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Por Daniel Martí
Número 41
Introducción
Una mirada a las edades históricas de la publicación
científica se propone como ejercicio reflexivo al cumplir
diez años las primeras revistas académicas de comunicación
publicadas en Internet desde Latinoamérica, España
y Portugal. La experiencia de estas revistas científicas
de comunicación, las más antiguas en la Red, transforma
los modelos de edición comercial y académica de la
ciencia al integrar nuevas prestaciones las aplicaciones para la
edición electrónica en Internet. Al llegar las primeras
revistas a los diez años no se completa ningún ciclo.
Algunas anteriores en la publicación seriada impresa, y otras
renovadas hace pocos años como revistas digitales, se encuentran
en un buen momento para revisar el modo de su consolidación.
Las reflexiones que siguen también esperan ofrecer perspectivas
y estimular nuevas vías para bastantes revistas de comunicación
que a estas alturas de 2004 todavía no han actualizado sus
contenidos este año con nuevas ediciones en red.
Diferencias
en los contextos históricos de la publicación científica
Escenario clásico de la comunicación científica
Un documental en un canal televisivo vía cable comentaba
que estudios paleontológicos en Europa indican una posible
existencia de representaciones astronómicas anteriores en
unos mil años a las más conocidas en Egipto. Como
en el rastreo de la representación de unas estrellas, también
en los orígenes de la comunicación científica
podemos encontrar distintas similitudes y diferencias del pasado
con respecto a los nuevos escenarios sobre tecnologías de
información. El objeto de la comparación no persigue
la exactitud del dato sino volver a plantear la intención,
la actitud, lo que se pretendía y más o menos dónde
quedó situada la cuestión de la comunicación
de la ciencia y sus categorías fundamentales en sus tres
épocas de cambio precedentes a la actual.
En la tradición
europea occidental, solemos atribuir un origen griego a la constitución
y distribución de las primeras disciplinas científicas
con un objeto, métodos y autores reconocidos en su investigación.
Parece que Atenas en el siglo de Perícles, V a J.C., alcanzó
niveles económico y político con una estabilidad que
facilitó la separación de Mito y Filosofía.
Tras la demarcación filosófica se formularon las primeras
especialidades científicas, por los mismos Sócrates,
Platón, Aristóteles -y tantos otros- que consignaron
los conocimientos de nuestro medio y entorno y que organizaron en
un conjunto integrado sus exposiciones y muchas otras heredadas
o recibidas de autores anteriores.
Los imaginarios de
un universo ordenado, presentan contradicciones con teorías
científicas contemporáneas, pero proyectan un paradigma
lógico y jerárquico de división y organización
del saber todavía vigente en otras teorías actuales
de la información, del conocimiento, de la divulgación
y de las demás actividades intelectuales implicadas en la
comunicación de la ciencia.
Junto con las primeras
clasificaciones y distribuciones de disciplinas, en la antigüedad
ateniense el discurso científico también configuró
unas formas retóricas más adecuadas para la discusión,
la transmisión y la recopilación según los
sistemas de producción, distribución y conservación
de documentos.
Tratados, manuales,
disertaciones, diálogos... colaboraron en la primera construcción
de los públicos interesados en el aprendizaje y la comunicación
científicas.
Impronta universitaria
de la comunicación científica
El cambio a un nuevo paradigma se anticipa en el contexto de un
diferente escenario religioso y político que, en la Baja
Edad Media, construye centros civiles y religiosos donde se traducen,
comentan y archivan textos anteriores y contemporáneos. Constituirán
las bases de la primera formación e investigación
en universidades. También son una refundación de mayor
difusión social y más institucional de las publicaciones
académicas de culturas antiguas.
Como materiales para
esa formación en centros específicos aparecen las
publicaciones recopilatorias y monográficas, que desarrollan
los géneros académicos en nuevas variantes precedentes
de posteriores publicaciones monográficas o seriadas.
Sin embargo, en los
siglos de la comunicación científica vinculada a la
universidad, se perciben signos de fragmentación del escenario
sapiencial antiguo. Se perciben horizontes diversos tanto en los
planteamientos teóricos y metodológicos de la investigación
como en la misma definición y clasificación de las
ciencias y las artes.
Entre otras tendencias,
se acentúa una especialización progresiva y una contextualización
cultural de la investigación científica al lento ritmo
de la constitución en Estados de algunas de las regiones
nacionales en Europa y América.
