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Por Héctor Gómez
Número
53
Preliminares
El presente trabajo forma parte de
una investigación en curso que se desarrolla
bajo los auspicios de la Universidad Iberoamericana
León, en México, y cuyo título
es, “Gente joven, mundos mediáticos
y ambientes culturales”. Con esta investigación
se pretende estudiar las transformaciones que
se han dado en los ambientes culturales, colocando
la mirada en las experiencias, prácticas
y dinámicas de la gente joven, tanto en
el espacio social de la ciudad como en los mundos
mediáticos. A partir de eso y ante la
invitación a participar en el grupo de
trabajo del Consumo Cultural del CLACSO propusimos
hacer una exploración de lo que se ha
investigado sobre el Consumo Cultural y los jóvenes
en México, a partir de un primer acercamiento
por medio de una sistematización de lo
publicado en algunas revistas1.
Hemos de decir,
en primer lugar, que el tema del Consumo Cultural
(C. C.) y el de los jóvenes ha sido abordado
desde diferentes perspectivas y grupos de estudio
de lo social, y el énfasis en el cual
nos movemos ha sido colocado dentro de los estudios
de la comunicación en México. Esto
es importante porque corresponde en mucho con
los procedimientos de sistematización,
los documentos revisados, la estructura y presentación
del presente trabajo. También hemos de
decir que en la manera como hemos ubicado y explorado
el Consumo Cultural y los jóvenes, hemos
incluido algunos referentes y contextos que corresponden
a dimensiones más amplias, específicamente
a América Latina, porque mucho de lo que
ahí aconteció permite entender
el caso de México, además de algunas
tendencias particulares de este país.
Igualmente hemos
de decir que lo sistematizado no cubre todo lo
escrito sobre el C. C. y los jóvenes,
pues se requiere otro momento para ello, por
lo que aquí expondremos es un primer acercamiento
que ha de corroborarse en otra fase posterior3,
pero igualmente muestra una serie de tendencias
que es necesario considerar.
Introducción.
Los estudios de la cultura y la comunicación
en México y América Latina
Revisar lo que ha acontecido en los estudios
de la cultura y de la comunicación en
México y América Latina tiene una
importancia en tres dimensiones temporales: por
un lado implica la reflexividad de la historia
de la manera como hemos conocido y como hemos
dado cuenta de la comunicación, la manera
como lo hemos buscado, nombrado y estructurado
a través de un discurso académico
compartido que ha buscado dar una descripción
y un sentido a un objeto que se ha considerado
como la piedra para construir una disciplina
de estudio científico y autónomo;
por otro lado, la revisión del presente
de lo que se ha construido y que permite entender
no sólo las certezas y seguridades de
lo logrado, sino colocarlo en un marco que permita
evaluar si el discurso académico construido
y compartido permite describir la realidad comunicacional
y tender puentes hacia realidades más
amplias, como la cultural y la social, que le
den no sólo un lugar dentro de las ciencias
sociales y humanas, sino una autonomía
y una legitimidad para hacerlo; finalmente, la
dimensión del futuro, las tendencias y
posibilidades que se abren hacia adelante, los
nuevos senderos por avanzar, que en mucho depende
no sólo de la manera como se mueve la
realidad comunicacional, sino del andamiaje teórico
y conceptual de lo logrado, de revisar la relatividad
de lo construido, de reconocer los puntos ciegos
que se han dejado de lado.
En ese sentido,
revisar el pasado de los estudios de la cultura
y de la comunicación tiene el objetivo
de re organizar nuestro conocimiento sobre lo
realizado para no sólo comprender algunos
de los contextos y de las dinámicas que
predominan y caracterizan en la actualidad al
Campo Académico de la Comunicación
en México (CACM), ni de observar algunas
de sus tendencias hacia el futuro, sino la de
explorar de posibilidades y requisitos que son
necesarios para determinar hacia dónde
es pertinente avanzar.
Desde esa perspectiva,
la década de los ochenta fue una etapa
clave para los estudios de la cultura y de la
comunicación de manera generalizada que
se resintió en forma específica
en América Latina y en México,
que implicó una crítica y un distanciamiento
con las tradiciones teóricas con las que
venían trabajando en las décadas
precedentes, una vinculación nada simple
ni fácil, sino compleja y a veces conflictiva
entre los estudios de la cultura con los de la
comunicación, un acto de creación
teórica desde los contextos y las improntas
de un área sociocultural extensa como
es América Latina.
En términos
sintéticos represento el paso del empleo
de la sociología funcional-estructural
y la sociología crítica como fuente
científica de la comunicación,
a la de la sociología cultural, que desde
mediados de la década de los ochenta ha
sido en mucho, más no la única,
una de las principales tendencias y fuente de
los estudios latinoamericanos de la comunicación,
uno de los rasgos más predominantes y
dominantes en el CACM.
Dentro de los
estudios de la cultura se ha considerado que
lo acontecido a finales del siglo XVIII fue sumamente
importante pues implicó un cambio semántico
en la manera de concebir a la cultura a como
se había realizado en la antigüedad,
una serie de modificaciones para dar cuenta de
la modernidad que se estaba viviendo. Desde entonces
el estudio de la cultura ha tenido una impronta
semántica que en mucho es la que perdura
hasta nuestros días, y ha crecido y se
ha diversificado en distintas tradiciones disciplinares,
las cuales, en su interior, sufrieron un cambio
significativo a partir de la década de
los sesenta como consecuencia de los cambios
sociales, culturales, económicos y políticos
que se dieron a partir del fin de la Segunda
Guerra Mundial, pero igualmente algo similar
aconteció a partir de la década
de los ochenta, donde para dar cuenta del nuevo
impulso de la reorganización geopolítica
mundial sustentada en un nuevo aliento del capitalismo
y del desarrollo y presencia de la industria
de la cultura, de los medios de comunicación
y de las tecnologías de información,
hubo de renovar un campo semántico en
la cultura para dar cuenta de lo que se estaba
viviendo, experimentando y resintiendo.
Es en esos momentos
cuando, en la visión de Armand y Michele
Mattelart (1989) hubo un cambio de paradigmas
de los estudios de la comunicación, que
se pasó del paradigma de lo sólido
al de lo fluido, y hubo un reencuentro son la
experiencia social, con la subjetividad, y donde
una serie de términos y conceptos fueron
revisitados, cargados de un nuevo sentido, como
sería el caso del sujeto, el poder, lo
cotidiano, el consumo (Mattelert y Mattelart,
1997). No es que esos conceptos no existieran
anteriormente, sino que habían sido poco
o nada considerados, pero a partir de entonces
cobraran una visibilidad fundamental y una importancia
básica en la conformación de modelos
y propuestas teóricas para pensar la cultura
y a la comunicación.
Ese fue el caso
del consumo, que anteriormente había sido
un concepto empleado desde la economía
y la sociología pero que no había
sido integrado cabalmente a los estudios de la
comunicación, o, bien, era una manera
de señalar una serie de rasgos y efectos
negativos que propiciaban los medios de comunicación
en la cultura y la vida social, y que poco permitían
entender lo que estaba sucediendo en las ciudades
latinoamericanas. A principios de los ochentas
el consumo fue visto como un concepto que permitiría
entender los procesos de modernización
de las ciudades latinoamericanas junto con otros
conceptos como lo cotidiano, el sujeto, el habitus,
y en este punto las figuras de Jesús Martín
Barbero y Néstor García Canclini
fueron claves para la renovación de las
perspectivas teóricas y conceptuales,
para la generación de “mapas”
de estudio, y la visualización de tendencias,
agendas, perspectivas de lo que era pertinente
y necesario por estudiar, y de cómo hacerlo.
El C. C. fue
una propuesta de cómo estudiar el consumo,
lo cotidiano, al sujeto, el poder y el habitus,
y fue una de las principales formalizaciones
de los estudios socioculturales que darían
luz importante para los estudios de la comunicación.
Es decir, no sólo fue una de sus principales
propuestas y formalizaciones, sino de las perspectivas
de estudio, que en un corto periodo de tiempo
fue moviéndose y alterando sus objetivos,
en diferentes etapas a lo largo de un poco más
de una década. Si revisamos la propuesta
teórica de Jesús Martín
Barbero y de Néstor García Canclini,
como dos de los principales gestores y teóricos
del C. C. en América Latina, esto puede
quedar más claro, como se puede apreciar
en la siguiente tabla:
TABLA
1
ETAPAS DEL CONSUMO CULTURAL EN AMERICA LATINA
1972-2000
Periodo |
Tendencia: |
Rasgos: |
1975-1979 |
Rupturas |
• Los
usos de lo masivo en lo urbano y lo popular
• La dominación como proceso de
comunicación |
1980-1984 |
Emergencia |
• Los
medios en la experiencia comunicativa de lo
cotidiano
• Campo estratégico: la participación,
lo alternativo y lo popular. |
1985-1989 |
Mapas |
• De
los medios a las mediaciones
• Usos sociales de la comunicación:
el consumo y la lectura: la telenovela |
1990-1994 |
Modelos |
* Modelos
teóricos sobre el consumo cultural.
* Consumo Cultural y políticas culturales.
* Modernidad y globalización: consumo
cultural, recepción de medios. |
1995-2000 |
Renovación |
• De
ciudadanos a consumidores: identidades por
el consumo.
• Consumidores nómadas: jóvenes |
Fuentes: García
Canclini (1982, 1987, 1987ª, 1988, 1995,
1999); Martín Barbero (1987, 1987ª,
1987b, 1998, 1998ª, 1999, 1999ª).
