestructura de las escuelas era inadeacuada ya que las instalaciones y equipo técnico eran insuficientes, la ausencia evidente de políticas de investigación entre el conocimiento y las actividades docentes, limitaba en gran parte la formación profesional de los alumnos de la carrera.

A raíz de esta problemática actualmente persiste una profunda desarticulación entre, la formación de profesionales de comunicación y las necesidades sociales que exige el contexto social.

LA DECADA DE LOS NOVENTA

Durante la década de los 90 la expansión de las escuelas de comunicación ha sido contundente, según Fuentes Navarro, para 1990 había cerca de 244 escuelas y departamentos de comunicación en América Latina, con 5 mil profesores universitarios y cerca de cien mil estudiantes; en cuanto a México, según datos de la Asociación Nacional de Universidades de Educación Superior (ANUIES), la carrera alcanzó en 1991 el décimo lugar entre las más pobladas en el país; la carrera de Ciencias de la Comunicación se convirtió por primera vez en una de las diez carreras universitarias más demandadas, con más de 26 mil estudiantes inscritos; mientras tanto CONEICC registra para 1991 más de 27 mil estudiantes, inscritos en 70 instituciones. (Fuentes,1994; p.111).

Actualmente según datos de ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior), CONEICC (Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación en Ciencias de la Comunicación), y la SEP (Secretaría de Educación Pública), en México existen 108 instituciones de estudios superiores sobre comunicación, repartidos en 144 escuelas o campus, de los cuales 142 imparten licenciatura y 19 posgrados, impartidos en 14 escuelas con 17 programas diferentes, 8 instituciones imparten especialidad con 12 diferentes tipos de programas, mientras que sólo una institución, la Universidad Latinoamericana (ULA) imparte doctorado, con 2 diferentes programas.

De las 144 escuelas o campus 115 son privadas y 29 públicas.

De las 108 instituciones 86 son privadas y 22 públicas.

Escuelas o campus que imparten la carrera de comunicación Instituciones de estudios superiores que imparten comunicación

Públicas 22 29

Privadas 86 115

Total 108 144

Por otro lado en cuestión de números, las estadísticas sobre el nivel de estudios que ofrecen y sus planes y programas de estudio quedan de la siguiente manera:

Número Escuelas Tipos de programa

Licenciaturas 142

Posgrados 19 14 17

Especialidad 8 12

Doctorado 1 2

Total 23 31

La proliferación de escuelas de comunicación es contundente y el número continua en aumento, sin embargo la instituciones que ofrecen estudios de posgrado siguen siendo pocas, esto refleja que para la legitimación de este campo, estos datos revelan que aún es muy bajo y limitado. (Rodríguez, 1997; p56,67)

Para la década de los 90 según Marqués de Melo, los estudios de comunicación debían obtener un reconocimiento a nivel internacional, ya que se consolidaría la interacción entre el sistema productivo, las empresas de comunicación y la industria cultural; es decir, con la sociedad en sí misma.

Sin embargo es aventurado diagnosticar esta situación sin construir y delinear las fronteras del campo de la comunicación, en los planos científico, social, académico y pedagógico, debido a que la indefinición, con que impera en el campo de la comunicación.

Por otro lado, es necesario reconocer el carácter de especialización que se ha hecho necesario en torno a los estudios de comunicación, en parte debido a la naturaleza interdisciplinaria que la carrera posee, por esta razón es necesario que los egresados de comunicación dominen contenidos y conocimientos especializados para codificar mensajes y actuar sobre problemas concretos de la realidad.

Uno de los principales retos no sólo para los 90, sino para el futuro de la comunicación, es la valoración y fortalecimiento de la investigación con el fin de consolidar conocimientos sobre fenómenos comunicacionales. Hasta el momento la investigación es una actividad poco significativa en la escuela, de ahí la necesidad por fortalecer su acción en los posgrados, en el campo académico éste es uno de los aspectos indispensables para su legitimación; de tal forma que la investigación y los posgrados son indicadores importantes del grado de institucionalización de un campo académico, debido a que en lo social implica el abastecimiento de recursos financieros y reconocimiento socialmente oficial. (Fuentes, 1994; p.113)

Como parte de la configuración de esta década se presenta la expansión y consolidación de las nuevas tecnologías, que se incorporaron al contexto social, y especialmente en los medios masivos, por lo que el carácter de especialización, específicamente técnica se hizo más que necesario ya que quien no contara con los capitales para competir técnicamente en este campo quedaba fuera de la jugada para ingresar al mercado laboral.

