Por Jaime
Barrios Carrillo
Número 22
Luis
Cardoza y Aragón no quería saber de anclas ni de amarres.
No amaba los puertos sino el navegar en océanos con forma
de tiempo, es decir un río. Aquel niño pensativo que
crucificaba su alma en los mástiles de los barcos que se
van. Y que siempre estaba volviendo sin volver. Su Antigua, la Ipala
del trópico en levitas.
No
repetiré aquí lo que ya tanto se ha dicho: la poesía
como prueba concreta, los aforismos, el retratista inigualable,
el tema fundacional de la poesía hispanoamericana, sus conexiones
con las vanguardias y su propia traducción de las mismas.
No remacharé tampoco su limpia trayectoria en la vida pública.
Ni siquiera abordaré al esteta que proclamaba que la crítica
de arte también debería ser arte.
¿Cómo
tratar entonces a Cardoza en su primer siglo? ¿Cómo
atraparlo sin que el poeta acabe por atraparnos a nosotros y terminemos
balbucenado cardozianadas o epigonías que él mismo
hubiera rechazado?. No imitarlo al pie de la letra es ir entendiendo
a Cardoza. Para no acabar repitiéndolo con letras sin pies
ni cabeza. Quizás el mejor homenaje sea continuar el diálogo
con Cardoza en el propio campo de sus textos. Volver a Cardoza para
seguir creyendo que el futuro comenzó ayer.
Augusto
Monterroso afirma que Luis Cardoza y Aragón es siempre motivo
de homenaje. El mejor homenaje a un escritor son sus lectores. Cardoza
respondiendo a una pregunta de Cristina Pacheco y citando a Paul
Valery decía: un poeta existe sobre todo por el lector y
para el lector. Para Valery era preferible tener cien buenos lectores,
o sea lecturas duraderas y profundas que las de cien mil pasajeros
olvidadizos. En este sentido Cardoza y Aragón no necesita
de homenajes pero si de cien mil buenas y profundas lecturas. El
poeta y crítico argentino Jorge Boccanera, en su libro "Solo
venimos a soñar", afirma que el poeta guatemalteco continúa
siendo uno de los secretos mejor guardados de la literatura hispanoamericana.
Cardoza nos ha ayudado mucho, nos seguirá ayudando. Imagen
y paradoja que son las caras inversas de su río. Los dos
rostros de Cardoza en el espejo de las obsidianas, de las latitudes
donde las orillas son pañuelos y pasajeros. No le creamos
todo como no se le puede creer todo a un Gregorio Samsa o a un tal
Artemio Cruz. Los personajes viven en los libros. En esos libros
que han cumplido la exigencia de Unamuno de hablar como los seres
humanos y no lo contrario. Nada menos libresco que Cardoza y nada
más Cardoza que sus libros: "El Río", "Quinta
Estación","Círculos Concéntricos",
"La Nube y el relój" y tantos otros.
Odiaba
a los cazadores de cenizas. Premonición desagarradora. Sentía
cierto espanto por las urnas,cualquier urna. Todo horno le recordaba
seguramente a Auswichtz. El prefería ser un poeta que se
hundía con su barco. Como lo expresa en el poema ante el
retorno de los restos de Landivar, latinista de los Virreinatos
americanos:
Ah
libranos Señor
De los explotadores de cadáveres
Habré de soportar cada discurso
Y no sabrán que les menté la madre!
Cardoza
nunca tranzó con energúmenos. Ni literarios, ni políticos.
Difícil equilibrio de la pluma sobre campos minados de un
siglo de huracanes y genocidio. Siglo XX, las dos equis de los cadáveres
desconocidos. El problema de Guatemala, de gran parte de América,
señalaba con frecuencia, que no era el indio. El problema
eramos nosotros, es decir todos. ¿Qué etnia no es
etnocentrista? Se cuestionaba a sí mismo.
Jorge
Boccanera --no ha sido el primero-- resalta lo poético esencial
como fuente y origen de toda la maravillosa teleraña cardoziana.
Factor común y denominador que rompe con géneros y
preceptivas. Cardoza araña y bucea en el tiempo, con las
uñas de la imaginación y los relojes del cuerpo: escribir
es sacarse las tripas y hacer con ellas una hoguera. Es decir sólo
la poesía nos puede salvar de lo insalvable. Al margen que
sean ensayos o memorias en Cardoza despierta permanente el sueño
de Becker porque en Cardoza siempre habra poesía. Aunque
advierte: la poesía nunca se deja capturar viva! La poesía
además es el arco sobre las cuerdas de la realidad.
