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Por Enrique Luengo
Número 25
Si es cierto que, en nuestra época, todo está en
crisis, la crisis concierne no menos profundamente a los principios
y estructuras de nuestro conocimiento, que nos impiden percibir
y concebir la complejidad de lo real, es decir, también la
complejidad de nuestra época y la complejidad del problema
del conocimiento.
Edgar Morin1
1. A manera de
introducción: implicaciones del conocer en la organización
y actuación del mundo.
La manera como la realidad es concebida
y pensada genera consecuencias en nuestra vida individual y social.
Prueba de ello es que las civilizaciones se organizan y actúan
según una visión -sin olvidar también que a
partir de una organización y actuación se construye
también una visión particular-.
Desde los orígenes de la
humanidad todas las civilizaciones han mostrado un "núcleo
intuitivo" o "impronta cultural" que constituye una
visión, orientación, modos de obrar, de sentir, de
comprender y de practicar sus conductas, "núcleo"
que se instituye en las formas de organización política
y económica, en los ritos y creencias, en los sistemas de
pensar y de organización social2.
Si a lo anterior, vinculamos la tesis, por todos sabida, de que
el conocimiento es selectivo, podemos desprender que esa capacidad
de selección y procesamiento de información se relaciona
con una específica manera de entender la realidad social
y de actuar sobre ella.
A un paradigma de pensamiento,
a un modo de conocer la realidad, le corresponde un paradigma ético,
un paradigma estético, un paradigma de la vida3.
Cuando esto se omite y se conoce parcialmente, sin atender lo que
está "tejido en conjunto", caemos en el peligro
de olvidar o ignorar las consecuencias de nuestro conocimiento,
lo cual nos puede conducir con suma facilidad a dejar de lado la
responsabilidad, la solidaridad y la compasión, indispensables
para la vida humana y para toda la manifestación de lo vivo.
Morin nos lo dice en pocas palabras: "pensamientos parciales
y mutilantes conducen a acciones parciales y mutilantes; un pensamiento
unidimensional desemboca en un hombre unidimensional." Más
aún: "el pensamiento mutilado no es inofensivo, desemboca
tarde o temprano en acciones ciegas que ignoran aquello que ellas
ignoran, actúa y retroactúa en la realidad social
y conduce a acciones muilantes que despedazan, cortan y suprimen
en vivo el tejido social..."4.
El pensamiento simplificante, queremos
reiterarlo, al parcelar los conocimientos, no sólo ha generado
los mayores hallazgos de la historia con un progreso científico
y tecnológico que nos ha permitido mejorar nuestras condiciones
de vida, sino también, ha logrado avances que han permitido
generar bestiales males que podemos identificar como específicamente
modernos, tales como la contaminación mundial, la degradación
ecológica, el aumento en la desigualdad riqueza-pobreza,
la amenaza termonuclear, la sobrepoblación y las hambrientas
corrientes migratorias intercontinentales, las crisis de identidad
cultural, los límites cada vez más estrechos de capacidad
de los poderes políticos locales para gobernar, aspectos
que ponen en grave peligro la viabilidad misma de nuestra sobrevivencia
como especie humana y como planeta tierra, y que no nos hace vernos
muy bien a principios del siglo XXI.
Con el uso de nuestro conocimiento
hemos sobrepasado la frontera de la ganancia creciente, ya no ganamos
en comodidad, calidad de vida, seguridad o bienestar, ahora estamos
perdiendo. Hemos entrado a la era destructiva pues "la pérdida
empieza a ganarle la carrera a la riqueza, la enfermedad a la salud,
el desasosiego a la tranquilidad, la violencia a la paz. Ya hace
tiempo que, sin desearlo, tropezamos con nuestros avances, y los
bienes nos malefician más, luego de beneficiarnos poco"5.