Publicaciones científicas
impresas
Sin demérito de la tecnología y del arte del papel
y de la tinta, los sistemas de de reproducción y impresión
catalizan la evolución cultural y nacional de siglos siguientes.
Como se ha recordado en los últimos años (Guédon
2001), coincide además con el primigenio enfrentamiento democrático
a las monarquías teocráticas, de economía colonial,
que siglo tras siglo ven debilitar su hegemonía sobre otras
naciones europeas.
El esbozo contextual
en torno a Oldenburg permite intuir la influencia de los valores
sociales cifrados en el individuo y la propiedad sobre otras dimensiones
culturales y en la investigación y la comunicación
científicas. A pesar del escueto marco, se vislumbran algunas
explicaciones del nacimiento en Inglaterra y en Francia de las primeras
revistas de sociedades científicas.
Incluso se han apuntado
dos estrategias editoriales, todavía no directamente competitivas,
que se debatieron como primer modelo de la gestión de la
información científica:
1. política
de autentificación y reconocimiento de valor de la propiedad
intelectual de los investigadores, que parece señalar el
proyecto inglés, y
2. planteamiento editorial francés también orientado
a los cambios y evolución de la actualidad de la ciencia.
En la sucesión
de hegemonías nacionales y en el modelo de comunicación
científica se impusieron los británicos.
Desde el punto de vista
del contexto de los contenidos, el macrotema de la división
del saber ha pasado a convertirse en un diálogo bibliográfico
en torno a los principios de la ciencia y los discursos sobre métodos.
Estos precedentes y primeros ensayos de la publicación seriada
no sustituyen las ediciones escolares de los tratados y manuales
o el género epistolar, pero también tienen consecuencias
retóricas y formales en ellos.
Además de la
aportación de las revistas a la división y especialización
de las ciencias (y otros efectos acumulables a objetivos de entornos
y paradigmas anteriores), el desarrollo de las revistas salta las
fronteras de la comunidad de investigadores y de las comunidades
de formación, hasta penetrar en intereses particulares de
la esfera civil. La comunicación científica y sus
impresiones se han extendido desde el siglo XVII a los eventos sociales
de divulgación (Panza y Presas, 2002), como ciclos de lecturas
y conferencias o las colecciones, exposiciones y museos…,
ampliando expectativas sociales en torno a nuevas disciplinas y
enseñanzas en la universidad e institutos de investigación.
Era necesario que la
reproducción y la difusión social de textos se encauzara
con la experiencia normalizadota de la edición monográfica
y ad hoc. En las revistas la normalización es nacional, y
en general, compleja; casi imposible todavía en algunos países
para otros tipos de publicaciones seriadas como las residentes en
Internet. Tampoco la normalización en la literatura gris
y de corta circulación (Rubio 2002) se ha asentado por razones
similares a la anterior. Así pueden verse todavía
revistas, en los dos soportes, sin normalizar tanto en Portugal
o España como en Latinoamérica.
La revista en la comunicación
científica
Funciones de la revista científica
Enfocando la revista científica, desde el dinámico
y tecnológico presente, selecciono listas de funciones y
de inconvenientes de la edición científica seriada
que me parece imposible se formularan en esta forma de no existir
las revistas digitales y otras aplicaciones informáticas
y formatos de edición en línea como los que usamos
diariamente.
John W. T. Smith (1999) distingue
dos tipos de funciones, explícitas y menos notorias, en el
papel desempeñado por las revistas científicas.
Seis primeras funciones, explícitas,
más comentadas, (Smith 1999, 81) se pueden resumir como:
- selección editorial de
los materiales en función de la orientación temática
en el estilo de la revista y/o según el posible interés
para sus lectores,
- control de la calidad de los
contenidos recibidos por el equipo editorial o los revisores que
colaboran en la edición,
- control de la calidad redaccional
y representacional en los textos e imágenes a cargo de
los responsables de la producción editorial,
- atribución de reconocimiento
al trabajo de los investigadores por la publicación,
- consecución de reputación
ante los lectores o bibliotecarios para las mismas cabeceras científicas
merced a su autoridad, rigor, antigüedad, etc.
- difusión o divulgación
de información científica.