A partir de estas condiciones Fuentes Navarro plantea que existen "brechas comunicacionales" entre las escuelas de comunicación y las innovaciones tecnológicas, es decir, el campo laboral exige a las universidades, soluciones en razón a las demandas tecnológicas, sin embargo la academia se quedó atrás sin poder responder a dichas expectativas.

Con la idea de que la comunicación se reduce a medios y éstos a tecnología, el profesional se ve en la necesidad de contar con un conocimiento técnico, con un "saber hacer" (know how), que pocas veces se obtiene en las universidades, debido a la ausencia de capacitación técnica en ocasiones por la falta de recursos; de esta forma, la tecnología implica un "saber hacer" que generalmente se obtiene sólo en la práctica, no basta incluir en los planes de estudio, asignaturas con talleres, no se trata de parchar la formación académica y profesional, si no de complementarla.

La década de los noventa con sus diversas configuraciones plantea un panorama múltiple para la comunicación, la ausencia de definición y de legitimación se consolida como reto, sin embargo la mirada hacia lo social cada vez cobra más relevancia, y la aplicación de la comunicación en otras áreas, no sólo la de los medios masivos se está fortaleciendo.

INDEFINICION DEL CAMPO DE TRABAJO DEL PROFESIONAL DE LA COMUNICACION

A partir de las características que configuraron el desarrollo del campo de la comunicación es difícil definir concretamente su objeto de estudio, un concepto específico así como sus límites, por lo tanto, para todo egresado de comunicación, el mercado de trabajo es incierto, pues puede haber muchas aplicaciones de su que-hacer profesional.

Cuando hablamos de comunicación encontramos varias definiciones, aplicaciones y conceptos, por ejemplo según Manuel Martín Serrano "comunicación es una clase de interacción en la cual los seres vivos intercambian información entre ellos mismos, él reconoce la aptitud para relacionarse con otro ser vivo, recurriendo a un comportamiento comunicativo" (Martín, 1991; p.14).

Desde este punto de vista la comunicación es un fenómeno natural, sin embargo, cuando "la comunicación" se convierte en objeto de estudio, se desarrolla una disciplina que la estudia, pero no se precisa si se trata de técnicas para transmitir mensajes o es una teoría que se encarga del estudio o bien, de la producción, distribución y consumo de comunicación o información; a partir de estas ambigüedades la confusión e indeterminación del campo de la comunicación es contundente.

La indefinición del campo de la comunicación se da tanto en el ámbito académico, como en el laboral, es difícil distinguir quién define a quién, ya que el campo académico ha intentado dar respuesta a las necesidades del entorno, sin embargo el constante cambio social no permite que los contenidos académicos tengan vigencia por mucho tiempo; por otro lado en el campo laboral, al predominar la idea de que los medios masivos son el campo natural de los egresados de comunicación, no cede paso facilmente para consolidar y legitimar otras opciones de aplicación del campo comunicativo, ya que en otros contextos sociales, la comunicación es aplicable y necesaria.

Debido la complejidad y vastedad que caracteriza a la comunicación, ésta se constituye como un campo amorfo, en el que se distinguen dos problemas fundamentales, lo que Mauricio Antezana Villegas llama la errátil circunstancia de las ciencias de la comunicación:

1) La problemática general del objeto académico de la comunicación, el campo académico ; y

2) La imprecisión de su realidad profesional, el campo laboral. (Antezana, sin A.E.; p.2)

1) Dentro del CAMPO ACADEMICO uno de las características fundamentales es la interdisciplinariedad, ya que las currículas contemplan un serie de disciplinas como base general; para los egresados de comunicación, esto les puede tanto beneficiar como perjudicar, ya que por ser un mosaico de diferentes disciplinas, en ocasiones acaban siendo "todólogos" y a la vez expertos en nada.

Debido a esta interdisciplinariedad, la comunicación no se integra ni define como una sola disciplina, sino que se conforma por un conjunto de saberes prácticos propios de varios campos, por lo que el estudio de la comunicación es multidiverso constituyéndose como una amalgama, entretejida por las ciencias sociales y las habilidades técnicas.

Por ello el ámbito académico optó por separar esa amalgama, fragmentando el estudio y especializando las prácticas en oficios, con el fin de atender los requerimientos del mercado laboral.

La fragilidad de los límites entre las diversas disciplinas que constituyen el campo de la comunicación como son: la sociología, la antropología, la psicología, la lingüística, entre otras, hacen que el espacio intelectual se vea oscurecido por el generalismo de las teorías o por el simplismo del ámbito tecnológico con sus respectivas limitaciones; a pesar de que cada disciplina aporta su conocimiento, cada una se ocupa de la comunicación desde su propia perspectiva, ocasionando un saber fragmentado y una aplicación de conocimientos mecánica y generalmente reduccionista.