Carl Sagan, ejemplificaba algunos
de los males de nuestro tiempo, imaginando a nuestra especie humana
"como un pueblo de 100 familias, 65 de las cuales eran analfabetas,
90 no hablaban inglés, 70 carecen de agua potable y 80 nunca
han subido a un avión. De esas familias, siete son dueñas
del 60% de la tierra, consumen el 80% de toda la energía
disponible y gozan de todos los lujos, 60 se hacinan en el 10% de
la superficie terrestre y sólo una cuenta con algún
miembro que tenga educación universitaria." Luego se
cuestionaba: "Si, además, todo -el aire, el agua, el
clima y la implacable luz del sol- va a peor, ¿cuál
es nuestra responsabilidad común?"6.
La mayoría de estos problemas,
que se vinculan a nuestra calidad de vida, han entrado en un nivel
de complejidad, interactividad y globalidad, que no pueden ser tratados
reductivamente con modelos de percepción, organización
o gestión de siglos anteriores7.
Más aún, las visiones tradicionales que alimentan
las respuestas a todas estas problemáticas, a través
de la gestión pública, políticas sectoriales,
organismos internacionales especializados, a menudo no perciben
ni comprenden la emergencia de los nuevos desafíos que globalmente
enfrentamos. Suelen ser los "especialistas" quienes mayormente
se ocupan desde el poder de las decisiones de lo público,
de lo que nos concierne a todos. Estos microsabios -que saben mucho
de una disciplina o de una parte de la misma- y macroignorantes
-al desconocer las ramificaciones principales que pueden derivar
de sus decisiones- privilegian los enfoques sectoriales sobre los
enfoques globales. Así, las soluciones que dan a los problemas
que creen atender, en vez de ser resueltos, los exacerban más8.
No podemos seguir afrontando e
intentando comprender los problemas nuevos con mentalidades e ideas
viejas pues ello sería no sólo pernicioso sino inúti9.
Requerimos, por el contrario, de nuevas visiones de entrelazamiento,
de nuevos espacios de vinculación, de nuevos ámbitos
de organización y actuación colectiva, de nuevos métodos
de conocimiento. Requerimos también de nuevos conceptos y
herramientas intelectuales para contribuir a dar respuestas a los
desafíos de un mundo cada vez más interdependiente,
incierto y vulnerable.
Pensar la realidad en forma compleja,
sosteniendo su unitas complex, lo que la sociedad es, debe derivar
en una nueva y explícita actuación en el mundo10.
Por ejemplo, si aceptamos que la sociedad es lo que el sujeto concibe,
ello nos remitirá a relativizar las distintas concepciones
que diferentes culturas, grupos sociales e individuos tienen de
la realidad, lo cual se relaciona con actitudes de tolerancia y
reconocimiento del pluralismo; o bien, si pensamos que la sociedad
no es un invento humano sino que venimos de un mismo origen donde
las sociedades prehomínidas nos precedieron -recuerdese la
afinidad genética entre razas-, entonces las actitudes de
fraternidad y solidaridad hacia otras razas y pueblos debería
ser el comportamiento consistente.
La dinámica de una posible
acción individual o colectiva, basada en los principios de
un pensamiento que articula los conocimientos, podría actuar
útilmente a favor de la calidad de vida y supervivencia misma
de la especie humana y del planeta, nuestra tierra-patria, sobre
todo cuando se tiene conciencia de los riesgos que están
en juego. Sin embargo para desatar estas acciones un requisito inicial
debe ser cumplido: interrogar nuestro proceso de conocimiento, pensar
nuestro pensamiento, conocer nuestro conocimiento. Aspecto no del
todo sencillo pues estamos tan acostumbrados a su presencia que
no nos tomamos la molestia de prestarle la más mínima
atención11. La cuestión
del conocimiento nos parece un "don natural" y evidente.
Ante la crisis de fundamentos del
conocimiento -que la ciencia misma a puesto en cuestión-
y ante el desafío de la complejidad de lo real -que hoy se
manifiesta en múltiples campos- todo conocimiento necesita
reflexionarse, reconocerse, situarse, problematizarse. Es decir,
requerimos conocer sus condiciones, límites y posibilidades
para alcanzar la verdad a la que tiende12.
Y esta no es una tarea sólo para los investigadores, pensadores
privilegiados o expertos especulativos. Es una tarea para cada uno
y para todos.
2. Una manera simplificada de
construir el CONOCER.
