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Por José Manuel de
Pablos
Número 43
Leo
en la primera página de un periódico considerado de
referencia1 eso de que la agencia
estadounidense de espionaje, de sabotaje… de eso que insultando
a la inteligencia denominan ‘inteligencia’, leo, digo,
una llamada titulada sin empacho “La CIA reconoce que Irak
se ha convertido en la gran central de terroristas”.
Más allá del texto
tipo espectáculo-folklórico (‘la gran central’),
la pregunta que me hago, que me vuelvo a hacer2,
es bajo qué base periodística se puede hacer uso de
textos emanados de la agencia estadounidense de espionaje y actividades
clandestinas semejantes.
Veamos unos aspectos del problema
que veo planteado:
1. ¿Es la CIA una fuente
fiable? ¿Tiene la más mínima posibilidad de
que lo que diga tenga un sostén ético, que sepan o
hagan en la CIA hacer uso de la objetividad precisa para ser aceptable
su mensaje en un diario y darle cabida en sus páginas, anunciarlo
en su portada?, aunque sea desde la humilde batería de sumarios
que anuncian lo más importante del interior.
2. En el caso poco probable de que
la CIA ofreciera al público un mensaje objetivo, acurado,
aceptable para un sector de la prensa que no estuviera al servicio
del Pentágono, ¿qué probabilidad habría
de que ese texto fuera de interés público y no de
interés solamente para los intereses de la Casa Blanca, del
Pentágono, de la maquinaria de guerra estadounidense? O sea,
que se tratara meramente de propaganda, de intoxicación.
3. Es cierto que un documento de
la CIA puede tener interés público y ser aceptable
para los medios de comunicación social, pero, ¿una
agencia gubernamental de corte secreto y clandestinas actividades
tiene entre sus misiones facilitar información a la sociedad?
(No decimos que cometa ilegalidades, crímenes o atropellos
al amparo de su ley, porque eso es producto de la ficción,
como los lectores no dudan, de novelistas y del cine de Hollywood,
y así seguirá hasta una nueva caza de brujas, que
el mundo está en peligro.) Otra cosa es que ese documento
secreto y de interés indudable sea filtrado por terceros
o descubierto por los medios, mas en el caso que nos ocupa no se
da nada de eso, visto que la crónica del corresponsal que
tratamos de analizar emplea el sitioweb de la CIA como fuente informativa4,
lo que no deja de ser una aberración periodística.
La CIA constata
En página 3 del diario, a 4 de sus 5 columnas, abre la crónica
del corresponsal en Washington, Javier del Pino, bajo estos titulares:
“La CIA constata que IRAK ha reemplazado a Afganistán
como central de terroristas” y el siguiente subtítulo
“Un informe subraya que la invasión ha creado un caldo
de cultivo para el islamismo radical”. O sea, miel sobre hojuelas
para el mensaje armamentístico y de guerra preventiva del
Pentágono, que para eso está su agencia clandestina.
La crónica abre señalando
la autoría del informe aludido: “Un organismo de expertos
independientes que asesora al director de la CIA…” La
pregunta que aquí nos surge es la siguiente: ¿Pueden
ser ‘independientes’ unos expertos que aconsejan al
director de la agencia de espionaje y sabotajes? ¿Qué
se puede entender aquí por ‘independiente’? ¿Acaso
ese ‘organismo’ no es parte de la misma CIA? ¿Puede
ser ajeno? En otro orden de visiones: ¿Puede un diario ajeno
a la CIA, como debe ser, aceptar sin más la cita oficial
de que ese informe ha sido redactado por un ‘organismo independiente’
y no por la misma CIA? ¿Por qué no lo aclara, lo interpreta,
facilita al lector el entendimiento de esa noticia oficial? Este
es un ‘misterio’ que nos habla del decaimiento del periodismo
actual en diarios autotitulados de referentes. Para la CIA lo ha
de ser, sin duda alguna.
En el primer párrafo se reproduce
el nombre de ese ‘organismo independiente’: “el
Consejo Nacional de Inteligencia, CNI”. Nos vuelven las preguntas:
¿cabe la posibilidad de que ese organismo, con tal título,
sea ‘independiente’ y no una parte del aparato del estado?
Más adelante, este informe
no tiene empacho en creer “probable” que –leo–
“los terroristas adquieran y utilicen armas biológicas
capaces de dispersar enfermedades”, lo que no deja de tener
una gracia muy agria, después de haber visto el mundo entero
cómo el gobierno USA mentía (del verbo “mentir”)
junto a otros gobiernos títeres, Londres laborista (?) y
el Madrid de Josemaría Aznar, con la declaración de
que en Irak había armas que nunca han aparecido porque no
existían, más allá de unas ganas locas por
hacerse con el petróleo de un país desgraciado, de
un pueblo humillado y atropellado.
Hay documentos y documentos
La CIA, está claro,
puede originar documentos de interés público, pero
esos papeles nunca se van a hacer público en su sitioweb
ni en una conferencia de prensa. El caso que nos ocupa, pura propaganda
de guerra, nada tiene que ver con ésta otra noticia del igual
origen pero diferente circuito hasta las rotativas. Es la nota publicada
en la edición de la revista The New Yorker puesta a la venta
el domingo 16 de enero, según la cual la CIA, sin citarla
en la noticia, ha realizado operaciones secretas, o sea, clandestinas,
ilegales, dentro de Irán.
Y ésta es una noticia que
la CIA no pone en su sitioweb, como tampoco puso las fotografías
tomadas dentro de la cárcel de Abu Ghraib, porque no es propaganda,
aunque venga bien (la segunda de las noticias) a los intereses armamentísticos
de la Casa Blanca, del Pentágono y de la industria militar.
En la nota del semanario neoyorquino, se incluyen unas declaraciones
de un asesor de Bush, quien asegura que la nota publicada “está
basada en inexactitudes”. ¿Es creíble este personaje,
ante lo insertado en el semanario?, ¿acaso sus palabras no
sirven, por el contrario, para avalar la propia información
publicada? El enfado de la fuente aquí da solvencia a la
nota: el texto publicado en el sitioweb de la CIA citado no tiene
desmentidos ni va escoltado por este tipo de declaraciones.
O sea, que hay noticias y noticias:
unas son noticias y otras son propaganda. Y un diario de referencia
ha de saber discernir entre información periodística
e información propagandística.
De igual forma que la CIA reconoce,
la prensa también ha de reconocer la diferencia entre periodismo
y propaganda. No solo la prensa autocalificada de ser de “referencia”.
Notas:
1
El País, Madrid, sábado 15 de enero de 2005.
2 “La CIA hace periodismo
/ El sistema informativo escrito en condicional especula y no es
periodístico”, en Razón y Palabra 35,
diciembre de 2003, en <http://www.razonypalabra.org.mx/miramedia/2003/diciembre.html>
a raíz de otro texto donde la CIA era fuente… periodística
para un diario de referencia (El País, sábado 4 de
octubre de 2003, página 5 / Internacional, titulado “La
CIA afirma que ha hallado en Irak restos de la toxina de botulismo”).
3 <http://www.foia.cia.gov/2020/2020.pdf>
Dr.
José Manuel de Pablos Coello
Catedrático de Periodismo,
Universidad de La Laguna, España.
director del Laboratorio de Tecnologías de la Información
y Nuevos Análisis, LATINA |