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Por Guillermo Cortés Domínguez*
Número 22
Por naturaleza,
el periodismo es investigativo, incluso tratándose de una pequeña
y aparentemente inocua y no tan trascendente nota informativa, porque
todo debe ser comprobado y ello requiere un mínimo de esfuerzo,
de búsqueda, de investigación. No obstante, se le ha dado en llamar
Periodismo Investigativo a una rama o especialización del periodismo
que aborda a profundidad ciertos temas relacionados con actividades
delictivas como malversación de caudales públicos, tráfico de influencias,
narcotráfico, desapariciones, ejecuciones, etcétera.
También se realiza periodismo investigativo
alrededor de temas no necesariamente relacionados con delitos, sin
embargo, y algunos autores lo llaman "periodismo de profundidad",
y éste es más practicado en nuestro país, que el investigativo propiamente
dicho. Muchos buenos reportajes son excelentes ejemplos de periodismo
de profundidad. Cuando se usa profusamente las estadísticas, adquiere
el nombre de "periodismo de precisión".
En Nicaragua el periodismo investigativo
prácticamente no ha existido, sólo ciertos atisbos, pero no como
algo establecido, realizable de manera frecuente y sistemática.
Recuérdese que fue apenas con el retorno de Pedro Joaquín Chamorro
Cardenal, procedente de México, que el diario La Prensa
"se moderniza", y comienza a publicar notas sobre los
trabajadores y los conflictos obrero patronales, para citar un ejemplo
sobre las limitaciones del periodismo nacional.
Históricamente el periodismo en Nicaragua
ha sido extremadamente politizado, casi siempre con un diario oficial
u oficioso proclamando a los cuatro vientos las bondades del gobierno,
y por otro, feroces diarios opositores, como lo fue La Prensa
ante los gobiernos somocista y sandinista, y El Nuevo Diario
ante la actual administración Alemán.
Nuestro periodismo tiene una prolongada
experiencia asumiendo banderas políticas, en la mayoría de los casos
defendiendo causas populares, lo cual es loable desde una perspectiva
social, solidaria y humana, pero una cosa es tener sensibilidad
social, y otra, ser panfletario y propagandista. Profesionalmente
se ha avanzado desde el periodismo de proclamas, abiertamente personal
y partidista, hasta pasar al de notas elaboradas con apego a ciertas
técnicas elementales, como la pirámide invertida en las noticias,
el uso de la tercera persona y el acompañamiento con fuentes responsables.
Al final de la década de los años
setenta, en correspondencia con la profunda desacreditación y crisis
irreversible de la dictadura somocista, el diario La Prensa
inauguró una etapa de un periodismo diferente al cotidiano, con
notas impactantes sobre la corrupción y el carácter criminal del
régimen gubernamental.
La denunciología
La Prensa publicó en primera
plana trabajos sobre los negocios de Somoza con la reconstrucción
de Managua después del terremoto de 1971 que devastó la capital;
destapó actos de corrupción de Fausto Zelaya en el INVI, de Cornelio
Hueck (El Señor de Masaya); publicó sobre la empresa Plasmaféresis
que compraba sangre a los borrachitos marginados de la capital;
acerca del famoso "Paquete España" y la apropiación ilícita
de millones de dólares en la compra a España de maquinaria de construcción
y otros equipos; y otros muchos casos más. ¿Esto era periodismo
investigativo?
Este tipo de trabajos publicados
por La Prensa pueden tomarse como los antecedentes inmediatos
del periodismo investigativo en Nicaragua, y cuya característica
principal era la denunciología. Efectivamente, este diario se convirtió
en el medio que todos los días denunciaba airadamente los males
de la dictadura somocista. Y realmente no era necesario hurgar mucho,
porque el régimen estaba apestado, purulento, de modo que donde
tocaban los periodistas, salía pus.