El proceso de conocer tiene una
versión simplificada cuyo paradigma se ha convertido en el
dominante desde el siglo XVII. Algunos de sus rasgos son los siguientes:
La construcción del conocimiento
se concibe con base en el esquema clásico de tres elementos:
sujeto, objeto y método. La separación de un sujeto
que conoce y un objeto conocido que se registra a través
de un método científico. Hoy dudamos de este esquema,
no para negarlo sino para arreglarlo pues sospechamos que trabajamos
conociendo mal y que por ello tenemos problemas con el conocimiento.
Este modelo de conocimiento tomo al pie de la letra el segundo "precepto"
establecido por Descartes en su Discurso del método (1637):
"dividir cada una de las dificultades" en el proceso de
conocer, a fin de examinar cada dificultad "en tanto parcelas
como sea posible y que se requiera para resolverlas mejor"13.
El método, por tanto, enfatiza el análisis, la separación
de lo que está junto, la simplificación de lo complejo,
la reducción del conjunto.
Por ejemplo, al sostener la separación
entre el cuerpo -hecho de materia, dotado de mecanismos- y la mente
-inmaterial, exenta de mecanismos-. Hoy se ha demostrado que la
racionalidad coexiste y en ocasiones brota de substratos irracionales
o indeterminaciones intuitivas, por lo que las emociones y pasiones
son también fundadoras de la razón14.
Por tanto, desde aquí se puede cuestionar la separación
entre el sujeto que conoce y el objeto que es conocido. Por extensión
se puede criticar la disyunción histórica entre la
aplicación de los procedimientos científicos convencionales
y la reflexión o la posibilidad de interrogarnos sobre la
manera como conocemos o hacemos ciencia, es decir, entre el hacer
y el reflexionar sobre lo que hacemos.
Esta construcción del conocimiento
puede concebirse como un paradigma de la simplificación pues
reduce el conocimiento de un todo a sus partes, restringe lo complejo
a lo simple. Así, la inteligencia parcelada, compartimentada,
disyuntiva, reduccionista, mutiladora, fragmenta lo complejo, unidimensionaliza
lo multidimensional y produce así, ante los problemas y situaciones
que analiza, respuestas igualmente incompletas, ciegas e irresponsables15.
Lo simple no existe, sólo
existe lo simplificado, afirmó Gastón Bachelard16,
y lo simplificamos por que no somos capaces de comprender lo que
ocurre en la realidad -lo que es patente en los intentos de comprensión
de los fenómenos-. Las ciencias, en gran parte, han venido
construyendo de esta manera sus objetos, sacándolos de su
contexto, analizándolos unidimensionalmente e incomunicando
los diversos saberes.
Paradigma de la simplificación
|
Paradigma de la complejidad |
Reducción: de lo complejo
a lo simple; del conjunto a lo elemental. |
Inclusión: en lo complejo,
el todo en la parte y la parte en el todo. |
Rechazo (reyección):
del aléa, del desorden, de lo singular, de lo individual
· |
Aceptación: del aléa,
del desorden, de lo singular, de lo individual |
Disyunción:
separación entre objetos y contexto; entre sujeto y objeto;
entre saberes y disciplinas. |
Unión: del
objeto con su contexto; del sujeto con el objeto; articulación
de saberes y disciplinas. |
Requerimos articular lo que hoy
está separado pues la complejidad de la realidad siempre
ha estado ah17, lo que nos hacía
falta era definirla, aludirla e intentar aprenderla18.
Por tanto, la simplificación es necesaria pero debe ser relativizada,
aceptando su reducción conciente y no considerándola
arrogantemente como la poseedora de la verdad simple por encima
de la aparente multidimensionalidad de la realidad.
Es la aceptación de la simplificación
por lo que Morin afirma que la complejidad no es su opuesto sino
la unión de la simplicidad y la complejidad. Es decir, "es
la unión de los procesos de simplificación que implican
selección, jerarquización, separación, reducción,
con los otros contra-procesos que implican la comunicación,
la articulación de aquello que está disociado y distinguido"19.
