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Por Ixchel Castro
Número 39
Si
repasamos la historia de los medios audiovisuales en México,
podemos observar los diversos métodos creados por los misioneros
para salvar el problema de la comunicación, intentaron evangelizar
mediante señas y gestos, después mediante ideogramas
y pictogramas hasta llegar a la pintura en grandes lienzos. Esta
praxis pedagógica fue determinante como una herramienta que
transmitía conocimiento, sin embargo, los misioneros franciscanos
algunas ocasiones la utilizaban de manera excesiva, una ilustración
al respecto, es el caso de fray Luis Caldera, quien iba de pueblo
en pueblo con grandes lienzos de los sacramentos, el catecismo,
el cielo y el infierno, en cuanto al purgatorio, creaba una especie
de horno, en el cual arrojaba perros, gatos y otros animales a los
cuales prendía fuego; el dolor de las bestias creaba el impacto
deseado en los indígenas mexicanos, (Ávila , 2000).
El momento por el que pasamos hoy en México en muchas instituciones
educativas es de alguna manera similar a la representación
de fray Luis de Caldera: Existe un exceso/abuso de la utilización
de los medios no sólo audiovisuales sino también informáticos,
y del análisis de este punto trata este texto. Aunque para
hacerlo, es necesario retomar algunas ideas.
Es obvio que en la actualidad no sólo contamos con la pintura
y la representación escénica como recursos pedagógicos
visuales, como en 1524, el avance técnico en este sentido
ha resultado significativo porque herramientas como proyector de
acetatos, proyector de diapositivas, vídeo, DVD, CD, televisión
y “Power point” se hacen presentes en el quehacer docente
cada vez de manera más habitual, sobre todo en instituciones
educativas particulares. Tal vez por ello, la tecnología
educativa desde su perspectiva micro -medios tecnológicos
audiovisuales e informáticos-, ha tomado gran auge en diversos
países.
Para algunos analistas como Ferrés
(1999), la tecnología –específicamente la televisión-,
es un elemento que debe ser incorporado de manera integral en el
proceso de aprendizaje “Debemos educar en la televisión
(es decir convertir a este medio en objeto de estudio) y con la
televisión (incorporar este artefacto al aula, en todas las
áreas y niveles de la enseñanza). Porque si una escuela
no enseña a ver televisión, ¿para qué
mundo educa?, ¿qué símbolos ayuda a interpretar
hoy?, ¿los de qué cultura? Si educar exige preparar
a los ciudadanos para integrarse de una manera reflexiva y crítica
en la sociedad, ¿cómo se integrarán unos ciudadanos
que no están preparados para realizar de manera crítica
aquella actividad a la que más horas dedican?”.
Muy probablemente la postura de Ferrés con respecto a los
medios restantes (dependiendo de la popularidad de uso), sería
la misma. Esta premisa, la recrea, considerando que en los países
industrializados, los estudiantes dedican más tiempo a ver
televisión que el que dedican a sus clases. Aunque cabe mencionar
que hoy no es sólo la televisión quien tiene la atención
de los estudiantes, también existen otros estímulos
visuales como el del cine, los videojuegos, las páginas de
entretenimiento en internet (música, juegos, vídeos),
entonces podemos percatarnos del sobre estímulo visual de
las nuevas generaciones, un sobre estímulo que de acuerdo
a McLuhan (1996), tiene consecuencias concretas.
McLuhan asevera que los seres humanos
contamos con dos hemisferios cerebrales: Izquierdo (encargado de
lo visual y relacionado con la razón, el intelecto, el autocontrol,
el razonamiento cuantitativo) y el Derecho (encargado de lo acústico
y relacionado con la emoción, lo creativo, lo intuitivo,
la percepción simultánea, lo simbólico). Ambos
cumplen –asociados-, una función determinada; el procesamiento
y análisis de la información considerando el contexto
en el que ésta se desarrolla, es decir explorando forma y
contenido del mensaje. Sin embargo el problema principal planteado
por este autor en el marco del estudio de los efectos televisivos,
toma como eje central el hecho de que la cultura occidental se ha
desarrollado en un modelo cuyo aprendizaje es concebido a través
del hemisferio izquierdo (un enfoque visual) y mientras esto tiene
lugar en nuestro propio entorno, el resultado es la separación
del procesamiento emoción-razón.
Giovanni Sartori (2000), por otra
parte, expresa que el niño de hoy, pasa muchas horas frente
al televisor (es decir, frente a las imágenes), incluso antes
de aprender a escribir, hecho que lo hace perder una de sus capacidades
primordiales: La simbólica. Nos encontramos pues, con un
niño cuyo aprendizaje es en su mayoría visual. Llaman
y retienen su atención las imágenes más que
las palabras, porque en las imágenes no hay que recrear,
no hay que adivinar, ni siquiera tiene que pensar para comprender,
la interpretación es un elemento que en su mayoría
ya viene incluido.
