José Orozco, Invierno

Instantáneas en temas de comunicación

RAZÓN Y PALABRA, Número 5, Año 1, diciembre-enero 1996-97


Transformaciones culturales en México y gestación de públicos locales: propuestas para investigar biografías radiofónicas.

por:Héctor Gómez Vargas

¿Cómo aceptar la diversidad y mutación del mundo sin perder la capacidad mental para la unidad y la analogía? Carlos Fuentes.

Antecedentes. Pensar los procesos de recepción histórica.

Mundo transitivo el que vivimos, de turbulencias y desenfrenos. Sin embargo, nuestro ombligo sigue teniendo un íntimo y sutil conducto, más poderoso que cualquiera de las más finas y potentes fibras ópticas, con el pasado. Mundo que no se detiene y crea mundos nuevos, mundos posibles. Mundos siempre por llegar. Pero también conserva y guarda muchos rasgos y formas de vida del pasado que siguen actuando, en el presente. Mundos que siguen siendo.

En este mundo que está siendo y no termina de ser, que se va pero no termina de irse, que llega pero no termina de llegar, nuevas preocupaciones cobran diversas significaciones y pertinencias que sólo pueden ser vistas si se regresa la mirada a los escenarios del pasado.

En nuestro trabajo, el punto de partida es el cruce de tres ejes de estudio que, pese a que se les ha mencionado a lo largo de los últimos años como sendas agendas de investigación, prioritarias, pertinentes y claves tanto para el desarrollo de las teorías e investigación de la Comunicación y la Cultura en México, como para crear una serie de mapas, de registros varios que generen información importante para entender las transformaciones culturales del país, y sus distintas regiones, a lo largo del presente siglo, han sido poco abordadas. Hablemos brevemente de una por una.

En primer lugar están los estudios de la cultura. Con todo y que se les ha considerado a lo largo de la última década como un escenario analítico valioso para re componer la mirada comunicacional nunca encontrada, poco se le ha estudiado e investigado como para hablar de un terreno teórico y metodológico firme y consolidado (García Canclini 1992). Además, de estas transformaciones radicales de las que hemos hablado, de saltos cuánticos en las formas de ser, de sentir, de percibir, de relacionarse, que se han ido gestando con gran intensidad a lo largo del presente siglo y que se vive a diario de múltiples formas en las ciudades de la provincia del país (Reguillo 1995), y que sólo se dejan asir con una mirada en movimiento como es el análisis de la cultura (Galindo 1994), pocos son los que se aventuran por esos despeñaderos.

Por su parte, dentro del campo de investigación de la comunicación, con el cambio de perspectivas analíticas que se han venido dando (Mattelart y Mattelart 1991) y que han señalado que uno de los terrenos más fértiles e importantes ha sido el área de estudios sobre la recepción y las audiencias (Wolf 1991), las reflexiones son muchas, los estudios han sido escasos y con un énfasis en destacar a los medios y dejar en un segundo o tercer plano los estudios sobre las socializaciones y modos de vida, las interacciones y los entornos donde estos actúan (Fuentes 1991).

Dentro de este campo, el sub-campo de la radio ha sido también poco visitado. La reconstrucción de la radio como objeto de estudio que realizó Pablo Arredondo en 1988 era contundente: en menos de un centenar de estudios se concentraba el conocimiento sobre la radio en México (Arredondo 1988). Más adelante los reportes de Cristina Romo en 1991 (Romo 1991) y el cuidadoso reporte radiobibliográfico de Francisco Aceves (Aceves 1992), confirmaban que nuestro conocimiento era definitivamente casi nada. Las plataformas de estudio de la comunicación que se han trabajado en México no lo han considerado ni pertinente, ni urgente, ni valioso; las etiquetas de sencillo, pequeño, donde con tres pasadas se sabe todo de él; los clichés y estereotipos que se expresan con nociones como comercial, superficial, música de fondo, radiorockola, que descalifican y limitan. Todo eso ha hecho que la reflexión se haya convertido en sentido común y en obstáculo de conocimiento, indagación e imaginación y que, al final, creamos que tenemos pocas cosas que decir sobre o a partir de la radio (Gómez Vargas 1992).

En concreto, pese a que las reflexiones que se hacen en los últimos tiempos sobre estos campos de estudio dicen que por ellos corren y cruzan las grandes avenidas para la comprensión de los campos profundos que viven nuestras sociedades (Martín Barbero 1992; García Canclini 1991), el escenario todavía está a la espera de las miradas que los habiten, le den profundidad y espesor a su múltiples dimensiones.

