Generación McLuhan
Primera Edición Especial
Julio 1997


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Géneros, Jóvenes y Comunicación

Formación de Agentes y Prácticas de Cultura en la Vida Cotidiana:
Rock en Tijuana.

por: Omar Foglio Almada


¿Cómo vas a platicar de aquello que no ves? Aún más, ¿escribir de eso que no sabes nombrar? El esfuerzo y ejercicio reflexivo que requiere una narración de nuestras vidas no pertenece a un oficio o profesión en particular.

Nadie nos enseña a pensar y estructurar aquello que no podemos ver. Nadie nos enseña a observar y relatar nuestras vidas. Y si no observamos eso que estamos viviendo, no nos queda otra más que vivirlo.

Todos tenemos por lo menos un impulso que nos motiva a vivir, que desenvolvemos a ciertas horas y días; con distintas personas y en diversos lugares. No creo conocer la naturaleza y el origen de ese impulso. Quizás está fuera de nosotros. En cambio, las habitaciones, calles y barrios en los que dejamos una gran cantidad de energía, se pueden describir. No se diga de las personas, ya sean familiares, amigos, etc, con quienes convivimos. Además, a lo largo de nuestras vidas somos capaces de distinguir y valorar algunas personas, lugares o épocas. Tal vez el vecino, la abuela o el bar, la casa, etc, que hayan dejado una fuerte impresión en nosotros. Una impresión clave para un momento decisivo. Un momento a partir del cual hubo cambios drásticos. Cambios drásticos del tipo que te hacen recordar el pasado bajo nuevas perspectivas y enfrentar el futuro con nuevos retos.

¿Cuál es tú impulso? ¿Lo identificas? Haciendo memoria e intentando reconocer cómo es que llegué a escribir el texto que ahora lees, creo que fue posible si seis o siete años atrás no hubiera llegado a casa de Roberto, un compañero de la preparatoria, y escuchado al Chavo, otro compañero que actualmente se dedica a la música, jugar con las melodías y acordes de una guitarra acústica. El encanto que me trajo la música que hizo mi amigo fue inolvidable, pero más intenso resultó el reconocer que yo también tenía la capacidad para expresarme a través de la guitarra. Y cómo no, después de cuatro años de la infancia en clases de guitarra.

Chavo empezó a formar grupos musicales. Grupos que tocaban música que nosotros no sabíamos cómo nombrar. Rock era la palabra más adecuada, pero porque no conocíamos otra. Entonces pues, mis amigos tocaban rock, aunque la música que tocaban no se parecía nada al rock de los cincuenta, sesenta y setenta. Más bien, la música que tocaba el grupo del Chavo, llamado Conciencia Adicta, sonaba cercano al de ciertos grupos de la misma época pero que se transmitían en la radio, revistas y televisión norteamericana. Reflexionando sobre aquella situación, no teníamos ni idea de qué era lo que escuchábamos, porque nunca nos preguntamos. Simplemente era la música que nos gustaba, la que conocíamos y la que nadie más hacía.

Con los grupos de rock vinieron las tocadas y los conciertos. Con las tocadas y los conciertos vinieron amistades y nuevas posibilidades. Cuando menos lo esperaba, ya estaba grabando videos de los grupos y produciendo un programa radiofónico de rock. Ya después el programa de radio fue clave para mi participación en muchas otras actividades, que han ido desde la producción de casets, fanzines, tocadas, conciertos e inclusive mis propios grupos.

Pero las actividades relacionadas con la música no fueron todo. Salí de la preparatoria y entré a la universidad. Mientras cursaba el tercer semestre de la carrera de comunicación llegó una invitación para hacer investigación. "No pierdo nada, al contrario, voy a aprender", fue la idea que me pasó por la mente. Cuando menos esperaba ya estaba buscando a familias tijuanenses para entrevistar o llenando fichas para cartografiar. El proyecto se llamó "La Transformación de las Ofertas Culturales y sus Públicos en México. (Genealogías, Cartografías y Prácticas Culturales en el Siglo XX)" (1).