Servir
a la poesía y no servirse de ella. Para tornar lógico
a Tomas de Aquino hay que huír del silogismo y hacer lo que
se quiera. Mas bien lo que se pueda. La fuga es devastación
existencial y encarnación votiva. El nacimiento, piensa Cardoza,
es la primera de las deserciones. Pero la memoria es la causa de
la imagen. De ahí que un muerto no tiene memoria porque un
muerto con memoria es un poeta. Es Luis Cardoza y Aragón
en toda la potencia de sus verdaderos actos: los literarios. No
me interesan las anécdotas menores sino sus poemas mayores.
Toda su poesía es mayor y seguirá siendo siempre muy
joven. Octavio Paz lo recuerda como el poeta que unió lo
inseparble: la visión y la subversión, la rebelión
y la revelación, por eso decisivo. Paz agrega enseguida:
Oimos a Cardoza defender a a la poesía, no como una actividad
al servicio de la Revolución, sino como la expresión
de la perpetua subversión humana. Cardoza fue el puente entre
la vanguardia y los poetas de mi edad. Puente tendido no entre dos
orillas sino entre dos oposiciones.
Se
proclamaba ciudadano de la vía láctea. Estoy convencido
que cuando los argentinos dejen de leer a Güiraldés
por ser argentino y los mexicanos a Rulfo por razones análogas
tendremos esa república literaria con ciudadanos ejemplares
como el señor Domingo Sombra o Don Juan Preciado. Sin olvidarnos
que la Dulcinea es universal porque es precisamente del Toboso!
Ningún poeta pertenece, con exclusividad irrevocable, a un
país particular. Aunque un país si pudiera pertenecerle
a un poeta. Uno lleva a su país adentro, cree Cardoza. En
dónde es adentro? En el mundo de la fantasía, la hermana
gemela de la memoria. Lo importante es inventar la realidad. Además
un poeta tiene el privilegio de las múltiples nacionalidades.
Si existe el divorcio por qué no puede haber cambio de ciudadanía?
se pregunta alguna vez sin dejar de imaginarse tercamente guatemalteco.
Patria y país no coincidían. Patria era un destino,
duro y doloroso. No había patrias segundas. México
era el país de su elección y no encontraba mayor privilegio
que haber podido elegir la tierra prometida. La que le había
dado trabajo y solidaridad pero que no le había quitado el
dolor del exilio porque no había antídoto para semejante
pérdida. Tampoco buscaba tal remedio. El país elegido
era lopezvelardiano, mientras la herida natal nada tenía
de suave, sino era dura patria. Convivía con su dolor eterno
y vital. La primera patria la sentía prenatal. Sabemos de
sobra que ningún exilio es libre sino siempre se da en marchas
forzadas.
Lya.
Es más que Dulcinea porque es más real. Porque el
sueño es realidad a la inversa; para eso hemos venido al
mundo, nos recuerda con palabras de Nezahualcoyolt. Hablar de Lya
es hablar de toda la obra de Cardoza. Lya Kostakowsky es el amor.
Su necesaria libertad. Amar es compartir fantasmas complementarios.
Lya y Luis son los primeros personajes de todas sus novelas de caballería.
Es
el centenario. Sólo el que diseña su propio nacimiento
podrá si acaso improvisar su muerte. Navego en el Rio. Talvez
ya cumplí con mi módica cuota antigorila, nos dice
en su poema "¿Qué es ser guatemalteco?."
De ahí que lo mas anticardoziano que pudiera emprenderse
sería biografías. 1901-1992; fechas emblemáticas.
Pero no hay que cercarlo de datos y anécdotas. ¿Nacionalizarlo?
Tampoco. Menos guatemaltequizar al mas mexicano de los extranjeros
y al mas extranjero de los mexicanos al decir de Jorge Cuesta. Inútil
competir con el mito de Cardoza creado por él mismo. No interesa
dónde nació ni dónde murió. Las fechas
son simples formas estadísticas. Yo diría que está
apenas naciendo como una mina aún no plenamente explotada
de la literatura. Dichoso entonces éste Cardoza que sintió
por primera vez el pánico de la página blanca en su
adolescencia antigueña: la página blanca de virginidad.
Poesía constante mas allá de todo temor en el diálogo
del Brujo Cardoza que recuerda siempre al aprendiz Cardoza. El viejo
que se burla del joven en sus memorias: la adolescencia es un delirio.
Y era el joven Luis que en "Luna Park, publicado en 1923 en
Paris, se había burlado del viejo Luis increpándole
el famoso: Quien no está en el futuro no existe.
Estocolmo
21 de junio de 2001
Jaime Barrios Carrillo
|