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Por Antonio Requejo
Número 33
Introducción
En el verano de 1948, el poeta
andaluz Juan Ramón Jiménez, con 67 años de
edad y durante un viaje por barco de Argentina a los Estados Unidos
de América, donde radica desde 1936 a causa de la Guerra
Civil española, goza una experiencia mística que lo
llevará a definirse como "animal de fondo". El
reencuentro con la perdida cotidianidad del idioma materno, aunado
a la travesía por mar, uno de sus símbolos más
queridos, provocaron en él, quizá, esa vivencia por
tanto tiempo anhelada.
El poeta escribe e inmortaliza ese
momento de éxtasis en una serie de 29 poemas que en esencia
cantan a lo mismo: a un estado de gracia alcanzado.
En 1949, las poesías son
reunidas en un libro publicado en la ciudad de Buenos Aires por
la editorial Pleamar. El poema que figura en el último lugar
de la serie lleva por título "Soy animal de fondo",
casi tomado al pie para nombrar el libro: Animal de fondo.
También, durante ese año, aparece la Tercera Antolojía
de la obra de Juan Ramón Jiménez, donde el mismo
libro antes mencionado ahora se presenta como Dios deseado y
deseante, conteniendo dos partes: la primera, "Animal de
fondo" y la segunda, "Dios deseado y deseante", conformada
ésta por siete poemas, donde el tono y carácter sufren
una modificación que los hace hablar con añoranza
de aquel estado del alma en algún instante logrado.
Animal de fondo es un libro
místico donde el autor, después de un afanoso recorrido
al interior de su segunda etapa poética accede -afirma el
crítico Antonio Sánchez-Barbudo- a la culminación
de "su tema central: la aspiración a la eternidad"1.
"Soy animal de fondo"
es un poema que refleja la honda religiosidad de Juan Ramón
Jiménez. Una religiosidad distinta a la ortodoxa, aquélla
que a sus ojos se juzga como un lejano consuelo de nuestras carencias.
La de Juan Ramón es diferente, nace de un ideal religioso
personal que debe ser coherente con la real vocación de cada
persona: "un concepto más humano -señala el poeta
español-, y también más divino, ya que cumpliendo
nuestra vocación adquirimos conciencia de Dios en la verdad
y en la belleza."2. Él,
entonces, como poeta, ejerce su premisa sobre la religiosidad desde,
para y hacia la poesía.
SOY ANIMAL DE FONDO
Juan Ramón Jiménez
"En el fondo de aire"
(dije) "estoy",(dije) "
soy animal de fondo de aire" (sobre tierra),
ahora sobre mar; pasado, como el aire, por un sol
que es carbón allá arriba, mi fuera, y me ilumina
con su carbón el ámbito segundo destinado.
Pero tú, dios, también
estás en este fondo
y a esta luz ves, venida de otro astro;
tú estás y eres
lo grande y lo pequeño que yo soy,
en una proporción que es ésta mía,
infinita hacia un fondoque es el pozo sagrado de mí
mismo.
Y en este pozo estabas antes
tú
con la flor, con la golondrina, el toro
y el agua; con la aurora
en un llegar carmín de vida renovada;
con el poniente, en un huir de oro de gloria.
En este pozo diario
estabas tú conmigo,
conmigo niño, jóven, mayor, y yo me ahogaba
sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti.
Este pozo que era, sólo y nada más ni menos,
que el centro de la tierra y de su vida.
Y tú eras en el pozo
májico el destino
de todos los destinos de la sensualidad hermosa
que sabe que el gozar en plenitud
de conciencia amadora,
es la virtud mayor que nos trasciende
Lo eras para hacerme pensar
que tú eras tú,
para hacerme sentir que yo era tú,
para hacerme gozar que tú eras yo,
para hacerme gritar que yo era yo
en el fondo de aire en donde estoy,
donde soy animal de fondo de aire
con alas que no vuelan en el aire,
que vuelan en la luz de la conciencia
mayor que todo el sueño
de eternidades e infinitos
que están después,
sin más que ahora yo, del aire.