Recordemos que el siglo XX ha producido
progresos gigantescos en todos los campos del conocimiento científico
y en sus aplicaciones tecnológicas pero, al mismo tiempo,
su parcelación y separación le ha impedido ver "lo
que está tejido en conjunto", atrofiando, como consecuencia,
la comprensión, la reflexión, la visión de
lo global y del largo plazo así como de los problemas más
graves que enfrentamos como humanidad. Paradójicamente es
el avance prodigioso de las ciencias lo que cuestiona los conceptos,
lógica, método y el proceso de conocimiento de la
ciencia misma.
3. Necesidad de construir el
CONOCER complejizandolo.
Tenemos, por tanto, algo más
que hacer en la construcción del conocimiento -y es de vida
o muerte-, necesitamos particpar en el mundo con otro conocimiento,
observar la realidad de otro modo, renovando y rearticulando los
diversos saberes.
La reorganización del conocimiento
tiene implicaciones en la actualización del mundo pues reorganizar
el conocimiento es una reorganización en la interacción
de las relaciones con los demás, con la vida y con el mundo
físico.
No se trata, por tanto, de rechazar
o sustituir el conocimiento de las partes por el conocimiento de
las totalidades -que como veremos es imposible-, ni tampoco de abandonar
el análisis por la síntesis, sino de conjugar ambas
perspectivas.
El concepto de complejidad, por
su parte, no significa sólo el enmarañamiento de interrelaciones
de un número extremadamente grande de unidades o elementos
en un sistema; no significa completud del conocimiento de todo el
sistema; y tampoco viene a ser un sinónimo de complicación
que aparece por la inconmensurabilidad o multidependencia de lo
que se busca conocer -si bien la perspectiva de la complejidad puede
ser más difícil de operar o poner en juego que una
visión simplificadora-. La complicación así
entendida sería una complejidad simplificadora pues bastaría
que llegara el momento de poder medir los fenómenos -antes
considerados inconmensurables-, así como descubrir las múltiples
dependencias o desenmarañar las intrincadas relaciones que
envuelven a un fenómeno para llegar a leyes y principios
combinatorios simples. Por el contrario, el de la complejidad es
un problema de fondo, no de superficie20.
La complejidad, según Edgar
Morin, significa básicamente que:
a) La amalgama de interacciones
de un sistema es tal que no pueden concebirse sólo analíticamente,
por lo que no tiene sentido proceder vía el conocimiento
de variables aisladas para dar cuenta de un conjunto o subsistema
complejo.
b) Los sistemas ocultan las constricciones y emergencias que permiten
sus saltos cualitativos internos, lo que se opone a la visión
clásica del avance evolutivo lineal.
c) Los sistemas complejos funcionan con una parte de incertidumbre,
ruido o desorden, lo que se contrapone al modelo clásico
que elimiimiento.
La complejidad, continúa
Morin, es un cuestionamiento no una respuesta, es un desafío
al pensamiento y no una receta de pensamiento, es un conocimiento
que se pregunta sobre su propio conocimiento. La complejidad es
el reconocimiento de las incertidumbres y de las contradicciones
pero también la aceptación del determinismo, de las
distinciones y separaciones que requieren ser integradas.
¿Qué es la complejidad?,
se pregunta y responde Morin: a primera vista la complejidad es
un tejido de constituyentes heterogénos inseparablemente
asociados, al mirar con más atención, descubrimos
interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen
nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad
se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, lo inextricable,
del desorden, de descartar lo incierto, es decir, de seleccionar
los elementos de orden y de certidumbre, de quitar ambigüedades,
clarificar, distinguir, jerarquizar...Pero tales operaciones, necesarias
para la inteligibilidad, corren el riesgo de producir ceguera..."23.
Según estas primeras consideraciones
en torno a la complejidad, una construcción compleja del
conocimiento debe caracterizarse por estar "centrada en los
fenómenos más que en las disciplinas, en el acontecimiento
más que en la variable, en la crisis más que en la
regularidad estadística." En el campo del método
el privilegio corresponde a "la observación y la intervención
sobre los planos de la epistemología y la teoría general"
para la elaboración de un sistema antropo-socio-histórico
que sea multidimensional e intente conjugar los logros y avances
de todas las disciplinas y métodos24.