Además, el periodismo predominante
de estos años acompaña abierta y decididamente la lucha popular
que desemboca en insurrecciones masivas en varias ciudades. Pese
a la represión, los medios informaban ampliamente acerca del desarrollo
de la guerra, sobre todo a partir de la espectacular toma del Palacio
Nacional en agosto de 1978 y la insurrección popular armada de septiembre
de ese mismo año.
La denuncia no es lo mismo que periodismo
investigativo, el cual pretende llegar hasta las raíces de los hechos,
comprobándolos mediante documentación y de fuentes vivas. La denuncia
se queda en publicar una información proporcionada por alguien,
filtrada por alguna institución, escuchada sobrepticiamente, u obtenida
por cualquier vía, no comprueba los hechos y no toma en cuenta
la parte aludida. Los casos de La Prensa no eran sólo denuncia,
pero no llegaban a ser rigurosas investigaciones periodísticas.
La represión, que incluía cárcel,
golpes, torturas y hasta la eliminación física, y las operaciones
especiales de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), que mediante
diversas acciones amedrentaba a los blancos señalados, fue el aspecto
más denunciado por los medios de comunicación social. Las manifestaciones
populares eran reprimidas en las calles con bombas lacrimógenas
y balas. En los primeros meses de 1979, decenas de jóvenes eran
capturados diariamente sobre todo en Managua, León, Masaya, Diriamba,
Jinotepe, Chinandega y Estelí, y muchos de ellos no amanecían vivos.
En Managua, la costa del lago Xolotlán y la Cuesta del Plomo, cerca
de la refinería Esso, eran los principales botaderos de cadáveres
que tenía la Guardia Nacional. Estos hechos eran reportados y generalmente
no se investigaba nada, no era necesario, tampoco posible, ahí estaban
los hechos hablando por sí mismos. Era un periodismo propagandístico,
y hasta militante.
Contexto
de guerra
En la década de los 80 tampoco logró
el periodismo investigativo establecerse como una práctica sistemática,
y más bien prevaleció la denuncia, por un lado, y el reportaje de
guerra, con algo de crónica, por otro. Estos reportajes encendieron
la imaginación de los lectores y fortalecieron la moral de muchos
combatientes, aunque también llevaron dolor a los familiares de
las víctimas de los enfrentamientos.
Un contexto de guerra es totalmente
inapropiado para el ejercicio del periodismo, hasta tal punto que
generalmente la primera baja en un conflicto bélico, es la información.
Vimos en la invasión norteamericana de Grenada como los propios
medios de comunicación social norteamericanos fueron impedidos de
llegar a la isla en los primeros días de la operación; y luego en
el Golfo Pérsico fue prácticamente "misión imposible"
darle seguimiento a la guerra electrónica que estaba ocurriendo.
La lección de Vietnam. Milosevic sacó de Kosovo a los periodistas
y los concentró en Belgrado, y expulsó a varios corresponsales extranjeros.
Los dirigentes sandinistas elevaron
los asuntos económicos y militares a cuestiones de seguridad nacional,
y no se podía informar libremente al respecto. Todas las notas procedentes
del teatro de operaciones militares eran revisadas cuidadosamente
por oficiales del Ejército Popular Sandinista (EPS). No podía aparecer
ningún detalle que afectara la moral de las tropas, y era inconcebible
publicar una acción en la que unidades militares, por pequeñas que
fueran, hubieran sido derrotadas por las tropas contrarrevolucionarias.
Las cifras, aparentes datos inofensivos, eran pecado mortal. No
sé qué tal le fue a los agentes de la estación CIA en Nicaragua
que rastreaban el diario Barricada, no creo que bien, aunque
algo debe haberse filtrado.