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En esa singular religiosidad se
asienta el misticismo al que Juan Ramón Jiménez desembocará
en la fase última de su poesía. Un misticismo que
en esencia se concibe en la identificación de su conciencia
(quien percibe), con el objeto percibido (el mundo, lo bello) transfigurado.
El mismo Sánchez-Barbudo notifica que el misticismo juanramoniano
sostiene una peculiaridad que lo disitingue de otros: hay un apetito
del mundo (el dios deseante) hacia el yo del poeta (dios deseado).
Ambos dioses, mundo y alma, se comunican, son unidad, mas la conciencia
de Juan Ramón Jiménez no se disuelve en la fusión
divina, sino que se mantiene conciente.3 Es una suerte de misticismo
del espíritu, hacia afuera y de visión unificante.
Una especie de misticismo panteísta.
En 1956, con veinte años
de destierro y una obra poética de primer orden, Juan Ramón
Jiménez es galardonado con el Premio Nobel de Literatura,
lo que también significó un reconocimiento y un homenaje
a la España en el exilio.
Análisis
El poema "Soy animal
de fondo" es parte de un todo poético. Incluso, para
el profesor y ensayista Ramón Xirau, el conjunto de 36 poemas
del libro Dios deseado y deseante conforman un solo y largo
poema. Como tal, como parte de un solo universo, el poema contiene
las mismas características que muestran todos estos poemas:
escritura en verso libre, en diversas medidas con predominio en
siete y 11, rimas asonantes y versos pareados.
En sí, "Soy animal de
fondo" es un poema símbolo construido por una variedad
de símbolos. Desde sus inicios, Juan Ramón Jiménez
adhirió a la corriente poética conocida como Simbolismo,
y para explicar lo que ello significa él partía de
una diferenciación con el Parnasianismo, al que definía
como la precisión bella de lo objetivo. De manera similar,
el simbolismo busca la bella precisión, pero ahora de lo
subjetivo. Es decir, la difícil y paradójica tarea
de precisar lo impreciso, y para Juan Ramón, la única
manera de precisar en una bella imagen lo impreciso, es el proceder
por medio de símbolos, relaciones o correspondencias entre
las cosas. Correspondencias entre lo subjetivo y lo objetivo, entre
lo invisible y lo visible, entre la vida interior y la exterior.
Así, para el crítico Ceferino Santos-Escudero, el
tema central del último Juan Ramón Jiménez
es el estableciemiento de una correspondencia entre lo natural y
humano con lo divino4.
Para el poeta, los antecedentes
del simbolismo se encuentran en la misma España, en su poesía
arábigo- andaluza, en sus sencillos y enormes poetas con
fondus animae, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León
"que procedían por símiles, por alrededores,
por aproximaciones"; en el romántico Bécquer,
hasta llegar, incluso, hasta los hermanos Manuel y Antonio Machado
y Miguel de Unamuno, a quienes cataloga de simbolistas precoces
en el horizonte literario hispano de inicios de siglo.
Para acercarme al entendimiento
de lo que un símbolo es, tomo la definición del francés
Paul Ricoeur: "Llamo símbolo a toda estructura de significación
en la que el sentido directo, primario y literal designa, por añadidura,
otro sentido indirecto, secundario y figurado, que no se puede captar
sino a través del primero"5.
Santos-Escudero, después de interrogar textos de connotados
representantes de la filosofía, la religión, el psicoanálisis
y el arte, llega a la conclusión de que existe una coincidencia
en cómo se interpreta el símbolo en estas disciplinas.
Éste, en sí mismo, guarda una doble significación
posible que no induce hacia al equívoco, sino que aporta
un creciente sentido conducente "al descubrimiento de capas
más profundas de la realidad, ya sea ésta religiosa
o subconsciente, artística, metafísica o moral"6.
En la primera etapa de la poesía
de Juan Ramón Jiménez, los símbolos funcionan
para manifestar su interioridad elegante y melancólica, son
símbolos líricos y estéticos; en su poesía
última, los utiliza como vehículo para manifestar
una conciencia total y divina, un dios dentro y fuera de él;
son símbolos místicos.