En estas etapas
podemos observar cómo en la tercera y
en la cuarta aparecen mapas para estudiar a la
comunicación que acercará a muchos
a lo cotidiano, los sujetos sociales y al consumo,
y posteriormente modelos de estudio del C. C.,
a través de algunos libros de Martín
Barbero y de García Canclini que se convertirán
en paradigmáticos para mirar, reflexionar
e indagar a la comunicación desde la óptica
sociocultural. Esas dos etapas son claves no
sólo para los estudios del C. C., sino
para los mismos estudios del campo académico
de la comunicación en América Latina
y México, pues, en el segundo caso, coincide
con momentos de la institucionalización,
reorganización del campo, que se pudo
realizar por los programas de investigación
que aparecieron. Esto puede quedar más
claro si sintetizamos las etapas señaladas
del campo académico de la comunicación
en México con las del C. C., que se puede
observar en la tabla 2, de acuerdo como algunos
investigadores han sintetizado las distintas
etapas del CACM y su relación con las
del C. C.:
TABLA
2
ETAPAS CAMPO ACADEMICO DE LA COMUNICACIÓN
EN MÉXICO Y LAS DEL CONSUMO CULTURAL
Años: |
Jesús
Galindo*: |
RFN**: |
C.
C.: |
1949-1960 |
Escuelas
periodismo |
Sin especificar |
No hay |
1960-1975 |
Escuelas
de comunicación |
Emergencia
Tensiones y desencuentros
|
No hay |
1975-1985 |
Organización
del campo |
Institucionalización |
Ruptura
Emergencia |
1985-1995 |
Programas
de investigación |
Institucionalización
Legitimación
|
Mapas
Modelos |
1995-2005 |
Redes académicas |
Legitimación |
Renovación |
Fuente: * Galindo
(2005) ** Fuentes Navarro (1997) La
tercera y cuarta etapa de la tabla número
1 igualmente son importantes por otras razones:
son los momentos en que los estudios de los jóvenes
se incrementan y se tornan claves para entender
los cambios en la juventud y en la cultura, y
pasan de ser una mera preocupación sobre
la salud, los riesgos o el vandalismo juvenil,
a intentar dar cuenta de las culturas juveniles
(Urteaga, 2000); igualmente, desde los estudios
de la cultura y de la comunicación, al
girar la mirada y la reflexión sobre la
modernidad latinoamericana y los efectos de la
globalización en las transformaciones
culturales, se comienza a señalar que
los jóvenes son un sujeto que permite
entenderlas y observarlas (Ortiz, 1996); también,
coincide con otra área de estudio que
tendrá un dialogo particular e íntimo
con el C. C., los estudios de la recepción.
Es por ello
que nos parece pertinente preguntarnos sobre
lo que han sido los estudios sobre el C. C. en
México, donde no sólo es importante
intentar dar cuenta de su importancia, sino de
la manera como ha procedido con miras a intentar
responder lo que hemos conocido, lo que sabemos
del C. C., sino cómo hemos conocido. Y
dentro de esas intenciones nos interesa saber
lo que se ha estudiado desde el C. C. a las culturas
juveniles, pues para algunos es donde se puede
observar lo que se pone en juego con las tensiones
que propicia la modernidad y la globalización,
pero igualmente nos permite observar cómo
estamos dando cuenta de ambas3.
Consumo
Cultural en América Latina. Mapas, relaciones,
tendencias
Antecedentes. El retorno de lo cotidiano.
A partir da década de los sesenta representó
un cambio sustancial en los estudios de la comunicación.
Podemos citar a Eric Maigret (2005: 23) para
indicar el cambio generalizado:
En Europa,
el desarrollo de una verdadera ciencia social
de la comunicación se realiza en el curso
de los años 1960-1980, por fuera del
paradigma de los efectos, tan poco productivo.
Se fundamenta en una revitalización de
los objetos en beneficio de una valorización
de las lógicas de acción.
Y más
adelante agrega:
La comunicación
no es un dato (el de la naturaleza) ni un flujo
de datos (el de la información en el
sentido matemático) sino una relación
permanente de sentido y de poder cuyas cristalizaciones
son los contenidos y las formas de los medios
(2005: 24).
Los inicios
de los sesenta fue un momento de tensiones de
perspectivas: la crítica al paradigma
funcional estructuralista, el debate de la sociología
crítica, la emergencia de la sociología
cultural. Esto se puede observar a través
de la presencia de investigadores en diferentes
países de Europa, y que realizaron una
revisión a la cultura de masas, el poder
de los medios de comunicación y la intervención
de los receptores o públicos de los medios
y la cultura. En Francia se puede observar en
autores como Roland Barthes, Edgar Morin, Abraham
Moles, Pierre Bourdieu y Regis Debray. En Italia,
con Humberto Eco y Franco Rosita. En Inglaterra
la Escuela de Birmingham funda el Centre of Contemporary
Cultural Studies (CCCS), quienes establecieron
la tradición de los Estudios Culturales
británicos.
De hecho, este
último grupo se fue convirtiendo en uno
de los principales referentes del estudio de
las culturas contemporáneas, y su influencia
en los estudios de la comunicación determinantes,
no sólo por la obra de dos de sus fundadores,
Richard Hoggart y Raymond Williams, quienes,
principalmente el segundo, propiciaron la concepción
de la cultura como una forma de vida social,
sino que conformaron una tradición de
estudio del paradigma de estudio de la producción
cultural, sino porque con lo realizado en el
periodo que dirigió el CCCS Stuart Hall,
en los setenta, la atención se dirigió
hacia el estudio de lo cotidiano, las subculturas,
el consumo de la cultura popular, y la lectura
ideológica de los medios de comunicación.
Estas tendencias
de estudio fueron llevando a los ochenta a lo
que Armand y Michele Mattelart (1989) señalaban
al paso el paradigma de lo sólido al de
lo fluido, y que a finales de los noventa, en
su libro Historia de las teorías de
la comunicación (1997), lo veían
como el “regreso de lo cotidiano”
donde se recuperan escuelas de pensamiento de
lo social que habían sido ignoradas en
otros momentos pero que al colocar la mirada
en otras áreas de estudio como la persona,
el grupo social, las relaciones intersubjetivas
dentro de la vida cotidiana, se renovaba su brillo
y su utilidad tanto conceptual como metodológica,
y donde se renovaban áreas de estudio
como los Estudios Culturales, los Usos y Gratificaciones,
los Estudios de la Recepción Literaria,
y señalaban que dentro del interés
del estudio de lo cotidiano, el consumidor y
el usuario eran una apuesta estratégica.
Un lugar donde
se puede observar estos cambios es en la conformación
de uno de los principales paradigmas de estudio
de la comunicación en los últimos
tiempos, el del estudio de las audiencias (Stevenson,
1998), donde los Estudios Culturales tuvieron
un papel importante, principalmente por la evolución
de la obra de David Morley que implicó
superar una serie de enfoques analíticos
que emplearon a principios de los setenta, el
paso de la mirada semiológica a la sociológica,
y de esta a la antropológica. A lo largo
de sus investigaciones, Morley encontró
una serie de limitaciones de los modelos de estudio
anteriores y consideró que era importante
dar más atención al espacio social
donde viven cotidianamente los sujetos, algo
que señalaría incluso en la década
de los noventas con su libro Television,
Audiences and Cultural Studies publicado
en 1992.
Atender ese
espacio social de los sujetos es lo que abrió
una nueva fase de estudio. Morley publicó
en 1988, Family telvision: cultural power
and domestic leisure, con la cual se adentró
al espacio social de los sujetos receptores,
y para ello, se acercó a los contextos
sociales, los hogares, desde los cuales las audiencias
ven la televisión. La obra de Morley fue
clave, entonces, para abrir nuevas vertientes
de estudio de la comunicación mediante
el acceso a los contextos de la vida cotidiana
de las familias o de las audiencias, que se realizarán
no sólo en Inglaterra, sino en diversos
países. Un autor en esta línea
fue James Lull, con varias obras, como World
families watch television (1988), Inside
family viewing: ethnographyc research on television´s
audiences (1990) y China turned on:
television, reform, and resistance (1991).
Otro autor fue Roger Silverstone y sus “sociología
de la pantalla” que presentó en
su obra Televisión and everyday life
(1994), donde hace especial énfasis
en el equipamiento tecnológico de comunicación
en los hogares. También hay que mencionar
a Ien Ang con su libro, Watching Dallas:
soap opera and the melodramatic imagination,
publicado en 1986, donde estudia la popularidad
del programa televisivo por medio de una comprensión
interpretativa de los placeres de la audiencia
femenina, así como a Janice Radway con
su obra Reading the romance: women, patriarchy
and popular literature (1987), que influirá
en varias investigaciones que intentaban relacionar
los temas de la identidad con los de la cultura
de masas y la utopía feminista.
La tendencia
fue entonces, dirigir la mirada a la acción
de los sujetos, sus contextos sociales, la vida
cotidiana, el ejercicio del poder y las prácticas
de consumo de la cultura y de los medios de comunicación.
La vertiente más conocida fue conocida
como estudios de la recepción, y en los
tiempos recientes podemos ver en Inglaterra el
grupo que trabaja en la London School of Economics
and Political Science, Media@LSE, donde unos
investigadores, encabezados por Roger Silvertone,
abordan los cambios introducidos por la comunicación
mediática (Silvertone, 2005; Lievrouw
y Livingstone, 2002), y la presencia de Sonia
Livingstone ha sido importante para los estudios
del consumo y lo cotidiano, así como de
la recepción, principalmente por trabajos
que ha realizado recientemente sobre los nuevos
medios y los jóvenes (Livingstone, 2002).