Fui un apasionado del periodismo
investigativo en la década de los ochenta, pero eso no es suficiente
para realizarlo. Elaboré un primer trabajo sobre la fuga de medicamentos
en el sistema nacional único de salud, publicado por el diario Barricada,
que contiene algunos elementos de este tipo de periodismo. Recientemente
el editor de La Prensa, Roberto Fonseca, mencionó antes
estudiantes de Comunicación Social de la UCA, un trabajo que hice
sobre los somocistas en Miami, como ejemplo de periodismo investigativo,
sin embargo, creo que fue más bien un extenso reportaje o "gran
reportaje" que tuvo un éxito extraordinario porque trató sobre
un tema muy cautivante en ese momento.
A finales de los ochenta y principios
de los noventa, el periodista Noel Irías empezó una prometedora
carrera de periodista investigador que tuvo su momento culminante
con el "Caso Antonio Ibarra". Pero una golondrina no hace
verano, y además, a Noel se le ocurrió morirse más temprano.
Algunas limitantes
De verdad, como reportero, yo sentía
la necesidad de profundizar en cada tema que abordaba, no importando
de qué se tratara, siempre parecía haber algo más como trasfondo
del hecho aparente, y esa forma de apreciar los hechos era también
una forma de ser que me costó no pocos problemas. Era una tendencia
muy fuerte, por eso me identifiqué rápidamente con el periodismo
investigativo, pero realizarlo es harto difícil porque, además de
tener que vencer las limitaciones de uno como periodista, hay que
enfrentarse con la falta de tiempo y los requerimientos cotidianos
del medio, así como la ausencia de recursos materiales..
El mayor problema era que el medio
no lo dejaba a uno concentrarse en un tema, muchas veces porque
habían necesidades apremiantes: había que cubrir una conferencia
de prensa de Carlos Núñez, las sesiones de la Asamblea, o salir
a la montaña con una unidad militar, ir a un barrio, a una fábrica,
a una actividad de los empleados públicos, de la salud o de
los CDS... Siempre sobraba qué hacer. Como siempre y como ahora,
la demanda de la sociedad hacia el medio era como una avalancha
que colmaba nuestra capacidad.
Pero esto no era todo, y creo que
algo de eso prevalece en algunos medios. Había una cierta resistencia
de los funcionarios a ceder tiempo a un periodista para un trabajo
de investigación (y lo digo aún reconociendo que fui un privilegiado
en este sentido). Esa resistencia provenía quizás de la inseguridad
de que se obtuvieran resultados proporcionalmente rentables en relación
con la inversión humana y material; y también de un cierto rechazo
propio de las redacciones de periódicos a que uno o dos periodistas
estén en algo particular o especial, y no en todo lo que hay que
hacer.
En muchos periódicos de América Latina
y Estados Unidos se han producido roces cuando se crean unidades
de investigación o se destina exclusivamente para investigación
a ciertos periodistas, los cuales inmediatamente se ganan cierta
animadversión o antipatía de parte de los colegas que quedan a cargo
de la actividad cotidiana y convencional. Incorrectamente muchos editores
obstaculizan el periodismo investigativo para no tener este problema.
También hay ignorancia en propietarios
o funcionarios de medios de comunicación, lo que les impide ver
la importancia del periodismo investigativo, el cual es una necesidad
en nuestras sociedades tan poco maduras, corruptas y necesitadas
de mecanismos de exposición pública de las barbaridades de muchos
servidores estatales, por ejemplo.
Luchador
obsesionado
Aún tomando también en cuenta la
limitante que se levanta casi como una barrera infranqueable cuando
los dueños del medio están muy comprometidos con el gobierno o sectores
de poder, creo que el principal enemigo del periodismo investigativo
es el propio periodista, porque se deja vencer fácilmente por las
dificultades.
Para realizar periodismo investigativo
hay que convertirse en un luchador, casi en un fanático, en un obsesionado,
en un detective apasionado, en un cazador obstinado, sumamente paciente
y firmemente perseverante. La tenacidad debe ser una de sus principales
características. Y estas "cualidades", por llamarlas así,
comienzan desde la elaboración de una nota informativa, pues el
periodista está obligado a no publicarla si no tiene completa la
información, si le falta una fuente relevante, o si no tiene el
punto de vista de alguien aludido.