Así, una visión compleja
de las ciencias sociales, de las ciencias humanas, se opone a pensar
una realidad económica, por una parte, aislada de una realidad
psicológica, demográfica o sociológica. En
lo económico, por ejemplo, están también las
necesidades, deseos y pasiones humanas. Detrás de los fenómenos
económicos, hay fenómenos de masas, fenómenos
de pánico. La dimensión económica contiene
pues otras dimensiones, no hay realidad que pueda comprenderse de
manera unidimensional25.
Algunas estrategias de conocimiento
que es recomendable atender para construir el CONOCER en este horizonte,
a través de su avance gradual, serían:
a) Asegurar la continuidad de
la observación. Si la realidad -que nos comprende- está
ahí en proceso, en movimiento interactivo permanente, la
observación no puede ser tan recortada, emplazada y predeterminada.
Requiere también de procesos intelectuales de mayor dilatación
espacio-temporal, y de observaciones-observadores más secuencializados,
en sucesión complementante para el seguimiento del campo
observado.
b) Para hacer más
fluido y libre el proceso de conocer, acorde con la realidad interdependiente
e interconstituida en movimiento, se deberá promover el
desarme de los reglamentos estrictos, la publicitación
de fuentes plurales, la flexibilización de las rutas investigativas
y la adecuación y diferenciación de los controles
evaluativos, sometiéndose a las características
del "objeto".
c) Convocar a la pluralidad
observacional a través de la sucesión y heterogeneidad
de los observadores. Ver con diferentes miradas no da el mismo
resultado que la observación de unas u otras por separado.
d) Desbordar sistemática
e imaginativamente los conceptos para lanzar la mirada más
allá del proyecto de investigación. La deslimitación
y rearticulación conceptual es una práctica saludable
y enriquecedora del espíritu científico.
e) Proponer un ejercicio
permanente de articulación y re-articulación de
conceptos, pero también de planos, dimensiones, duraciones,
percepciones, cargas vitales e instrumentos de búsqueda
y aproximación a la realidad.
f) Organizar la producción
del conocimiento que se requiere hoy, considerando la redefinición
de espacios, articulaciones, recursos, publicidad y objetivos
capaces de abrir territorios a la libertad de iniciativa. El diseño
de cadenas conceptuales en circuito, de redes definicionales,
de campos multicomprensivos, de series continuas, recogerá
la trama, más que el dato sin asidero, de amplios espacios
interactivos en estudio.
g) El caso es proponer la
circulación más intensa y la compartición
más franca de la teoría. La puesta en común
de tramas observacionales abiertas, de tejidos conceptuales que
juntan perspectivas o porciones de observación que remiten
a lo otro, establecerá la cultura de una cientificidad
nueva: la del incremento de la posibilidad, de un algo más
de lo posible en el conocimiento. Al lado de los discursos disciplinares
y de sus marcos específicos, se abren, como dispositivos
permanentes de adopción y articulación, tramas interdisciplinares
y transdisciplinares que pueden alimentarse de y retroalimentar
a las disciplinas.
h) La elección de
un tema-problema no debe ya sólo entenderse como un recorte
o un cierre; simultáneamente deberá concebirse como
una apertura a espacios colindantes, es una co-elección,
es colección y jalón que se trae consigo más
realidad asociada26.
4. Construir un CONOCER complejizándolo
implica la reforma del pensamiento y la reforma de la educación.
En las instituciones educativas
preparamos separando las ciencias y las humanidades, omitimos articular
los saberes, perdemos así el sentido de las grandes preguntas
de lo humano y con ello el sentido de responsabilidad.
La experiencia educativa de la
mayoría de nosotros no nos ha invitado ni facilitado el construir
el CONOCER compejizándolo. Mi experiencia personal universitaria
la he vivido con múltiples sentimiento de carencia, entre
ellos: de lejanía en torno a las problemáticas más
profundas y graves de nuestra sociedad; de desvinculación
entre la práctica profesional y los grandes problemas nacionales;
de incomunicación de mi disciplina con los otros saberes;
de desaparición o disminución agónica de las
áreas sociales, de humanidades, de artes y de ciencias -es
el apogeo de las profesiones que exige la dinámica económica,
no el de las disciplinas científicas-.
