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2004

 

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Medios y Linchamiento Sí, Autoridad No: Complicidad por Omisión
 

Por Salvador Guerrero
Número 41

“Jálenlo de los huevos para que aprenda”. El grito es uno de los pobladores de San Juan Ixtayopan y se dirige a Edgar Moreno Nolasco, el agente de la AFI sobreviviente al linchamiento en la delegación de Tláhuac, delegación gobernada por el PRD. Victor Mireles y Cristóbal Bonilla, ya han sido quemados vivos después de ser golpeados en cadena nacional. Ya no pueden escuchar la arenga de esta oscura representación de la comunidad enardecida que se hace justicia por su propia mano. Y ¿por qué no? así lo hacen los grupos que se disputan el poder ¿no se linchan entre ellos en la disputa por el poder?

En el lenguaje, en la intervención de la televisión, en la ausencia de autoridad, en el clima político, en el resentimiento, en la indestructibilidad “del pueblo” que busca revivificar acríticamente un sector de la izquierda, hay síntomas de una distancia incomensurable que explica el aplastamiento no de dos representantes de una agencia policíaca federal sino del eslabón que vincula al Estado con la Ciudadanía: el policía.

A sus representantes se les acusa de “secuestradores de niños” mientras realizan una investigación encubierta contra el narcomenudeo. No es posible descartar la provocación de los propios criminales investigados como tampoco es posible exculpar al gobierno capitalino por omitir el ejercicio de sus facultades.

El vínculo sociedad-gobierno está fracturado gravemente y, además, el quebranto se muestra en cadena nacional mientras la policía capitalina hace cálculos operativos que son, inevitablemente, cálculos políticos y de mercadotecnia electoral. El gobierno de la ciudad decidió no intervenir, el gobierno decidió no ser gobierno. No puede ser de otra manera porque su más alto representante es “el pueblo” encarnado en la ciudad de la esperanza. En el linchamiento permitido el gobierno decide metamorfosearse de nuevo como pueblo y acompañar, por cómplice omisión, al “pueblo” que lincha a los representantes de la policía federal.

La autoridad estuvo ausente por tres contundentes e indestructibles razones que son la base de un proyecto alternativo de delegación, de ciudad y de nación 1) no había suficientes policías cerca 2) había que evitar un enfrentamiento mayor 3) era conveniente solamente cercar el evento pero no intervenir y 4) todos los demás pretextos que se le ocurran a Marcelo Ebrard, secretario de seguridad pública, a la jefa delegacional Fátima Mena y al jefe de gobierno, Andrés Manuel López Obrador quien interviene, ahora sí decididamente, para sugerir que “no se politice” la parte más política del Estado: su capacidad de garantizar seguridad pública.

Todos le dan la razón al nuevo teórico de los medios, René Bejarano, quien sustituye académicamente al más influyente polítologo, Brozo el payaso tenebroso, al plantear que la “telecracia” - ahh, la inspiración inevitable en el texto de Giovanni Sartori, Homo Videns La Sociedad Teledirigida- decide en sustitución del Estado.

La autoridad nunca llega. Solamente los medios. Las manos del Estado no operan, los ojos y voces de las corporaciones mediáticas son más eficaces. El poder presuntamente legítimo es desplazado por el poder de plantear un territorio donde se disputa el sentido de la autoridad en ausencia de ésta en horario triple A. Telecratos manda. La policía y el gobierno obedecen a sus temores ante la mínima probabilidad de aparecer en una celada antes las cámaras. Ya pasó desde el 3 de marzo. Ya estuvo. “Puede ser una trampa mediática” y mejor la policía no interviene. “Puede ser parte del complot” y los cuerpos de los policías arden.

Si los diputados excluyen en el congreso al partido del gobierno “para que se joda el presidente”, según el vernáculo líder perredista en la Cámara Pablo Gómez, y en otros ámbitos se planea “joderse al Peje”, en la calle la turba puede desplazar a la autoridad y los medios agregarse al vacío que la misma llena en el festín del enardecimiento. Ocupan su lugar para testimoniar el macabro evento mientras que todo el país lo presencia en la televisión. Mientras seguridad, centro del pacto entre gobernantes y gobernados, es nuevamente terreno de disputa política y mediática.

Quienes piden que al sobreviviente del linchamiento “lo jalen de los huevos para que aprenda” parecen reinterpretar el ambiente político donde el desplazamiento de la presidencia hegemónica dio paso a una multitud de pequeños cacicazgos y liderazgos que en el congreso y en el país se ufanan de la ausencia de autoridad porque eso justifica su existencia y su ruta a la presunta condición de beneficiarios del derrumbe político del presidente.

No grita una voz sino muchas voces. Estás son las voces combinadas del rezago político, de la provocación de algunos ciudadanos que votarán en el 2006 con esas coordenadas mentales y prácticas, de quienes ven al policía como el representante del gobierno y lo asocian con toda la mediocridad de una clase dirigente que en la capital del país y a nivel federal se disputan el premio a la incompetencia política y al apetito por la silla presidencial.


Dr. Salvador Guerrero
Profesor Investigador, Depto. de Comunicación, ITESM CEM, México