Pero también
se puede observar la obra de Klaus Bruhn Jensen,
quien en 1991 publicó junto con Nicholas
Jankowski, Metodologías cualitativas
de investigación en comunicación
de masas, donde hacen un recuento de la
presencia de la metodología cualitativa
en los estudios de la comunicación, y
posteriormente con su obra personal, La semiótica
social de la comunicación de masas (1995),
en donde señala que en los estudios de
la recepción, el punto crucial no es qué
hacen los medios con la gente, ni qué
hace la gente con los medios, sino la manera
como ambos interactuan dentro de una vida social
sígnica, con implicaciones para los dos
tanto en la vida cotidiana como dentro de la
estructura de la sociedad, y propone el estudio
dentro del pragmatismo (Jensen, 1997).
Otra veta importante
para la renovación de los estudios de
la comunicación fueron los cambios que
se dieron en el estudio de la cultura a mediados
de la década de los sesenta y principios
de los ochentas a través de la antropología
y de la sociología. De la primera, con
la obra de Clifford Geertz y la emergencia de
la antropología interpretativa o comprensiva,
donde maduró lo que se conoce la “concepción
simbólica de la cultura”; de la
segunda, con la obra de Pierre Bourdieu y su
propuesta teórica y metodológica
para el análisis de la cultura. La obra
de Geertz fue una pauta importante para la concepción
simbólica de la cultura, que posibilitó
la concepción de la autonomía de
la dimensión de lo simbólico, lo
cultural, y la de Bourdieu dio los elementos
conceptuales y metodológicos para observar
cómo lo simbólico se materializa
en prácticas, espacios, dinámicas
donde se ponen en tensión los sentidos
del ejercicio del poder, de la concepción
de la realidad, de las relaciones sociales, a
través de un proceso tanto histórico
y cotidiano, y donde el consumo de la cultura
era un lugar idóneo y adecuado para observar
a la cultura, y que para los estudios de los
medios de comunicación, les permitió
ubicarlos dentro de un campo, del campo de la
cultura.
América
Latina. El retorno de lo popular
En la misma época en que los Mattelart
hablaban del cambio de paradigmas, en América
Latina, Jesús Martín Barbero y
Néstor García Canclini señalaban
algo similar: la importancia de pensar lo cultural
y lo comunicacional en América Latina
desde la experiencia de las clases populares
en lo urbano, propia de una expansión
más de la modernidad y la ideología
neoliberal. Y desde ahí comenzaron a señalar
la importancia de pensar lo popular a partir
de ejes como el consumo, lo cotidiano.
Con estos planteamientos
no sólo se hacía evidente una tendencia
generalizada de investigadores y donde el caso
de Martín Barbero y García Canclini
era representativo de un proceso que se estaba
gestando: un distanciamiento con las escuelas
tradicionales de estudio de la comunicación,
la necesidad de un acto creativo teórico
dentro de un escenario histórico, social
y cultural particular como lo ha sido América
Latina. Fue el momento en que los estudios de
comunicación se tornaron en cultura, y
la línea de pensamiento desde la cual
se hacía la propuesta era la de los Estudios
Culturales que con el tiempo se le llegaría
a conocer como los Estudios Socioculturales o
Culturales Latinoamericanos.
Ubicar al C.
C. desde la perspectiva de los Estudios Culturales
representó un cambio de giro para pensar
a la cultura a diferencia de como lo había
realizado la Teoría Crítica en
los cuarenta y cincuenta y la Economía
Política en los sesenta y setenta, y con
ello se buscaba pasar de mirar a la sociedad
como una de las manifestaciones más acabadas
de la modernidad, por medio de la cultura de
masas, a la de una sociedad en tránsito
a la postmodernidad, de una cultura cada vez
más mediática.
Es en los antecedentes
de la Teoría Crítica y la Economía
Política donde se encuentran los trazos
desde los cuales se pensaba en gran parte la
relación de la cultura y la comunicación
a través de conceptos como sociedad de
masas, cultura de masas, cultura popular, industria
cultural, y donde aparece el consumo como un
mecanismo para diferentes cosas: degradación
de la cultura, ejercicio del poder y de la hegemonía,
estratificación social, etcétera.
A mediados de los setenta, Alan Swingewood (1979)
daba un mapa sobre el estudio de la cultura de
masas donde incluía tres fuentes de reflexión
y estudio que influirían en la comprensión
y conceptualización de la cultura y los
medios de comunicación: el marxismo dogmático,
la teoría literario-cultural, el pluralismo
cultural, y si bien había diferencias
significativas en las maneras de entender y colocar
la mirada sobre la cultura, lo que las unía
era una postura conservadora en lo concerniente
a lo social y a lo político.
Swingewood (1979:
23) sintetiza la manera como la vertiente sociológica
marxista hacía una crítica cultural
al capitalismo industrial dando una visión
de la sociedad de masas:
La sociedad
de masas se caracteriza así como una
sociedad relativamente confortable, en parte
benéfica y guarnecedora, en la que la
sociedad crece pasiva, indiferente y atomizada;
en la que las lealtades tradicionales, los vínculos
y las asociaciones se tornan laxas o se disuelven
totalmente; en la que los públicos coherentes,
de opiniones e intereses definidos, gradualmente
se resquebrajan y en la que el hombre se convierte
en un consumidor, producido en masa como productos,
las diversiones y los valores que absorbe....
La sociedad de masas, por tanto, se define sociológicamente
como carente de grupos e instituciones fuertes
e independientes, una sociedad dominada desde
arriba.
La definición
sociológica que realizan de la sociedad
de masas tenía una fuerza constructiva
porque emana de una epistemología y de
una metodología meta discursiva como sería
el marxismo, donde la crítica se realiza
no sólo en función de un tipo de
sociedad, sino de un tipo de actor cultural que
no era el proletariado, el cual había
sido desplazado en la conformación de
una nueva cultura popular que tenía como
destinatario a la clase media, la cual se integró
a través de la cultura de masas a “la
cultura burguesa comercializada” (1979:
104), y con lo cual se señalaba que la
cultura de masas era una renovación de
la cultura popular. Swingewood sintetiza lo que
estas posturas entendían por cultura popular:
Como hemos
visto, el concepto incluye a la religión,
la literatura, la danza popular, la ciencia
ficción, el cine de horror, las canciones
Folk. Y las líricas rústicas del
siglo diecinueve, etc. La diferencia fundamental
entre la llamada “cultura folk”
y la cultura popular es que la última
se basa en un concepto de masas y un modo de
producción de comodidad construido alrededor
de una división del trabajo y la reproducción
mecánica de objetos culturales. En general,
el aproche metodológico de la teoría
de la cultura de masas es enfatizar el consumo
más que la reproducción y así,
confundir la relación entre cultura democrática
burguesa y la cultura popular.
El énfasis
que se colocaba en el consumo, era el mecanismo
mediante el cual la clase media se incorporaba
a las nuevas dinámicas del capitalismo
industrial, pero igualmente significaba la subordinación
a la hegemonía que provenía de
la cultura de masas, de las industrias culturales,
las cuales creaban una “cultura popular
homogenizada, donde se perdían las distinciones
de lo que se llamó “alta”
y “baja” cultura, pues los hábitos
de consumo las difuminaban: “el gusto por
los vampiros, el romance y la violencia era tan
característico del público lector
del siglo diecinueve en general como lo son los
gustos equivalentes en el entretenimiento de
la televisión y el cine hoy en día”
(1979: 106).
Por su parte
la Economía Política surgió
como una visión de la conformación
de una sociedad de masas a una sociedad cada
vez más global, pues se veía cómo,
a la par de que se crea una economía capitalista
hegemónica que propicia economías
dependientes, en la dimensión cultural
ocurría algo similar, con lo cual se trabajo
la teoría del imperialismo cultural, donde
América Latina tuvo un papel protagónico.
Una de sus áreas de atención fue
la manera como el capital produce valor económico
a partir del arte y de la cultura, por ello se
le dio un gran énfasis en el estudio de
las industrias culturales, y desde ahí
se creaba un vínculo con el consumo porque
era el mecanismo mediante el cual las industrias
culturales actuaban y propiciaban una “cultura
popular internacional”.
Como lo expresamos
en el apartado anterior, en la década
de los sesenta apareció una vertiente
de estudios de la cultura a la que se conocería
como Estudios Culturales. En gran parte en sus
inicios comparten algunas de las tendencias de
las posturas críticas anteriores a ellas,
principalmente en lo que se refiere al efecto
de la cultura de masas sobre la cultura tradicional,
pero el reconocimiento de una dimensión
antropológica de la cultura como un todo
social, conformada por formas, prácticas
e instituciones sociales a las que hay que observar
para entender el cambio social, y donde el arte
y la literatura son formas comunicativas que
tienen una historicidad que es necesario recuperar
para comprender la manera como ha cambiado las
relaciones sociales a través de distintas
formas de circulación de lo simbólico
para encontrar los valores socioculturales con
los cuales se ha conformado y actuado lo ideológico.
Punto importante es que metodológicamente
realizaron un giro al enfocarse en el análisis
textual, en la investigación de sentido
tanto de productos, objetos y prácticas
sociales para intentar comprender las lecturas
ideológicas, y con ello propició
un acercamiento con la psicología, la
semiótica, y el concepto de hegemonía
de Gramsci, quien fue recuperado para comprender
los procesos de lectura desde donde se realizan
los procesos de dominación desde las mismas
clases populares, y que en las generaciones siguientes
de la escuela inglesa de los Estudios Culturales
los acercaron a tratar de desentrañar
el proceso de recepción que realiza la
gente, principalmente a través de la televisión.
