Generación McLuhan
Primera Edición Especial
Julio 1997


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Géneros, Jóvenes y Comunicación

De Redes, Creadores y Sujetos Otros
Las Redes de Comunicación y Cultura en los Jóvenes

por: Ricardo Morales Lira

"Por las uñas, por las manchas del traje, por el calzado,
por las rodilleras de los pantalones, por las callosidades del índice y el pulgar,
por sus gestos, por los puños de la camisa, por cada una de esas insignificancias,
puede conocerse al individuo."
Arthur Conan Doyle en boca de Sherlock Holmes

I. De sensibilidades nuevas

Preguntarnos por el otro una y otra vez. Indagar su actuar, su estar en el mundo. Escudriñar sus miradas y admirar la manera como éstas se moldean junto con los cuerpos. Rastrear las improntas, las huellas que hombres y mujeres dejan a través de sus rutas, viajes, navegaciones, y que se convierten en índices a ser leídos. Sorprendernos ante la magia de las sensibilidades cambiantes, profundas, metamorfoseadas, barrocas. Leer en ellas nuestra memoria, los proyectos vitales e históricos que hacen de la cotidianidad nuestra pequeña ínsula, nuestra gran aventura.

Y a todo esto nombrarlo, darle sentido, recrearlo a través de lenguaje, pues la crisis de lo social pone en igual situación a las actuales categorías de comprensión que piden su reactualización ante la emergencia, en estos momentos de transiciones, de nuevos sujetos, miradas recientes, otros cuerpos, órdenes nuevos; a pesar de que, como afirma James Clifford, "es más fácil registrar la pérdida de órdenes tradicionales que percibir la emergencia de nuevos". [Citado por Aníbal Ford, 1994; 55]

Precisamente, pensar en las nuevas realidades es hacer preguntas distintas a las tradicionales. No obstante, la viejas realidades nutren de vivacidad a la actuales, muestran hitos históricos a perseguir, pues para entender el futuro es imprescindible la reinterpretación del pasado [Le Goff, 1991].

Como dice Aníbal Ford: "Generar lo nuevo -no sólo como algo antes inexistente, sino también como relectura de nuestra histroria y de nuestra memoria, de nuestros proyectos, débiles, fuertes o desmesurados, desde nuestra relación corporal y social con el territorio y la gente-, acompañarlo, implica en este caso no proponer un orden o una fórmula" [Ford, Idem.].

Es, entonces, el momento de comenzar a indagar acerca los nuevos sujetos e identidades; sobre sus redes de relaciones y lo que culturalmente crean; sobre la construcción de sensibilidades jóvenes con características hasta hace poco inexistentes, impensables, mismas que hoy tienen un papel protagónico en los escenarios sociales.

Así las cosas, este texto es una primera propuesta por investigar las redes sociales que generan los jóvenes dentro de sus entornos urbanos. El documento está armado por ideas sueltas que funcionan como punto de arranque para cuestionarnos acerca de las nuevas configuraciones de relaciones entre los actores-red ubicadas justo en el lugar "natural" de su existencia: la estructura social [Arvanitis,1996]. Estructura mediada por las prácticas cotidianas de comunicación y cultura en íntimo rejuego con los espacios de producción sígnica institucional.

¿Cómo se han generado estas redes complejas de comunicación y cultura entre los jóvenes? ¿Cuál es la composición de dichas redes? ¿Qué tipo de información generan y cómo son sus prácticas de comuncación? ¿Cuáles son los campos de cultura que se cruzan con las distintas prácticas cotidianas de estos sujetos, procurando lugares de contacto e interacción, así como discursos y creaciones que los jóvenes producen y circulan en la ciudad/urbanidad?

Llegar a plantear estas preocupaciones ha tenido su historia, y creo conveniente (sobre todo por el hecho de estar en este norte del país a veces tan desmemoriado) ubicar estas problemáticas en el contexto que les dan vida, pues esto ayuda no nada más a refrescar la memoria de nuestros quehaceres disciplinarios, sino que nos permite vislumbrar la posibilidad, algún día, de radiografiar nuestras genealogías intelectuales.

Nombrar lo que escazamente se ha nombrado, aquello que apenas se atisba, es un acto en el cual está más de por medio la conjetura, la lógica de la abducción o simplemente la corazonada, y de eso están compuestas las redes de comunicación de los jóvenes, pues en tiempos de crisis e incertidumbe son las culturas conjeturales [Ford, idem.] las que creativamente reaniman nuestro solemne mundo. Borges insistió: el día que se agoten nuestros reinos sólo nos queda reinventarlos a través de los sueños, el amor y la palabra.