Al concluir este proyecto y sin darme cuenta, ya estaba involucrado en otro. Quizás aquella primera experiencia en investigación no fue suficiente y había que tener un segundo encuentro. Para esto, el único conflicto que presentó el hacer investigación tuvo que ver con la música: cómo iba a producir el programa de radio y las tocadas si la investigación exigía bastante tiempo y dedicación.

Ahora parece muy sencilla la situación pero en aquel momento estuvo desagradable. Sentía la obligación de elegir entre la investigación y la música. Esta vez el proyecto se llamó "La Revolución También es una Calle. (Ofertas, Públicos y Prácticas Culturales en Tijuana a través de una calle: la Avenida Revolución)" (2). Y sin darme cuenta empecé a mezclar aquel impulso por la música con otro mucho más reciente, la investigación.

A través de dicho proyecto realicé varias entrevistas con tres músicos de rock tijuanense. La experiencia que trajo el encuentro con los músicos y el trabajo de investigación me abrió las puertas a un mundo antes ignorado. Un mundo del que yo mismo formo parte. De repente, los grupos y las amistades; los fanzines, programas y eventos tomaron otra dimensión, ya que la investigación no nadamás rompió con mis viejos esquemas acerca del rock en Tijuana sino que les dio sentido de nuevo.

Una vez que concluyó el proyecto de la "Revu" y pasó el periodo de talacha, compromisos y entregas; ocurrió un ejercicio de reflexión en el que nos sentamos a discutir sobre lo que habíamos hecho, a dónde nos trajo y hacia dónde nos llevaba. Sin darme cuenta aquel conflicto entre la música e investigación había desaparecido. Parecía chiste pero resultó realidad. "La Revolución También es una Calle" me sirvió para integrar el impulso por hacer investigación con el impulso de la escena musical en Tijuana. "De aquí soy" pensé, "ahora necesito un pretexto para continuar investigando sobre el rock tijuanense".

A finales del 96 estaba a punto de egresar de la carrera de comunicación. Mientras tanto, contaba con una serie de observaciones acerca del desarrollo que ha tenido el rock en Tijuana y la gente que ha estado involucrada. Muchas de estas observaciones se convirtieron en preguntas después del contacto que tuve con algunos músicos que trabajaron en la avenida Revolución durante los años sesenta. El proyecto de tesis resultó un espacio ideal para reelaborar, ampliar y reforzar algunas preguntas claves. Entre estas se incluye las posibles experiencias o inclinaciones que han desarrollado ciertas personas para asumirse como músicos de rock; las actividades y prácticas que han sido importantes o significativas para el desarrollo de los músicos; y los rasgos o condiciones de Tijuana que hayan posibilitado las rutas de vida de los rockeros.

Así pues, el proyecto de tesis quedó bajo el nombre "Formación de Agentes y Prácticas de Cultura en la Vida Cotidiana: Rock en Tijuana" que al mismo tiempo resultó producto de dos impulsos que gradualmente, con el paso de los años, tomaron forma. Dos impulsos que ligan mis experiencias con las vidas de varios músicos, junto con una rica y diversa tradición musical llamada rock.

Marco Histórico

No sé qué tan favorable pueda ser. Una palabra. Rock. Que bajo una sola palabra puedas hacer referencia a una tradición musical tan rica y diversa. Una tradición musical que cambia a cada instante. Por un lado tienes el sonido, las melodías, es decir, la música y la gente que la ejecuta. Pero también están los productores que grabaron a esos músicos, que en ciertos casos son de igual importancia que la música, y no se diga de las compañías de discos, quienes se han encargado de promover en gran medida lo que escuchamos. También los medios de comunicación que hasta cierto punto nos ponen en contacto con los músicos. Los promotores que coordinan conciertos o administran foros de presentación. Y la gente que hacemos de la música, los eventos, los discos, etc, parte de nuestra vida diaria.

El grado de concentración, interacción y la cantidad de músicos, productores, promotores y públicos ha sido mayor en Estados Unidos y en Europa. A tal grado que la historia del rock, como nos la cuentan, ocurre lejos de nosotros, fuera de México. Pero la intensidad del rock ha sido lo suficientemente fuerte para difundirse en lugares lejos de su origen. Entre estos México juega un papel destacado.