Aunque las funciones ocultas o subyacentes
han recibido menor atención, las revistas científicas
también han sido agentes activos en:
- definición de las áreas
de cada disciplina, a través de los editoriales, de selección
y de las revisiones de documentos,
- definición de la comunidad
de los lectores. Función más evidente en el caso
de las nuevas disciplinas o de las áreas emergentes. Y,
- archivo documental de la especialidad,
indirectamente, a través del archivo documental en bibliotecas
y centros de recursos (Smith 1999: 81-82).
Inconvenientes de la revista científica
impresa
Un caro y lento proceso de producción impresa disminuye algunos
de los valores presumibles en la publicación científica
seriada. Tanto funciones explícitas de las revistas, como
la construcción de las áreas disciplinares, de los
públicos y de unas bases documentales colectivas, han resultado
condicionadas por la falta de visibilidad de sus contenidos y por
la presión jerárquica de las autoridades y los criterios
comerciales en la gestión editorial.
En opinión de expertos en
economía de la comunicación científica, por
el tipo de industria y de producción de textos impresos.
Para Weary y Schutz (1997, sobre revistas de física), las
revistas impresas de información científica:
- retrasan la difusión
de conocimientos científicos,
- fijan una “agenda de contenidos”
y secciones en estructuras poco flexibles, y,
- solidifican o canonizan las
versiones publicadas de los documentos, como textos definitivos.
Desde la perspectiva del uso y de
la satisfacción de los objetivos esperados por lectores,
coleccionistas o bibliotecarios, la comunicación científica
también presenta distintos inconvenientes entre los que destacaré
la falta de visibilidad del texto científico y la lucha por
la reputación.
Sin despreciar las técnicas
observacionales, fenomenológicas o sociológicas, imprescindibles
para la cuantificación y el análisis deseo mencionar
aquí el interés de los datos de lectura o de uso de
la información científica, en disciplinas auxiliares
como la informetría (Spinak 1996, Morales 1995 y Morales
1997 en Araujo y Arencibia 2002). Desarrollada en Centroeuropa desde
mediados de los ochenta, a partir de la bibliometría y de
la cienciometría, podemos encontrar técnicas de cuantificación
de producción y de uso de información, a partir de
estudios más clásicos de productividad de autores
(Lotka 1926), de reconomiento y dispersión de fuentes investigadoras
(Bradford 1934) u otros aspectos estadísticos de los contenidos
(Zipt 1949).
Entre los estudios de usos de la
información registrada y el análisis infométrico
de citas pueden encontrar textos científicos sin citación
exterior alguna (10% en medicina o el 7% prehistoria, Terradas et
alt 1992). Otros documentos, en los últimos diez años,
no han sido citados una sola vez. Sobre una amplia muestra, Lesk
(1997) encuentra un 22% de los artículos y revisiones de
ciencias nunca citados; el 48% de los textos de ciencias sociales
y ¡el 93% de los textos humanísticos! sin que nadie
les hiciera referencia entre 1984 y 1993. Las ciencias humanas y
sociales tampoco figuraban igualmente representadas, se medía
con parámetros inadecuados y otros problemas conocidos y
discutidos de los índices y de los análisis de citas.
Tampoco en lo que se refiere a la
reputación y el reconocimiento de autoridades, las revistas
impresas han supuesto un cauce inmejorable para la expresión
y la comunicación de la calidad científica.
El asunto del reconocimiento, con
diferencias tan importantes entre unas ciencias y otras, es fuente
de discusiones en la que tienen intereses los Estados, las grandes
industrias, incluidas las culturales, y el orgullo humano desde
sus variados laboratorios y departamentos.
La misma necesidad ha ido desarrollando
una cienciometría (Brookes 1990), a partir de la bibliometría
europea de los años setenta. Pretende prestar sus servicios
a la sociología de la ciencia y al establecimiento de políticas
estatales de investigación (Araujo-Arencíbia, 2002).
Cuantifica la producción por disciplinas, la productividad
y creatividad de los investigadores y de las estructuras de su difusión.
Como en el caso de la informetría, el análisis de
la comunicación científica también demanda
precisiones culturales y políticas regionales que la deplazan
en las frecuentes reclamaciones a las listas científicas
nacionales y en los conflictos de intereses (como factores de impacto
o específicamente como conflictos de intereses con la industria;
Camí (1995).