II. Flash back para estar in situ

Septiembre de 1993.

Desde lo más recóndito del corazón siempre reverdeciente de Colima, "La Nave de los Locos" de la Red Nacional Programa Cultura, inicia un viaje que va para cuatro años de travesía; viaje que desde el principio tuvo, por lo menos, dos metas principales.

La primera.

Poner en marcha un proyecto de investigación nacional -primeramente vislumbrado como imposible- cuyo objetivo era generar información de primera mano sobre determinados espacios, procesos, dinámicas y prácticas culturales que se dan cita al interior de los entornos urbanos de nuestras distintas, caóticas y disfrutables ciudades de este México de fin de siglo.

La segunda.

Crear redes de investigadores descentralizadas que, desde nuestras ciudades y regiones (con todo y a pesar de los desniveles académicos propios de cada red), posibilitaran condiciones para la generación de nuevas ecologías de comunicación e información, así como el surgimiento de comunidades de investigación que continuaran formándose académicamente, y así seguir construyendo sentidos en nuestros contextos locales e inmediatos: nace así FOCyP, La Formación de las ofertas Culturales y sus públicos en México, Siglo XX (genealogías, cartografías y prácticas culturales (1), donde Tjuana participa hasta la fecha como una de las primeras nueve ciudades, a las cuales actualmente por lo menos 3 más se han sumado al viaje.

Básicamente, el proyecto se centraba en conocer qué tipo de instituciones, ofertas, prácticas y públicos culturales se han venido gestando en lo que va del siglo en México. Asimismo queríamos saber cómo había sido el surgimiento, desarrollo y composición actual de determinados campos culturales. Se consideraron ocho campos, los cuales creímos importantes, que no únicos, en la vida de la gente: Religión, Educación, Salud, Cultura Legítima o Bellas Artes, Medios de Edición y Difusión Colectiva, Alimentación, Abasto, Ocio o Diversión.

En el transcurso de la investigación en Tijuana, estos tres últimos, pero marcadamente el de la Diversión, se nos aparecían con una fuerza efervescente, con un tipo de energía social que invitaba a zambullirse, nuevamente, en el estanque de la cultura.

Como uno de los espacios clave, no sólo de las prácticas culturales sino de la estructura social de Tijuana, el campo de la Diversión, contradictoriamente, se presentaba con esacasa información documental, casi nula en las instancias políticas y, en el mejor de los casos, existente pero a partir de la década de los 70. En un principio, pensamos que todo lo anterior era razón histórica y preocupación documental suficientes como para regresar a trabajar este campo riquísimo.

Sin embargo, poco tiempo después nos dimos cuenta de que, si existía en Tijuana un espacio social urbano donde se concentraban las ofertas en las múltiples formas de "lo bueno para divertirse", "lo bueno para comer", "lo bueno para comprar" y "lo bueno para turistear", ése era una calle: La Avenida Revolución; arteria protagónica en los procesos de cambio, en el reacomodo ante las continuas crisis económicas y políticas, lugar obligado en la puesta en escena de prácticas simbólicas y de comunicación en esta parte nortense del país.

Así que, posteriormente, con la investigación nacional en una etapa de cierre y con los ímpetus provocados por ésta, el equipo de Tijuana solicitó al Seminario de Estudios de la Cultura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en abril de 1994, el apoyo a un nuevo proyecto: "La Revolución también es una calle. Ofertas, públicos y prácticas culturales en Tijuana a través de una calle: La Avenida Revolución." (2) Nuestras primeras pre-ocupaciones se tradujeron inmediatamente en ocupaciones de investigación cuyos resultados a la fecha se materializan en un libro colectivo hecho por alumnos y maestros de la Universidad Iberoamericana Noroeste (3).

En nuestro planteamiento original nos hacíamos una serie de interrogantes -primeramente quizá muy afines con el proyecto nacional- en relación a los campos de alimentación, abasto, turismo y diversión concentrados en la Avenida Revolución: ¿Cómo se habían conformado estas ofertas culturales en lo que va del siglo? ¿Cómo han sido y son los públicos de la calle Revolución?

Queríamos saber, sobre todo, cómo distintos agentes sociales de la calle, cuyos oficios se hallaban ligados directamente con esas ofertas, habían construido e incorporado en sus esquemas de percepción y valoración una serie de referentes empíricos, los cuales les permitían vivir, gozar, representar, interpretar, trabajar en ese espacio social multidimensional de una manera específica que pone en juego elementos simbólicos transclasistas, con significantes comunes pero con distintos, y a menudo diametralmente opuestos, significados.