El editor o jefe de información presiona
para que el periodista entregue su trabajo rápidamente, y muchas
veces el reportero no actúa profesionalmente, diciéndole al funcionario
que su trabajo está incompleto, que no cumple con los requerimientos
profesionales elementales, y que por tanto no debe publicarse así
como está. Y peor el funcionario que la publica incompleta. "Es
que perdemos el empleo si actuamos así", dijo una estudiante
de Comunicación Social. Puede ser, pero aún así, el periodista debe
tener principios profesionales, si no, no es periodista, sino una
caricatura. Debe comportarse como un profesional que sabe que para
ser publicable, su trabajo debe reunir ciertas condiciones técnicas.
Suele ocurrir que se tenga entre
manos una noticia que puede ser tema de investigación para sacarle
el máximo provecho, dada la envergadura de lo que prometen los indicios
obtenidos inicialmente, y que, por la prisa, por la competencia,
esto se desaprovecha en una nota informativa que puede causar cierto
impacto, pero nada más.
También es frecuente que teniendo
algo bueno en la libreta de apuntes, pero no lo suficiente, el periodista
publica de inmediato por haraganería, por no tener el ímpetu, el
vigor, el empuje profesional, el entusiasmo del que quiere hurgar
a fondo, sin importar que ello implique trabajo extraordinario y
peligros. Otras veces no se investiga por temor a que al hacerlo,
la realidad le bote lo que a primera vista aparece como una primicia.
De las dictaduras
a la globalización y el mercado
El contexto de sanguinarias y corruptas
dictaduras militares que vivió América Latina hasta los ochenta,
fue el principal impedimento al desarrollo de un periodismo investigativo.
En las nuevas condiciones de democracia, del uso del voto para el
cambio de gobierno y de libertad de expresión, el periodismo investigativo
encuentra cauces favorables.
Ya vimos cómo investigaciones periodísticas
culminaron con la renuncia de Fernando Collor de Melo en Brasil;
con el encarcelamiento de Carlos Andrés Pérez en Venezuela; y con
el descubrimiento de las truculencias multimillonarias del hermano
del presidente Salinas, en México. Han sido casos resonantes de
periodismo investigativo, que nos dicen que es posible, que es necesario,
que hay un contexto favorable, y también que el blanco se ha desplazado
hacia el área económica y financiera.
Efectivamente, en un mundo globalizándose,
unipolar, con el capitalismo como sistema mundial único --salvo
las excepciones--, donde hay un empuje violento hacia la economía
de mercado mundializada y cada vez mayor competitividad, el escenario
principal es la economía y las finanzas. Y ahí está el dinero. "Sigue
el dinero", exhortaba Garganta Profunda a Bob Woodward,
del Washington Post, durante las investigaciones que condujeron
al famoso Watergate.
Recientemente hemos visto intentos
de periodismo investigativo con los casos del Narcojet y de las
presuntas compras de tierras de parte del presidente de la República,
pero estas situaciones no han sido manejadas con el rigor requerido,
y se han quedado cortas, por lo cual estos esfuerzos tienen mas
bien características de denuncias o cuando más, del llamado "periodismo
dinamitero", que suelta una pista, como si fuera una bomba,
para que explote y tenga eco, y con las reacciones convertir el
asunto en un caso.
Hay mucha urgencia por publicar,
no hay paciencia, y al parecer, tampoco una estrategia investigativa,
con objetivos bien definidos y delimitados, y con procedimientos
y herramientas específicas. Para que un caso de periodismo investigativo
culmine con el desenmascaramiento de los delincuentes y su enjuiciamiento
en los tribunales, se requieren pruebas, y obtenerlas precisa de
tiempo, de perseverancia, de una verdadera conciencia investigadora,
de un sentido profundo de profesionalismo y de ética. ¿Por qué no
decirlo? También se requiere ser valiente. Tan poderosos intereses
están en juego, que cuando el periodista investigador se acerca
a la verdad, huele a peligro.