El problema de la indefinición del objeto de estudio, se da a partir de la imprecisión de la noción de comunicación, ya que ésta muestra una ambivalencia conceptual, por un lado el concepto de "comunicaciones", se refiere a los operadores comunicacionales (técnicas) y su desarrollo está directamente ligado a la producción y consumo de los medios masivos; por otro parte "la comunicación" es el fenómeno de vinculación interpersonal y colectiva, que está asociada propiamente con vida humana. Como reflejo de este problema, se da la multiplicidad de nombres de aquellas carreras y escuelas de comunicación, por lo que no existe una unificación de criterios académicos, contribuyendo así a la crisis de identidad.

Según el catálogo de instituciones de CONEICC, en 1988 existían en México 16 denominaciones distintas para la licenciatura en comunicación, 6 se denominan como científicas, 8 apelan a la función específica del campo de la comunicación (publicidad, periodismo, Relaciones Públicas, etc.), no obstante la gran mayoría dice mantener una perspectiva científico-técnica (Andión, 1991; p.63).

Existe una variedad notable de perfiles profesionales de las escuelas de comunicación, esto da cuenta de la alta heterogeneidad de las escuelas de comunicación, por lo tanto el indefinido nombre de las carreras y escuelas de comunicación o Ciencias de la Información Colectiva también fue un factor importante que contribuyó a la crisis de identidad.

Sin duda alguna esta indefinición en las escuelas latinoamericanas de comunicación tiene sus raíces en la estructura pedagógica propuesta por CIESPAL; ya que la institución quiteña asimiló de forma distorsionada el modelo norteamericano de la escuela de comunicación de masas (school of mass communication) en donde la "polivalencia" es institucional, y en un mismo espacio académico existen diferentes especializaciones como periodismo, publicidad, radio, T.V., relaciones públicas, etc.

La "polivalencia" implicaba la formación de un profesional único, su esquema curricular intentaba hacer una amalgama, integrando diversas disciplinas e instrumentos de trabajo particulares de los medios masivos; los planes y programas de estudio se fundamentaban en una concepción positivista de la comunicación, por esta razón, en ellos se contemplaban en materias como la sociología y psicología de la comunicación, entre otras.

El modelo CIESPAL contribuyó a distanciar a la academia del mercado de trabajo, el cual se constituía cada vez más especializado, por lo que el perfil "polivalente" de profesionales formados en esta escuelas, no tuvieron otro camino que dirigirse a lo alternativo, esto ocasionó la preparación de un ejército de desempleados, ya que la comunicación no masiva así como los centros de investigación, no tenían, ni tienen capacidad suficiente para recibir a tantos egresados de esta carrera.

Por esta razón, es necesario que las estructuras pedagógicas y curriculares capaciten al alumno con el conocimiento que le permita tener dominio en un campo laboral específico y le otorgue "competencia profesional", ya que en los medios de comunicación los recursos que son proporcionados por las universidades no le son suficientes ni satisfactorios.

2) Por su parte, el CAMPO LABORAL exigía de los profesionales, la capacidad técnica requerida en el mercado de trabajo, de la cual los egresados de la carrera carecían; ya que no contaban con las bases suficientes para ser competitivos, esta exigencia se agudizó a partir de los años 60 y particularmente en los 70, en esos años aumenta la necesidad y urgencia de los requerimientos técnico - profesionales que determinan las especialización de los estudiantes, el llamado know how, en el ámbito tecnológico de los medios masivos.

Esta influencia generó la necesidad de una formación doble, por un lado los contenidos ideológicos de la comunicación exigían la perspectiva teórica, y por otro era imprescindible la especialización operativa y técnica en el manejo de los medios.

Esta dualidad de la comunicación como aspecto humano y social o bien como operador técnico, se expresa en la difícil delimitación del objeto académico, ya que en su conceptualización cognitiva, se plantean 2 caminos: teoría y práctica, esta incompatibilidad generó una indeterminación en el enfoque de estudio, transformando el objeto académico de un contenido eminentemente periodístico-informativo a las técnicas operativas puras, y hasta las más complicadas reflexiones teóricas sobre diferentes disciplinas.

Otro aspecto del problema de la indefinición del campo de la comunicación, es la legitimación social que existe de su campo de acción, como ya se mencinó, el campo que hasta ahora está legitimado y que se constituye como su campo natural y dominante, es el de los medios masivos. Por esta razón el campo educativo se legitimó y formó a partir de aquellas "prácticas profesionales dominantes" ya que esto interesaban a los grupos que controlaban los medios masivos, con el fin de posibilitar su expansión y consolidación tanto como empresas económicas e instituciones culturales.