En el libro Dios deseado y deseante,
aparecen 25 símbolos principales, mediante los cuales Juan
Ramón Jiménez nos aproxima a su dios. Proceden de
elementos cósmicos o de la naturaleza, de seres animados,
de características humanas, o bien, son artificiales. De
los 25, diez se entretejen en el poema "Soy animal de fondo",
y son: el ave, los elementos primordiales, el mar, el sol y la luz,
el pozo, la flor, los puntos cardinales, los colores, el niño
y, por último, el centro.
Con la idea de establecer condiciones
que permitan una interpretación más rica del poema,
a continuación expongo lo que estos símbolos representan
a lo largo de las tres etapas poéticas de Juan Ramón
Jiménez7, presentados de
acuerdo con la ordenación que guardan al interior del poema
tratado.
Ave
Un símbolo polivalente en Juan Ramón que se identifica
con todo lo bello. En la primera etapa significa alegría,
remedio de tristezas, salvación por el canto y asociación
canto-poema. En la segunda, el ave simboliza el trino en la breve
primavera, en la rosa, en el arroyo, en el amor. Es identificación
del alma del poeta con alas en vuelo, aunque también existe
el ave nocturna de pensamientos deprimentes y el aguilucho de la
muerte. En la tercera etapa, el ave remite al fondo de aire para
el vuelo interior y exterior del poeta. Es la conciencia en el aire
sutil y misterioso, a la vez, adentro y afuera del hombre. Es ascensión
de dios dentro del poeta y ascensión del poeta hacia afuera,
en dios.
Los elementos primordiales
En su primera época, el poeta andaluz estimaba un papel preponderante
de los cuatro elementos fundamentales del cosmos, pero con ciertas
limitaciones. En la segunda, considera la posibilidad de transformarse
y revivir, como lo hacen los elementos desde su sustancia elemental
eterna y fusiona su yo con el mundo de los elementos. En su tercera
época, el dios juanramoniano se devela a través de
los elementos primordiales que quedan unidos mediante el amor.
Mar
Es otro símbolo juanramoniano con varias significaciones.
El mar es centro de su vida: en 1881 nace en el pueblo Moguer, junto
al mar; en 1916 viaja por barco a los Estados Unidos de América
para contraer matrimonio; durante 1936, el gobierno de la República
Española lo designa asesor cultural en la embajada de ese
mismo país americano, al cual se desplaza, otra vez, por
barco; en 1948 reencuentra el idioma castellano y el mar en un viaje
hacia la Argentina; y en 1958 fallece en la caribeña isla
de Puerto Rico. Asimismo, también es centro de su poesía:
considera su poesía un mar de belleza, íntimamente
se identifica con el mar y lo asocia a sus renovaciones poéticas.
El mar simboliza la poesía abierta y permanencia en el cambio.
En la primera etapa, representa
plenitud, fortaleza y eternidad. El poeta anhela aprender del mar
una lección metafísica. En la segunda, el mar es el
camino del alma. Todo viaje por mar es un viaje espiritual. El mar
tiene fondo y representa la patria única y universal para
el Juan Ramón desterrado. En la tercera, el mar es un todo
único. Unión del yo del poeta que desea a dios, y
de dios que desea al yo del poeta en una asociación lírico-panteísta.
Sol y luz
El sol es una referencia universal a lo divino. Se asocia al fuego,
a la llama y a la luz. Es un símbolo religioso y arquetípico
de la humanidad.
Durante la primera etapa, el sol
simboliza la serenidad del alma y la lírica del poeta. En
la segunda, el sol aparece como lucidez del intelecto o pensamiento
iluminado. En la tercera, el sol aparece como dios: realidad interna
y externa del poeta, conciencia iluminada, gozo de éxtasis
y revelación.
Pozo
Simboliza un proceso de profundización, mas sin embargo es
un proceso paradójico: a mayor descenso corresponde mayor
ascenso; a más oscuridad, más iluminación;
a mayor entierro, más aire; a mayor interioridad, más
exterioridad.
En la segunda etapa, el pozo es
un laberinto quieto y mágico, es el interior encantado del
poeta. En la tercera, el pozo es el centro del mundo y lo divino.