Nuestra intención es abordar el campo de estudio de la recepción histórica porque además de que nos permite mirar mejor las dinámicas culturales que se han dado y dan en ciudades del interior del país, abren terrenos fértiles para la investigación de la recepción de la comunicación (Bruhn Jensen 1993).

En muchas de las diversas, disímiles y ramificadas provincias del país, la radio fue el primer medio audiovisual que llegó, se integró a las dinámicas locales, permitiendo que por ella y alrededor de ella circularan los movimientos, las manifestaciones y las prácticas culturales de la localidad; que impresionó en esos momentos y durante varias décadas la vida diaria de sus habitantes como ninguno otro; al estar presente en casi todo el siglo en la vida de un grupo social, actualmente y la carencia de otro medio más actual como la televisión, no sólo es un testigo, sino una plataforma para ver cómo la población se hizo público de un medio masivo de comunicación al manifestar y poner en juego algo de su ser social (Orozco 1994,183), y cómo, al ir transformándose como público, en su experiencia se reflejan las transformaciones culturales. Tomando a la cultura como una plataforma de análisis (González y Galindo 1995), el estudio de la recepción histórica permite que la radio sea una mirada de "larga duración" y a través de ella, mirar a ese otro proceso de "larga duración" que es la modernidad en nuestras regiones.
Nuestro estudio toma como referencia a la ciudad de León, Gto., por ser la ciudad donde trabajamos (1).

Cuando las tradiciones se despiden . . .

Hace ya unos años el historiador Luis González escribió un artículo titulado "Las tradiciones se despiden", donde sintetizaba la sensación con la que hemos vivido desde hace ya varios años: el mundo ha dado un giro nuevo y no se parece al de ayer. Luis González expresará que esa sensación de un tiempo nuevo, inédito, se debe a que nuestro tiempo "presenta cuarteaduras extraordinarias": "Vivimos entre las ruinas de una cultura y la obra en construcción de otra" (González 1989, 290).

Pero esa misma expresión nos habla de que el tiempo nuevo no es un movimiento que desplaza totalmente a uno viejo: es el difícil matrimonio entre el mundo de ayer, donde muchas cosas mueren y muchas sobreviven, y el mundo nuevo, donde muchas cosas llegan y otras se quedan a la mitad del camino. Es decir, esa sensación es un escenario nuevo, producto de un movimiento de "larga duración" que hemos vivido de manera particular en el país, y específica en las diversas regiones, y que ahora nos sorprende porque los marcos con los que leíamos, veíamos y actuábamos en el mundo, nuestro mundo, son otros. A mediados de los ochenta, los investigadores Antonio Alonso Concheiro y Dolores Ponce decían:

Pero más allá de nuestras convicciones y percepciones actuales, México ha ido acumulando cambios. Casi imperceptiblemente hemos ido llenando de agua diferentes transiciones y al haberlas llenado y derramarse de ellas las primeras gotas empezamos a sentir la humedad de los cambios acumulados. Dejamos atrás un modo de ser o estar nacional y estamos seguros de que encontraremos en el futuro otro distinto. Pero el otro México que encontraremos no es destino, sino algo por imaginar, desear y construir en una tarea que nos corresponde a todos. Como si fuese resorte, hemos ido estirando al país. Y de estirar todos los días un poco más, en diferentes asuntos hemos rebasado el límite elástico y hemos producido cambios plásticos (Alonso Concheiro y Ponce 1988, 6).

La idea está ahí: nuestro tiempo es resultado de una serie de pequeños o grandes cambios en alguna o algunos de los campos de la acción social, algunos ya lejanos en el tiempo, y que en su momento fueron cambios estructurales de las bases sociales, y, hoy, también, hablan de severas mutaciones tanto en las estructura como en las superestructuras nacionales (Aguilar Camín 1988). Cuando decimos que las tradiciones se despiden, hablamos de un cambio constante y permanente en la organización de la sociedad, que trae consigo una lenta pero incesante mutación de los marcos y esquemas para leer, ver y actuar en el mundo, que son los rasgos como se manifiestan los antes y después, el pasado y el presente, lo tradicional y lo moderno (Montesinos 1992, 126), cada una con diferentes socializaciones, en diferentes contextos y circunstancias, pero con interrelaciones e interdependencias recíprocas y específicas.

