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Abril - Mayo
2006

 

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Texto Conmemorativo
 

Por Tanius Karam
Número L

Escribir para esta edición conmemorativa me produce muchos sentimientos porque me hace recordar parte de mi propio proceso formativo y laboral del que la revista Razón y Palabra (RyP) ha sido un actor importante. En este texto quiero dar cuenta rápida de cuál ha sido mi participación y de lo que ha significado para mí.

Cuando RyP “salió al aire”, me encontraba fuera de México, de hecho 1996 coincide con el año, en que yo —quizá como muchos otros— comenzamos nuestras primeras inmersiones en el ciberespacio, a maravillarnos con la interacción en la pantalla y en sistema interactivo lo que antes solamente se podía hacer por una sola vía (me refiero por ejemplo a lo que fue para mi comenzar a “leer” el periódico en Internet), ver imágenes y logotipos que solo conocíamos por otras vías. En realidad todo ese año y el siguiente, todavía fuera de México, fue de experimentación con el ciberespacio. En el departamento académico donde me encontraba, había una sola computadora que usábamos varios estudiantes del doctorado, de tal forma que nos turbábamos para leer el periódico, usar el correo electrónico y hacer alguna otra minucia. Compartíamos hallazgos e impresiones sobre lo que eso significaba. En Madrid donde estudiábamos, todavía no pululaban los cibercafés así que el departamento académico y el contexto de la universidad era el espacio de convivencia para compartir y reconocer lo que intuíamos la web nos podía ofrecer.
Fue cuando regresé a México, en 1998, cuando pude iniciar a valorar a RyP como una fuente actualizada de una serie de temas; creo que el primer aspecto que me llamó la atención era esa diversidad en la cual se daba cita tanto los temas más o menos conocidos de la comunicación como otros nuevos que por entonces aparecían. Me llamó la atención poder leer por primera vez artículos completos de varios temas, lo que inmediatamente vino a completar mi acervo y bases de datos, por entonces únicamente compuesta de papeles, recortes de periódicos y cientos de fotocopias.
Por otra parte me daba gusto que un querido amigo y maestro, el Dr. Octavo Islas, liderara este proyecto desde el ITESM-CEM. Fue en una conversación con él, a principios del año 2000 cuando me hizo el favor de invitarme a coordinar uno de los números de la Revista; por entonces, tenía una serie de textos sobre sociedad civil y comunicación que iban a formar parte de un libro, que desafortunadamente no dio a la luz por las peripecias editoriales, así que al sugerirme la idea, rápidamente propuse que el tema “sociedad civil y comunicación” —sobre el que cabe decir había poca información. Siempre he pensado que uno de los retos de las llamadas organizaciones de la “sociedad civil” es aprender a poblar el ciberespacio, utilizarlo, resignificarlo en un movimiento que Habermas ha llamado “colonización del mundo de la vida”. Así, este tema me parecía muy pertinente. En enero o febrero del 2000 envié todos los trabajos que salieron en el número 18. Fue para mi muy emocionante ver al número en el sitio, a partir de mayo del 2000, y una vez ubicados fue también un excelente medio para proponer entre mis colegas, redes y asociados, este tema, del cual RyP más que un mero vehículo de “transmisión”, se convirtió en una carta de presentación, en un medio permanente, amigable, de creciente conocimiento.
Ya por entonces, en algunos cursos de postgrado que daba (concretamente en la maestría en educación de la Universidad Marista) comencé a utilizar algunos textos de RyP como apoyo (concretamente un número anterior de la revista dedicada a la comunicación educativa); al mismo tiempo, conforme me familiarizaba con la dinámica de la revista (sus autores, secciones, columnas, tiempos), comprobaba como en muchos sentidos RyP ha sido un importante medio para dar a conocer avances de investigación resúmenes de tesis, o noveles autores
Casi veinte números después y poco menos de cuatro años, nuevamente propuse un tema a la dirección de la revista que fue aceptado de inmediato. Nuevamente quise proponer un tema que consideraba poco trabajado. Ya he mencionado que una de las características de RyP es su diversidad y apertura a temas emergentes, lo cual da cuenta de lo diverso, heterogéneo y compleja que es la investigación de la comunicación. En esta ocasión, y en vínculo con una red de estudios en comunicación, propuse un número sobre la Escuela de Palo Alto (también conocida como “universidad invisible”), mismo que apareció en el número 40 (agosto-septiembre 2004).
