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Mayo 2003

 

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In-mediata

Reality Shows: Lo Efímero Permanece

 
Por Leonardo Peralta
Número 32

Ha pasado más de un año desde la introducción del formato reality show en la televisión abierta mexicana (con el programa Big Brother, producido en coproducción con la empresa Endemol y transmitido por Televisa) y el género se ha consolidado hasta convertirse en el caballito de batalla de las televisoras comerciales; siguiendo la tendencia prevaleciente en todo el mundo donde se destinan cada vez mayores recursos (monetarios y materiales) a este tipo de programación.

A lo largo del año transcurrido, el concepto se ha diversificado y ampliado, ya que estos programas exploran ahora "líneas argumentales" (hasta donde la palabra alcanza) tan disímbolas como la búsqueda de la fama a través de una "formación musical" (Operación Triunfo, Código Fama y La Academia), la supervivencia en entornos hostiles (El Conquistador del Fin del Mundo), la elección de una pareja sentimental (La Pesera del Amor) y hasta la participación en un equipo de soccer (Corazón de Campeón).

Con el transcurso del tiempo (y del oleaje de críticas) el género de reality shows se ha visto inmune frente a las críticas de sectores conservadores (que los condenan por su supuesta inmoralidad) y de los sectores académicos (que los rechazan por su vulgaridad, comercialización inclemente y la general ausencia de propuestas narrativas o sociales que valgan la pena) sin que su popularidad decline un ápice. El rating de estos programas es muy alto, llegando a rebasar inclusive el rating de partidos "clásicos" de soccer, que en México son tradicionalmente los programas con mayor audiencia.

Para muestra baste señalar que, de acuerdo con un reporte del periódico Reforma del 7 de abril de 2003 <http://www.reforma.com/espectaculos/articulo
/284498/default.htm
>, la emisión del programa Desafío de Estrellas (programa subsidiario del reality show La Academia) correspondiente al día anterior, obtuvo un rating de 17.1 puntos seguido del programa Big Brother que tuvo un rating de 9.9 puntos. El programa que más se le pudo acercar fue un show musical que obtuvo 6.6 puntos.

Los reality shows han terminado por sobrepasar a los talk shows (extremadamente populares en la década de 1990) y se han vuelto el paradigma de programa televisivo de la década de 2000. Lidereados por Endemol (la empresa productora pionera del género y creadora de Big Brother) empresas de todo el mundo se han lanzado a la aventura de crear programas donde la realidad es presentada al público en forma de espectáculo. Pese a la crisis económica, estas series televisivas han establecido un reino que no parece declinar y que augura una prolongada permanencia entre la teleaudiencia.

Ciertamente las empresas televisoras no podrían estar más contentas. Un amigo filósofo me comenta que las televisoras del mundo se encontraron en los reality shows una suerte de cerdo mediático, es decir, un formato televisivo que no tiene desperdicio alguno. Y después de las carcajadas, debo admitir que tiene toda la razón ya que los reality shows tienen beneficios por todos lados (al menos para quienes los hacen y comercializan).