En este contexto proliferaron escuelas de comunicación en cuyas currículas había una selección de saberes y habilidades, determinados por intereses de ciertos sectores sociales, los de la clase dominante. Por este motivo la mayoría de los planes de estudio de las escuelas existentes en México, tienen como referentes los medios de comunicación y no la sociedad en su conjunto (Orozco, 1990; p.29). De tal forma que el campo educativo generalmente no obedece ni responde a las necesidades de la sociedad sino a los intereses concretos de sectores sociales específicos.

Debido a esta problemática es urgente y necesario definir la especificidad del campo profesional de la comunicación, en razón de las nuevas necesidades sociales, para ello es preciso conocer la naturaleza de las prácticas profesionales de comunicación y sus ámbitos de incidencia; crear las condiciones para reordenar las políticas académicas, cambiar los modelos curriculares, instaurar programas de formación de profesores, reactivar la investigación para la docencia y en general rediseñar las licenciaturas en comunicación. (Andión 1989; p.13)

Para comprender el CAMPO PROFESIONAL, es necesario reflexionar sobre los siguientes aspectos:

1) El campo profesional de la comunicación no es sinónimo del mercado de trabajo alrededor de los medios masivos, ni del desarrollo de las nuevas tecnologías de información, además de que éstos al ser monopolizados por empresas privadas, hacen más selectivo su ingreso. Esta idea genera un reduccionismo de la aplicación de la actividad comunicativa, cuando el campo profesional de la comunicación ya existía, y no se agota en los medios masivos ni en las nuevas tecnologías de comunicación; las prácticas de comunicación en la sociedad son muchas y variadas al igual que las necesidades que la demandan, y sólo algunas prácticas y necesidades de comunicación son seleccionadas para conformar el campo educativo.

2) El campo profesional de la comunicación no es exclusivo de profesionales en comunicación, no se constituye sólo por egresados de esta carrera y menos por titulados, el periodismo se ha ejercido desde hace mucho años a partir de un "saber práctico" no enseñado, por lo que muchos periodistas no han pasado por escuelas de comunicación.

3) La tendencia dominante de los medios y las nuevas tecnologías radica en su expansión y crecimiento, los cuales se dan bajo criterios económicos y políticos.

4) La mirada hacia lo social aún poco consolidada, es lenta pero con futuro promisorio.

Bajo estas premisas encontramos una vez más que el campo de trabajo del profesional de la comunicación, está legitimado a partir de los medios, y la mirada hacia lo social debe fortalecerse.

Definir objetivamente a la comunicación representa un problema; fundar una teoría y una práctica de la comunicación cuando existen como referencia generalizante los medios masivos, es incurrir en un mismo error epistemológico. (López Veneroni, 1991; p. 21)

Otro de los problemas fundamentales de esta indefinición, es la confusión teórico-conceptual de las nociones información y comunicación, las cuales implican dos universos distintos del discurso académico, además de las diferencias en la formación técnico profesional.

Mientras que la comunicación es un fenómeno específicamente social cuya problemática se elabora por sujetos sociales; el espacio informativo exige requerimientos prácticos y técnicos, tan complejos y rigurosos para formar crítica y creativamente no sólo a los periodistas si no a los comunicadores en general.

Es necesario cuestionar el espacio teórico, a partir del cual se construyó el discurso específico de una ciencia de la comunicación. Al conformar a la comunicación como ciencia, se intenta que en un mismo espacio académico se concilien las esferas informativa y comunicactiva, sin embargo no existe una formalización ni teórica ni profesional simultánea para lograrlo.

Tanto quienes buscan practicar profesionalmente el ejercicio de la información, o quienes optan por el campo de la investigación, están a expensas de esta condición, la falta de legitimidad y formalización del campo, ya que no se reduce a los medios y a los contenidos que transmiten, sino que ubica su problemática en un campo social.

Promover este debate parece darle un nuevo cauce a dos áreas que si bien tienen mucho en común también requieren de formaciones y sobre todo de vocaciones distintas.