El flagelo
del partidismo
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal fue
asesinado por el régimen somocista, pero esa no ha sido la tónica
en Nicaragua, como sí lo es en la vecina Guatemala, en México y
Colombia, donde centenares de colegas han sido asesinados por husmear
en asuntos de violaciones a derechos humanos, negocios ilícitos,
tráfico de drogas, etcétera. Particularmente en Colombia, y en menor
grado en México, el periodismo investigativo se ha desarrollado
muchísimo más. Quizás por ello maten tantos periodistas.
Con tanta droga en Nicaragua, con
expendios de cocaína en cada manzana de cada barrio, con tantos
poderosos metidos en negocios turbios, con tanto tráfico de influencia,
con tanta corrupción, el periodismo investigativo encuentra un campo
propicio, pero también lleno de peligros. Recordemos que el salvadoreño
que manejó el rastreador electrónico que detectó cocaína en el Leader
Jet, murió pasconeado a balazos en una parada de buses en San Salvador.
¿Fue una casualidad?
El partidismo, ese terrible mal que
atraviesa la columna vertebral del gremio de periodistas de Nicaragua,
es un estorbo tremendo para el periodismo investigativo, y pone
en evidencia el bajo profesionalismo predominante. Separar los intereses
personales de cualquier tipo, políticos, religiosos, económicos,
etcétera, del ejercicio del periodismo, se ha vuelto harto difícil
en nuestra sociedad.
Hemos visto cómo se dispara contra
el gobierno, personas e instituciones de todo tipo, desde posiciones
partidistas o de un concepto amarillista y sensacionalista
del ejercicio, que pretenden suplantar al periodismo, y que se presentan
como periodismo profesional; entonces el intento falla porque no
se basó en un ejercicio profesional, es decir, en una búsqueda organizada
y sistemática de la información, en una recolección metódica y perseverante,
hasta comprobar las presunciones.
Frecuentemente se ataca, se hostiga,
y como no hay pruebas, se pierde la oportunidad real de contribuir
con la sociedad cumpliendo cabalmente con la función de fiscalizar
el uso de los bienes públicos, que es una misión de los medios y
los periodistas. Más bien, queda un gran vacío, los presuntos implicados
en actos ilícitos, son alertados, con lo que obtienen gratuitamente
la oportunidad de ponerse a buen resguardo, y emprender una investigación
periodística verdadera tendrá pocas posibilidades de éxito.
El periodismo
"light"
Hasta se han dado casos de conflicto
de interés, bajo la forma de falsas primicias y de supuesto periodismo
investigativo, como el que afectó a una empresa que resultó ser
competidora del principal patrocinador del medio que lanzó el bombazo.
Y el famoso viejo video utilizado como punta de lanza, se originó
en la firma patrocinadora. Estando de por medio su principal anunciante,
el medio se encontraba en un conflicto de interés, y desde
una perspectiva ética, debió abstenerse de entrar al asunto.
El periodismo investigativo ha visto
alzarse como un gran adversario que conspira contra él, al llamado
periodismo "light", el periodismo frívolo, trivial y superficial,
que parece ser parte del "menú postmoderno" destinado
a los consumidores masivos de modas, novedades y cualquier cosa
ligera que los aleje de la cada vez más incómoda y difícil tarea
de tener que pensar y preocuparse por los problemas de la vida real.
¿O ustedes creen que es periodismo investigativo lo que hicieron
muchos medios de comunicación en Estados Unidos, principalmente
la televisión, con el escándalo sexual Clinton-Lewinsky?
Puede haber un periodismo de profundidad
sobre temas no relacionados a actividades delictivas que son de
interés general o de amplios segmentos de la población y que contribuyen
al desarrollo humano porque proporcionan información que enriquece
el patrimonio cultural y provoca la reflexión. Los perfiles o pequeñas
biografías sobre personas interesantes de la vida cotidiana o acerca
de personalidades son una muestra de ello. Las historias atrayentes
y fascinantes están por doquier, no debería haber espacio para la
banalidad, pero lo cierto es que existe ese espacio, ese mercado.