Con los Estudios
Culturales se abrió una nueva posibilidad
de encarar a una serie de factores que preocupaban
a las tradiciones anteriores, como sería
el caso de la forma de encarar a las culturas
populares, que le irán dando un peso más
activo dentro de los procesos de incorporación
a la cultura de masas y donde era necesario re
pensar los procesos de dominación que
estos realizan. Es por ello que la lectura ideológica
fue la arena de estudio y los acercamientos con
la semiología y la psicología fueron
importantes, que los llevaron a tratar de desentrañar
el proceso de recepción como un proceso
de negociación. La hegemonía de
vertiente gramsciana puso el énfasis en
la fuerza del individuo como un producto socio
cultural, donde se pone en juego los sentidos
propios de su cultura o las subculturas en las
cuales se inserta y participa, y que son los
indicios de comprender la historia misma de la
dominación, la tensión continua
por la lucha de los sentidos de la vida social,
los procesos históricos tanto de la conformación
de las culturas y subculturas, de los modos comunicativos
de la sociedad y de las lecturas ideológicas.
La historia
de cada una de las escuelas de pensamiento anteriores
no es fácil ni simple, como no lo fue
la manera como llegaron y se insertaron en América
Latina, y en México, pues habría
que agregar otras influencias en el pensamiento
latinoamericano como sería el caso de
los estudios de la cultura popular que provenían
de Italia, inspirados en mucho por una tradición
de indagación sobre lo folklore y lo popular,
y las renovaciones que hubo en algunos investigadores
por la obra de Gramsci (González, 1994)
y la sociología de la cultura que provenía
de Francia, particularmente la influencia de
la obra de Pierre Bourdieu.
La Sociología
de la Cultura se convirtió en una alternativa
que renovaba la visión e indagación
de las nuevas dimensiones de lo popular, más
cercanas a una cultura popular urbana, entremezclada
con la acción de la industria de la cultura,
de los medios de comunicación, ligada
a los procesos históricos y sociales de
una región particular del continente que
se encontraba en la tensión por un impulso
de renovación de su modernidad guiada
por una economía internacional que actuaba
a través de la movilidad social que propiciaba
nuevos patrones y hábitos de consumo,
y con la presencia creciente de nuevos medios
de comunicación y tecnologías de
información y los mundos imaginarios que
estos portaban. Desde ahí se comenzó
a pensar a las culturas populares en América
Latina, y de ahí emergió el concepto
de consumo cultural.
No es gratuito
que a partir de mediados de los ochentas y principios
de los noventa aparecieran en América
Latina cinco propuestas de estudio donde la cultura
y la comunicación se interrelacionan para
dar cuenta de procesos socioculturales contemporáneos:
el consumo cultural con Néstor García
Canclini; los usos sociales de la comunicación
con Jesús Martín Barbero; los frentes
culturales con Jorge González; la recepción
activa con Valerio Fuenzalida; el modelo de las
multimediaciones de la recepción con Guillermo
Orozco (Jacks y Ecosteguy, 2005). Además
de que comparten la una perspectiva de la cultura
sociosimbólica, sus propuestas van encaminadas
a observar las transformaciones de las sociedades
a través de la dimensión de la
cultura por la intervención de los medios
de comunicación, para ir observando la
centralidad comunicativa de las sociedades actuales.
Es por ello
que al hablar del consumo, García Canclini
(1995: 45) dirá que en él se construye
parte “de la racionalidad integrativa y
comunicativa de la sociedad”, y con ello,
coloca al consumo en un lugar central de los
estudios contemporáneos de lo social,
lo cultural y lo comunicacional, y aunque reconoce
a mediados de los noventa que “no existe
una teórica sociocultural del consumo”,
hace una definición en la cual “el
consumo es el conjunto de procesos socioculturales
en que se realizan la apropiación y los
usos de los productos”.
Y de esa definición,
y otras que van en un circuito de sentido similar,
se comenzó a desarrollar una perspectiva
de estudio de la cultura y la comunicación
a través del C. C.
Trayectorias.
Hacia el Consumo Cultural
El estrecho vínculo de la sociología
cultural con los estudios de la comunicación
desde la década de los ochenta significó
un importante cambio conceptual y metodológico,
pues la concepción sociosimbólica
de la cultura fungió como un “artefacto
de inteligibilidad” (Gergen, 1996), una
constelación de conceptos, en relación
a una postura ontológica, epistemológica
y metodológica necesarios y suficientes
para poder conformar una serie de programas de
análisis y de generación de conocimiento
de los cambios de lo social contemporáneo.
Este fue el
caso de los estudios del C. C. y de las distintas
etapas de su corta historia, como lo hemos expuesto
anteriormente: de su ubicación como parte
de una serie de conceptos para crear un “mapa
nocturno” (Martín Barbero, 1987)
que permita el estudio de la comunicación
en tiempos de transformaciones sociales y culturales
en Latinoamérica, a su delimitación
tanto conceptual propia, como con respecto a
otras perspectivas de estudio, y la conformación
de una red de conceptos y procedimientos para
acceder al análisis del C. C., con lo
cual intenta hacer inteligible tanto sus propios
procedimientos de objetivación de sus
estudios, como de sus objetos, temas y áreas
de análisis.
Es decir, el
programa de estudio e investigación del
C. C. no apareció conformado en sí
mismo una vez que se ubicó su pertinencia
y necesidad para comprender a las sociedades
latinoamericanas, sino que se hubo de crear en
una serie de pasos que son necesarios para toda
propuesta teórica que pretenda alcanzar
niveles de seriedad científica y académica
que van desde su visualización, su descripción,
la conformación y diferenciación
de sus sistemas reflexivos, discursivos dentro
de contextos más amplios, hasta llegar
a ser en sí mismos autosuficientes para
explorar y explicar una dimensión de estudio
y análisis.
Esto fue realizado
en parte por los estudios del C. C. a principios
de la década de los noventa y la manera
como se definió estaba en relación
a la conformación de un mapa de conceptos
que tanto complementan su visión, como
cubrían aquellas áreas que eran
difíciles de explorar por si mismo y que
requerían del nicho de la dimensión
sociocultural para realizarlo, pero igualmente
las áreas de estudio que la sustentaban
y que daban cuenta tanto de sus posibilidades
como de sus límites, de su pertinencia
y de sus orientaciones. Todo indica que a partir
que esto se realizó, cualquier estudio,
por lo menos de corte académico, que retomaba
esta orientación, igualmente retomaba
el mapa conceptual y algunas de las áreas
de estudio.
A partir de
las reflexiones anteriores, para iniciar el proceso
de sistematización de lo que se ha publicado
sobre el C. C. en algunas revistas especializadas
de investigación de la comunicación
en México, procedimos a observar las áreas
de estudio del C. C. que se establecieron a partir
de los noventa, para desde ahí observar
en dónde se han vinculado con las culturas
juveniles. Para realizar lo anterior, se decidió
tomar dos libros que a lo largo del tiempo se
han convertido en referencia obligada y la base
para quien pretenda reflexionar o realizar alguna
investigación del C. C., libros colectivos
que en su estructura da cuenta de la manera como
se organiza el material que da cuenta del C.
C., y que esto da en cierta forma una visión
global.
El primer libro
revisado fue el coordinado por Néstor
García Canclini (1993), El consumo cultural
en México, incluye los siguientes capítulos,
a los que en los hemos agrupado en algunas áreas
de estudio, como se puede ver en la tabla 3:
TABLA
3
ESTRUCTURA LIBRO CONSUMO CULTURAL EN MEXICO
Teoría: |
Consumo
cultural y espacio urbano: |
Consumo
cultural y medios de comunicación: |
Consumo
cultural y sujetos sociales: |
Propuesta
teórica |
Cd. de México,
símbolos colectivos y uso del espacio
urbano |
Televisión:
comunidades de referencia en el proceso de
recepción |
Interacción
consumo cultural de los jóvenes |
|
Espacio urbano
y sectores social y consumo en Coyoacán |
Telenovela,
memoria y familia |
|
|
C. C. y los
Movimientos sociales |
Hábitos
de radio de los jóvenes Cd. De México |
|
|
Museo de
Culturas Populares como espacio de recreación
o expresión de lo popular |
|
|
|
Museo Templo
Mayor y apropiación de los públicos |
|
|
Fuente: García
Canclini (1993) Como
se puede ver, además del apartado teórico,
se encuentran tres agendas para estudiar al C.
C.: el espacio urbano, los medios de comunicación,
y los sujetos sociales. Al abordar el espacio
urbano podemos ver que principalmente se realiza
en la Ciudad de México, lugar donde trabaja
García Canclini y el grupo de investigación.
Punto importante fue el C. C. de medios de comunicación,
con textos de investigadores invitados que trabajan
la recepción y los públicos de
la televisión, con lo cual es posible
comenzar a abordar algunas de las relaciones
que irá adquiriendo el estudio del C.
C. con los estudios de la recepción y
los públicos de los medios. También
es interesante ver que hay dos trabajos donde
entran los jóvenes.
Dos de las principales
áreas de estudio que aparecen en la estructura
del libro coordinado por García Canclini
tienen que ver con dos de los principales ejes
por medio de los cuales se ubica la acción
del C. C., es decir, de los bienes simbólicos
situados y de los bienes simbólicos “a
domicilio”, que tienen que ver con la dimensión
de lo público y la vida urbana, y la dimensión
de lo privado y la vida en el hogar, con lo cual
se abren dos grandes espacios para ver y observar
al C. C., tanto en los espacios públicos,
como en la acción de los medios de comunicación,
pues en ellos se dan los “procesos comunicacionales
masivos que generan a la vez una homogenización
y una diferenciación más acentuadas
que en el pasado” (García Canclini
y Piccini, 1993: 54). Esto abre un área
de estudio que se vinculará estrechamente
con el estudio de los medios de comunicación,
pero igualmente será debido a como García
Canclini (1993ª: 24) define al mismo C.