A partir de las primeras leyes como
la de Bradford 1934 (suscitada para racionalizar el gasto bilbiográfico
de la investigación después de la gran depresión),
y la ley de Lotka de la productividad científica, se ha centrado
la calidad y el valor de la investigación científica
en torno a revistas nucleares de las disciplinas evaluadas con el
precedente del Institute of Scientific Information (ISI) en el Science
Citation Index.
La identificación de las
revistas nucleares con “lo más granado” de la
información científica, o incluso como el núcleo
de una ciencia resulta impropia. Sin embargo, debido a la función
prescriptora o de gatekeepers ejercida por los editores de esas
cabeceras, se produce tal identificación como se puede comprobar
en decisiones sobre políticas científicas nacionales
y en la opinión pública de los lectores sobre el estado
de la ciencia (Guédon 2001). Aun cuando parezca obvio que
la excelencia o calidad reconocida en el sistema jerárquico
dirigido por los editores no garantiza la calidad y excelencia científicas
en sí mismas consideradas.
Reconociendo la conveniencia de
una función editorial especializada, y las ventajas de una
revisión por pares de los documentos a seleccionar por consejos
editoriales para su publicación, desde mediados de los setenta,
los derechos de autor y la reputación atribuida han multiplicado
el valor de mercado de la publicación científica ante
bibliotecas, universidades, institutos y alumnos/lectores. Como
en otros mercados cada vez más globales, se ha producido
una concentración de distribuidores y de títulos nucleares
de las disciplinas, acompañada de un importante encarecimiento
de los productos científicos publicados, por motivos del
mismo negocio y de la concentración de la producción
y la distribución para un mercado desarrollado y en expansión
(p. ej.: ARDE, 2004)
Revistas digitales de comunicación
y sedes web
Las primeras revistas digitales sobre comunicación
Investigaciones científicas han sido objeto de publicación
seriada disponible en World Wide Web desde los años 90. Éxitos
editoriales, en el sector de la información y de las revistas
empujaron muchos otros proyectos siguiendo la estela de Wired (1993)
<http://en.wikipedia.org/wiki/Wired_Magazine>,
contestación al y desde el mundo académico, bajo la
impronta de Nicolas Negroponte, nacida cerca del MIT Instituto Tecnológico
de Massachusetts o de First Monday (1996) <http://www.firstmonday.dk>.
Con el desarrollo de la publicación electrónica, las
revistas académicas han pasado a compartir formato digital
con la edición impresa o como proyectos diseñados
específicamente para distribución por correo electrónico
o navegando en Internet.
Una de las citas habituales en el
mundo hispanohablante define la revista académica digital
como “conjunto de artículos ordenados, formalizados
y publicados bajo la responsabilidad de una institución científica
o técnica a través de redes teleinformáticas”
(Barrueco, García Testal y Gimeno, 1996). En otras palabras,
no se percibe marca entitativa salvo las relativas al soporte. Después,
Villalón y Aguillo (1998, en Baró y Ontalba, 2002)
detallan las categorías “artículo científico”
como texto completo, resúmenes o simples sumarios de contenidos
y la “responsabilidad de la institución científica
o técnica” con respecto a la autenticidad y la calidad
de la información publicada.
Tras diferentes formas de traslado
de ediciones impresas a Internet, las distribuidoras comerciales
de información científica han instaurado también
sus propias sedes electrónicas para la transacción
de distintos formatos electrónicos por venta o suscripción.
Por las condiciones de difusión electrónica, las revistas
digitales igualan o superan la difusión científica
americana (Mercer 2000). También crece y aumenta el impacto
de las hispano-portuguesas (Aliaga 2002). En opinión de Solomon
(2002), la liberación de los contenidos para su difusión
a través de la red está en manos de los académicos.
Las revistas no tienen porqué perder su ascendiente sobre
la acreditación y los derechos, sin embargo pueden flexibilizar
sus políticas de edición y sus contratos de derechos.
Desde Smith (1999) y otros (Rodríguez
1999, Aliaga 2002, Baró y Ontalba 2002) se distinguen dos
niveles iniciales de digitalización:
1. el traslado de la política
y los formatos de ediciones impresas anteriores o simultáneas,
con respecto a
2. los proyectos editoriales exclusivos para la red.