El caso de las provincias mexicanas tiene dos matices: por un lado el asalto e impacto de la provincia en la vida política, económica y social del país, es en si mismo un rasgo estructural, del nuevo rostro de México; por otro lado, las dinámicas internacionales, nacionales y locales se han ido dando cita y han ido activado los diferentes campos, escenarios, actores, fuerzas, dinámicas, valores y saberes que, de acuerdo al contexto socio histórico, han ido modificando los rasgos estructurales de cada provincia, sus prácticas culturales, sus formas de ser, percibir, conocer, nombrar el mundo(Monsiváis1989, 88-89 y 1992, 196-205).

Lo que se vive en las provincias mexicanas, es el resultado del proceso de larga duración que José Joaquín Brunner llama "el proceso de incorporación de la modernidad", y que repercutirá en las relaciones sociales, las identidades, los símbolos y las tradiciones, las memorias y los imaginarios, los tiempos y escenarios, lo público y lo privado, lo micro y lo macro, los objetos y marcos de referencia, las lógicas y prácticas de la vida cotidiana de cada localidad, donde el punto a subrayar será no sólo la importancia y lugar estratégico del campo cultural en la nueva organización social diaria, ni la articulación e interrelación entre lo internacional, lo nacional y lo local, sino que todo esto se dará en cada lugar de acuerdo a las "condiciones del contexto", la manera como se ha "equipado" y se ha organizado para este proceso económico, político, pero sobre todo, cultural (Brunner 1989, 76).

Estos nuevos escenarios planteados sobre todo por Brunner, son los que nos hacen pensar en los sujetos sociales no como receptores, no como audiencias, sino como públicos culturales, sujetos sociales consumidores de un múndo simbólico, con saberes, prácticas y clasificaciones especializadas y específicas (Brunner 1992, 22), en contextos diversos y con un mercado cultural desnivelado y poco a poco diferenciado.

... las ofertas culturales circulan...

La actividad que la radio tendrá dentro de una sociedad como la ciudad de León desde sus inicios, ha de ser vista como una práctica, una modalidad de entre las distintas formas de apropiación, asimilación, transmisión y reelaboración de la vida cultural que ahí se ha dado.

Cuando aparece la radio en León, se ubica dentro de un espacio social que históricamente se ha ido formando y por donde circulan ya, con procesos desiguales de especialización, bienes y formas simbólicas. En ese espacio o campo, busca su lugar particular y un saber comunicativo propio, una competencia particular, con la cual se conecta y se relaciona con un público.

En toda provincia alejada de la mano de Dios, antes de que apareciera la radio, nadie hacía ni sabía hacer radio. Ni existía el radioescucha. Se hubo de crear una infraestructura, una organización, se hubieron de crear profesionales de la radio que ofrecieran una programación radiofónica y la sociedad hubo que aprender a ser público receptor de la radio. Todo ello no empieza a trabajar sin ningún "tapete".

Todo público se hace tal por la conformación de una oferta cultural local, que le permite una nueva experiencia cultural específica y diferenciada con otra, por la creación de espacios, mercados culturales, por donde circulan bienes y formas simbólicas, y va proponiendo y "exigiendo" una serie de competencias, prácticas y saberes que lo identifican y le hacen sentirse identificado como un público de... (Mata 1994, 259-260).

Para ver la conformación de los públicos a partir de las ofertas culturales pensamos, entre otras, en dos mediaciones culturales. Para ello, retomamos dos ideas del libro de John Thompson Ideología y cultura moderna:

1) Toda forma simbólica aparece, se produce, circula y es recibido dentro de contextos históricos, previamente conformados y estructurados por la acción e interacción de diversas instituciones y actores sociales (Thompson, 1993, 150). Hablar tanto de las formas simbólicas como de su aspecto contextual, es referirse a una serie de características que las definen, señaladas por Thompson. Simplifiquemos y citemos al autor:

La inserción de las formas simbólicas en los contextos sociales implica que, además de ser expresiones de un sujeto, estas formas son producidas generalmente por agentes situados dentro de un contexto sociohistórico específico y dotados de recursos y habilidades de diversos tipos; las formas simbólicas pueden portar, de distintas maneras, las huellas de las condiciones sociales de su producción. La inserción de las formas simbólicas en los contextos sociales también implica que, además de ser expresiones dirigidas a un sujeto (o sujetos), estas formas son por lo regular recibidas e interpretadas por individuos que se sitúan también dentro de contextos sociohistóricos específicos y que están en posesión de diversos tipos de recursos; cómo entienden los individuos una forma simbólica particular puede depender de los recursos y las habilidades que son capaces de emplear en el proceso de interpretarla. Una consecuencia más de la inserción contextual de las formas simbólicas es que con frecuencia son objeto de complejos procesos de valoración, evaluación y conflicto (Thomson Op. Cit., 161).