La etnografía, el oficio de la mirada y el sentido [Galindo; 1995a], el estudio de la cultura desde la cultura misma, nos vino a proporcionar herramientas preciosas para observar, describir e interrogar la composición de la organización social de la calle.

El método de la historia oral, con entrevistas de Historia de Vida y de Oficio, nos permitió realizar cierta configuración sintética de los procesos de constitución de las subjetividades de los diferentes agentes sociales de la calle, procesos de larga duración que confeccionan identidades cambiantes, plásticas, dúctiles y, sobre todo, migratorias; mismas que habitan nuestras porosas fronteras culturales. Es decir, tratamos de registrar interpretaciones de primer orden, ese orden de la microcomposición de la vida cotidiana.

En este sentido, decidimos entrevistar a tres generaciones distintas de informantes que tuvieran un mismo ofico, que hubieran trabajado allí por lo menos 5 años, que gran parte de su vida hubieran trabajado en el oficio, o que hasta la fecha continuaran laborando en ese espacio; hombres o mujeres de más de 25 años de edad, nacidos en Tijuana, o residentes con más de treinta años radicando en la ciudad.

Nuestros informantes: prostitutas, taxistas, burreros (fotógrafos del "recuerdo" que en determinadas esquinas de la avenida, y con burros pintados -surrealistas simulacros de cebras- en una especie de calesa-escenario, fotografían a turistas, principalmente gringos), curioseros (vendedores no sólo de las llamadas curiosidades o "souvenirs", sino de toda una oferta especializada en el campo del abasto: piel, calzado, artesanías, metales), cantineros y músicos (tríos, grupos norteños y rockeros).

Por último, con las cartografías culturales pudimos representar las trayectorias de los campos mencionados en tres periodos de crecimiento urbano de la calle, en íntima relación con cinco etapas históricas, importantísimas para Tijuana, Baja California y California (4).

Así, con el afán de elaborar un gran catálogo de lo que hacen lo individuos particulares [Galindo, 1994], de inventariar las acciones que los sujetos (movidos por deseos reales e imaginarios, disparadores del actuar) realizan en búsqueda de objetos vitales en tiempos y espacios concretos (dimensiones todas que componen y recomponen constantemente nuestro mundo social), hemos echado a andar estrategias de investigación social en los ámbitos de la comunicación y la cultura. De esta manera, creo, hemos intentado modificar, afinar y compartir nuestras miradas con otros tantos sujetos en encuentros y acuerdos perceptivos que por inesperados fueron enriquecedores.

III. De nudos y amarres problemáticos

Ciudad/cultura urbana; frentes/fronteras culturales; comunicación/vida cotidiana; la imbricación entre campos especializados en la elaboración simbólica discursiva (principalmente los medios de edición masiva) y los respectivos usos sociales de estas ofertas por parte de públicos cada vez más fragmentados, pero no por ello menos exigentes, críticos y apropiadores de la experiencia mediadora de las distintas instancias de producción cultrural; y primordialmente la constitución de sujetos/identidades, la construcción de las subjetividades a partir de las rutas sociales, de vida, de familia, de oficios y profesiones, han sido nudos problemáticos, en los cuales la cultura es el centro que unifica nuestros trabajos, pero a la vez, constituye uno de los ejes que han permitido desaplazarnos hacia otras interrogantes, hacia formas otras de preguntarle a la realidad, de investigar la sociedad en sus formas de configuración simbólica y material.

IV. Ciudad, cultura urbana, redes de comunicación y cultura en los jóvenes

La ciudad tiene contornos materiales a través de los cuales se expresa. Son muchas geografías en un sólo paisaje, muchos paisajes en una imagen única. Pero las ciudades, a la vez, han sido siempre proyectos políticos y económicos inacabables: por un lado, lugar de la organización social, de la negociación con el poder; por el otro, ecosistema indiscutible de la producción industrial, contexto en el cual el tiempo de trabajo [Le Goff, 1983] se convierte en el tiempo que determina todos los demás tiempos de la vida social. Y también la ciudad es un mapa mental, una configuración cognitiva que ha venido modificando nuestros esquemas de percepción. Es un espacio social construido, poblado por nuestros imaginarios, nuestras desgracias, miserias, riquezas, victorias: allí nos relacionamos, amamos, peleamos, soñamos; también pensamos, interpretamos constantemente, y todo sucede en ese entorno físico e inmediato tornado socialidad. Así, la ciudad es un espacio sociosemiótico en el cual somos actores, intérpretes, espectadores, públicos de su dimensión comunicativa.