  1. Los reality shows cuestan poco: Para las televisoras de todo el mundo este formato representa una considerable economía de recursos. De acuerdo con un reporte de la agencia Reuters <http://mx.news.yahoo.com/030308/2/xbqc.html>, la más reciente producción del género trasmitida por TVAzteca: El Conquistador del Fin del Mundo, tendrá un costo estimado de 5 millones de dólares. Sin embargo, este costo se amortizará rápidamente debido a la comercialización de los derechos a televisoras internacionales, las ganancias obtenidas vía merchandising y la venta de espacios comerciales en el programa y con los participantes.
    Además, los escenarios construidos pueden ser reciclados de manera continua y al ocurrir la mayor parte de éstos en sitios cerrados, se eliminan costos de producción en locaciones.
  2. Los reality shows son versátiles: Un reality show se puede hacer con casi cualquier tema. La experiencia humana se convierte en un escaparate donde nuestras acciones comunes y corrientes pueden ser objeto del escrutinio electrónico, con beneficios económicos para quienes participan en ellos y para quienes ponen dichas vivencias al alcance del público. De hecho, podemos decir que casi cualquier acción humana puede ser objeto del reality show. Los deportes, el sexo, la educación, la economía, la política, el poder, la gastronomía, la religión y hasta los tiempos muertos son susceptibles de ser enfocados y comercializados. ¿Alguna duda? Televisa produce actualmente (y trasmite a través de su frecuencia XEQ - TV Galavisión) un reality show que gira alrededor de policías que trabajan al servicio del gobierno del Distrito Federal (la serie se llama, obviamente Policías), acompañándolos en sus peripecias por la urbe mientras persiguen y detienen criminales.
  3. Los participantes de los reality shows son personas anodinas: No deseo utilizar la palabra en un sentido sarcástico, pero quiero señalar que la mayor parte de los participantes de estos programas (salvo contadas excepciones) son gente que no son profesionales de la actuación, el canto o los medios audiovisuales, por lo que su reemuneración es básicamente la fama que obtienen por aparecer ante las pantallas. Este elemento queda de manifiesto en una investigación realizada por la revista Proceso <http://www.proceso.com.mx/exclusivas.html?eid=2289> donde se expone que quienes entran a participar en estos programas ceden derechos fundamentales en aras de la fama (y la supuesta fortuna) derivada de la exposición ante las pantallas.
  4. Los reality shows son altamente comercializables: una telenovela obtiene la mayor parte de sus recursos comercializándose a sí misma, es decir, vendiendo espacios publicitarios dentro de ella o revendiendo la señal a otras emisoras. Un reality show posee un modelo de negocio donde se puede vender el servicio de televoto, programas de lealtad (es decir, tarjetas especiales), souvenirs conmemorativos, líneas de ropa, videos con "mejores escenas", posters, libros y otros productos. Y en caso de que el reality show tenga que ver con actividades como el canto y la actuación, entonces la venta se extiende a discos con lo mejor de los conciertos, melodías hechas ad hoc y boletos para presentaciones personales, conciertos especiales y merchandising anexo (tazas, playeras, etc.), sin mencionar que se puede comercializar la señal a empresas de televisión restringida como un servicio de valor agregado. Inclusive los familiares de los participantes pueden lucrar al amparo de la fama creando círculos de apoyo a los participantes que se nutre con aportaciones voluntarias para apoyar a "nuestro(a) candidato(a)".
  5. Un reality show renueva el elenco de las televisoras: debido a la fama adquirida por quienes participan en un reality show, éstos se vuelven personalidades públicas aprovechadas apareciendo en programas de toda índole, fungiendo como actores, conductores, cantantes e imagen institucional de televisoras y productos comerciales. Esto ahorra los costos (y el tiempo) invertidos al formar un actor profesional o un cantante que aproveche su talento de manera verdaderamente eficiente. Este modelo es similar al empleado en Japón con los aidoru kasyu, que son personas elegidas más por su atractivo visual que por su talento, para ser enroladas en grupos musicales de corte pop. Lo mejor de todo es que en caso de que su talento no responda a las necesidades de la empresa (o sus exigencias se vuelvan demasiado onerosas), los reality shows pueden aprovechar la imagen de otro participante.
  6. Los reality show crean fuertes vínculos de lealtad entre la audiencia: la estructura de un reality show es muy atractiva ya que requiere del espectador una constante atención, lo que aunado con la "interactividad" de dichos programas identifica a la gente de manera más íntima con su audiencia. El programa La Academia ha creado una cadena de lealtad tan fuerte que inclusive algunos gobiernos estatales mexianos de donde son originarios los participantes han apoyado iniciativas de apoyo a sus paisanos.
  7. Los reality shows se convierten en iniciativas filantrópicas: este es uno de los puntos más interesantes de este concepto ya que, pese al potencial contenido cuestionable de los reality shows (uso de malas palabras, escenas sexuales, desnudos, etc.), los productores han hallado la manera de sortear la censura barnizando a estos programas con iniciativas de apoyo comunitario y de preservación al entorno. Ejemplo de esto es la vinculación que tiene la segunda edición de Big Brother México con la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca para "promover" el reciclaje y otras prácticas en beneficio del ecosistema.

Como puede verse, los reality shows han resultado un género que genera los suficientes beneficios como para que se vea inmune a las críticas y augura una permanencia en nuestras pantallas, al menos hasta que el concepto deje de atraer a las audiencias y de estimular a los anunciantes. Mientras tanto, de acuerdo con un reporte del Wall Street Journal, Larry Namer, el creador del canal E! Entertainment ya está planeando sacar al aire un canal dedicado exclusivamente a los reality shows: Reality Central.

Este canal está planeado para ser lanzando en enero de 2003 e incluirá lo que parece ser el reality show más extraño (a mi punto de vista): Conozca a los Productores, que ni más ni menos planea ser un reality show acerca de quienes hacer reality shows. El espectáculo se consume a sí mismo.


Lic. Leonardo Peralta
Colaborador del Grupo Editorial Expansión y el semanario Cambio. Escritor y socio de la consultora Alebrije Comunicación

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