Por Octavio Islas
Número 38
En
Inglaterra, el cine en sus inicios era llamado “bióscopo”
-del griego bios, que significa vida-. Con ese término se
pretendía destacar la capacidad del séptimo arte para
reproducir visualmente el movimiento real de las formas de vida.
De acuerdo con el destacado comunicólogo
canadiense Marshall McLuhan (1911-1980), el cine es “la alfombra
mágica de la fantasía”, el resultado del impresionante
matrimonio de la vieja tecnología mecánica y el nuevo
mundo eléctrico.
En el carrete de película es posible acumular
y comunicar una gran cantidad de información. En apenas unos
segundos, una escena cinematográfica bien facturada permite
presentar un detallado paisaje de personajes cuya descripción
literaria definitivamente exigiría varias páginas.
Las más trascendentales producciones fílmicas suelen
ser extensiones de la novela: “la película, tanto en
su forma de rollo como en su forma de escenario o guión,
está totalmente implicada en la cultura del libro (McLuhan,
1977: 349).
Como ninguna de las industrias culturales, el cine
ha permitido propagar y normalizar expresiones fundamentales de
la identidad cultural de sociedades y generaciones enteras. Hollywood
efectivamente contribuyó a convertir a la industria cinematográfica
en poderosa extremidad del gigante industrial. El cine también
es la perfecta fábrica de la industria del espectáculo.
Brillantes intelectuales de la llamada Escuela
de Frankfurt, como Theodor Adorno y Max Horkheimer, concluían
que el cine formaba parte de un sistema cultural de medios de comunicación
cuya función básica consiste en garantizar el efectivo
engaño de las masas: “Ya no es necesario que el cine
y la radio tenga pretensiones artísticas. El postulado de
que no son sino negocios se convierte en ideología con el
fin de justificar la morralla que deliberadamente producen”
(Adorno y Horkheimer, 1981: 393-394).
Al igual que la televisión, en la historia
de la industria fílmica es posible advertir la sucesión
de decisivas remediaciones. La incorporación de la banda
sonora representó la primera gran remediación del
séptimo arte. Otra trascendental remediación fue el
tránsito al cine en color.
Una de las funciones históricas que ha cumplido
el cine –afirma Carlos Monsiváis-, es anticipar los
sueños. “El sueño en este siglo le debe muchísimo
a cierto cine, le debe remodelación, búsqueda, relevaciones”.
(Monsiváis, 1988: 155). El cine –destaca McLuhan-,
ofrece la “más mágica de las mercancías
de consumo: los ensueños” (McLuhan, 1977: 355). El
cine, señala Baudrillard, “sólo es poderoso
gracias a su mito” (Baudrillard, 1989: 91), pues sólo
el mito remite a una unidad perdida por el hombre, a un estado unitario
del yo anterior al surgimiento de la conciencia, y por lo tanto
nos acerca a estados propios del hombre primitivo y del niño.
El advenimiento del cine digital definitivamente
admite ser considerado como una de las más atractivas y complejas
remediaciones que ha registrado el cine en su historia. En el cine
digital se consuma la integración de la vieja tecnología
mecánica, el mundo eléctrico, y el nuevo entorno tecnológico
y cultural que introduce el imaginario digital.
Por la introducción de los
efectos especiales generados por computadora, en Star Wars,
George Lucas es reconocido como pionero en el advenimiento del cine
digital. Posteriormente Toy Story –producción
de Disney y Pixar- pasó a la historia del séptimo
arte como la primera película realizada completamente en
computadora.
El desarrollo del cine digital es
posible gracias a nuevas condiciones tecnológicas, las cuales
naturalmente inciden en la transformación de las condiciones
de producción del nuevo cine. El desarrollo del cine digital
ha impuesto nuevas exigencias de aprendizaje de lenguajes multimedia
a los profesionales del séptimo arte. El tránsito
de las condiciones analógicas a digitales ya no es un asunto
que básicamente se limita a la incorporación de efectos
especiales en determinadas producciones cinematográficas,
sino que se extiende a la totalidad misma de la producción,
desde la elaboración del guión, story board,
planeación de presupuestos y hasta la selección misma
de las locaciones –hoy se dispone de abundante software especializado-.
Uno de las ventajas que definitivamente resultan
más seductoras del cine digital es el sensible abaratamiento
de los costos de producción. Productores independientes que
no disponen del apoyo de grandes estudios cinematográficos
o de instituciones gubernamentales, hoy están en posibilidades
de realizar cine digital. A partir del nuevo escenario es posible
fincar algunas esperanzas en la posibilidad de limitar el determinismo
comercial que prevalece en la industria.
Hoy a través de algunas de las herramientas
de comunicaciones de Internet es posible realizar una efectiva publicidad
preventiva de películas de próximo estreno. También
películas que ya están en la cartelera disponen de
sitios WWW “oficiales”, en los cuales suele ser consignada
información sobre la obra y aspectos periféricos –por
ejemplo fotografías o entrevistas a los actores principales-,
e inclusive a través de algunos sitios WWW se comercializa
un extenso repertorio de productos temáticos. En un futuro,
sin embargo, Internet vertebrará un efectivo sistema de distribución
doméstica de producciones de cine digital. La próxima
remediación de Internet será definida por la calidad
y definición de la imagen en movimiento.
Dr.
Octavio Islas
DIrector de la Cátedra de Comunicaciones
Estratégicas y Cibercultura, Tecnológico
de Monterrey, Campus Estado de México, México. |