Debo mencionar que comenzaba a impresionarme de lo conocido de la revista, puesto que comencé a recibir algunos mails de conocidos o viejos colegas que por una u otra razón se conocían la revista, habían leído mi nombre y me enviaban una nota de saludo. Eso me permitió darme cuenta hasta dónde había llegado el proyecto RyP. Así, debo sumar a las cualidades y rasgos que he mencionado, el de ser un puente de contacto, un lugar de encuentro entre pares, que puede ayudar a constituir redes de interpretantes y permite que allegados a temas y centros de intereses hallen un espacio en esta revista que ya comienza a convertir en una pequeña biblioteca con cientos de textos y otros tantos de ligas.
Mi ultima participación como editor ha sido el número 47; a diferencia del anterior, mucho más especializado, quise emular una tendencia, que de hecho ya había visto en otros número de RyP, al proponer una temática más general (Comunicación y Cultura) y ofrecer a los lectores una diversidad de miríadas; lo contrario del número 40, cuando quise ser mucho más delimitado y generar textos entre sí altamente interconectados. Nuevamente la amabilidad de Alejandro Ocampo y Octavio Islas, me permitieron, a pesar de la cercanía con el número anterior (menos de año y medio), proponer una iniciativa que de hecho me permitiera como parte de la Academia de Comunicación y Cultura en la naciente Universidad Autónoma de la Ciudad de México, articular reflexiones y expresiones de mis colegas, siete de los cuales participaron en dicho número, en lo que para mi mismo fue una confirmación de una diversidad sospechada, pero que hasta entonces no asumía plenamente al interior de mi lugar de trabajo.
A mi agradecimiento como autor, por haber encontrado en ella siempre un espacio abierto y calido; debo sumar mi gratitud como lector y como profesor de comunicación, porque en ella he resuelto limitaciones de nuestras bibliotecas que revierten esa tendencia, de un tema, aunque creciente, minoritario en nuestras bibliotecas y librerías, que es la comunicación. Creo que no exagero al decir que hoy día es probable que se encuentre más información en los cincuenta números de RyP que en las estanterías que algunas famosas librerías en ciudad de México, dedican a la comunicación (que no suelen superar más allá de 3 ó 4 estantes) con algunas decenas de textos en el mejor de los casos. Los temas tradicionales (efectos de los medios, estudios culturales, tecnologías de comunicación) se combinan con inclinaciones y tópicos más que novedosos, los cuales incluso me muestran mi ignorancia en algunos temas, como infografía, “semiótica e informática”, “comunicación y comercio en la era digital”, por mencionar algunos. Más aún, si nos detenemos en la orientación iberoamericana de RyP podremos ver prácticamente todos los países de la región representados al menos en una ocasión, lo que permite la asunción que más que una revista mexicana, un centro de documentación local o nacional, va tomando visos de una exquisita vitrina donde en un golpe de vista podemos conocer lo variado de matices donde lo novísimo y lo histórico se dan la mano y se articulan en una perspectiva que muy difícil puede otra publicación impresa dar cuenta.
No tengo tiempo para extenderme más: podría comprobar esa diversidad en número y modo, dar cuenta de lo que apenas esbozo. Borges decía que más por aquellos libros escritos, se honraba por los libro leído; de la misma manera, aun cuando me siento muy cercano a la revista (como autor, lector y amigo de sus realizadores), debo sentir que también me siento muy orgulloso por lo que he leído y aprendido en RyP, por lo que me ha permitido confrontar, y sobre todo por dejarme ver algo de lo que seguramente será el aprendizaje y la producción del conocimiento en nuestros años venideros: internacionalidad y flujos, redes y producciones compartidas; una sala de lectura y producción donde podemos encontrarnos, reconocer —como nuestro sabio Alfonso Reyes— que “todo lo sabemos entre todos”; celebrar la lectura y el conocimiento, lo que Internet posibilita y lo que de forma emprendedora, el equipo de Razón y Palabra, con Octavio y Alejandro a la cabeza, nos han permitido ver y reconocer a mucho de nosotros.


Dr. Tanius Karam
Academia de Comunicación y Cultura, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México.