Comparando la propuesta de Ferrés
con la teoría de Sartori, podríamos fácilmente
anexar una sugerencia a la primera, porque si bien se entrena al
niño en la escuela para ver televisión, entonces podríamos
caer en el exceso de adiestrarlo únicamente para crear un
abismo cada vez más grande entre el análisis forma-contenido
(generado por sus dos hemisferios), para que sus interpretaciones
exclusivamente se avoquen a las imágenes y para que continúe
pensando, que procesos de aprendizaje como el de la lectura no sólo
son obsoletos, sino también aburridos y cansados.
Muchas instituciones educativas,
en su preocupación de parecer “vanguardistas”
han implementado en su infraestructura aparatos de televisión,
videocaseteras, computadoras y cañones entre otros instrumentos
tecnológicos, sin embargo no debemos perder de vista lo siguiente:
1. Los medios no representan por
sí solos una educación vanguardista, para
ello, se necesita saber utilizarlos – no sólo en
el aspecto operativo sino en el de manejo de contenido (preparación
y elaboración del mensaje de acuerdo al receptor)-.
2. Cada vez que alguien intenta vender la idea de vanguardia
a través de la tecnología, habría que preguntarse
qué pasa con la habilitación del hemisferio derecho
cerebral, es decir el desarrollo acústico del educando,
¿lo desarrollan en la misma medida que el hemisferio izquierdo?,
¿cómo?
3. La tecnología nunca debe utilizarse como pretexto para
sustituir la riqueza de la comunicación interpersonal.
Es decir, en algunas instituciones educativas, se tiene la creencia
de que se habilita al alumno en sistemas de comunicación
complejos – donde intervienen el internet por ejemplo-.
La base de toda buena comunicación, es la práctica
de la comunicación interpersonal. No se debe apoyar al
alumno a que se evada de la realidad por medio de un mundo virtual
cuando no es necesario.
4. ¿Cuál es la función del docente actual?,
¿apoyar al alumno en el aprendizaje que sabemos está
entrenado desde su infancia (visual), o habilitarlo para desarrollar
sus aptitud (acústica) dormida por tanta imagen?
5. Si a los estudiantes les es difícil comprender determinada
información, el hecho de que el docente adquiera el Disco
Compacto, el Video o sintetice en acetatos
un contenido, tal vez libere al estudiante de la “carga
interpretativa”, pero a la vez resta su capacidad simbólica.
En este sentido, es mejor buscar la manera de acercarlo a nuevas
opciones de aprendizaje diferentes a las visuales.
En cierta ocasión escuché
a un profesor aseverar que el vídeo era bueno para filmar
a los alumnos de preescolar en sus actividades artísticas,
de esta manera, los pequeños no se cohibían frente
al público el día del evento y los papás verían
la filmación y no a su hijo en vivo. Este me parece
un excelente contraejemplo de lo que debemos hacer con
los medios, porque se le capacita al infante para ocultarse a través
de los ellos, se le ayuda a desarrollar su timidez, a no fortalecerse
en la práctica de situaciones cotidianas que lo ayudarán
a enfrentarse mejor a la vida.
El objetivo de este análisis
no se centra en eliminar la propuesta de Ferrés (educar en
y con la televisión), sino en lograr un equilibrio en la
utilización de los dos hemisferios cerebrales del discente,
y en este sentido, la cultura de las imágenes ya lleva un
buen avance a diferencia de la de los sonidos.
Resumiendo, es necesario que el
profesor se tome un tiempo para analizar cuáles son sus estrategias
pedagógicas y detecte aquéllas que tienen mayor peso
en su programa; las de tipo visual o las de tipo acústico,
sólo así, logrará compensar al educando en
la habilitación de sus dos hemisferios cerebrales.
Hay que reconocer que la solución
más fácil podría ser educar a los estudiantes
mediante el proceso en el cual ellos ya recibieron entrenamiento
– el proceso visual-, pero aquí queda a juicio personal
el compromiso de modificar el perfil de egresados que estamos creando,
como diría McLuhan “Generaciones sordas de por vida
a los estímulos de la lectura y del saber transmitidos por
la cultura escrita y acústica”.
Referencias:
Ávila,
Salvador (Coordinador). (2000). Los medios audiovisuales educativos
en México. México: Sep-Televisión Educativa.
Ferrés, Joan. (1999). Televisión y Educación.
España: Paidós.
McLuhan Marshall y Powers B.R. (1996). La Aldea Global.
España: Gedisa.
Sartori, Giovanni. (2000). Homo Videns – La sociedad teledirigida-.
México: Taurus.
Mtra.
Ixchel Castro Lerma
Catedrática de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación,
Universidad Latina de América,
México. |