Para que se pueda dar la interacción de la transmisión de las formas simbólicas en contextos sociales e históricos, implica no sólo la intervención de los actores (quien transmite y quien recibe), también los escenarios espacio-temporales donde se da la interacción, las estructuras conformadas por los distintos campos cultuales que históricamente se han conformado y posibilitan y delimitan un cierto tipo de interacción ya que ésta se da por una serie de convenciones y reglas que les son propias, y por la intervención de diferentes instituciones, que también tienen sus reglas y convenciones.

Las distintas instituciones que históricamente se han dado cita y han convivido , se van equipando de los soportes materiales y simbólicos que le permitirán un accionar particular y que conforme avanza el tiempo van logrando una especialización en su funcionar simbólico y material. Son ofertas culturales en desarrollo y a través de la especialización de sus prácticas y saberes, tanto de los agentes productores como de los consumidores, los símbolos que los identifican y separan de los otros, las situaciones, los contextos, los valores y normas que van creando, y las formas y fuerzas de relación que entre ellos se daban, conformarán un mercado cultural, todavía en formación (Bourdieu 1971 y 1985, 56).

La iglesia, la salud, la educación, la diversión, las manifestaciones artísticas y otras instituciones sociales, van ocupando espacios urbanos, y muchas de las formas simbólicas y prácticas culturales que realizan estas instituciones sociales, circulan en redes o en ámbitos determinados, de acuerdo al tipo de relaciones y fuerzas existentes entre ellas. Cuando la radio llega, y aplica los mecanismos de filiación y condensación histórica (Piccini1987, 49), es decir el retomar y poner a circular tanto el espesor cultural de una época como el residuo acumulado por otras tecnologías o aparatos culturales, también será un espacio social-urbano (Bourdieu 1989) que retomará algunas de las prácticas, los actores, los saberes, los discursos, los valores y costumbres y empezará a crear sus territorios particulares.

2) Por otro lado, la llegada y presencia de cada medio masivo de comunicación impactará y afectará la organización y desarrollo de la vida cotidiana de todo grupo social en ese contexto social. Es lo que John Thomson llama como el impacto interaccional de los medios ya que transforma "la naturaleza de la interacción social y de los modos de experiencia en las sociedades modernas" (Op. Cit., 149). Es decir, integrará e intervendrá en la acción e interacción de la gente. Tras los objetos está la práctica social, los oficios, los saberes, las rutas de vida, los goces y sufrimientos, la diversión y el trabajo, lo público y lo privado. Porque como en la práctica de la lectura que no es una relación silenciosa y directa con el libro, sino que está acompañada de gestos, entonaciones, ritmos, ambientes y situaciones diversas y formas de lectura varias (Chartier 1992), como todo objeto cultural (Giddens 1990), tendrá una dimensión ampliada de sentidos donde se concentra y refleja el "espíritu social" (Elías 1987, 164), a través de la reestructuración de las emociones, acciones, impulsos, relaciones, deseos, imaginarios, reglas y actitudes, que inciden en la vida de todos los actores sociales.

La acción de un invento, un objeto cultural, se inserta en las dinámicas y movimientos sociales, se acopla, trabaja y al mismo tiempo que lo modifican, modifica el entorno ya que permitirá organizar, modificar y re-trabajar las prácticas sociales existentes, y crear otras (Martín Barbero 1990, 13).

Cuando llega la radio, se convierte en un espacio que le permite a toda persona estar "presente" en todos lados y todos los acontecimientos "importantes" de la ciudad desde su hogar o el trabajo y hacer cosas que antes sólo en el exterior lo podía hacer, o hacer cosas nuevas o de una nueva manera: descansar, gozar, recordar, informarse, etc... También, la radio conecta y relaciona lo que acontece, o no acontece, entre lo foráneo y lo local. Hablamos de los inicios y el desarrollo de una nueva forma de socialización y de acceder y apropiarse de las representaciones de la vida y del mundo: además de escuela, libro de texto gratuito, biblioteca ambulante, la radio será una sociedad alternativa (Monsiváis 1987), ya que un mundo propio y ajeno se tiene al alcance de la mano, imponiendo y sintetizando sentimientos, sexualidades, recursos discursivos, ritmos sonoros, rostros, facciones y estereotipos colectivos en lugares apartados donde lo rural-urbano, lo tradicional-moderno, lo local-nacional-internacional, comienzan a convivir en un difícil, pero apasionado concubinato (Monsiváis 1983), y todo se va encuadrando bajo la denominación de una práctica social clave: el entretenimiento.