Nuevas ediciones electrónicas
se añadieron al papel en la información científica
de comunicación en español y portugués entre
1994 y 1998 revistas digitales como Comunicación
y Sociedad <http://www.unav.es/cys/>,
Telos <http://www.campusred.net/telos/>,
Pixel Bit <http://www.sav.us.es/pixelbit/>,
Comunicar <http://www2.uhu.es/comunicar/revista.htm>,
Pensamiento Científico
<http://www.ciencytec.com/pc/>,
Quark <http://www.imim.es/quark/>,
Relieve <http://www.uv.es/RELIEVE/>,
Razón y Palabra
<http://www.razonypalabra.org.mx>,
Revista CIMJ Centro de Investigaçao
Media e Jornalismo <http://www.cimj.org/publicacoes.asp?tipub=Revista>,
Latina <http://www.ull.es/publicaciones/latina.htm>
y Ámbitos <http://www.ull.es/publicaciones/latina/ambitos/ambitos.htm>,
Chasqui <http://www.comunica.org/chasqui/>,
Ciberlegenda <http://www.uff.br/mestcii/rep.htm>,
o Hipertextos <http://hiper-textos.mty.itesm.mx/index.htm>
ahora como Global Media Journal.
Algunas mantienen la maqueta y la
estructura de contenidos en papel; otras simplemente han imitado
en la red formatos bastantes estandarizados de las ediciones web.
A pesar de la pobre versión electrónica que presentan
algunas de estas pioneras, la coedición electrónica
bajo la misma imagen y cabecera, podría ofrecer servicios
añadidos a bajo coste, naturales en el entorno web en el
que se sitúan. Por ejemplo (Baró y Ontalbo, 2002):
búsqueda interna, actualización de secciones y artículos,
recursos seleccionados y comentados, archivos complementarios incluyendo
tablas o gráficos de datos y en varios formatos, líneas
de debate y discusión, etc.
Estas oportunidades tecnológicas
no están siendo utilizadas por la mayoría de las revistas
de ciencias sociales en lenguas hispanas. Simplemente han aplicado
modelos de edición impresa inútiles para una gestión
tecnológica de los contenidos. Lo que los usuarios consideramos
como defectos en muchas revistas de esta generación no sólo
se debe a una deficiente estrategia editorial justamente criticada
por Loría y Magaña (2001).
También se ha debido a la
fase de introducción de Internet en la que ha podido destacar
la arquitectura de información propia de portales de contenidos
como modelo dominante de sitio o sede web con información.
Este hipertexto de multiples documentos enlazados a distintos niveles
con su domicilio o URL principal (aludo a la definición del
World Wide Web Consortim de website y homepage) asienta la imagen
de un espacio nuclear estático bien diferente de la experiencia
de uso y de las distintas modalidades de navegación que pueden
ofrecer las sedes web.
Para las revistas, una etapa de
digitalización más profunda exige diferenciar los
interlocutores y los usos normalizados y acotados en las últimas
décadas de las publicaciones impresas según la experiencia
de los usuarios de Internet. El error de la asociación a
una arquitectura y sus modelos de desarrollo para sedes, condiciona
las demás modalidades de interacción y pueden derivar
hacia otros formatos y estructuras como ha ocurrido con la edición
en pre-print habitual en astronomía o física (wikipedia:
electrónic publishing <http://en.wikipedia.org/wiki/Electronic_publishing>).
La publicación colaborativa, de acceso público en
formato wiki o weblog ya cubren servicios potenciales de revisión
de actualidad y oferta de servicios nocionales y enciclopédicos.
El problema de la migración de públicos no sólo
afecta a la arquitectura, el estilo y la política editoriales
de revistas, sino que se extiende por millones de páginas
de empresas, de organizaciones y, lo que es más grave, a
la mayor parte de los servicios públicos de los que se informa
en red.
Servicios web de información
científica sobre comunicación
La coordinación científica, la integración
en proyectos empresariales y sociales o la divulgación desde
los más pequeños a los mayores marcan las exigencias
de esta época con la experiencia de las anteriores. Las revistas
ocupan un espacio privilegiado para atender a las demandes de fondo.
Pero no son las únicas estructuras posibles en Internet y
tendrán que decidir sus estrategias. A la vista de los proyectos
digitales originales sobre comunicación, parece oportuno
considerar cambios en el modelo de revista tomando en consideración
desde las primeras sugerencias sobre la importancia de los servicios
de valor informativo añadido y la apertura a la participación
de los usuarios (Okerson, 1997; Hunter, 1997; Smith 1999). Una experiencia
de este tipo de propuestas puede navegarse en el movimiento por
el libre acceso a los recursos (Open Archives Iniciative <http://www.openarchives.org>)
o las bibliotecas virtuales <http://vlib.org/>.
