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Diciembre 2001

 

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Comunicación y la Telaraña

"¿Bueno?" ; Celulares, países y algunos datos

 
Por Edgar Gómez
Número 25

España es un país con el que siempre me he sentido identificado de alguna u otra forma (aunque debo reconocer públicamente que no me gusta ni el gazpacho ni el jamón serrano). Tuve la oportunidad de vivir un tiempo en Barcelona, que es una ciudad magnífica. Un día, iba caminando por Passeig de Gràcia y vi pasar una chica que iba hablando sola; me pareció extraño pero no le di mayor importancia. Unas cuadras más adelante, casi al llegar a la Plaza Catalunya, vi a otra persona igual, pero ésta reía mientras decía algunas palabras en catalán. Me quedé observándola a la distancia y me di cuenta de que había un pequeño cable que iba de su cintura a su oreja, uno de esos cablecitos como de guardaespaldas. Estaba hablando por un teléfono celular.

Hace unos días, y para continuar con la reflexión ibérica, veía en Televisión Española un programa que se ha convertido en uno de mis favoritos: Cuéntame, una especie de "Años maravillosos" españoles que narra la historia de una familia de clase media y sus vivencias cotidianas en 1969. En el capítulo de hace una semana, el padre (interpretado estupendamente por Imanol Arias) se queda atascado en una carretera llena de nieve con su amigo Desi(derio). Congelados y en medio de disertaciones sobre la amistad y la muerte, Desi le pregunta al personaje de Antonio: "¿Te imaginas que pudieras tener un teléfono siempre contigo y llevarlo a todos lados?", a lo que este responde "Joder, macho, para tonterías estamos ahora". Quién iba a pensar que 30 años después, no sólo existiera la tecnología, sino que ahora sea raro que en España alguien no tenga "móvil" (como les llaman a los celulares allá).

España, México y el mundo, algunos datos sobre celulares
Franco murió en 1975 y desde entonces España se subió al tren del desarrollo, al punto de ser uno de los países que integran la Comunidad Europea y tener una economía sólida y un nivel de vida alto. Seguramente los actores de Cuéntame, los que participan en la producción y todos los que trabajan en Televisión Española tienen un celular. Más de 30 millones de aparatos para una población de 38 millones de personas (de hecho ya hay más celulares que teléfonos normales), cifra apenas superada por algunos países; especialmente Finlandia, en donde el pequeño pueblo de Nokia tiene la densidad más alta de aparatos por persona, más de uno por habitante. Y también se habla mucho de Roma en donde es muy común ver, especialmente a jóvenes, con dos celulares. Precisamente Nokia vendió 140 millones de aparatos de los 380 adquiridos en el mundo en el 2001 (y eso que sus beneficios cayeron un 44%)1 . Pero regresando a España, a esos 30 millones de aparatos se deben sumar los 3 millones de teléfonos que ya se han quedado obsoletos, y que se calcula que para el 2003 se convertirán en 3 millones de kilos de basura (ya hay una empresa que está reciclando estos aparatos)2 . Ahora bien, para darnos una idea de cómo ha sido este desarrollo en México bastan algunos datos. Según la Cofetel, para octubre del 2001 había 20 millones de usuarios de teléfonos celulares en México, casi 18 celulares por cada 100 habitantes3 . Y el tráfico de llamadas en diciembre del 2001 fue de 1,145 millones de minutos. Cifras que seguramente bajarán con la aplicación de los nuevos impuestos pero que son alentadoras para el campo de las telecomunicaciones.

El futuro de los celulares (y de los modales)
Pero más allá de estas cifras, que nos sirven para darnos cuenta de que la tendencia hacia el uso de teléfonos celulares está creciendo a una rapidez impresionante en el mundo, lo importante es conocer y tratar de entender las transformaciones en las cotidianeidades y las rutinas de las personas. Con ello, podríamos saber si la tecnología realmente está impactando (positivamente) en la sociedad. Más allá de lo que se señala como ventajas de un celular; estar localizable siempre (lo que aún no se si es bueno o malo), o que el celular sirva como un dispositivo de seguridad (llamadas de emergencia en lugares apartados, llamadas de padres a hijos en la noche, etc.), me parece que sería interesante reflexionar sobre el celular como un objeto simbólico. Primero por el status que representa (aunque cada vez sea más común ver a personas de diferentes clases y formaciones con celulares), al grado que en una discoteca de Italia, donde hubo un accidente y se incendió, los bomberos encontraron cientos de celulares tirados, la mitad de los cuales era de juguete. Tendríamos que hablar también sobre la moda que representan los celulares, moda que es inversa a la teoría freudiana, en este caso, entre más chiquito, mejor, y su impacto en las generaciones de jóvenes que crecen con esta tecnología como uno más de sus recursos simbólicos. Ahora bien, también para el uso de la tecnología se requiere educación. Aunque cada vez es más común el uso de celulares en México, aún así, se siguen escuchando las (ya odiadas) melodías tan diversas y curiosas como los dueños y dueñas de los aparatos en lugares como el cine, los restaurantes, los salones de clases, etc. Y esto seguramente de incrementaré porque ya están entrando en una nueva fase. Ya no será únicamente la voz la que recorrerá el espacio. La nueva generación de aparatos permite intercambiar mensajes de teléfono a teléfono (prohibidos en las escuelas españolas porque l@s estudiantes se pasaban las respuestas de los exámenes y los recaditos de teléfono a teléfono), leer y escribir correos electrónicos, jugar viborita vía infrarrojo, leer las noticias del día, los resultados del fútbol y demás monerías. En países como Japón el celular ya dejó de ser un teléfono y se ha convertido en un periódico, una chequera, un álbum de cromos y hasta un reproductor de Karaoke. Existen ya más de 58, 000 empresas que se dedican a elaborar contenidos para que los distribuyan las compañías celulares con más de 30 millones de usuarios del servicio llamado "i-mode"4 . En fin, esperemos que en México, a pesar de los nuevos impuestos, el uso de celulares crezca porque con ello podrían bajar los precios y aumentar la calidad del servicio. Y con crecer, no me refiero sólo al número de usuarios, sino a la calidad del uso. Alguna vez me pasó que la persona que estaba detrás de mi en el cine, comenzó a narrar la película a la persona con la que hablaba. Ojalá la próxima vez que asista a una sala ya no se escuche La cucaracha o la Obertura de Guillermo Tell. Mientras tanto, una posible solución podría ser, para terminar con España, lo que hacen en sus cines. Antes de la película, proyectan un cortometraje de excelente factura en donde el héroe está a punto de desconectar una bomba, y cuando faltan un par de segundos para que lo logre, suena el celular de uno de sus ayudantes, se desconcentra y por supuesto mueren todos. La idea es clara: por favor, apague su celular.


Notas:

1 El País, 25 de enero 2002.
2 El País, 7 de agosto 2001.
3 <http://www.cofetel.gob.mx/frame_actualidades.html>
4 El País, 30 de diciembre 2001.


Mtro. Edgar Gómez
Profesor-investigador en la la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima, México. Se ha dedicado a investigar la cibercultura desde hace 5 años. Ha escrito textos sobre Comunicación Internacional, Comunidades Virtuales y la Comunicación Mediada por Computadora (CMC) en diversas publicaciones. Es colaborador del laboratorio para la Cibersociedad y es coproductor de un programa de radio de músicas del mundo

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