La gente disfruta, goza, sufre, se acompaña con lo que viene de allá, mientras se acopla, organiza, y es organizado, la estructura de la vida diaria de sus escuchas.

...en ruinas circulares...

Por ser fuerzas, trayectorias, interrelaciones, en su interior y hacia el exterior, (González 1994, 335), los contextos sociales y el impacto interaccional, tendrán variaciones a lo largo del tiempo.

Esas variaciones se reflejarán en la forma de producir y difundir la oferta cultural radiofónica y, por tanto, en la sedimentación y gestación de nuevos tipos de públicos(Franco 1995, 19): tanto los contextos, como el impacto interaccional, serán transformados y/o irán modificando los elementos, las circunstancias, las formas y las relaciones estructurales que históricamente los han conformando limitado, delimitado, pero que, también, posibilitan otros usos y relaciones con la radio (Murdock 1990, 189).

Si en estos momentos los pocos estudios, y el sentido común, nos dicen que la radio sirve nada más como música de fondo, para dormir, en el auto mientras nos trasladamos a algún lugar como un escaparate de lo que se ve en la televisión, no debemos de olvidar, como nos lo recuerda Roger Chartier de la lectura silenciosa e individual de un libro, que este tipo de relación y uso es una construcción histórica y que, detrás de ella, hay un proceso por donde asoman otras formas de lecturas y usos (Chartier 1992, 137). Pensamos la radio por la forma como la usamos en la actualidad. Varias de las transformaciones en los contextos sociales nacionales como locales han generado esa situación. Pensemos sólo algunos de los elementos que han creado esa relación:

1) Cambios en el contexto social a nivel nacional:
a) Aparición y desarrollo de otros medios masivos de comunicación.
b) Aparición y desarrollo de la industria del entretenimiento.
c) Cambios en la organización y comercialización de la industria radiofónica. Este se realizará a través de tres mecanismos:
c.1) Desarrollo y transformación de la infraestructura técnica en dos dimensiones:
c.1.1) En la producción, el desarrollo de una tecnología tanto para la transmisión como para el registro de las formas simbólicas.
c.1.2) En la recepción, el desarrollo tecnológico permite usos diversos en situaciones diversas y la articulación otras ofertas culturales de la industria del entretenimiento.
c.2) Cambios en la producción.
c.3) Cambios en los contenidos.
2) Cambios en el contexto social del campo cultural a nivel local:
a) Crecimiento y transformación de la ciudad.
b) Crecimiento y desarrollo de la educación.
c) Transformaciones en el campo del entretenimiento local.
c) Aparición y desarrollo de otros medios masivos de comunicación.
d) Aparición y desarrollo de la industria del entretenimiento.

Si logramos poner en perspectiva la aparición e intervención de los elementos señalados, veremos que conforme nos vamos hacia atrás en el tiempo, el contacto, la relación y el uso de la radio en la vida de la mayoría de los sujetos sociales haya sido más íntimo, más cercano, más directo y más global, y, conforme nos acercamos en el tiempo hasta nuestros días, el contacto y la relación se ha ido estrechado y especializando, su uso se ha ido delimitado a situaciones y modalidades específicas en lo cotidiano, y su oferta se ha ido interrelacionando, compitiendo, complementando, integrando a otras ofertas culturales, tanto de otros medios masivos de comunicación como del campo del entretenimiento: el tamaño y la dinámica de la ciudad que de ser una comunidad pequeña, una familia, con un centro y una periferia, explota, cada vez se hace más inabarcable, compleja (Labarthe y Ortega 1994), la población como una familia se disgrega y comienzan a aparecer varios centros con varias periferias, y todo ello implica que los tiempos y espacios cortos, cercanos, personalizados de años atrás, se hayan ido afectando, modificando,y poco a poco ya no se habla y se vive uno solo, sino varios y diferenciados ritmos y escenarios urbanos cotidianos, muy distinto los de ahora a los de antes; la lenta y al mismo tiempo acelerada desaparición de los espacios y prácticas de diversión tradicional (parques, calzadas, zócalo, plazas) y el, también, lento pero acelerado incremento de ofertas culturales del entretenimiento más "modernas" que llegan del exterior y se vuelven locales (discotecas, centros comerciales, clubes deportivos, etc..) (Gómez Vargas 1994); la llegada de otros medios de comunicación como la televisión, televisión por cable, antenas parabólicas, videoclubes (Gómez Vargas 1993), y junto y alrededor de ellos, la llegada y desarrollo de otras ofertas de la industria cultural como los discos, los cassettes, los discos compactos, los video discos, que a través del impresionante desarrollo tecnológico, tanto de producción, transmisión y recepción, se integran en diversos aparatos que facilitan el acceso interrelacionado y diverso a variadas ofertas culturales para relacionarse, de manera distinta, a cualquier situación de la vida diaria (García Canclini 1990 y 1992a).