C. al verlo como “el conjunto de procesos
socioculturales en que se realizan la apropiación
y usos de los productos”, como una manera
de diferenciar al consumo de su racionalidad
eminentemente economicista, pues como expresa:
No oculto cierta
incomodidad ante el término consumo,
excesivamente cargado por su origen económico;
pese a sus insuficiencias, lo veo como el más
potente para abarcar las dimensiones no económicas
en relación con otras nociones afines:
recepción, apropiación, audiencias
o usos (1993ª: 25).
Este libro es
importante porque por primera vez no sólo
se menciona la importancia del estudio del C.
C. y se explicita conceptual y metodológicamente,
sino que se hace de manera colectiva, bajo un
programa de investigación, y se le aborda
desde distintas perspectivas, abriendo el panorama
de lo que es básico y posible investigar
para pensar el C. C. Igualmente porque organiza
la mirada conceptual y metodológica para
observar y acceder al C. C. que al parecer servirá
como base para estudios subsiguientes.
El segundo libro
revisado fue el coordinado por Guillermo Sunkel
(1999) sobre el C. C. en América Latina,
encontramos la siguiente estructura, por las
diferentes partes que presenta, y contenido,
por los diferentes capítulos que lo conforman:
TABLA
4
ESTRUCTURA DEL LIBRO EL CONSUMO CULTURAL EN AMERICA
LATINA
Aproximaciones
teóricas y metodológicas: |
Usos
y prácticas del consumo cultural: |
Apropiación
arte y patrimonio: |
Consumo
de medios: |
Recepción
de medios-consumo cultural |
El C. C.
en Venezuela |
Público
de arte en México: la exposición
Hammer |
Consumo de
periódicos en la transición democrática
en Chile |
Propuesta
teórica del C. C. |
C. C. y entretenimiento
en Sao Paulo |
La apropiación
del patrimonio mexica en el Museo del Templo
Mayor |
Radio: memorias
de la recepción |
Televidencia
y Mediaciones |
Ocio, prácticas,
medios |
|
Radio: preferencias
musicales en Sao Paulo |
Consumidores
Nomádicos |
Trayectos
del consumo, itinerarios biográficos
y C. C. |
|
Géneros
televisivos y culturas del protagonismo |
|
|
|
Modernidad,
estilos de vida y consumo de televisión
en Chile |
Fuente: Sunkel
(1999) Nuevamente
aparece el apartado teórico, incluyendo
lo metodológico, y tres áreas de
reflexión y estudio: usos y prácticas,
apropiación del arte y del patrimonio,
y el consumo de medios. Pareciera que lo que
tienen en común es el consumo de medios,
y la diferencia anterior es el uso y prácticas
del consumo cultural, así como la apropiación
del arte.
Lo interesante
es la manera como se aborda el C. C., donde tanto
en lo teórico y lo metodológico
se vincula con la recepción y las audiencias,
con los usos y la apropiación. Los ejes
de estudio sobre los usos y las prácticas
también son importantes, pues se tiende
a relacionar con los medios de comunicación,
con lo cotidiano y con el entretenimiento, lo
cual nos lleva nuevamente a los hábitos,
usos, exposición de medios. Por su parte,
la apropiación del arte se hará
a través de dos elementos que igualmente
estarán presentes dentro de la constelación
que los estudios del C. C. van atrayendo dentro
de su órbita: los públicos, los
espectadores.
Este libro es
importante porque refleja, a unos cuantos años
del libro colectivo de García Canclini,
lo que se estaba pensando e indagando en América
Latina, y porque tanto tiene puntos de coincidencia
importantes con el libro coordinado por García
Canclini, como porque abre otras áreas
del C. C., que igualmente crecerá y serán
parte de las agendas para algunas instituciones
encargadas del fomento de políticas y
gestión cultural.
Además,
nos permite ver lo que se estaba trabajando dentro
de los estudios de la comunicación en
América Latina, y cómo entra en
ese panorama los estudios del C. C., pues si
uno afina la mirada en las tablas anteriores,
verá que dentro del C. C. están,
de una u otra manera, lo que se conoce como las
principales corrientes de estudio de la comunicación
Latinoamericana, que se conformaron a partir
de la década de los ochentas, en forma
paralela, como lo sintetiza Nilda Jacks (Jacks,
1996; Jacks y Ecosteguy, 2005), y que nos habla
de la interrelación de las agendas, tanto
conceptual como metodológicamente, que
se estaban dando y que algunos de ellos se incorporaron
dentro del estudio del C. C., y cómo podían
en algunos casos ser parte de una agenda de investigación
diferente, con lo cual las formas de entrar a
ellos se abría a través de un abanico
de conceptos que se consideraban cercanos.
A partir de
lo anterior, podemos sintetizar que las áreas
de estudio del C. C. que se han tendido a privilegiar,
son:
• Consumo
de medios.
• Espacio público
• Usos y prácticas
• Apropiación del arte y patrimonio
• Sujetos sociales
E igualmente
podemos señalar que al C. C. se le vincula
con los siguientes conceptos, con lo cual puede
entrar la confusión de que si se hacen
estudios de ellos se está haciendo estudios
del C. C.:
• Recepción
• Uso social
• Audiencia
• Exposición
• Hábitos
• Preferencias
• Entretenimiento
• Tiempo libre
• Cotidianeidad
Y, finalmente,
que al hablar de consumidores, se le vincula
con:
• Público
• Receptor
• Audiencia
• Espectadores
La tendencia,
entonces ha sido el de señalar un concepto
y una relación de conceptos homologables
o complementarios, que permiten la búsqueda
de un espectro específico de prácticas,
espacios, sujetos, donde en ocasiones los límites
entre ellos son imprecisos, pero que teórica
y metodológicamente tienen implicaciones
más profundas.
Punto importante
para revisar la relación del C. C. y los
jóvenes es la diferencia en la manera
como la abordan los estudios de la comunicación
y los estudios de la cultura, o los mismos estudios
de la juventud: mientras que en el primer caso
tiende a predominar el abordaje del consumo de
medios de comunicación, en los otros dos
tiende a predominar el abordaje de la apropiación
y uso de los espacios públicos y las interacciones
de las culturas y subculturas juveniles.
Consumo
cultural y jóvenes en México. Un
acercamiento hemerográfico
Comunidad y producción de sentido.
La manera como procedimos a dar cuenta sobre
lo que se ha publicado fue a través de
acceder a algunas de las principales revistas
sobre comunicación que se han publicado
en México desde mediados de la década
de los ochentas, en concreto, las siguientes
revistas: Estudios Sobre las Culturas Contemporáneas
(ESCC), de la Universidad de Colima; Comunicación
y Sociedad (CyS), de la Universidad de Guadalajara;
Anuario de Investigación de la Comunicación
(AIC), del Consejo Nacional para la Enseñanza
e Investigación de las Ciencias de la
Comunicación (CONEICC); Espacios de
Comunicación (EC), de la Universidad
Iberoamericana; Razón y Palabra (RyP),
del Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey Campus Estado de México4.
En México
podemos encontrar una serie de trabajos que han
sistematizado lo que algunas revistas han publicado
y contribuido a la generación y difusión
del conocimiento sobre la comunicación
(Fuentes Navarro, 2004ª, 1996; Ramírez
y Ramírez, 2004). Asumimos que en las
revistas académicas de la comunicación
en México es posible dar cuenta de la
atención al C. C., y la manera como se
ha vinculado con el CACM, la relación
que ha tenido con las culturas juveniles, desde
la óptica de los estudios de la comunicación.
Producto
Primero es importante dar cuenta de algunos elementos
que nos permitan ponderar la presencia de textos
sobre el C. C. en las revistas consultadas, y
algunos datos los podemos encontrar en la tabla
número 5:
TABLA
5
REVISTAS CONSULTADAS: INSTITUCION, EJEMPLARES
AÑOS DE PUBLICACION
Revista |
Institución
que la publica |
Total
de números consultados |
Años
comprendidos |
Anuario de
Investigación de la Comunicación |
CONEICC |
11 |
1994 –
2004 |
Comunicación
y Sociedad |
Univ. de
Guadalajara |
11 |
1992 –
2000 |
Espacios
de Comunicación |
Univ. Iberoamericana
Santa Fe |
4 |
1996 –
2000 |
Estudios
sobre las culturas contemporáneas |
Univ. de
Colima |
27 |
1987 –
2001 |
Razón
y Palabra |
ITESM Estado
de México |
46* |
1996 –
2005 |
*Se incluye un
ejemplar clasificado como edición especial
De
entrada, tenemos un panorama que comprende desde
1987 al 2005, en unos casos, lo cual nos permite
tener una visión general del periodo en
el cual se estaba comenzando a hablar del C.
C. hasta el presente. De las cinco revistas,
dos son publicadas en el interior del país
(Guadalajara, Colima), una en el Estado de México,
otra en la Ciudad de México y la otra
de manera itinerante por decisiones y estatutos
del CONEICC. De las cinco, sólo la de
Espacios de Comunicación ha dejado
de publicarse, pues tuvo un periodo de vida corto
(1996-2000). La presencia de las revistas del
interior del país indica una serie de
elementos de la conformación del campo
académico de la comunicación, entre
ellos, la presencia que ha tenido las ciudades
de Colima y Guadalajara, y algunos de sus investigadores,
para la conformación del campo, y cuyas
revistas han sido reconocidas a nivel nacional
e internacional, y que en el caso de la revista
ESCC ha sido parte de un centro de investigación
de lo que Gilberto Giménez (2003: 64)
denomina como “cultura moderna en México”.