En este orden de ideas, cada una de las prácticas, discursos y acciones que los sujetos sociales inscribimos en ese espacio social con diferentes ritmos y temporalidades (elementos que históricamente han venido emergiendo, cambiando y sedimentándose en nuestra memoria), dotan de sentido a nuestra vida, nos mueven a la acción, a la puesta en práctica de formas de concebir el mundo: a esto podemos considerar cultura urbana.

Como uno de los primeros emblemas ejemplificadores del desarrollo, como espejo de la modernidad y en muchos casos laboratorio postmoderno [García Canclini, 1990], las ciudades rebasan los planes políticos apuntalados en las lógicas del orden y el progreso, e imponen su lógica inverosímil, contradictoria, caótica, festiva, desmadrosa: fuerza telúrica que tambalea las rígidas estructuras de toditita la vida. Autoridad medrosa hecha añicos en el enconrtronazo con lo prohibido y la risa. Cultura de información puesta en crisis [Galindo, 1996a].

La migraciones se dan a pasto, el crecimiento desobediente de la población es incontrolable y los bajos mundos saltan al escenario enriqueciendo la literatura, la ficción, las narrativas visuales, auditivas que hacen resurgir el gozo al brotar la "cura" sobre la seriedad del poder.

Las moralidades de todo tipo se ven horadadas por una realidad que se sigue negando, ocultando bajo las faldas tutelares de gobiernos cada vez más retardatarios, represores, pero que padecen consquillas en sus inmaculados cuerpos carnales, valorales, sociales y también jurídico-policiales.

Vaya si no es hermosa la ciudad. Pues en esta vorágine de realidedes, como metáfora de ellas mismas, surge la cultura urbana, la dimensión de la ciudad en su versión lúdica, alburera, reventada, pero igualmente impugnadora, propositiva, crítica, creativa.

Cultura urbana que no se agota en las prácticas de las llamadas culturas populares de los sectores marginados de la ciudad; sino que revienta en miles de cuerpos, miradas, quehaceres y prácticas de los jóvenes noventeros; mismos que han venido confeccionado sus identidades desde sus estructuras y formas tradicionales de convivencia marcadas por la familia, lo religioso, lo educativo donde la moral social juega un papel preponderante.

Pero a la vez, toda esta configuración está permeada por la vida pública en la urbanidad, en la calle, entre el cruce de los frentes culturales [González, 1994] con los usos de las ofertas de cultura, específicamente los contenidos de los medios de comunicación.

Y no sólo eso, aquí también entra en juego la actual utilización directa de las tecnologías de información (entre ellas Internet), a partir de las cuales los jóvenes empiezan a configurar comunidades virtuales de comunicación, es decir, comunidades de sentido [Galindo, 1996b] que comparten y producen algo en común: música, literatura, revistas, fanzines, video, performance, etcétera. Conocer todo lo anterior es empezar a indagar sobre las redes de comunicación que los jóvenes construyen creativamente.

Las redes, como sistemas complejos, están tejidas por prácticas culturales que los jóvenes ponen en juego. Prácticas que han estado cambiando en la medida que los distintos sujetos sociales han podido generar relaciones sociales más horizontales, participativas y generadoras de información. Para lograr esto es necesario la configuración de agentes nuevos con una cultura de información que se vaya convirtiendo en cultura de comunicación.

Los jóvenes (en Tijuana específicamente) han creado redes complejas de comunicación desde las cuales realizan una serie creaciones y productos culturales estrechamente ligados a las ofertas de cultura y a la cotidianidad del espacio urbano, lugar privilegiado este último, en el que se manifiestan expresiones de la cultura juvenil. Es en estos procesos donde se generan identidades nuevas, donde se da la constitución subjetiva de la vida y los procesos de construcción de sentido.

La red, como modelo de acción humana [Arvanitis, 1996, 44], es una práctica social, a la vez un concepto, una imagen que nos describe relaciones, interacciones, mismas que tienen como característica fundamental el flujo de información que circule en todas direcciones.

La participación de los sujetos-red en la elaboración y uso de la información tiende a ser colectiva. Por eso, las redes se parecen más a sistemas de comunicación con una altísima cultura de información [Galindo, 1996a], misma que procura prácticas, creaciones y expresiones que hacen estallar los marcos institucionales, normativos, reglamentados.