Hablar del rock en México es hacer referencia a ciertas ciudades en particular. Durante los sesenta y setenta, serían Guadalajara, el Distrito Federal y Tijuana. Ya en los ochenta y noventa aumentan, ahora puedes escuchar sobre Monterrey, Puebla, Xalapa, Guanajuato y Culiacán junto a las ya mencionadas.

Una forma para comprender aquella tradición musical tan diversa que es el rock, consiste en distinguir entre las tendencias de sonido que han aparecido con el paso de los años. Por ejemplo, durante finales de los cincuenta y la primera mitad de los sesenta, en Nueva York y en Los Angeles hubo una serie de compositores y productores de discos que innovaron con estilos nuevos de grabación dentro de un estudio; las grabaciones de estos compositores y productores encontró su lugar en las compañías de discos; con el apoyo de las disqueras, estas grabaciones circularon en los medios de comunicación con la imagen de diversos grupos de intérpretes, como The Shirelles, Marvelettes, Coasters, Shangri-Las, Ronettes, etc. Además, en Estados Unidos hubo públicos amplios para cada grupo de intérpretes. Lo importante de este periodo radica en que ocurrió a partir de la relación de varios factores, como la interacción entre músicos, productores, públicos, compañías y promotores, todo esto en tiempos y lugares específicos.

Así como se dio esta tendencia a principios de los años sesenta, hubo muchas otras que igual ocurrieron durante el mismo periodo o en años posteriores. Lo importante aquí es que de todas las posibles tendencias musicales que puedan existir, sólo algunas son las que llegaron a México.

Y cómo saber cuáles fueron las tendencias musicales de rock que se prolongaron hasta nuestro país, pues antes habría que tener una idea de las principales tendencias que existen, dónde las crearon y cómo lograron difusión. Ya con ese mapa de referencia que sitúe las diversas tendencias rockeras, nos podemos preguntar por el estilo de ejecución que se practica en México, es decir, qué tocan los grupos mexicanos, qué otros grupos les gustan a los músicos y cómo los conocieron.

Hablar del rock como fuente de distintas tendencias musicales nos permite abarcar la diversidad de estilos que existen, ya sea el rock tipo rhythm and blues o el rock electrónico tipo industrial. Además, amplía nuestra percepción de la música rock, que quedaría algo así como si fuera una fuente de energía a disposición, en este caso los músicos o promotores, que la prolonguen. Creando de esta forma un efecto de corriente sujeta a las posibilidades de la persona y el contexto en que la prolonga.

En este sentido, todo lo que ha sucedido o sucede en cualquier pueblo, ciudad o región respecto a la música rock, a pesar de no tener reconocimiento internacional, es igual de importante. Cada referencia a un músico, grupo, compañía o foro es un mundo que nos lleva a muchos otros. Cualquier suceso en relación al rock te habla de regiones, países, productores, músicos, grupos, disqueras, etc, es decir, una variedad de elementos que igual pueden estar a la vuelta de la esquina o en otro continente pero que de alguna manera están en contacto, ya sea física o simbólicamente en la vidas de los rockeros.

Existe una variedad de fuentes documentales que nos sirven para trazar estas tendencias musicales. Estas van desde los fanzines y revistas más pequeñas a la bibliografía y trabajos de investigación especializados, sin olvidar los periódicos y las páginas en internet. Inclusive los datos o información mínima que traen los discos, no se diga de las oportunidades de escuchar la música en vivo, el repertorio y el estilo de ejecución que demuestran los músicos sobre el escenario puede ser como una referencia instantánea a toda una tradición del rock.

Es posible pues, tener a nuestro alcance una gran variedad de material documental sobre la música rock y sus distintas vertientes. Las entrevistas a los músicos y las reseñas de los discos abundan. Pero es tanta la información que cada fuente parece una pieza de un rompecabezas que falta por armar. Cada registro es como un mundo independiente que carece de perspectiva con respecto a los demás. Tampoco creo recomendable darnos a la tarea de conocer todos los grupos y todas las personas involucradas en el rock, pero sí las suficientes como para trazar ese mapa de referencia que nos exponga una perspectiva de las diversas tendencias rockeras y la manera en que han cambiado.