Históricamente, el "comunicador" se ha concebido desde diferentes posturas como el "cronista de los acontecimientos de la comunidad", hasta la de "crítico de la industria cultural, pasando por la de expertos en tecnologías informacionales; los egresados buscando medios alternativos, los comunicadores de pantalla, creativos, videoastas, guionistas publicistas, diseñadores de comunicación institucional...: esta falta de precisión produce un auténtico efecto de universalidad en las carreras de comunicación que además de que tiende a una generalidad difusa, nuestra carrera todo lo abarca, sin embargo el gran cuestionamiento se da cuando se plantea qué se debe enseñar y para qué, existe un campo de incertidumbre. (Calleti, 1991; p.25)

Para los profesionales empíricos de la comunicación las carreras no cubren el conocimiento que otorga la experiencia práctica, mientras que para los estudiantes, la inconformidad también es múltiple unos buscan ser estelares o el "glamour" de los medios, otros la profesionalización con fines económicos, etc., lo que genera diversas y diferentes expectativas en un mismo espacio institucional.

A raíz de esta características, los oferentes y demandantes de las carreras de comunicación corren el riesgo de sobreestimar sus alcances y posibilidades, de tal forma que pueden ser visualizadas representando más de los que pueden ser. El éxito o fracaso de las carreras se da en la aceptación de las dificultades a asumir y los propósitos a alcanzar.

Es necesario y urgente, definir la identidad en dos sentidos, por un lado ante la fría y exigente mirada de la ciencia, y por otro lado frente al mercado, es decir definir las posibilidades de acción en la misma. (Luna, 1995; p.59)

Las indeterminaciones son generadas por la transformación continua de las prácticas, las tecnologías y las instituciones que intervienen en la comunicación, así como las perspectivas teóricas predomiantes y los escenarios sociales en los que esas prácticas se llevan a cabo.

A raíz de esta indefinición, también es difícil determinar un perfil del profesional de la comunicación, debido a que los ámbitos de trabajo son múltiples; la construcción de ese perfil obedece a las exigencias de su entorno y a la utilidad social de su trabajo. La presencia de los profesionales que proceden de la universidades se legitima cuando resulta necesaria en la sociedad. Se trata de una "utilidad social" y no "función social".

 

LA FALTA DE VINCULACION ENTRE LA ACADEMIA Y LA REALIDAD LABORAL

La falta de correspondencia entre la formación teórica y la aplicación práctica de estos conocimientos, fundamentan la ausencia de vinculación entre la realidad laboral y la academia. A pesar de que la educación es un factor fundamental y decisivo para el desarrollo de una sociedad, hay una falta de compromiso y correspondencia entre el sistema educativo y las exigencias sociales.

La articulación entre mercado de trabajo de la carrera y la definición teórica de la comunicación son 2 caras de una misma moneda. Entre campo laboral y teoría, hay tantas promesas de integración, como desencuentros, sin embargo mientras los preocupados por el polo teórico denuncian o padecen la ausencia de esa disciplina, los más preocupados por el polo del mercado dejan en la práctica que de definirla se ocupen otros (Marques de Melo, 1988; p.6).

La relación entre mercado de trabajo y escuelas de comunicación conduce necesariamente a una reflexión en torno al momento histórico presente y futuro. Actualmente el contexto en el que vive México, se encuentra conformado por intensas y rápidas transformaciones creando cuadros distintos al pasado. Ello significa que estamos sometidos a una lógica constante de interacción social y comercial, inmersos en la sociedad globalizada e informatizada, en consecuencia es necesario ser competitivos a nivel intelectual y técnico - laboral.

El campo educativo de la comunicación se enfoca principalmente a dos perspectivas, por un lado la que está delimitada por los medios masivos de comunicación y que se configura como dominante, por otro el campo que resta, donde la comunicación se aplica hacia lo social.

Debido a que los medios masivos siguen siendo el aspecto predominante, la gran mayoría de estudiantes no se encuentran capacitados para responder a las necesidades comunicativas que son requeridas desde un punto de vista social.

Muchas veces los planes y programas de estudio se ajustan a los "saberes" y "habilidades" objetivados y legitimados por las prácticas profesionales de comunicación, debido a que los medios masivos son el campo dominante, la mayoría de las veces estos corresponden a las necesidades primordiales para su funcionamiento y expansión.

Problemas tales como insuficiencia de recursos, infraestructura e instalaciones en mal estado, retraso en planes y programas de estudio, ausencia de innovaciones, entre otros, repercuten en el deterioro de la educación, de tal forma que la falta de vinculación con las necesidades sociales es un problema latente, constante y difícil de subsanar.

La teorización actual sobre el papel social de la universidad la ubica como una institución que se encuentra en un proceso dialéctico, condicionado a influencias externas y al surgimiento de alternativas educativas.