Más aún. Las redes, como estructuras de organización social, están compuestas de lógicas distintas a los espacios formales y rígidos. Sus pautas de acción son flexibles como para que cada sujeto participé con lo que pueda aportar, pero siempre conservando el compromiso de hacer algo cojuntamente con los demás miembros de la red.

Por lo anterior, es necesaria la existencia de redes que crucen, alimenten, refresquen las instituciones, las universidades, las fronteras entre lo público y lo privado; redes que formen parte de nuestra cotidianidad, donde amigos, copañeros pares, partiendo de objetivos comunes podamos realizar objetivos de creación e investigación encaminados a configurar sociedades más democráticas y comunicativas. Cierro el trabajo con una cita de Jesús Galindo:

El punto clave es la pregunta por la percepción del
mundo social por los distintos actores, y en particular
por su aceptación o no de estructuras jerarquizadoras
autoritarias frente a las posibles estructuras
democráticas alternativas.
[Galindo, 1996a, 17]

Notas y Referencias Bibliográficas:

(1) Cfr. Gonzáles S., Jorge, "La transformación de las ofertas culturales y sus públicos en México. Una apuesta y una propuesta a la par in-decorosas", en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas Vol.VI, Número 18, Universidad de Colima, Colima, 1994.
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(2) Es pertinente agradecer aquí al Seminario de Estudios de la Cultura que, a través del Programa de Apoyos a Proyectos de Investigación sobre Cultura 1994, además de confiar en nosotros, en gran medida hizo posible la realización y término de este proyecto con su ayuda.
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(3) En noviembre del 1996 aparece el libro colectivo "La Revolución también es una calle...", coeditado por la Universidad Iberoamericana Noroeste y el 15o. Municipio de Tijuana. Tijuana, B.C.
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(4) En el proyecto original "La Revolución también es una calle. Ofertas, prácticas y públicos culturales en Tijuana a través de una calle: la Avenida Revolución", se encuentran detallados los distintos ajustes metodológicos, así como los recortes históricos que tuvimos que hacer. Lo anterior de halla en la Universidad Iberoamericana Noroeste, Tijuana, B.C.
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Bibliografía:

Arvanitis, Rigas (1996). Redes de investigación e innovación: un breve recorrido conceptual, en Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo, año 2, núm.3.

Brunner, José Joaquín (1992). América Latina: cultura y modernidad, CNCA-Grijalbo, México.

Eickhoff, Georg (1996). La historia como arte de la memoria. Acosta vuelve de América, Universidad Iberoamericana, México.

Ford, Aníbal (1994). Navegaciones. Comunicación, cultura y crisis, Amorrortu editores, Argentina.

Galindo Cáceres, Jesús (1994). Sobre cultura y difusión cultural. Apuntes desde lo ético-político, la vida cotidiana y el umbral de los mundos posibles, texto para la reunión sobre Cultura e Identidad de los coordinadores de difusión cultural en las universidades del Noreste de México, Monterrey, Nuevo León.

- (1995a). Etnografía . El oficio de la mirada y el sentido. Original, México, D.F.

- (1995b). Política, Cultura y Comunicación. Para una percepción de mundos posibles en el espacio social mexicano, Cuadernos de MASS CULTURAS # 1, Departamento de Ciencias del Hombre, Universidad Iberoamericana León, León, Guanajuato.

- (1996a). Cultura de información, política y mundos posibles, en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, época II, volumen II, número 3, Programa Cultura, Universidad de Colima, Colima.

- (1996b). Comunidad virtual y cibercultura. El caso del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) en México. Original. México, D.F.

García Canclini, Néstor (1989). Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, CNCA-Grijalbo, México.

González, Jorge A. (1994). La transformación de las ofertas culturales y sus públicos en México. Una apuesta y una propuesta a la par in-decorosas, en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, Vol. IV, número 18, Programa Cultura, Universidad de Colima, Colima.

- (1994). Más(+) Cultura(s). Ensayos sobre realidades plurales, CNCA, Serie Pensar la Cultura, México.

Ibáñez, Jesús (1994). El regreso del sujeto. La investigación social de segundo orden, Siglo XXI Editores, España. Le Goff, Jacques (1983). Tiempo trabajo y cultura en el occidente medieval, Taurus, Madrid.

- Pensar la historia. Modernidad, pasado y presente, Paidós, Barcelona.

Martín-Barbero, Jesús (1987). De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, Gustavo Gili, México.

Reguillo Cruz, Rossana (1996). La construcción simbólica de la ciudad. Sociedad, desastre y comunicación, ITESO-UIA, Guadalajara, México.

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