El ejercicio de un periodismo chismográfico, de lo pasajero, inmediatista
e intrascendente, es una tendencia internacional preocupante, que
toma fuerza.
En medio de un panorama a veces desolador,
en Nicaragua existen condiciones mínimas para realizar periodismo
investigativo, aun con todo y que la información esté multifragmentada
y que además muchas veces es confusa y hasta contradictoria. Hay
condiciones aunque tampoco existe una ley que obligue a los funcionarios
públicos a proporcionar la información solicitada por el periodista.
No obstante, no está documentado
ningún caso de reiterada negativa del gobierno a dar información,
quizás porque no es práctica común entre los periodistas solicitar
información por escrito, y menos abrumar al funcionario con recordatorios
telefónicos, por fax, correo postal, correo electrónico, recados,
visitas a su despacho, recordatorios en conferencias de prensa o
en actividades públicas diversas (sociales, religiosas o de otro
tipo).
Aunque el presidente de la República
ya convirtió en una costumbre cometer exabruptos y luego negar su
autoría y responsabilizar a los periodistas acusándolos cuando menos
de haberlo malinterpretado, esto no debe impedir los esfuerzos en
periodismo investigativo.
Unidad de
Investigación en La Prensa
Llama la atención que uno de los
diarios, La Prensa, haya constituido formalmente una Unidad
de Periodismo Investigativo, integrada por dos periodistas, Eduardo
Marenco y Luis Duarte, bajo la dirección del editor Roberto Fonseca.
Sólo que los periodistas deben alternarse entre las investigaciones
predeterminadas por el periódico a seguir, y el trabajo cotidiano.
Quizás si estuvieran a tiempo completo habría que esperar excelentes
resultados.
También resulta conveniente para
el periodismo investigativo que el Canal 2 de televisión haya aumentado
su planilla a 18 periodistas, lo que facilita el trabajo de los
reporteros, pues no se ven sobrecargados de trabajo. Uno de los
periodistas, Félix Cisneros, que recientemente estuvo también como
presentador de noticias, ensayó algunos trabajos de periodismo de
profundidad, como uno que realizó sobre los puertos del país.
En El Nuevo Diario prevalece
la urgencia de soltar el bombazo inmediatamente, y con frecuencia
no sólo echa a perder temas de investigación periodística, sino
que se expone gratuitamente al reclamo de personas injustamente
agraviadas, como ocurrió con el ministro de Agricultura y Ganadería,
Mario de Franco, quien se vio obligado a publicar en varios periódicos
amplios campos pagados en defensa de su honor y el de una hija suya
aludida en la publicación, refutando sólidamente las acusaciones.
El Nuevo Diario también perdió una magnífica oportunidad
con el BANIC, publicando información muy inexacta que fue fácilmente
rebatida por el funcionario Donald Spencer. Y quedó en el misterio
el asunto de fondo que es la compra de este banco mediante un procedimiento
de capitalización que si bien fue supervigilado por la Contraloría
General de la República, despierta muchas dudas y suspicacias, al
menos para el dirigente del FSLN, Bayardo Arce Castaño, que reiteradamente
ha dicho que fue una operación turbia.
La práctica demuestra que el punto
de partida para el ejercicio exitoso del periodismo investigativo
es una posición estrictamente profesional; y su arma principal,
un código de ética profesional que guíe por la senda correcta el
proceder del periodista.
* Guillermo Cortés Domínguez
es director de la revista sobre comunicaciones,
Medios y Mensajes, que se edita en Managua,
Nicaragua. Este artículo fue publicado en Sala
de Prensa. (http://www.saladeprensa.org
No. 14, diciembre de 1999, Año II, Vol. 2). |