Los contextos socio-históricos y el impacto interaccional se mueven y son otros y son los mismos: una encima de otra las, ruinas de los campos culturales permiten que las formas y los bienes simbólicos sigan circulando, de distintas maneras y con otra y la misma gente.

... y los públicos se hacen...

La comprensión de las transformaciones culturales y la gestación de públicos tiene una puerta de entrada por la forma como se creó un mercado cultural, por donde circulan las formas y bienes simbólicos, ya que son los límites y las posibilidades de las relaciones entre los receptores con la radio.

Pero otras lógicas, otros procedimientos, otros recursos y competencias aparecen si nos asomamos e introducimos por la puerta de los sujetos sociales. La vida de los sujetos sociales es el marco donde aparecen, actúan y trabajan todos aquellos esquemas, reglas, roles, escenarios, relaciones y saberes que son socialmente aptos, reconocidos y corporeizados en prácticas, para estar en relación con determinado tipo de oferta cultural.

El otro lado de la moneda: unos sujetos que todos los días prenden sus aparatitos y se ponen a escuchar la radio. Tanto el aparatito que no tiene nada de simple y el sujeto que lo prende, son dos elementos sumamente complejos como para verlos a simple vista o dar cuenta de ellos en un plumazo.

Tras de si, todo sujeto tiene un pasado, un proceso de socialización y una trayectoria histórica. A la par que el sujeto se socializa y acarrea y es acarreado por los surcos históricos en los que es ubicado y se ubica, se ha hecho radioreceptor. Los receptores se hacen tales en un proceso biográfico, donde se se van adquiriendo el capital cultural, las disposiciones y clasificaciones para evaluar, percibir, negociar e incorporar los discursos y objetos mismos de la radio, por lo que debemos de hablar de la recepción como un "proceso" y del receptor como una biografía que se rehace día a día. Es ese proceso el que nos interesa: las memorias suspendidas que quedan gravitando como anécdotas o recuerdos personales o grupales, aparentemente no tan importantes como los que marcan a la Historia de la ciudad o del país, la familia, el individuo. Memorias de aquello que no se dice comúnmente, de las que uno no se detiene a pensar, pero que son tanto las que constituyen o han constituido o soportan gran parte de la vida y de los recuerdos de muchos sujetos, y de cómo se ha puesto en funcionamiento muchas de las formas simbólicas de ese grupo social. Esas memorias, por la forma como la oferta cultural y las disposiciones ejercidas por los sujetos sociales (González 1993) se fue dando, irán conformando una cierta identidad como radioescucha (Mata 1991). En el re-juego y las re-visitaciones a esos escenarios e interacciones simbólicas entre la radio y el radioreceptor, hay una identidad de por medio (fuerte/débil, sobre valorada/sub valorada, consciente/inconsciente, de acuerdo a la intensidad y amplitud de la relación a lo largo de su vida y cada día), y esa identidad es un proceso que históricamente se ha enraizado a través de experiencias y recuerdos por donde es posible encontrar tanto las representaciones sociales y operativas de la relación (Giménez 1992). El reto es provocar a los recuerdos, despertarlos, encontrarlos y desarrollarlos, con una mirada de "larga duración" para poder ver no sólo cómo se gesta un público, sino sus transformaciones.

...en obsesivos días circulares.