Así, revisar una gran cantidad de fuentes documentales para nuestro mapa de referencia no es suficiente cuando la mayoría de libros y revistas rockeras parecen ocultar más de lo que realmente dicen. Esto sucede generalmente en libros sobre historia del rock estadounidense o inglés que suelen limitarse a lo que dicta la Billboard y el Hit Parade, donde las distintas vertientes musicales rockeras están sujetas al apoyo de empresas poderosas y a la cantidad de discos que venden. Ignorando las innovaciones en ritmos y estilos de ejecución, los instrumentos que utilizan los músicos y el papel que desempeñan los productores, promotores y las compañías. Luego están las fuentes sobre rock en México, que dedican páginas y páginas a todo menos a la música y a los músicos. Los autores tienden a criticar y mitificar sucesos como el festival Avándaro, los hoyos funkies y los cafés cantantes pero se quedan cortos cuando se trata de detalles como la importancia que pudo haber tenido un grupo para el rock del Distrito Federal. En general parece que todos los mexicanos tenemos algo que decir sobre el rock, excepto los músicos.

A pesar de contar desde los años cincuenta con una diversidad de músicos, grupos, promotores y foros rockeros, la ciudad de Tijuana no figura en la versión norteamericana de la historia del rock, y en la del Distrito Federal apenas se menciona. Quizas porque las condiciones para tomar parte en dichas vertientes históricas no sean propias del contexto tijuanense.

La memoria registrada de los sucesos importantes para el rock en Tijuana no está en las bibliotecas sino en la calle. Habría que consultar a los músicos de la ciudad para activar, registrar y describir sus experiencias. Y así poder conocer las relaciones o los lazos del rock tijuanense respecto al de Estados Unidos y el Distrito Federal. Es decir, en qué medida han sido importantes ciertos acontecimientos como el festival Avándaro y los hoyos funkies, o corrientes como el jipismo y el punk para el rock de Tijuana. Todo esto bajo el contexto de una ciudad fronteriza en donde el Mike's, Aloha o el Río Rita son centros nocturnos que guardan significado para los músicos de grupos como Peace & Love, Ritual, La Cruz, Armagedón, Los Negativos y Artefakto entre muchos otros que han hecho del rock tijuanense parte su vida cotidiana.

Marco Metodológico

En diciembre de 1957 un joven tijuanense de 12 años empezó su formación en el oficio de músico. En un centro nocturno de la Avenida Revolución, este joven llamado Javier Bátiz, desarolló un estilo y una habilidad musical desconocida en otras partes de la república.

Menos de diez años después Javier Bátiz, al igual que muchos otros músicos de la Revolución, cambiaron de residencia a la Ciudad de México y transformaron la manera de ejecutar, escuchar y abordar la música rock en el contexto mexicano. Mientras el Distrito Federal zumbaba con las melodías de Los Tijuana Five, Los Tj's, Los Graveyard y poco después con Los Dug-dug's, El Ritual y Peace and Love; Tijuana seguía como lugar ideal para la formación de rockeros.

En esta última ciudad podías escuchar durante las veinticuatro horas del día rock en vivo. Había músicos en los centros nocturnos que tocaban por largas jornadas; gerentes o dueños de dichos foros que coordinaban, empleaban y publicitaban a los rockeros; y jóvenes que disfrutaban noche tras noche de la música en la Avenida Revolución.

El rock tijuanense de los cincuenta, sesenta y parte de los setenta fue posible en gran medida por la interacción cotidiana entre los músicos, gerentes y públicos. Estas personas crearon una serie de relaciones sumamente específicas en torno a la ejecución y apreciación de la música rockera en lugares como el Mike's Bar, Blue Note, Oscar's, Tequila, Aloha, etc. A tal grado que no cualquiera podía contribuir o fortalecer este entramado interactivo de significados, pasiones, destrezas, objetivos y sueños.