Es la interioridad mágico-paradójica de Juan Ramón.
Flor
La flor es un símbolo dentro del mundo de lo vegetal, en
el que Juan Ramón encuentra indicadores de su particular
concepto de la divinidad. Es un símbolo polisémico,
ya que significa: el misterio del universo y de la vida, la mujer
como flor ambigua, la conciencia del poeta que florece, la eternidad,
la perfección, la belleza y el amor.
En la primera fase se muestra como
una representación del carácter efímero y pasajero
de la vida. En su segunda época, la flor fue símbolo
del amor, que se abre al sol y pasa a ser significación de
lo esencial y perdurable. En la tercera, la flor del amor y eterna,
cobra una densidad metafísica para exaltar el encuentro místico
del hombre con su dios.
Puntos cardinales
En la primera parte de su obra, el poeta se ubica entre los puntos
cardinales que cercan su alma para expresar su desorientación
y extravío. Añade a un mundo exterior amplio y monótono,
su monotonía interna. En la segunda, muestra una visión
más integrada de los puntos cardinales, que relacionados
con el centro, dejan de ser puntos cardinales de horizontes sin
rumbo para convertirse en puntos de orientación y de renacimiento.
En el último Juan Ramón, los puntos cardinales se
asocian con lo divino en cuanto que conforman una totalidad del
dios deseado y el yo del poeta, que, con una conciencia abarcadora,
obtiene las cualidades de esos mismos puntos cósmicos.
Colores
Desde siempre, en la poesía de Juan Ramón Jiménez,
lo interno y externo del poeta se pintan de colores reales o simbólicos.
En su tercera época, el dios juanramoniano es quinta esencia
de colores y síntesis de tonalidades y bellos matices, donde
los colores divinos también pertenecen a la belleza y al
poeta lírico, identificación trina que termina formando
una trinidad poética, propia de un misticismo panteísta
y unificador.
Niño
En sus comienzos hay una identificación con el niñodios
cristiano e inicia una búsqueda de identificación
progresiva del niño poeta hacia lo divino. El niño
para Juan Ramón Jiménez representa el símbolo
de lo eterno: "El mejor símbolo de la eternidad es el
'presente' del niño." Después, el poeta es un
niño grande que se figura a sí mismo como un soñador
de la divinidad. Al final, Juan Ramón es, otra vez como en
su infancia, un niñodios, pero ahora figurado como un niño
último.
Centro
El centro es el lugar sagrado donde se manifiesta la divinidad.
Donde estos sitios se proclaman como tales, se convierten en microcosmos,
en corazón del universo. Son, también, imágenes
arquetípicas, eje del mundo.
En su segunda etapa, el poeta comienza
a convertirse en centro de todo. La mujer amada se considera como
centro del mundo y también el centro figura como un nido.
En la tercera, es símbolo de la conciencia del poeta, centro
de su ser, centro de la vida del dios juanramoniano. El yo, dios
y el centro cósmico se fusionan en el misticismo lírico
de Juan Ramón Jiménez.
Sobre la poesía última
de Juan Ramón, el poeta y ensayista Octavio Paz afirma: "Son
composiciones no demasiado breves, traspasadas por un arrebato de
naturalismo religioso: el mundo, transfigurado pero real, aparece,
al fin, convertido en presencia trasparente por la perfecta fusión
de la palabra, la emoción y el pensamiento"8.
Interpretación
En el poema "Soy
animal de fondo", Juan Ramón Jiménez expresa
fundamentalmente dos vivencias: una, su particular experiencia de
estado de éxtasis en un instante alcanzado, que para él
significa la fusión de su conciencia personal con una conciencia
final; y dos, la significación de ese momento, además,
como un hallazgo, un encuentro larga e intensamente anhelado por
mucho tiempo. Es el cumplimiento bello, poético y trasparente
de una ansiada búsqueda.