El marco analítico donde podemos concentrar la mirada es el mundo familiar del sujeto social. Introducirnos a la esfera de la historia familiar es estratégico porque ahí se concentran diferentes niveles de interacción social, tanto con el exterior como con su interior, y que son los escenarios cotidianos donde se hacen o van haciendo públicos. Mencionemos solo de pasada algunos de esos niveles:

1) Mundo del individuo, donde los pliegues de lo micro y lo macro se tocan y reactualizan, la vida cotidiana tiene su punto de partida y de llegada en el ámbito familiar. Las rutinas, las trayectorias, las prácticas diarias van y vienen y son el punto de cruce, encuentro y desencuentro entre las nuevas y viejas formas de socalización, de consumir, de vivir y sentir lo público y lo privado (Piccini 1993,33). Para la mayoría de los individuos, la familia como la primera comunidad de apropiación y de referencia de los mensajes radiofónicos (Orozco 1991, 50).

Escuchar radio es más que un simple acto, es un vínculo por el cual se actualiza la relación del medio con el receptor. Esta actualización implica una dinámica, un movimiento dirigido para mantener dicho vínculo: con su forma de vida, su concepción del mundo, sus sentimientos individuales y grupales, etc...

Esta práctica social de escuchar radio es parte integrante de ese mundo "heterogéneo" de lo cotidiano (Heller 1984).

2) La familia como un espacio social que constituye un campo social específico y particular, enmarcada y relacionada una red campal mayor, que ubica a cada miembro en una posición particular y se materializa en forma de habitus (Bourdieu 1991, 94), con su doble historicidad (la acumulada y las trayectorias posibles), y la matriz de prácticas sociales posibles y probables (percepción, valoración, actuación, estimación), y donde se pone en juego los distintos capitales que se viven en familia (González 1993). La familia como memoria de relación e interacción con la radio con sus dispositivos rituales y nominales.

No todos los receptores son iguales (Orozco 1990), sino que se hacen receptores de diferente manera de acuerdo a el lugar social que ocupan, las situaciones que viven día a día, sus pautas culturales y el proceso histórico de recepción que se ha dado a través de ciertas estaciones y las pautas comunicativas y culturales que han sedimentado, y que les permitirá la interiorización de disposiciones "incorporados en familia y modulados en las diferentes trayectorias de la vida de los individuos" (González Op. Cit.).

3) La familia como el estatuto que nos permite observar lo social, y desde la historia familiar, el poder observar tanto los procesos de formación de trayectorias sociales posibles y probables a través de todos los individuos que conforman las redes familiares en las distintas generaciones que se han sucedido (Bertaux 1994; Bertaux y Bertaux Wieme, s/f): la sedimentación de micro culturas y sus prácticas, reglas, saberes, objetos, etc.; los procesos de transmisión y apropiación intergeneracionales de diferentes tipos de capitales; los contextos sociales donde viven y por donde atraviesan el tiempo histórico (internacional, nacional, local), el familiar y el individual.

Al pretender encontrar la relación entre las transformaciones culturales y la gestación de públicos a través de la radio, la mirada en la familia requiere de dos momentos paralelos y simultáneos:

1) Como distintos miembros de distintas generaciones de una familia se hizo receptor de radio. Son necesarias tres generaciones para asi abarcar la mayoría de la trayectoria de la radio en León y ver sus transformaciones culturales.

2) Como cada miembro de la familia se hizo receptor de radio. Con ello hacemos cortes a los diferentes momentos de la radio, y podemos ver más a detalle denso lo que era propio de cada uno, y, por tanto, entre los diferentes momentos.

Si de cada familia tenemos a tres miembros de tres generaciones distintas, y esto mismo en varias familias, tenemos un panorama donde podemos observar y comparar la gestación de radioescuchas por generaciones en las diversas familias, y entre generaciones de una misma familia, y por familias.

Con el recurso de la historia oral, que es una técnica que nos coloca en posibilidades de recuperar un marco de referencia desde el ras de lo que ha sido la vida cotidiana, la memora social, cultural e histórica de un grupo (Joutard 1986, 253), y por donde se asoman muchas de las cosas que aqui nos interesan como lo que ha marcado a la gente, sus sensibilidades, su personalidad, sus olvidos y sus obsesiones, lo olvidado por la historia oficial del campo de estudio, sus nominaciones y sus valoraciones. Con la historia oral trabajamos tres etapas:

1) Historia de Familia (HF). El objetivo principal de esta etapa es la de generar y delimitar el marco contextual de la familia a estudiar con una visión de "larga duración" para desde ella observar las estructuras sociales, culturales e históricas donde se ha movido, se mueve y se puede mover cada miembro de la familia.