De las cinco
revistas consultadas, tres de ellas se revisaron
el total de números editados, y sólo
en dos (C y S, ESCC) se revisaron la mayoría
números, faltando unos cuantos ejemplares
pendientes. Destaca la diferencia que hay entre
las revistas impresas y la electrónica
en lo referente a la cantidad de números
editados, lo que hace evidente la dificultad
que implica imprimir y la facilidad de subir
en línea documentos.
En relación
a los textos que han publicado las cinco revistas,
lo podemos observar en la tabla número
6:
TABLA
6
TEXTOS PUBLICADOS, TEXTOS VINCULADOS CON EL C.
C.
Revista |
Textos
publicados en los números consultados |
Textos
Vinculados con CC |
Tipo
de documentos |
que
abordan CC |
|
|
|
Reflexivo |
Empírico |
Anuario de
Investigación de la Comunicación |
149 |
18 |
8 |
10 |
Comunicación
y Sociedad |
109 |
9 |
4 |
5 |
Espacios
de Comunicación |
93 |
8 |
5 |
3 |
Estudios
sobre las culturas contemporáneas |
236 |
13 |
11 |
2 |
Razón
y Palabra |
831 |
11 |
9 |
2 |
Total |
Total |
59 |
37 |
22 |
Si consideramos
como un conjunto el periodo de años que
comprenden a las cinco revistas, dieciocho años,
vemos que han contribuido con una no despreciable
cantidad de documentos, es decir, con 1, 418,
y se puede observar que la cantidad de artículos
puede ir de acuerdo a la tendencia de la cantidad
de números editados por cada una de ellas,
aunque llama la atención que el AIC ha
crecido sensiblemente con 11 números,
y que RyP ha publicado como un 60% de los artículos,
con un promedio de 18 por cada edición.
Ahora bien,
si la cantidad de artículos es considerable,
cuando revisamos aquellos que están vinculados
con el C. C., vemos que sólo son 59 textos,
lo cual representan un aproximado del 4% de la
producción total, donde el AIC, ESCC y
RyP son los que más han publicado al respecto.
Pero si de esos 59 documentos revisamos cuáles
son de carácter eminentemente reflexivo,
teórico, y cuáles aportan material
empírico, vemos que 37 corresponden a
lo primero y 22 a lo segundo, con lo cual comenzamos
a ver que el tema del C. C. ha tendido a ser
más un espacio de reflexión que
de indagación. De la parte reflexiva,
destacan las revistas de ESCC y RyP, mientras
que en el empírico destaca la presencia
del AIC.
Temáticas,
enfoques, metodología
Si enfocamos otros elementos de los textos publicados
en las cinco revistas que abordan al C. C. hemos
de tener en cuenta algo que ya se había
señalado, en el sentido de que el C. C.
tiende a expandirse, vincularse o incluirse por
medio de otros conceptos, como hábitos,
exposición, recepción, etcétera.
Es por ello que toca observar los temas que han
abordado, los enfoques y las metodologías.
Respecto a los
temas, esto puede verse más claramente
en la tabla 7:
TABLA
7
TEMATICAS DE LOS TEXTOS PUBLICADOS SOBRE C. C.
Temáticas |
Anuario
de Investigación de la Comunicación |
Comunicación
y Sociedad |
Acceso a
tecnología |
|
1 |
Audiencias |
1 |
1 |
Consumo |
1 |
|
Cultura del
consumo |
|
|
Cultura Juvenil |
1 |
|
Efectos |
|
|
Espacios |
|
|
Experiencias
mediadas |
|
|
Exposición |
5 |
1 |
Globalización
y políticas culturales |
2 |
|
Ind Culturales |
|
2 |
Inv sobre
recepción |
1 |
|
Oferta y
consumo |
|
|
Ofertas culturales |
|
|
Prácticas |
2 |
1 |
Preferencias |
1 |
|
Procesos
simbólicos |
|
|
Públicos |
2 |
|
Recepción |
2 |
2 |
Representación
del cuerpo |
|
1 |
Total |
18 |
9 |
Temáticas |
Espacios
de Comunicación |
Estudios
sobre las culturas contemporá- neas |
Razón
y Palabra |
Acceso a
tecnología |
|
|
|
Audiencias |
|
1 |
|
Consumo |
3 |
1 |
|
Cultura del
consumo |
|
|
2 |
Cultura Juvenil |
2 |
|
1 |
Efectos |
|
|
3 |
Espacios |
|
1 |
|
Experiencias
mediadas |
|
|
1 |
Exposición |
|
|
1 |
Globalización
y políticas culturales |
|
|
|
Ind Culturales |
|
|
|
Inv sobre
recepción |
|
|
|
Oferta y
consumo |
|
1 |
|
Ofertas culturales |
|
1 |
|
Prácticas |
1 |
3 |
2 |
Preferencias |
|
|
|
Procesos
simbólicos |
|
2 |
|
Públicos |
|
|
|
Recepción |
2 |
2 |
1 |
Representación
del cuerpo |
|
1 |
|
Total |
8 |
13 |
11 |
Un primer punto
a destacar es que con la revisión de los
documentos, se registraron 20 temáticas
que puede dar un panorama complicado y disperso,
que requeriría una revisión y re
organización. Sin embargo nos da pistas
importantes.
En primer lugar
observamos la tendencia de asimilar la recepción
con el C. C., pues es la que más prevalece
en las cinco revistas, con un total de 9 textos,
seguida de la temática de las prácticas
(8), la exposición a los medios (7), el
consumo (5) y finalmente la cultura juvenil (4).
Temáticas como audiencias, efectos de
los medios, cultura del consumo, industrias culturales,
procesos simbólicos, públicos y
representación del cuerpo, tienen una
presencia menor, con 3 o 2 textos.
Por su parte,
si ahora vemos el enfoque desde dónde
se abordan las temáticas, tendríamos
lo siguiente:
TABLA
8
ENFOQUE DE LOS TEXTOS SOBRE C. C.
Revista |
Industrias
culturales |
Estudios
Culturales |
Estudios
de recepción |
Usos
y gratif. |
Socioló-
gico |
Antropo-lógico |
Anuario de
Investigación de la Comunicación |
1 |
5 |
5 |
1 |
1 |
0 |
Comunicación
y Sociedad |
1 |
4 |
0 |
1 |
3 |
0 |
Espacios
de Comunicación |
0 |
3 |
2 |
0 |
0 |
1 |
Estudios
sobre las culturas contemporáneas |
0 |
4 |
3 |
0 |
4 |
1 |
Razón
y Palabra |
0 |
1 |
1 |
0 |
2 |
1 |
Total |
2 |
17 |
11 |
2 |
10 |
3 |
Lo
que aparece en esta tabla es algo que igualmente
se prefiguró: la presencia de los Estudios
Culturales como la principal óptica que
ha permitido abordar al C. C., y su vínculo
estrecho con los estudios de la recepción,
pues entre ambos hay 28 documentos con esos enfoques,
seguidos por el sociológico (10), que
igualmente habla de una tendencia generalizada
de los estudios de la comunicación en
México, y es menor la presencia de los
enfoques antropológicos, o desde las industrias
culturales y los usos y gratificaciones.
Esto se ve ratificado
por los autores que más son empleados
para conformar el marco teórico de los
textos publicados. Estos autores los podríamos
agrupar en dos bloques. En el primer bloque hay
cinco autores que predominan en los marcos teóricos:
Néstor García Canclini, Jesús
Martín Barbero, Pierre Bordieu, Guillermo
Orozco y David Morley. El libro más citado
es De los medios a las mediaciones y
el texto El consumo sirve para pensar publicado
en la revista Diálogos de la comunicación,
editada por FELAFACS. Igualmente, de ambos autores
está presente gran parte de su producción.
En un segundo bloque también podemos mencionar
otros autores que dependiendo de lo que se pretenda
argumentar son citados: Adorno y Horkheimer,
John B.Thompson, José Carlos Lozano, Jorge
González, Mauro Wolf y Enrique Sánchez
Ruiz.
Al vínculo
con la recepción, hay que añadir
la tendencia de los enfoques de los Estudios
Culturales, lo cual tendrá un impacto
en las metodologías empleadas para su
abordaje, donde un punto que es importante considerar
es que tiende a haber una ausencia explícita
y reflexiva del empleo de metodología,
probablemente por lo reducido del espacio de
publicación, pero igualmente por la costumbre
de no hacerlo visible por parte de algunos investigadores.
Esto nos habla
de los alcances mismos que puede tener los trabajos
sobre el C. C., el tipo de miradas que se concentran
sobre aspectos que tienden a oscilar entre pretensiones
de aspectos particulares, a miradas generales,
más amplias de una ciudad, región
o el país, como puede ser observado en
la tabla 9, donde se puede observar los sujetos
que fueron tomados para estudio o reflexión:
TABLA
9
SUJETOS DE ESTUDIO EN LOS TEXTOS SOBRE C. C.