Así, considero que el poema
se mueve básicamente en el tiempo presente, pero a la vez,
retoma ideas e imágenes del pasado que se consolidan en ese
precioso instante, porque el pasado deviene en un futuro. Por ello
no causa extrañeza que los primeros versos del poema inicial
("La trasparencia, Dios, la trasparencia") del libro Dios
deseado y deseante, de igual forma que los últimos del poema
último ("Estás cayendo siempre hasta mi imán")
se fragüen en ideas similares: "Dios del venir..."9
y "... caminante y camino a fuerza de pasado, a fuerza de presente,
a fuerza de futuro"10. Entre estos poemas se "alijera"
el llamado "Soy animal de fondo", también poema
de la plena totalidad.
En el párrafo anterior se
mencionó la palabra "forma", cara a Juan Ramón
Jiménez. Al respecto, Ramón Xirau hace notar que para
entender al poeta andaluz es de primordial importancia atender a
una idea que éste expresó en 1903: "En literatura,
además de la esencia de las cosas ¾de lo que suele
llamarse fondo¾ y además de la forma, hay una esencia,
un fondo de esa misma forma, que es, a mi modo de ver, uno de los
más interesantes encantos de la estética"11
"Soy animal de fondo" también se inscribe en esa
búsqueda personal y poética al interior de la obra
juanramoniana.
"Soy animal de fondo"
es el título elegido por el autor, y en él encontramos
una afirmación de su condición humana y poética.
Sin embargo, es una afirmación que se nos presenta de manera
ambigua, como se lee posteriormente en los dos versos iniciales
de la primera estrofa. En ellos, el poeta sostiene dos declaraciones
que amplían la pronunciada en el título:
"En fondo de aire" (dije)
"estoy"
(dije) "soy animal de fondo de aire" (sobre tierra),
ahora sobre mar; pasado, como el aire, por un sol
que es carbón allá arriba, mi fuera, y me ilumina
con su carbón el ámbito segundo destinado12.
El fondo de aire significa el elemento
en el que el poeta está inmerso, como se observa en otros
poemas del mismo libro:
Todas las nubes...
ellas son para mí
la afirmación alzada de este hondo
fondo de aire en que yo vivo;...13
Pero también es un hálito
fundamental que lo dota de existencia, porque a sí mismo
se dice, convencido, que eso es. El aire es lo externo y, a la vez,
es lo interno. Es una especie de útero universal concebido
desde la propia conciencia del poeta o su ánima personal.
Esta conjunción de aires, el de fuera y el de dentro, significan
la trasparencia. Trasparencia porque el poeta, mecido en un devenir
marino es "pasado, como el aire, por un sol" que ilumina
ambos y todos los ámbitos.
El mar es también fondo,
fondo de agua, fondo de conciencia, como afirma en otro poema de
la serie:
Conciencia de hondo azul del día,
hoy
concentración de trasparencia azul...
Mañana de verdad en fondo de aire
(cielo del agua fondo
de otro vivir aún en inmanencia)...14
Conciencia que se irá revelando
en un ir y venir del oleaje del poema, tiempo sucesivo de sucesiones,
característica ésta, señalada en otros poemas
del mismo libro:
Va y ven, el movimiento
de lo eterno que vuelve, en ello mismo
y en uno mismo...15
El poema comienza en un presente
donde la conciencia del poeta reflexiona y se descubre. En la segunda
estrofa, sigue manteniendo dicha tónica y encuentra nuevas
evidencias intuidas. El poeta se sabe en una soledad acompañada
porque recibe la evidencia de que dios también habita en
ese fondo, y al igual que sucede con el poeta en la estrofa primera,
en la que dice "estoy" y "soy", dios también
está y es. A partir del primer verso de esta segunda estrofa,
todo el poema toma el giro de un diálogo-monólogo
del poeta con su dios. De ahora en adelante, el poema trascurre
en esa dirección, el de una confesión interna y profunda
del poeta ante su propio yo y su divinidad.
Pero es un dios que se manifiesta
por la trasparencia y que es, como se observa en el primer poema
del libro:
...esencia, eres conciencia...
con forma suma de conciencia
que la esencia es lo sumo,
es la forma suprema conseguible,
y tu esencia está en mí, como mi forma16.