2) Historia de Vida (HV). Su objetivo es el delimitar los puntos medulares de la vida de cada sujeto investigado y acercarnos a localizar, desde sus memorias, la serie de dispositivos, estrategias, capitales que reflejan su habitus (Bourdieu 1991, 92) y forma de vida, pero en familia. Es decir, podemos ver la energía social en la cual se ubicó, ubica y desarrolla una serie de prácticas sociales, percepciones, valoraciones, nominaciones, imaginarios y competencias con las cuales se "carga" y, a partir de una oferta cultural, en este caso radiofónica, se ha ido constituyendo en un tipo particular de público y, desde ahí, empieza a trabajar día a día.

3) Un Día en la Vida (UDV). Su objetivo es reconstruir el marco situacional cotidiano de cada individuo (Galindo 1990,17) y encontrar el marco social donde la relación con la radio y el receptor se daba (Pulsen 1994). En cada sujeto investigado tendríamos el siguiente esquema:

HF

HV UDV

Y con ese marco hecho de memoria, podemos adentrarnos al mundo de la recepción radiofónica en dos momentos:

1) Cada reconstrucción de UDV permite observar o indagar dónde ha estado y cómo la radio. Se detectan las situaciones donde ha estado y donde no ha estado, y donde ha estado se interroga por los Hábitos Radiofónicos (HR), dónde se busca las temporalidades y duraciones; los escenarios, las compañías y las actividades simultáneas; el tipo de equipamiento (características, propiedades, tipo de escucha que prefiguraba; los contenidos y las estaciones preferidas.

2) Por otro lado, se indaga sobre el peso de los recuerdos del sujeto en su relación con la radio: cómo la recuerda, qué momentos de su vida en relación con la radio recuerda, qué momentos de la radio recuerda; el recuerdo de la radio relación a la forma de vida de la ciudad. es lo que hemos llamado el Mundo Subjetivo de la Radio (MSR).

Incorporando estos elementos al esquema anterior, y visto en la trayectoria de las tres generaciones de una familia, tendríamos un nuevo esquema, con el cual podemos reconstruir las trayectorias familiares, las trayectorias individuales, los causes de la relación radiofónica dentro del mundo social familiar-individual, las diferencias y las similitudes intra e inter generacionales, de acuerdo a cada familia:

HF

HV HV HV

UDV UDV UDV UDV UDV UDV UDV UDV UDV

HR HR HR HR HR HR HR HR HR

MSR MSR MSR

La circulación del sentido, de lo diverso y lo múltiple, de la unidad y homogeneidad, de lo nuevo y lo antiguo se darán cita en los mundos posibles que la radio ha habitado y ha sido habitada.

A manera de breve conclusión.

Nuestro trabajo de investigación es un reto y una apuesta. Reto porque hay más incógnitas que certezas en nuestro mundo. Apuesta porque, si queremos conocer ese mundo que nos lanza más incógnitas que certezas, debemos armarnos con la idea de San Juan de la Cruz quien dice "Para llegar al punto que no conoces/debes tomar el camino que no conoces".

Mundo raro el de provincia que no se deja atrapar a la primera. Más luces y sombras aparecen si queremos definirlas desde el quehacer de los medios masivos, no sólo por las complicaciones conceptuales y metodológicas que ello conlleva, sino por las mismitas dinámicas que ahí se viven y que le rompen el cuadro a cualquier tradición teórica. En su libro sobre la relación del centro con algunas regiones del país, Fátima Fernández comento sobre las historias de la radio de provincia:

Estas pequeñas historias muestran que en el desarrollo de la radio regional no hay procesos continuos, no hay una reproducción mecánica de hechos. Se trata de una amalgama de factores que van de las condiciones del terreno a las de la biografía personal, pasando por la historia social. Todos estos factores cargados a su vez de casualidades, condicionamientos, rupturas, terquedades, y de reacciones humanas inentendibles (Fernández Ch., 1991, 22).

También mundo raro y complejo el de la radio, que tampoco se deja atrapar a la primera, el que más convive y más cerca esta de la mayoría de la población, y sin embargo es el más desconocido que conocido por todos.

Las biografías radiofónicas son un ir al encuentro de lo que ha estado gravitando en el accionar de la radio y de nuestras culturas. Más que un concepto, por el momento son una propuesta metodológica para encontrar algunos de los procesos históricos de recepción. Ahí está, pues, el reto y la apuesta.

León, Gto. enero-febrero 1995.

Notas:

(1) La presente investigación esta apoyada por el Seminario de Estudios de la Cultura de la Dirección General de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
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