Revista |
Jóvenes
y niños |
Mujeres |
Mayores
de 18 |
Familia |
Soc
en general |
Sin
especificar |
Anuario de
Investigación de la Comunicación |
6 |
2 |
1 |
2 |
6 |
1 |
Comunicación
y Sociedad |
4 |
0 |
0 |
1 |
3 |
1 |
Espacios
de Comunicación |
3 |
1 |
0 |
1 |
3 |
0 |
Estudios
sobre las culturas contemporáneas |
2 |
0 |
0 |
1 |
10 |
0 |
Razón
y Palabra |
4 |
1 |
0 |
0 |
6 |
0 |
Total |
19 |
4 |
1 |
5 |
28 |
2 |
Lo que ahora
vemos es que los textos tienden a hablar del
C. C., recepción, prácticas, exposición
a los medios, de una manera general, intentando
dar visiones más o menos amplias de una
ubicación geográfica, ante la presencia
de 28 textos. La segunda tendencia es hacia los
jóvenes y a los niños con 19 documentos,
y con una presencia mucho menor es a ver lo que
sucede en las familias (5) y las mujeres (4).
Pareciera que
la atención del C. C., a través
de distintas entradas temáticas, es para
describir o explorar lo que sucede en algún
lugar o zona, pero por otro lado, son los jóvenes
y los niños los que más llaman
la atención.
Tratamientos
Se puede pensar que el C. C. ha sido tomado en
cuenta y que ha sido importante, pero si vemos
la tabla 10, donde se aborda las áreas
de estudio del C. C., se sigue reforzando que
la tendencia ha sido más hacia lo reflexivo,
con pretensiones teóricas y/o metodológicas:
TABLA
10
AREAS DE ESTUDIO DEL C. C. Y TEXTOS PUBLICADOS
Revista |
Teórico
/Metodológico |
Espacio
público/Prácticas y usos |
Consumo
de Medios |
Consumo
Cultural y sujetos sociales |
Anuario de
Investigación de la Comunicación |
3 |
2 |
8 |
5 |
Comunicación
y Sociedad |
4 |
2 |
1 |
2 |
Espacios
de Comunicación |
5 |
0 |
1 |
2 |
Estudios
sobre las culturas contemporáneas |
8 |
2 |
1 |
2 |
Razón
y Palabra |
4 |
2 |
4 |
1 |
Total |
24 |
8 |
15 |
12 |
Se
vuelven a confirmar que el principal acento ha
sido sobre teorizar o reflexionar sobre el C.
C., al ver 24 textos en el área de la
teoría y la metodología, así
como otro acento tiende a colocarse igualmente
en el consumo de medios, con 15 documentos. Si
a esto agregamos el enfoque dado en los diversos
textos, encontramos que las áreas señaladas
en la tabla 8 se ratifican de manera significativa,
como lo podremos observar ahora en la tabla 11:
TABLA
11
ENFOQUE DE LOS TEXTOS SOBRE EL C. C.
Revista |
Consumo |
Consumo
+ Medios |
Jóvenes |
Anuario de
Investigación de la Comunicación |
9 |
8 |
1 |
Comunicación
y Sociedad |
5 |
4 |
0 |
Espacios
de Comunicación |
1 |
4 |
3 |
Estudios
sobre las culturas contemporáneas |
6 |
5 |
2 |
Razón
y Palabra |
6 |
6 |
2 |
Total |
27 |
24 |
8 |
Los acercamientos
hacia los jóvenes tienden a decrecer sensiblemente,
aunque es posible encontrar un vínculo
con algunos que han abordado el área del
consumo de medios de comunicación, principalmente
con la televisión, con lo cual, los jóvenes
tienden a ser vistos como receptores, audiencia,
públicos de los medios y usuarios de nuevas
tecnologías de información.
Conclusiones
Hemos de recordar que dado el perfil y el alcance
del presente trabajo, lo que hemos dicho son
algunas aproximaciones sobre el C. C. que se
han de tomar como hipótesis de trabajo,
más que como conclusiones definitivas
y globales. Desde esa perspectiva, podemos agregar
a manera de conclusiones algunas cosas que igualmente
deben ser tomadas como meras hipótesis.
Al principio
del presente trabajo nos preguntábamos
sobre la importancia que han tenido y tienen
los estudios sobre el C. C. y apuntábamos
que ante la centralidad que van teniendo los
medios de comunicación y la dimensión
cultural, nos parecía que ha sido importante
como un recurso de conocer las transformaciones
sociales y culturales en América Latina.
Sin embargo, la cantidad de trabajos encontrados
en las revistas nos hace pensar que su estudio
y abordaje ha sido más modesta que otras
áreas, agendas y temáticas de estudio
dentro de los estudios de la comunicación.
Es por ello
que, como se ha visto a lo largo del presente
trabajo, dentro de los estudios de la comunicación,
el C. C. se ha centrado en el consumo de medios
con un fuerte acento en la televisión,
a través de la tendencia del estudio de
la recepción o de las audiencias, donde
de experiencias mediadas son las que dominan
los espacios de tiempo libre, esparcimiento o
diversión de los sujetos el ámbito
urbano moderno, y poco se han abordado el estudio
de otro tipo de consumo: arte, música,
patrimonio, actividades en espacios externos
o de grupos, a diferencia de lo que ha hecho
desde los estudios de la cultura que provienen
más bien de la antropología, los
estudios literarios, la sociología, la
estética.
Por otro lado,
la reflexión teórica coincide plenamente
con lo encontrado en la producción académica
en las revistas. Refleja la complejidad del fenómeno
del C. C. y los cruces o empalmes que se han
realizado, y esto puede un indicio de que se
refleja algo más profundo, es decir, la
manera como se ha trabajado a la comunicación
y a la cultura en México, entre ellos
destacamos de manera sintética lo siguiente:
los problemas que tienen los estudios de la cultura
dentro de un programa científico para
conformar modelos que en dentro de de su programa
cognitivo tienden a crear objetos de estudio
a un nivel eminentemente descriptivo, lo cual
se ve reflejado en el C. C. en el sentido de
que no se ha consolidado una constelación
de redes conceptuales que permitan la conformación
de un “árbol de búsqueda”
donde se construya un sentido y la regencia de
un objeto de estudio, pues las regencias continuas
a diversos conceptos como se ha hecho no lo ha
permitido, y ha propiciado una compleja relación
de ires y venires entre escuelas de pensamiento
de lo social y la comunicación que va
de la escuela sociológica funcionalista
a la sociología crítica y la sociología
cultural; por lo mismo, se puede decir que se
han localizado una serie de fenómenos
de la realidad que atraen la atención,
pero no se ha logrado conformar una teoría
sustantiva del C. C. que vayan permitiendo configurar
un modelo formal para su estudio (Rosengren,
1995).
Si bien no ha
logrado consolidar lo anterior, si podemos decir
que los estudios del C. C. han abierto áreas
importantes que han posibilitado su estudio,
han generado información y reflexión
importante y significativa, que empieza a tener
formas específicas, a particularizarse,
donde hace falta afinar más la mirada,
trabajar más a profundidad, de manera
sistemática y colectiva.
Igualmente nos
preguntábamos sobre cuál era la
situación de los estudios del consumo
de jóvenes, y desde la sistematización
realizada, parece que hay mucha inquietud, pero
poca atención ante una tendencia de estudio
más generalizada. Por lo menos en los
tiempos más recientes se ha ido ganando
conciencia de la importancia de la presencia
de los jóvenes en momentos de la expansión
de lo internacional, de lo global, de las mutaciones
en las ciudades, de las formas y relaciones sociales,
de la presencia de imaginarios colectivos con
ambiciones internacionales, donde tiende a considerarse
que ellos son principalmente quienes viven esas
transformaciones y son los principales usuarios
de los medios de comunicación.
Reconociendo
que nos hace falta completar y afinar más
la sistematización, tanto de las revistas
consultadas como de otros materiales que habría
que incluir, para poder dar paso a decir qué
es lo que sabemos sobre el C. C. y los jóvenes,
en estos momentos nos parece que hace falta más
trabajo conceptual y analítico sobre los
mismos jóvenes, de abrir el espectro a
otros medios de comunicación y de las
nuevas tecnologías de información,
de vincularlo con otro tipo de consumo de medios
y de ofertas de consumo juveniles que se van
multiplicando aceleradamente, de observar tanto
la nueva ecología de medios y de nuevas
tecnologías de información, la
manera como altera los procesos de producción,
difusión, fijación de materiales
simbólicos, y consumo, dentro de entornos
y dinámicas varias, donde los jóvenes
no sólo son espectadores “multimedios”
como señaló en su momento García
Canclini, sino diversidad de actores sociales
y usuarios de medios, donde las fronteras conceptuales
que se han empleado se trastocan e intercambian
continuamente (receptor, usurario, audiencia,
espectador, consumidor) y que colocan nuevos
retos no sólo al estudio del C. C., sino
a los de la recepción y las audiencias,
pues todo ello nos lleva a otro elemento más
que el desarrollo de las nuevas tecnologías
de información está posibilitando,
es decir, no sólo las nuevas comunidades
virtuales, sino que por el momento, los jóvenes
son creadores de formas y productos mediáticos.
Lo que se ha
revisado sobre el C. C. de los jóvenes
también es significativo, y toca afinar
la mirada para tener mayor claridad en lo que
se ha logrado, y para poder definir con más
seguridad lo que tocaría hacer a continuación.
Eso es parte de lo que debería venir a
continuación dentro de la sistematización
que estamos realizando.
Documentos
sistematizados por revista:
I. Espacios
de Comunicación. Universidad Iberoamericana.
• Urteaga
Maritza (1996). “Cultura e identidad femenina:
el caso de las chavas Activas Punk”. No.
1.
• Saintout, Florencia (1998). “Las
encrucijadas del receptor”. No. 2.
• Gómez Vargas, Héctor (1998).
“Procesos históricos de recepción
radiofónica”. No. 2.
