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Abril - Mayo
2004

 

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Por Arturo Arredondo
Número 38

¡OH EL CORAZÓN!

Se piensa que el corazón
es un músculo,
otros opinan que es el centro mismo del amor;
pero en realidad
como ya lo sabía Carson McCullers,
“el corazón es un cazador solitario”,
que acecha a su presa
con paciencia de araña,
la asalta en el camino
con un tridente
y después, cuando la ha sometido,
la va domando con caricias, besos,
pequeñas minucias a veces impalpables,
hasta que alcanza sus aviesos fines:
apoderarse totalmente del objeto amado


POEMA ANÓNIMO

Quiero acercarme a ti muy quedamente
para beberte el aire,
que compartamos
placeres y secretos,
caminar de la mano en las madrugadas,
señalar la luna en creciente.
descubriendo luego
el inesperado placer de la puesta del sol.
Entregarnos al indescriptible gozo de leer un libro juntos.
Déjame silencioso
besar tu delicada nuca;
desfallecer en tus brazos,
y compartir al amanecer, el gusto oscuro
de una humeante taza de café.


“TEN CUIDADO CON MI CORAZON”

I

Dice Chapman:
“ten cuidado con mi corazón”,
yo diría lo mismo;
está viejo, ha amado mucho,
es delicado como una rosa envejecida.
Y sin embargo tintinea nuevamente
como una campana de plata
cuando apareces;
pero repito,
ten cuidado con mi corazón
que ahora en este momento
no las tiene todas consigo.

II

Pero tú sabes alma mía
que ni tú tendrás piedad de mi corazón
ni yo con el tuyo,
ya que los amantes son depredadores
por naturaleza.


HOY QUE TE AMO


Hoy que te amo
estoy ligero como el viento;
de nuevo delgado como una espiga.
Es el principio;
como en una acuarela china,
nada esta bien resuelto,
pero se ve ya un paisaje definido.


DESEO

Deseo de tu cuerpo
en la nebulosa de mi recuerdo;
deseo de tu risa fresca,
en el resonador cóncavo de la sala;
deseo de ti,
de tu perfume,
de tus manos.
Deseo de ti
como evocándote en un pozo.


EL MAR

El mar es un poema
tendido sobre el horizonte,
como un amante rendido,
que besa una y otra vez
una espalda infinita.
El cielo cubierto de nubes
se ofrece como un domo gris
cerrado y triste,
que no puede ser penetrado por la luz.
En tanto el rubicundo Apolo espera,
diligente y tranquilo espera
que las nubes pasen,
se conviertan en lluvia
o se desintegren arrastradas por el viento;
para que él en un descuido
se apodere de la playa toda.
Las gaviotas.
¡Oh las gaviotas!, esas eternas centinelas del mar
se sumergen con precisión;
mientras el mar demuestra estar dispuesto a todo
para recuperar a esa amante desdeñosa que es la playa.


ODA AL DOLOR

Dolor querido
que a la muerte llamas,
espera,
aguarda un poco
a reclamar mi cuerpo.
Desaparece hoy
que tengo aún
tareas pendientes.
No te rechazo
corazón de pócima;
te he llevado conmigo
a lo largo del camino
sólo que aún es temprano.
Hay en mí, dolores viejos
que casi se han muerto,
¿Eso te disgusta?
¿Apeteces matarme sin respiro alguno
como hace el león con la cebra?
Mejor aparece en la noche
cuando pueda disimularte con el sueño;
pero eres perverso
y ya sé que en las sombras
te aliaras con el insomnio
en sombrío contubernio,
para hacer mi descanso
un oscuro infierno.


EL PEZ BEBE

El pez llega a la luna
reflejada en el agua y la bebe,
después muere
y una astilla,
un grano diminuto de ese pez,
llega a la ostra y la lastima;
ésta para evitarse daños
la transforma en perla
con muchos, muchos trabajos.
El hombre arranca esa perla
y la lleva consigo;
en esa perla está
la luna, el pez, la ostra y el tiempo.


Lic. Arturo Arredondo
Escritor y periodista, México