El ser músico de rock en la "Revu" requería de ciertas disposiciones que podían ser adquiridas a partir de la familia o bien, aprendidas sobre la práctica en la misma calle. El contacto diario con los gerentes y públicos; y el lograr comportarse y desenvolverse como rockero de la Avenida Revolución abrió un amplio parámetro de posibilidades en las vidas de éstos. De tal manera que durante los años sesenta y setenta Tijuana resultó una ciudad privilegiada para el rock en donde una persona se hacía músico, es decir, se aprendía a ejecutar algún instrumento a nivel profesional.

Pero no nadamás eso, mientras los rockeros de la Revolución perfeccionaban sus habilidades musicales, construían todo un proyecto de vida en íntima relación con la calle. Entonces hubo músicos que se imaginaban trabajando en la "Revu" hasta la muerte; otros que permanecían solamente el tiempo suficiente para graduarse de su "carrera profesional" en miras del estrellato; y así pues, los rockeros le daban sentido a sus vidas desde el oficio.

Sin embargo el oficio de rockero en Tijuana sufrió una grave transformación a partir de los años setenta cuando los gerentes de los centros nocturnos desplazaron a los músicos a cambio del disco. La mayoría de estos abandonaron la ciudad y los pocos que quedaron abandonaron el rock como fuente de trabajo. Las condiciones para la creación de un rockero tijuanense fueron alteradas.

Esta situación sugiere algunas interrogantes: ¿cómo se formaba un músico de rock durante los cincuenta y/o sesenta en Tijuana? ¿qué transformaciones sufrió el oficio de rockero ya que los músicos fueron desplazados de la Avenida Revolución? ¿qué disposiciones tenían que adquirir los sujetos para ser músicos de rock? ¿cómo le dan sentido a la vida los rockeros? ¿qué prácticas culturales son significativas para el desarrollo del oficio? ¿cuáles son los referentes empíricos que los sujetos incorporaron para asumirse en el oficio de músico? ¿cuáles han sido las condiciones en Tijuana para que exista el rock?

El método de este proyecto para abordar estas interrogantes es el de historia oral. La propuesta consiste en entrevistar a músicos de rock, ya sean hombres o mujeres, de cualquiera de sus vertientes como el rhythm and blues, rock, rock pesado, progresivo, heavy metal, punk, tecno, hardcore, death, industrial, fusión, pop, etc. Se intentan realizar historias de vida e historias de oficio a músicos de tres distintos niveles en práctica, es decir, sujetos con treinta años mínimo en la práctica del oficio, después otros que tengan entre quince y veintinueve años y finalmente, músicos que cuenten con mínimo cinco y máximo catorce años de práctica. El requisito para cada nivel es que cada informante tenga por lo menos cinco años seguidos viviendo (o que haya vivido) en Tijuana y ejerciendo el oficio.

Las finalidades de este proyecto son, en primer lugar, obtener mi título de licenciado en comunicación; segundo, propiciar la apertura a nuevas hipótesis acerca del rock desde el ámbito de la cultura; tercero, crear un registro de información sobre música rock en Tijuana; y cuarto, difundir los descubrimientos y la información registrada entre los jóvenes que tocan o difunden el rock en Tijuana para disminuir la ignorancia que existe respecto al tema.

Citas al Pie.

(1) González S., Jorge A., "La transformación de las ofertas culturales y sus públicos en México. Una apuesta y una propuesta a la par in-decorosas", en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas Vol. VI. Núm. 18, Universidad de Colima, Colima, 1994.
Regreso.

(2) Morales L., Ricardo y García C., Alfonso, "La revolución también es una calle. De frentes, fronteras y cruces culturales", en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, época II, Vol. I, Núm. 2, Universidad de Colima, Colima, 1995.
Regreso.

Bibliografía

Agustín, José, et al, "Crines, lecturas de rock", Ed. Los cuatro jinetes, México, D.F., 1984.

Agustín, José, "La nueva música clásica", Editorial Universo, México, D.F., 1985.

Agustín, José, "La contracultura en México", Editorial Grijalbo, México, D.F., 1996.

Arana, Federico, "Roqueros y Folcloroides", Editorial Joaquín Mortiz, México, D.F., 1988.

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