Nuestras organizaciones y procedimientos
educativos responden más al modelo de la reducción,
del rechazo, de la disyunción, es decir, responden a esquemas
de un conocer simplificado. Así preparamos egresados fragmentando
los problemas, en ocasiones sin tener capacidad para observarlos
o sin saber que hacer con ellos.
Por otra parte, observo un cuestionamiento
a nivel mundial -no sólo local- de las instituciones educativas
a nivel superior. Se intentan reformas en diversos continentes y
países, se busca mayor pertinencia y adecuación a
sus contextos actuales y se debate en torno a su transformación
educativa27.
Las reformas parecen expresar esta
desorientación universitaria en el mundo y conducen a un
mismo diagnóstico: el agotamiento de nuestros modelos universitarios
pues, entre otras múltiples deudas, enfrentamos problemas
globales con instituciones y políticas educativas que responden
fragmentando. Así, los universitarios tenemos la sensación
de vivir en la intemperie generalizada, nos sentimos excluidos ante
la gravedad y globalidad de los problemas que hoy enfrentamos tanto
en nuestra existencia individual como colectiva28.
¿Las paradojas y tensiones
actuales acaso no están relacionadas con un sistema educativo
fundado y organizado para construir un CONOCER fragmentado?, ¿No
será necesario reformar el pensamiento, la manera como construimos
el conocimiento, y por tanto reformar la educación?29.
Es característico de las
universidades actuales, considerando sus obvias variantes, el encontrar
los siguientes rasgos:
a) Una organización en
base a disciplinas y facultades que no se comunican ni dialogan,
que generan soledad y empobrecimiento en la academia así
como perdida de relevancia y contundencia de su hacer intelectual.
b) El desprecio o desinterés
académico, en el mejor de los casos, a los otros conocimientos,
es decir, a todo lo que ignoramos.
c) La paulatina pérdida
o completa desaparición de áreas del saber que hacen
que la universidad olvide su vocación universalista de
conocimiento, su carácter de univeritas, en el sentido
medieval del término, una clase de república de
la cultura a la que cualquier erudito, científico e investigador
podría y debería aportar su contribución
y su pasión al conocimiento.
d) Desatención de
las realidades y problemáticas cada vez más complejas,
globales, impredecibles y urgentes, que no son consideradas por
los campos disciplinarios de las universidades.
e) La carencia de reflexión
sobre los métodos y fines para la construcción del
CONOCER, que no es otra cosa sino la ausencia de preguntarse sobre
el conocimiento del conocimiento.
f) La adecuación
unilateral de la universidad a las exigencias de la sociedad -a
sus empleadores, a su acertividad, a sus financiamientos, a la
visión de lo únicamente correcto en materia económica
o política, etc.- Esta presión sobre adaptativa
que se le exige a la universidad, relega su papel de incidencia,
de co-protagonista en su propia realidad.
No intentamos, ni es el momento,
de ser exhaustivos en el listado de nuestras insuficiencias universitarias.
Sólo pretendemos mencionar algunos rasgos que son obstáculos
para continuar la construcción del conocimiento.
Es pertinente, reconocer que el
conocimiento tiene que pasar por un proceso de especialización
sin embargo es también cierto que éste no puede ser
el final del proceso educativo.
El reconocimiento de la complejidad
consiste en volver a conocer lo que antes nos parecía suficientemente
conocido, o que aceptábamos reduciéndolo a leyes o
principios generales, a elementos básicos. Como nos dice
mi buen amigo Alfredo Gutiérrez: "Requerimos de otros
modelos o paradigamas del conocer y el hacer humano...Otra institucionalidad
es necesaria para dar paso al conocimiento complejo"30.