Así, ese dios que es "lo
grande y lo pequeño que yo soy" y que reside en el "pozo
sagrado de mí mismo" es, a un mismo tiempo, esencia,
conciencia y forma.
Mas para Juan Ramón era una
esencia que se escabullía, que no podía ser aprehendida,
hasta que la experiencia mística le revela que siempre había
estado ahí, como hace constatar en la tercera estrofa:
Y en este pozo estabas antes tú
con la flor, con la golondrina, el toro
y el agua;...
Es decir, en la patente belleza
de lo cotidiano, de la que el sol también es personaje de
la plenitud, como centro de "los cuatro puntos inmortales"17,
y sus colores:
...con la aurora
en un llegar carmín de vida renovada;
con el poniente, en un huir de oro de gloria.
A la imajen del paso del día
le sigue, como reflejo, la imajen del paso del hombre:
En este pozo diario estabas tú
conmigo,
conmigo niño, joven, mayor, y yo me ahogaba
sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti.
Y el pozo era el centro, "La
fruta de mi flor... dios deseado y deseante... envoltura de mi centro,
de ti dentro"18 el espacio sagrado. "Y lo fundamentalmente
sagrado en la poesía de Juan Ramón Jiménez
¾escribe Xirau¾ puede reducirse a tres palabras: el
Poeta, el Poema, la Obra."19 Y así se lee en el poema
"Río-mar-desierto":
...por ti mi fondo de animal de
aire se hace
más igual; y la imajen
de mi devenir fiel a la belleza...
la imajen de mi obra en dios final...20
En la cuarta estrofa de "Soy
animal de fondo", del pozo mágico aparece la "sensualidad
hermosa que sabe que el gozar en plenitud de conciencia amadora,
es la mayor virtud que nos trasciende".
...el amor que es la forma
total y única
del elemento natural, que es elemento
del todo, el para siempre;...
con la sustancia toda
(y con toda la esencia)...
de quien, como yo ahora, todo, en luz, lo sabe21.
El poema "Soy animal de fondo"
describe un devenir de imágenes que se reflejan unas a otras,
es un tejido de correspondencias entre las esencias y las formas,
un va y ven de estados de conciencia del interior hacia el exterior
y viceversa, un juego de símbolos que sólo se explican
y esclarecen por medio de otros símbolos. Es una vía
mística que navega en fondos que transitan de la iluminación
a la unidad absoluta sin disolución de la personalidad, donde
el poeta al final, regresando a un presente, es:
... animal de fondo de aire
con alas que no vuelan en el aire,
que vuelan en la luz de la conciencia
mayor que todo el sueño
de eternidades e infinitos
que están después, sin más que ahora yo, del
aire.
Un éstasis revivido por la
experiencia estética de la poesía.
Conclusión
El poema "Soy animal
de fondo" es, en sí, un símbolo conformado por
las analogías e interacciones de un grupo de símbolos.
El fondo es aire que es mar que es fondo de agua que es sol que
es dios que es fondo que es luz que es conciencia que es pozo que
es flor que es aurora que es poniente que es oro niño, joven,
mayor que es centro pleno de conciencia amadora que es tú
y es yo en fondo de aire con alas que vuelan en la luz de la conciencia
mayor. Son una serie de correspondencias poéticas que apuntan
a expresar lo inefable de una vivencia mística cuyo significado
último es la trasparencia.
El poema, así también,
es un símbolo del poeta que es un animal de fondo de aire
interno y externo. Es la conciencia de un animal de fondo manifestada
en pensamiento, emociones y palabras que desembocan en el fondo
de la claridad de la página en blanco, también fondo
de aire donde se desarrolla en forma, fondo y fondo de la forma
el poema. Poema escrito en la página que fusiona, también,
por medio del entramado de símbolos, los espacios de la letra
y el papel para lograr trasmitir la sensación de trasparencia
del hecho estético.