La universidad tiene cierta capacidad de conformar el campo educativo de la comunicación a partir de la "objetivación" de saberes y habilidades de las prácticas comunicativas, aún cuando sean distintas a las requeridas por los medios y tecnologías de información o bien para satisfacer requerimientos comunicativos de los sectores de la clase dominante. La universidad puede dirigir su atención a las prácticas de comunicación de otros sectores sociales para conocerlas y luego traducirlas a prácticas educativas que permitan otro tipo de formación de profesionales de la comunicación.

Existen críticas que consideran que las prácticas profesionales no corresponden a la realidad en el "deber ser", la traducción de las prácticas profesionales de comunicación a prácticas educativas no ha contado con un compromiso real de los sectores que las realizan, ni con una observación precisa, de los "saberes y habilidades" que requieren estas prácticas.

El compromiso que tiene la universidad de formar comunicadores, debe ser real y concreto, no es suficiente con la intención, ya que se requiere de generar metodología adecuada para traducir las prácticas profesionales de comunicación a los campos educativos.

En el caso del campo de la comunicación, la falta de claridad de su concepto contribuyó a la desvinculación entre teoría y práctica; en consecuencia la imprecisión del perfil del profesional en comunicación se refleja en las currículas, por esta razón, es común que las escuelas caminen por un lado y las demandas profesionales por otro, mientras que lo adecuado es que las escuelas tomen en cuenta la práctica profesional vigente así como sus perspectivas y la evolución de la sociedad. El problema consiste en que muchos de los planteamientos de formación teórica están totalmente separados de la realidad profesional, dicho problema es metodológico más que teórico. Es necesario que los estudios de comunicación se fundamenten en la teoría y la investigación, y no sólo se ocupen de las habilidades y destrezas técnicas propias de la profesión.

La formación académica debe contemplar por lo menos una capacitación mínima y básica que se fundamente en la práctica profesional y en la realidad misma, con el fin de complementar la apropiación de conocimientos y habilidades suficientes para enfrentar las crecientes demandas comunicacionales. Desde este punto de vista los planes y programas de estudio sufren una desorientación entre la conformación teórica, práctica y la formación socio-humanística y profesional que debe recibir un estudiante de comunicación.

Es necesario que los planes y programas de estudio respondan a las prácticas profesionales ya definidas y legitimadas socialmente, sin embargo el problema del campo de la comunicación, es que sólo los medios masivos son reconocidos legitimamente como su campo natural, donde el acceso al mercado de trabajo es muy selectivo y hermético, de tal forma que hay que dar un viraje, y voltear la mirada hacia lo social. Si la idea es que las escuelas respondan a las necesidades sociales, aparentemente la solución más sencilla para atender el mercado profesional es crear planes o programas de estudio a partir de los requerimientos sociales, las tareas profesionales vigentes y los perfiles deseados de egresados en este campo laboral.

Es evidente que se requiere de una investigación profunda del campo profesional de la comunicación para atender sus diferentes ámbitos de aplicación, sin embargo si sólo se atienden las necesidades técnicas, esta propuesta atentaría a la razón de ser de las universidades; dónde quedaría su misión en la sociedad; ya que no sólo se trata de capacitar mano de obra profesional, si no de otorgar al individuo el conocimiento necesario para que se desenvuleva social y humanamente en la sociedad. (Sánchez, 1991; p.14)

El debate que existe sobre la vinculación o desvinculación entre la sociedad y la universidad generó como conclusión que ésta última vive una crisis institucional, es decir, una crisis de identidad que atraviesa sus estructuras, las relaciones que se producen y reproducen en su interior y las formas específicas de su vinculación con el conjunto de la sociedad en que se inserta. (Diá-logos, 1991, p.71)

La universidad no sólo es un espacio en donde se produce conocimiento, es mucho más que eso, si nos limitamos a este concepto su fin se vacía de sentido, ya que en este contexto la universidad pierde vinculación con el resto de la sociedad, encerrándose en sí misma y desfasándose en relación al desarrollo dinámico de la sociedad.

Las causas del aislamiento pueden ser muchas, como son:

a) Desvinculación entre los modelos de la universidad y los proyectos de desarrollo del país.

b) Dificultad para involucrar en la propuestas académicas y en los modelos de formación a los sectores de la sociedad. No existe una retroalimentación entre el exterior e interior de la institución.

c) Modelos académicos que muchas veces sólo responden a demandas del mercado o a intereses personales y corporativos del profesorado.

d) Los proyectos de enseñanza generalmente no están anclados en un diagnóstico de necesidades sociales.

e) Hay una limitación de recursos frente a las necesidades sociales.

f) Competencia con escuelas técnicas que se limitan a la enseñanza instrumental.

g) Sustitución de la figura de la universidad por otras instituciones.

h) Hay pocas posibilidades de vinculación de la sociedad con el ámbito universitario como son la investigación y la enseñanza. (Diá-logos, 1991, p.71).

