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Junio - Julio
2003

 

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Prólogo al Acto de Creación como Consecuencia de la Necesidad de Comunicación
 

Por Daniel Murillo
Número 33

Este número de Razón y Palabra intenta conjuntar dos temas: la comunicación y la creación literaria. Consideramos que uno es parte del otro. Creemos que el acto de creación guarda la semilla del acto comunicativo: un texto se escribe no para ser leído en primera intención, sino por una necesidad inherente de querer decir, de querer comunicar. El texto puede descansar varios lustros años en el fondo de un escritorio o cajón, sin que acuda ningún lector a rescatarle, pero su sola presencia da fe de un acto, de una intención comunicativa.

Así pues, la intención de comunicar se dispara: el acto de creación abre la posibilidad al autor de hablar de dimensiones y mundos distintos, pero el proceso no acaba ahí porque el autor que buenamente ha escrito un libro y, todavía con más suerte lo ha publicado, en el camino halla a su contraparte, a su Alter Ego: un lector.

Los dos se encuentran, pese a que uno ya haya muerto: el libro es la prolongación de un acto infinito del escritor. El acto de creación encuentra su complemento con el acto de leer. Con el propio acto de escribir, la significación estalla. En cuanto la escritura se convierte en lectura la significación se dispara: ocurre un proceso incomprensible de comunicación en el que no sólo están interviniendo el autor, el lector y la obra, sino que existen dimensiones, referencias, experiencias, sentidos, significados, símbolos...

En este número nos proponemos abordar distintas aristas del proceso de creación literaria. Los temas de los artículos son diversos, pero la característica esencial de ellos es la búsqueda de conexiones. Dividiría los artículos en dos grupos: los que están centrados más en las experiencias cotidianas, profesionales y los que además de ello, exploran el terreno de la teoría. De los primeros, podríamos mencionar que guardan conexiones explícitas sobre: la publicidad y la literatura; la experiencia teatral y un dramaturgo en particular; entre la obra literaria y su prólogo; entre la violencia y los medios de comunicación; entre la felicidad y el arte de la fotografía (encabalgamiento de la /F/); entre José Carlos Becerra y un augurio -casi un deseo- de muerte.

El otro grupo de artículos, orientados hacia cuestiones teóricas, también se centran sobre una búsqueda, que se refleja en los vasos comunicantes entre el pluriestilismo como metodología y como filosofía; entre el mito y la tradición oral en el caso de La Llorona; entre dos autores que hablan sobre comunicación: Luhmann y Habermas; entre un poema de Juan Ramón Jiménez y el éxtasis; entre la programación neurolingüística y la creación literaria; entre la semiótica, la semántica y la creación literaria. También hemos agregado un ejercicio filosófico-literario: una conversación ficticia con Niklas Luhmann en un puerto.

Los autores de este número son de diversa formación. Escritores metidos a filósofos, dramaturgos, publicistas, comunicólogos metidos a semióticos, antropólogos, fotógrafos, literatos, periodistas... El rasgo común en ellos es que ejercen la comunicación en distintas formas. El acto de creación es cotidianidad en ellos, el devenir de la palabra, de la imagen, del texto en su expresión más amplia.

Asistamos juntos a este evento comunicativo.

Nota fuera de orden:
Agradezco el apoyo que se ha otorgado al boletín El Redactor que, lamentablemente, ha dejado de existir. Este boletín, que analizaba cuestiones del idioma técnico, fue editado de octubre de 1992 a enero del 2003 en el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua y fue suspendido debido a una decisión arbitraria e ignorante de parte del encargado directo del área editorial. Gracias al apoyo de Octavio Islas del Proyecto Internet del ITESM; a Alejandro Ocampo, director de Razón y Palabra; a Ricardo Soca de la Página del idioma español y a otras personas y amigos, el oficio de redactor todavía puede defenderse, en otras latitudes y con otras formas....


Mtro. Daniel Murillo