Las reformas de modelo y los ejemplos
no culminan el desarrollo de la interacción. Ya se ensayan
formas de interacción con el texto, el autor, con el editor
(Aliaga-Suárez, 2002: 1). Por ejemplo, son interacciones
con los contenidos los hilos de una lista de discusión o
las secuencias de comentarios que ha suscitado; la comunicación
y actualización de los datos originales, sucesivos, tablas,
gráficos…
Aplicaciones informáticas
relacionadas con los motores de búsqueda y las bases de documentos
están depurando la recuperación automática
de información preliminar para la acreditación de
autores o de los enlaces (Arms 2002). Las mismas y otras prestaciones
de la búsqueda se están usando además en el
rediseño y configuración de las páginas de
presentación o de las bases de datos en las sedes. No sólo
se facilita la cuantificación, sino que sirven a un rediseño
o una reconfiguración más sencilla de la arquitectura,
en función de los intereses dominantes en una comunidad científica,
o de los usos más frecuentes de la información en
un entorno. Una realidad que sin cerrarse en la automatización,
ofrece parte de las ventajas “democráticas” que
Nadasdy (1997) o Smith (1999) vislumbraban en su modelo de revistas
electrónicas deconstruidas.
Para la gestión editorial
son relevantes las estadísticas instantáneas de uso,
la recuperación de enlaces o avisos automáticos recibidos,
las votaciones y sugerencias de los lectores. La riqueza de contenidos
y de operaciones en la navegación dispone de un abanico paralelo
de formatos de edición, archivo e intercambio. Además
se trabaja en nuevas versiones de sistemas operativos, que faciliten
una navegación multimedial entre los distintos tipos de archivo
(tanto en el creciente software libre, como por parte del Windows
Longhorn, que se esperaba para 2005 y que ha anuncia un mayor retraso).
Con prestaciones sencillas de instalar
y de gestionar, se desdibujan las fronteras de la edición
académica clásica detrás de unas políticas
de visibilidad ante los buscadores o la multiplicación de
navegantes con tipos complementarios de uso. La notoriedad pública
se relaciona con pérdida de reputación científica
aunque tampoco es ninguna ley ni axioma.
La aproximación entre el
artículo científico y el informe profesional, u otras
formas de literatura gris, supone una política editorial
experimentada en Internet y no tiene porqué perjudicar el
valor científico del resto de los contenidos. Información
interesante al servicio de los profesionales se encuentra en sus
asociaciones, con publicaciones seriadas, como Etcétera <http://www.etcetera.com.mx/>,
Pulso del periodismo <http://www.pulso.org/index.htm>,
Capçalera <http://www.periodistes.org/cat/PubliCapcalera.htm>
o Sala de Prensa <http://www.saladeprensa.org/>,
aunque también haya sido asunto en revistas académicas
como Estudios del Mensaje Periodístico <http://www.ucm.es/info/emp/Portad_0.htm>
o en monografías de la Sociedad Española de Periodística.
No quiero olvidarme de los espacios
y formatos web relacionados y en ocasiones complementarios por la
interacción de la tecnología sobre la información
científica de comunicación y que ocasionalmente puede
interesar y afectar como ocurre con E-ciencia <http://www.e-ciencia.com/>,
Wired News <http://www.e-ciencia.com/>,
el canal de tecnología de Terra <http://www.terra.es/tecnologia/>,
Diario Red <http://diariored.com/>,
o en noticias y análisis en weblogs o boletines (sin ISSN
ni publicidad) como Error 500 <http://www.error500.net/modules/news/>,
Comunisfera <http://www.comunisfera.blogspot.com/>
o Infovis <http://www.infovis.net/Revista/Revista.htm>.
El incremento y los nuevos tipos
de público y de interacciones complican la evaluación
de la calidad científica, para la que ahora contamos con
herramientas de mayor capacidad y muy variadas prestaciones. En
la actualidad se sigue desarrollando la metainformación documental
y su gestión por aplicaciones informáticas para prestar
servicios del tipo de los agentes de certificaciones en el contexto
inmediato de enlaces acreditados.