La universidad debe transformarse constantemente para estar a la altura de los tiempos, sin embargo las instituciones de educación superior van rezagadas en relación al desarrollo social, ya que son estructuras muy pesadas destinadas a ser espacios de reproducción social. Se requiere de un proceso de legitimación de una determinada práctica profesional que se incluya en los programas académicos.

Si las universidades forman parte del sistema educativo de una sociedad debe ser considerada como un servicio público, no como un instrumento de lucro o partidista, ni objeto de apropiación corporativa , aún cuando ésta sea privada o estatal.

Actualmente los proceso académicos viven una masificación debido al surgimiento de nuevas escuelas y universidades que ofrecen la carrera, ya que en buena medida la instituciones académicas amortiguan la gran cantidad de fuerza de trabajo excedente, por ello es necesario que las universidades redefinan su funcionalidad, tomando en cuenta como objetivo central, las necesidades de la sociedad.

En torno a las escuelas de ciencias de la comunicación, su debate consiste en la problemática social y académica a raíz de la indeterminación que las caracteriza, lo que Mauricio Antezana denomina como la "circunstancia errátil de las ciencias de la comunicación". La pregunta es ¿qué se debe entender como profesionalización en comunicación?, la mejor manera de dar solución a este problema es tratando de determinar el objeto de aquello que se supone "ciencias" de la comunicación. Pero parece que por "ciencias" se entiende el aprendizaje del periodismo escrito, técnicas de los medios electrónicos, así como su operación, entre otras, por lo que su conceptualización como ciencia, es una mitificación, porque ninguna satisface los objetivos, no define su objeto de estudio, ni produce un conocimiento nuevo. (Antezana, sin A.E. p.15).

Es evidente que en la comunidad académica de comunicación, existe una ausencia de consensos firmes en cuanto a debates sobre las carreras, la formación profesional, las tendencias de la investigación, las relaciones con las demandas del mercado, los planes de estudio, el papel de las teorías y talleres, etc.

A pesar de la ambigua representación de las carreras de comunicación, ésta cuenta con una creciente demanda de ingreso a la universidades, además de la proliferación de escuelas y academias que la ofrecen y la contemplan como una "carrera con futuro", sin embargo para quienes egresan de ella el futuro no es como lo pintaban al ingresar, ya que se tienen que enfrentar a la escasez general de empleo, o bien cuando lo solicitan, es bajo la mirada de incredulidad sobre su campo de acción y en ocasiones con actitud de deconfianza de parte de quienes los contratan.

Uno de los principales problemas que existen en torno a la formación académica de nuestra carrera, es que hay tantas escuelas como necesidades de comunicación, sin embargo su visión tradicional no permite ni fomenta la exploración de nuevos campos; por lo que los planes de estudio se limitan a copiar o imitar programas de carreras tradicionales.

La formación universitaria de los profesionales de la comunicación debe contemplar los requerimientos del mercado de trabajo, lo ideal es traducir adecuadamente en las currículas las necesidades comunicativas de la sociedad; sin embargo no es tan sencillo, la relación entre universidad, sociedad y mercado de trabajo encierra una serie de problemáticas como son: la planeación de las prácticas profesionales y educativas, el desarrollo de la tecnología de información, políticas públicas de educación y comunicación, evolución histórica de la educación superior y de universidades así como los diferentes diseños curriculares.(Orozco, 1989; p.26)

La ausencia de vinculación entre educación y necesidades sociales y productivas es latente, existe una falta de orientación hacia lo social, en general hacia todos aquellos campos en donde se requiere de las actividades comunicativas; por esta razón es necesario que la educación se revalore para establecer metas, compromisos y responsabilidades de todos los sectores que intervienen en el proceso educativo, sin perder de vista su continuidad para darle permanencia.

Sería ideal que los planes de estudio estuvieran constituidos por criterios de actualidad, materiales de apoyo y sistemas de evaluación, ya que la época actual caracterizada por la rapidez de los cambios y por el avance de los conocimientos científicos y tecnológicos, requiere de instancias y mecanismos que garanticen la actualización permanente de los contenidos de la educación bajo criterios de flexibilidad, versatilidad e innovación; es necesario que los planes de estudio incorporen formación teórica y metodológica, también deben contemplar la técnica que le permitirá al estudiante enfrentar y resolver situaciones concretas, así como los problemas cotidianos.