Si deseamos avanzar en la construcción
del CONOCER, nuestras universidades tendrán que:
a) Reorganizarse para facilitar
el diálogo y la comunicación entre los saberes:
enseñar primero el arte del diálogo, enseñar
después el arte de la interdisciplina y, finalmente, el
de la transdisciplina, sin sustituir el desarrollo de los saberes
parciales. Pero a la vez "no pretender que los recursos de
una disciplina bastan para agotar su campo, dudar de que ese campo
le pertenezca de fijo y para siempre, escuchar el discurso del
otro, las preguntas ajenas, los fracasos y los alcances de quienes
se ocupan de otros quehaceres, abrir los espacios disciplinares
por necesidad, reconocimiento o generosidad, aprendiendo que hay
un universo de respuestas que no alcanzaríamos jamás
solos31.
b) Favorecer el espíritu
de reflexión sobre el conocimiento, sobre sus métodos
y fines. Lo cuál implica un espíritu que contextualice,
relaciones, globalice; una aptitud para aprender problemas fundamentales
y globales; un diálogo entre la cultura humanista y la
científica; una concepción de la dinámica
global/local y una comprensión de la sociedad del riesgo;
una reflexión y visión ética sobre la manera
como se toman las decisiones, que no son de los especialistas
sino de todos; y un desafío cívico que fortalezca
la responsabilidad.
c) Reorganizarse a partir
de núcleos organizadores sistémicos como nos lo
propone por ejemplo Edgar Morin: organizarse a partir de facultades,
departamentos o divisiones en torno al cosmos, las ciencias de
la tierra, las ciencias del conocimiento, las ciencias de la vida,
las ciencias de lo humano, las ciencias de la historia o de las
civilizaciones, los problemas munidalizados, las letras y las
artes (32).
d) Desarrollar un centro
o área de investigación sobre la construcción
compleja del conocimiento y sobre la transdisciplina. Así
mismo instaurar en cada programa académico un diezmo epistemológico
que permita preguntarse sobre las determinaciones y premisas del
conocimiento, sobre la racionalidad, el carácter científico
y la objetividad, sobre la interpretación y la argumentación,
etc.
e) Elaborar medios y estrategias
donde el educador sea mediador y operador religante -maestro polivalente,
políglota de lenguajes científicos y culturales-;
donde el educador no sólo analice, desgloce y separe sino
articule y teja en conjunto, sintetice saberes -lo que implica
la necesaria humildad, la aceptación de la incompetud (el
aspirar al todo sin llegar al todo), apueste por unir las dos
culturas (científica y humanista) y forme generalistas,
globalistas o mundólogos-; donde el educador encamine a
sus alumnos al desarrollo de una inteligencia general que incluya
competencias particulares o especializadas, curiosidad y aptitud
interrogativa, ejercicio de la duda.
f) Generar un mayor esfuerzo
de apertura y diálogo con todos los sectores de la sociedad
pues la educación no sólo requiere más información
y conocimiento científico sino diversas fuentes de conocimiento
que provengan de distintos grupos sociales, por ejemplo, del conocimiento
popular del campesino, del extensionista o técnico agrícola
y del biólogo para la comprensión y solución
de un determinado problema. Hay que aspirar no sólo a dar
respuestas a la sociedad sino de ser generadora, o más
bien co-generadora de otra sociedad, de ser vanguardia de una
nueva cultura, avanzada en la construcción de un conocimiento
más complejo.
g) Sobre todo, abrir el
espacio para que surjan propuestas de compromisos de superación
educativa entre docentes y estudiantes. Un complot autogestivo
a favor del conocimiento, un movimiento educativo de adhesión
lúcida.
h) Proponer, no excluir,
la posibilidad de innovación o de formas flexibles de la
organización universitaria, que permita un trabajo más
religante en el proceso de CONOCER y también para diseñar
nuevas áreas profesionales, modos curriculares interdisciplinares,
híbridos departamentales en base a distintos ejes, etc.
Notas:
1
Conferencia presentada en el IX Simposium de Educación, ITESO,
Guadalajara, 26 al 29 de septiembre de 2001.
2 Berger, R. "De la prehistoria
a la post-historia: emergencia de una trans-cultura". en Revista
Complejidad. 1996. p. 24.
3 Juarroz, R. "Algunas ideas
sobre el lenguaje de la transdisciplinariedad" en Ponencia
del 1er. Congreso Mundial de la Transdisciplinariedad. Convento
de Arábida. 1994. p.21
4 Morin, E. Pour sortir du XXI
siécle. p. 121. Citado por Ciurana en "Una antropología
compleja para entrar el siglo XXI". (mimeo) en Prensa. p. 15.