En definitiva, no parece perjudicial,
este tipo de esfuerzos por recuperar la capacidad de comunicación
civil de las instituciones científicas, y en concreto de
la universidad, con su entorno empresarial y social en general,
y/o, reforzar la formación continuada y la categoría
científica de los contenidos servidos por la asociaciones
profesionales y las corporaciones.
Para no olvidar del todo los objetivos
sapienciales de la congruencia entre investigaciones científicos,
para el diálogo entre conclusiones de distintas perspectivas,
se están ofreciendo servicios específicos, ya no desde
revistas sino sobre todo desde portales de comunicación y
observatorios de medios de comunicación.
En la corta selección siguiente
se pueden ver servicios tradicionalmente atribuidos a revistas científicas
de comunicación: On Line Journalism <http://ojr.org/ojr/page_one/index.php>,
Cyberjournalist <http://www.cyberjournalist.net/>,
Ciberperiodismo de Press.Net <http://www.pressnetweb.com/ciberperiodismo/>,
Infoamérica <http://www.infoamerica.org/>,
Incom <http://www.portalcomunicacion.com/>
o en Innovatec-Innovarium <http://www.innovarium.com/puntocom/puntocom.htm>.
Algunos incluso publican newsletters o boletínes semanales
o mensuales como CiencyTec <http://www.cindoc.csic.es/^principal1.html>,
Alaic <http://www.eca.usp.br/alaic/edicoes.htm>,
Obercom pt <http://www.obercom.pt/2004/newsu.asp>,
Observatec <http://www.catedradecomunicacion.org/observatorio/index.html>
y otros similares, que se podrían considerar en alguna medida
competidores con respecto a las ediciones de publicaciones clásicas.
Portales y Observatorios, en general,
se componen de una arquitectura de servicios, similar y consistente,
con agendas o información de eventos, boletines o enlaces
a sus publicaciones o bibliografías básicas de la
especialidad, directorios o guías profesionales clasificadas
por países y/o por sectores de medios, zonas para grupos
de trabajo o de proyectos, glosario y otros recursos teóricos,
académicos o docentes. En este momento, todavía son
excepción los que trabajan con metainformación documental
o rankings y estadísticas públicas de usos. Como algunas
sedes ya han dado el paso, es previsible que a medio plazo se extienda,
o incluso se estandarice entre sedes de acceso público a
información científica de comunicación.
Para seguir la evolución
de este capítulo español, portugués y latinoamericano
de publicaciones digitales seriadas sobre comunicación contamos
con algunos servicios actualizados en portales de comunicación
y bibliotecas universitarias o de centros de investigación.
Con distintos criterios de cobertura editorial o de selección
para usos educativos e investigadores, estas listas de revistas
de comunicación (incluyendo alguna breve descripción,
con algunos fallos de enlace y enlaces a revistas que no se han
seguido editando) se pueden encontrar en Scielo.org <http://www.scielo.org>,
Universia, portal universitario <http://www1.universia.net/CatalogaXXI/
C10046PPESII1/INDEX.HTML>, Biblioteca Complutense <http://www.ucm.es/BUCM/inf/0545.htm>,
Infoamérica <http://www.infoamerica.org.mx>,
Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación
(ALAIC) <http://www.eca.usp.br/alaic/publicacoes%20revistas.htm>,
relaciones por área y países elaboradas por Daniel
E. Jones en la revista Zer 6 - 11, 14, 15 <http://comunisfera.blogspot.com/2004/09/selecciones-de-
revistas-de-comunicacin.html> de 1999 a 2003 o junto a otras
fuentes documentalistas <http://www.upf.es/occ/cat/codina02.htm>
(Codina 1998), pedagógicas (web personal de Francisco Aliaga
<http://www.uv.es/~aliaga/index>)
o de otras disciplinas que incluyen textos relacionados con la comunicología.
Referencias:
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actuales en la edición de revistas electrónicas: nueva
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y Evaluación Educativa, v. 8, n. 1 (2002). ISSN: 1134-4032.
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Todos los vínculos en el
artículo y en la webibliografía han sido revisados
a 08/10/2004
Dr.
Daniel Martí Pellón
Responsable de cargos académicos y profesor titular de periodismo
en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de
la Universidad de Vigo. Editor de la bitácora
académica especializada en comunicación digital COMUNISFERA.
<http://comunisfera.blogspot.com/>,
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