Por otro lado, una de las críticas fuertes que se le hacen a la academia, es la omisión que hace sobre concepto de trabajo; la escuela no transmite este concepto como un valor y una necesidad de realización humana, individual y colectiva; es necesario cultivar el sentido y valor de la productividad y fomentar una cultura de calidad y de excelencia; ya que al egresar es difícil cotizar el trabajo de un experto en comunicación, si no se tiene una visión concreta de lo que vale, vender el trabajo intelectual es un conflicto. (Santoyo, 1994; p.17)

Al mismo tiempo es necesario fomentar el valor de la titulación ya que socialmente el título es universalmente reconocido, confiere posición, poder, reconocimiento y respeto, gracias a éste, un individuo se legitima, le otorga identidad social, el título es la manifestación de un poder, garantiza y autentifica la competencia técnica y social del titular.

Las posibilidades que tiene un profesional de la comunicación para desarrollarse en el campo de trabajo son prácticamente infinitas, esto no quiere decir que sea un "todólogo" o una "sabelotodo", ya que en todo espacio de intercambio simbólico puede insertarse un mediador que facilite y organice los procesos comunicativos. Existe la necesidad de explorar los ámbitos sociales, en donde tradicionalmente los profesionales de la comunicación no han aparecido, es en estos cuadros donde se puede desplegar su actividad integradora, sin embargo no es suficiente la intención, la universidad tiene el compromiso de fomentarla y producir la oportunidades para la interacción entre la sociedad y la academia.

Generalmente la conexión de conocimiento, prácticas de universidad y mercado, se manejan bajo ciertas lógicas; primero se define el estatuto teórico y después se impulsa la capacidad de sus egresados en el campo de trabajo a partir de una propuesta más profesional que ocupacional; en ocasiones se diseña una licenciatura a partir de un esfuerzo por organizar, sistematizar y consolidar un saber legitimado por la teoría y por la práctica en los talleres, que funcionan como instancias de apoyo a los planes y programas de trabajo definidos.

La discriminación entre teoría y práctica es determinante, ya que la práctica corre el riesgo de ser centro de discusión de la teoría, debatiendo su relación en el espacio social.

Otro de los aspectos en donde existe contradicción es el de las expectativas de los estudiantes y realidad de los egresados, algunas investigaciones, han demostrado que "los estudiantes valoran positivamente el punto de vista crítico de la enseñanza que reciben, apreciando que ésta les permite tener una visión en conjunto para desenvolverse en su futuro profesional, pero destacan como rasgo negativo el corte brusco que se produce entre la práctica de los talleres y la formación inicial indicando en donde no alcanzan a integrar y hacer uso de los conocimientos adquiridos". (Quiroz, 1991; p.46) Se da un aislamiento en cuanto a la realidad del país.

Idealmente las universidades deberían ofrecer una formación en la cual la teoría y la práctica vayan de la mano, tomando en consideración las demandas que son dejadas de lado; la formación general es necesaria porque proporciona un marco que permite examinar los problemas y tener una perspectiva global aún cuando ésta se oponga a la especialización.

La interacción con el sistema productivo es considerada como una de las más deseables ya que así las escuelas de comunicación, pueden tener acceso a innovaciones profesionales, sin perder la capacidad crítica que necesariamente debe preservar; mientras que a las empresas les sirve la utilización de parámetros científicos. (Marques de Melo, 1992; p.92)

A partir de este marco histórico contextual, podemos decir que el campo rpfesional del egresado en comunicación está en constante lucha y reconfiguaración, el hecho de que los medios masivos sean su campo natural y legitimado socialmente, hace difícil la aceptación y ejercicio en otro ámbitos sociales, de tal forma que la actividad de un proesional de la comunicación es necesaria y fundamental en cualquier ámbito de la sociedad.

El alto grado de especificación y especialización que se requiere de un profesional de la comunicación en el campo de trabajo, hace que un egresado de esta carrear complemente su formación universitaria con práctica mientras estudia y cursos complementarios que le es pecializacen en una área en particula.

Las posibles alternativas de acción tienen una principal oportunidad en las necesidades comunicativas de la sociedad, es decir para el mejor intercambio de información y comunicación en la sociedad, de esta manera, podemos hablar de su ejercicio con mayores oportunidadees de ingreso en área de comunicación social, comunicación alternativa, comunicación, interna y organizacional, entre otras.

 

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Gabriela Sosa García
Lic. Periodismo y Comunicación Colectiva.
Estudiante del doctorado en Antropología Social de la Universidad de Salamanca España

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