5 Gutiérrez, A. "El
conocimiento empieza por nosotros: de la autocrítica a la
univermoción" (mimeo), en prensa, p.11.
6 Sagan, C. Miles de millones,
Barcelona, Grupo Zeta, 1998, p. 185.
7 Motta, R. "Complejidad,
educación e interdisciplinariedad", Revista Signos,
Universidad del Salvador, Buenos Aires, 1999, p. 11.
8 Vilar, S. La nueva racionalidad,
Barcelona, Kairós, 1997, p. 35.
9 Ciurana, E. "Identidad,
reltivismo cultural e individuo", p. 5.
10 Si bien Max Weber insistió
en la separación entre juicios de hecho y juicios de valor,
también insistió en la idea de que si bien ningún
acopio de conocimientos científicos puede mostrar a un sujeto
lo que "deber hacer", sí puede mostrarle un campo
de posibilidades para alcanzar ciertos fines. Por tanto, según
Weber, lo posible no está separado de las acciones y decisiones
del sujeto. CIURANA, Emilio Roger, "Una antropología
compleja para entrar al siglo XXI", p. 14.
11 Bohm, D. Sobre el diálogo,
Barcelona, Kairós, 1997, p. 86.
12 Morin, E. El método:
el conocimiento del conocimiento, Madrid, Cátedra, 1988,
p. 18 y 34.
13 Vilar, S. La nueva racionalidad,
p. 48-49.
14 Ibid. p.p. 80-82.
15. Morin, E. Los siete saberes
para la educación del futuro, París, UNESCO, 1999,
p. 18.
16 Motta, R. "Complejidad,
educación y transdisciplinariedad", p. 6.
17 "Nosotros no sabemos
si en sí, repito, en sí, nuestro mundo es complejo
o es simple. Pero no estamos haciendo ontología. Estamos
hablando de nosotros mismos como seres humanos que estamos en el
mundo. En este sentido nuestro mundo es complejo." Ciurana,
E. "Humanismo y responsabilidad", (mimeo), Valladolid,
1999, p. 4.
18 Gutiérrez, A. "Edgar
Morin y las posibilidades del pensamiento complejo", Revista
Metapolítica, Vol. 2, 1998, p. 647.
19 Morin, E. Introducción
al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 1994, p. 143-144.
20 Morin. E. El método:
la vida de la vida, Madrid, Cátedra, 1983, p. 413-414.
20. Morin, E. Sociología, Madrid,
Técnos, 1995, p. 173.
21 Ibañez, J. Del
algoritmo al sujeto, Madrid, Siglo XXI editores, 1988, p. 145.
22 Morin, E. Introducción
al pensamiento complejo, p. 32.
23 Morin, E. Sociología,
186.
24 Morin, E. Introducción
al pensamiento complejo, p. 100.
25 Gutiérrez, A. "El
conocimiento empieza por nosotros...", p. 29-31, 32. Las estrategias
enlistadas son una síntesis de algunas de las propuestas
del autor.
26 Motta, R. "Complejidad,
educación y transdisciplinariedad", Revista Signos,
Universidad del Salvador, Buenos Aires, 1999.
27 Motta, R. "Las redes
sociales como interfaz de facilitación en la dinámica
global/local" http://www.complejidad.org
28 Es probable como dice Snow
que: "Los cambios en la enseñanza no resolverán
por sí mimos nuestros problemas; pero sin esos cambios ni
siquiera sabremos apreciar en qué consisten los problemas."
Snow, C. Las dos culturas y un segundo enfoque, Alianza editorial,
Madrid, 1977, p. 109.
29 Gutiérrez, A. "El
conocimiento empieza...", p.p. 12-13.
30 Gutiérrez. A. "El
conocimiento empieza...", p.p. 12.
31 Morin, E. La mente bien ordenada.
Barcelona. Seix Barral. 2000.p.p.108-110.
Dr.
Enrique Luengo
Rector de la Universidad
Latina de América, Morelia, Mich., México. Coordinador
de la Cátedra Itinerante UNESCO "Edgar Morin" en
México. |