Los versos difíciles de "Soy
animal de fondo", obra de un poeta mayor como lo es Juan Ramón
Jiménez, muestran toda la trayectoria de su vocación
poética, son puerto último de su mar, que para llegar
a comprenderlos con mayor plenitud, exigen el conocimiento de su
producción anterior, porque son consecuencia lógica
de su conciente evolución y búsqueda: "Y pensé
entonces -escribía Juan Ramón-que el camino hacia
un dios era el mismo que cualquier camino vocativo, el mío
de escritor poético, en este caso; que todo mi avance poético
en la poesía era avance hacia dios, porque estaba creando
un mundo del cual había de ser el fin un dios"22.
Notas:
1
Sánchez-Barbudo, Antonio, La segunda época de Juan
Ramón Jiménez (1916-1953), Editorial Gredos, Biblioteca
Románica Hispánica, Col. VII. "Campo Abierto",
núm. 4, Madrid, 1962, pág. 15.
2 Íbid., pág.
219. Fragmento tomado de "Quemarnos del todo", quizá
el último ensayo escrito por Juan Ramón Jiménez,
publicado en julio de 1956 en la revista Centro de Buenos Aires.
3 Íbid., pág.
156.
4 Santos-Escudero, Ceferino, Símbolos
y dios en el último Juan Ramón Jiménez,
Biblioteca Románica Hispánica, Editorial Gredos, Col.
II. "Estudios y Ensayos", núm. 232, Madrid, 1975,
págs. 19-20.
5 Ricoeur, Paul, Le Conflit
des interprétations, citado por Santos-Escudero, íbid.,
pág. 34.
6 Ídem.
7 El propio Juan Ramón
Jiménez dividía su evolución poética
en tres etapas: 1903-1909, 1910-1929 y 1930 hasta sus últimas
obras; aunque también él mismo se encargó de
modificarlas como consta en declaraciones, notas y escritos. Así,
en su Prologuillo autobiográfico establece otras tres
fases: 1896-1915, 1915-1936 y 1936-1955. Para Ramón Xirau,
la obra del poeta andaluz queda considerada igualmente en tres épocas,
pero ubicadas a partir de distintas obras y fechas: la primera de
1902 a 1915; la segunda, de 1917 a 1923; y la tercera, de 1946 a
1949. Antonio Sánchez-Barbudo considera la obra de Juan Ramón
en dos épocas: 1900-1915 y 1916-1953; y en los estudios de
Santos-Escudero se contemplan tres.
8 Antología de la poesía
moderna en lengua española, Laurel, Editorial Trillas,
"Linterna Mágica", 2ª edición, 2ª
reimpresión, México, 1991, pág. 495.
9 Jiménez, Juan Ramón,
Platero y yo * Trescientos poemas (1903-1953), 271 "La
trasparencia, Dios, la trasparencia", Editorial Porrúa,
S. A., "Sepan cuántos...", núm. 66, decimoctava
edición, México, 1995, pág. 183.
10 Íbid., 299
"Estás cayendo siempre hasta mi imán", pág.
202.
11 Xirau, Ramón, Dos
poetas y lo sagrado, Editorial Joaquín Mortiz, S.A.,
"Cuadernos de Joaquín Mortiz", México, 1980,
pág. 36.
12 Jiménez, Juan Ramón,
op. cit., 294 "Soy animal de fondo", pág.
199.
13 Íbid., 274
"Todas las nubes arden", pág. 186.
14 Íbid., 278
"Conciencia hoy azul", pág. 188.
15 Íbid., 283
"Esa órbita abierta", pág. 191.
16 Íbid., 271
"La trasparencia, Dios, la trasparencia", pág.
183.
17 Íbid., 277
"Al centro rayeante", pág. 187.
18
Íbid., 275 "La
fruta de mi flor", pág. 186.
19
Xirau, Ramón, op. cit., pág. 65.
20
Jiménez, Juan Ramón,
op. cit., 287 "Río-mar-desierto", pág.
194.
21
Íbid., 273 "En
mi tercero mar", pág. 184.
22
Santos-Escudero, Ceferino, op. cit., pág. 446. Cita
tomada de las notas de Juan Ramón Jiménez a su libro
Animal de fondo.
Antonio
Requejo del Blanco
Escuela de Escritores "Ricardo
Garibay", Sogem. |