• Morales Lira, Ricardo (1998). “De
redes, creadores y sujetos otros: las redes de
comunicación y cultura en los jóvenes”.
No. 2.
• Morales Lira, Ricardo (1998). “El
filin de la vida. Cultura, comunicación
y cotidianeidad urbana”. No. 3.
• Guadarrama, Luis Alfonso (1998). “Hacia
una cultura audiovisual entre los jóvenes”.
No. 3.
• Inestrosa, Sergio (2000). “Consumo
televisivo de los hispanos en el occidente de
la ciudad de Phoenix”. No. 4.
• Morales Lira, Ricardo (2000). “La
juventud como imagen”. No. 4
II. Anuario
de la Investigación de la Comunicación.
CONEICC.
• Esteinou,
Javier (1994). “Televisión nacional
y globalización cultural: el caso de México”.
No. I.
• Lozano, José Carlos (1994). “Recepción
y uso de medios de comunicación en los
jóvenes fronterizos”. No. I.
• Martínez, Francisco (1994). “Televisión
y aprovechamiento escolar en los niños
de primaria de Monterrey, Nuevo León”.
No. I
• Ramos, Dora (1994). “Exposición
a la televisión, uso de medios impresos
y razonamiento verbal entre jóvenes universitarios”.
No. I.
• Gómez, Héctor (1995). “Propuestas
para pensar procesos históricos de recepción
radiofónica. Biografías, memoria
y trayectorias familiares”. No. II.
• Orozco, Guillermo y Viveros, Frank (1996).
“La oferta de televisión y su percepción
por jóvenes de la ciudad de México.
Aproximaciones de una exploración integral
de la televidencia”. No. III.
• Esteinou, Javier (1997). “Medios
de comunicación y transformación
de la familia”. No. IV.
• García Núñes, Elsa
(1997). “La investigación de la
recepción televisiva en México”.
No. IV.
• Lozano, José Carlos (1997). “Consumo
de cine extranjero en Monterrey”. No. IV.
• Aceves, Francisco (1997). “Radionoticieros,
información política y proceso
electoral. Un acercamiento desde la perspectiva
de los usuarios”. No. IV.
• De la Garza, Yamille (1997). “Patrones
de exposición televisiva de jóvenes
de preparatoria de la ciudad de Monterrey”.
No. IV.
• Gómez, Héctor (1999). “La
configuración de públicos culturales.
Biografías radiofónicas: navegar
entre mundos sociales paralelos y progresiones
tecnológicas”. No. V.
• Cornejo, Inés (2000). “La
construcción social y simbólica
de las Chavas Activas Punk”. No. VI.
• Gómez, Héctor (2000). “Para
pensar la comunicación en las regiones.
La gestación de ofertas culturales y públicos
cinematográficos en León”.
No. VI.
• Piccini, Mabel (2001). “Vida cotidiana
y prácticas culturales en la ciudad de
México. De la vida de las mujeres”.
No. VII.
• Morales Lira, Ricardo (2001). “De
sujetos, redes y prácticas culturales”.
No. VIII.
• Pedroza Villareal, Gabriela ((2002).
“El estudio de las audiencias. Una revisión
de las aproximaciones europeas y estadounidenses”.
No. IX.
• Huerta, Enrique y Cerda, Aída
(2002). “Qué y cómo se ve
televisión en México: oferta y
consumo en tres áreas metropolitanas”.
No. IX.
III. Comunicación
y Sociedad. Universidad de Guadalajara.
• De la
Vega Alfaro, Eduardo (1992). “Cine e industria
cultural en México: ¿Hacia un enfoque
sociológico?”. No. 14-15.
• Gómez, Héctor (1992). “En
búsqueda de las audiencias radiofónicas”.
No. 14-15.
• Renero, Martha (1997). “La influencia
de la televisión en la juventud es algo
más que una ideología. Aproximación
cualitativa a las comunidades de significación
familiar”. No. 29.
• Vassallo de Lopes, Maria Immacolata (1997).
“Exploraciones metodológicas en
un estudio de recepción de telenovela”.
No. 29.
• De Galperin, Hernán (1997). “Las
industrias culturales en los acuerdos de integración
regional. El caso del TLCAN, la UE y el MERCOSUR”.
No. 31.
• De la Peña, Gabriela (1998). “Del
imaginario internacional de jóvenes regiomontanos”.
No. 33.
• Caballero, Ramiro y Pineda, Rosa María
(1999). “Consumo y exposición de
adolescentes a los medios masivos de comunicación”.
No. 35.
• Santagada, Miguel y Dimatteo, Cristina
(2000). “La cultura en la versión
escolar. Un estudio de los saberes juveniles”.
No. 37.
• Crovi, Delia (2000). “Los jóvenes
ante la convergencia tecnológica ¿integración
o exclusión?”. No. 38.
IV. Razón
y Palabra. ITESM Estado de México.
• Cruzvillegas,
Eréndira (1997). “Los jóvenes
y la televisión en México ¿En
qué creen los jóvenes?”.
Edición especial del Congreso Generación
McLuhan.
• Morales Lira, Ricardo (1997). “De
redes, creadores y sujetos otros: las redes de
comunicación y cultura en los jóvenes”.
Edición especial del Congreso Generación
McLuhan.
• Esteinou, Javier (1999). “Medios
de comunicación y violencia”. No.
13.
• Arteaga, Maritza (2000). “Un toque
mágico: el concierto en el rock mexicano
de los noventas”. No. 18.
• Mc Phail, Hélice (2002). “Cuerpo
y cultura”. No. 25.
• Byrd, Alejandro (2002). “Diálogos
electrónicos”. No. 26.
• Aguado Terrón, Juan (2002). “La
mediación tecnológica de la experiencia:
la globalización de los marcos experienciales
en la construcción de imaginarios socioculturales”.
No. 27.
• Garrido Lora, Manuel (2002). “Cuarenta
años de investigación de los efectos
de violencia en prensa y televisión”.
No. 27.
• Nicolás, Miguel (2004). “Tecnología
y juventud en la comunicación publicitaria”.
No. 39.
• López, Antía y Castelló,
Enrique (2004). “El paradigma mercantil
en la generación de cultura mediática.
Experiencia V. S. consumo”. No. 39.
• Kellner, Douglas (2004). “Media
cultura and the triumph of the spectacle”.
No.39.
V. Estudios
Sobre las Culturas Contemporáneas. Universidad
de Colima.
• González,
Jorge (1987). “Los frentes culturales.
Culturas, mapas, poderes y luchas por las definiciones
legítimas de los sentidos sociales de
la vida”. Época I, No. 3.
• Martín Barbero, Jesús (1987).
“La comunicación desde la cultura.
Crisis de lo nacional y emergencia de lo popular”.
Época I, No. 3.
• Alfaro, Rosa Ma. (1988). “Los usos
sociales populares de la telenovela en el mundo
urbano”. Época I., No. 4-5.
• De Garay, Adrián (1989). “Prolegómenos
al estudio de la cultura rock”. Época
I, No. 6.
• González, Jorge (1991). “Juego
peligroso. Ferias, memorias urbanas y frentes
culturales”. Época I, No. 12.
• Reguillo, Rossana (1993). “Las
tribus juveniles en tiempos de la modernidad”.
Época I, No. 15.
• Mata, Ma. Cristina (1994). “Públicos,
identidad y cultura. Aproximaciones culturales”.
Época I, No. 16-17.
• González, Jorge (1994). “La
transformación de las ofertas culturales
y sus públicos en México”.
Época I, No. 18.
• Pronovost, Guilles (1995). “Medios:
elementos para el estudio de la formación
de los usos sociales”. Época II,
No. 1.
• Jacks, Nilda (1996). “Audiencia
nativa: cultura regional en tiempos de globalización”.
Época II, No. 3.
• Medina Cano, Federico (1998). “El
centro comercial: una burbuja de cristal”.
Época II, No. 8.
• Lozano, José Carlos (2000). “Oferta
y consumo de contenidos televisivos transnacionales
en México”. Época II, No.
12.
• González, Jorge (2001). “Frentes
culturales: para una comprensión dialógica
de las culturas contemporáneas”.
Época II, No. 14.
Notas:
*
Esta es una versión abreviada de un documento
más amplio que se presentó en el
Congreso de la Asociación Latinoamericana
de Sociología (ALAS) 2005, en agosto de
del año pasado en Porto Alegre, Brasil,
para el grupo de trabajo sobre el Consumo Cultural
del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO). Publicada originalmente en el Anuario
de la Investigación de la Comunicación
CONEICC 2006.
1 Para el trabajo
de sistematización se contó con
la colaboración de Nora Delgado, académica
de la Universidad Iberoamericana León,
quien realizó la exploración de
las revistas y la generación de las tablas
que se presentarán en el presente trabajo,
y a quien agradezco y reconozco su intenso trabajo
de sistematización y reflexión.
2 Para tener
una visión más completa se requiere
la sistematización de documentos publicados
en libros, fase de investigación que está
en proceso.
3 Reconocemos
que nuestro trabajo es una forma de observar
al C. C. y a las culturas juveniles, que requiere
de proceder igualmente lo que ha sido considerado
del C. C. desde los estudios de la juventud,
investigación que está en proceso.
4 Esta es la
única revista en formato electrónico,
y que se puede visitar en: [http://www.razonypalabra.org.mx]
Referencias:
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social de sentido sobre la producción
social de sentido: una propuesta de re-conocimiento
para el campo de estudios de la comunicación”,
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México, ITESO.
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y fragmentación de la investigación
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comunicología posible en México.
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comunicación y la teoría”.
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comunicología posible, de la Red de Estudios
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