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Mundo Convergente

Las Nuevas Tecnologías y la Sociedad de la Información como Estrategia Geopolítica de los Países Desarrollados

 

Por Pedro Rojo
Número 38

Introducción
Desde la caída del muro de Berlín, diferentes Estados han intentado conseguir un mercado mundial en el que los bienes, personas, servicios y capitales circularan en completa libertad, y cuyo funcionamiento estuviera asegurado mediante garantías contra las distorsiones de la competencia. Las medidas que se han venido promulgando a lo largo de esta última década en la mayor parte de países desarrollados han coincidido en algunos aspectos:

- Eliminación de las fronteras físicas.
- Eliminación de las fronteras técnicas.
- Eliminación de las fronteras fiscales.

La supresión de las fronteras al libre comercio de bienes y servicios (incluidos los informativos) ha ido acompañada de acciones que reforzaran la base tecnológica y la investigación en las industrias de los países tecnológicamente más avanzados. La armonización de las diferentes legislaciones nacionales, pactada en las instituciones supranacionales (UE, OEI, GATTT) se ha convertido en una estrategia decisiva para la consecución de este mercado de talla mundial, de cara a favorecer los intercambios económicos de bienes y servicios entre los Estados.

Las iniciativas europeas
En el año 1993, cuando Europa se encontraba sumida en una profunda crisis económica, el Consejo Europeo encargó a la Comisión la preparación de un Libro Blanco sobre “La estrategia a largo plazo en pro del crecimiento, la competitividad y el empleo en Europa”. Como respuesta a este encargo, la Comisión, a través de su presidente, J. Delors, presentaría al Consejo Europeo el Libro Blanco “Crecimiento, competitividad y el empleo: retos y pistas para entrar en el siglo XXI”. A través de este documento se daba a conocer, por primera vez en Europa, el concepto de “Sociedad de la Información”.

En el Libro Blanco se afirma que no hay ninguna cura milagrosa para salir de la crisis económica, y además, que una de las claves del desarrollo futuro consistirá en apostar decididamente por la “sociedad de la Información”1. El Libro Blanco apuesta por la supresión de los obstáculos reglamentarios que se oponen a la apertura de nuevos mercados, la creación de condiciones necesarias para que las empresas europeas puedan desarrollar su estrategia en un entorno competitivo abierto en las esferas nacional e internacional, y la creación de una infraestructura de información a través de medidas articuladas a nivel comunitario. El Libro Blanco propondría asimismo la creación de un “Grupo Especial sobre las Infraestructuras Europeas” que actuaría bajo el mandato del Consejo de Europa2.

El Libro Blanco apuntaba varios cambios en la escena internacional, uno de ellos se había producido en el terreno tecnológico: una nueva revolución tecnológica estaba en marcha, y provocaba una veloz mutación de las técnicas, los empleos y las competencias. La economía se estaba desmaterializando, al tiempo que se empezaban a externalizar las actividades productivas, predominando los servicios. En este nuevo escenario, la posesión y circulación de información pasaban a ser decisivas.

Europa en marcha hacia la sociedad de la información
Como complemento al Libro Blanco de Delors, el Consejo Europeo, reunido en diciembre de 1993, solicito que un grupo de expertos elaborase un informe para la Reunión de Corfú, al año siguiente, 1994. El documento a elaborar por el grupo de expertos, debía contener las medidas necesarias y especificas que debían plantearse la Unión Europea para el establecimiento de unas infraestructuras de telecomunicaciones a lo largo de todo el Continente.

El coordinador del grupo de expertos fue Martin Bangemann, Comisario Europeo encargado, por entonces, de todos los asuntos referidos a la Política de Telecomunicaciones en Europa. El documento final, elaborado por el grupo de expertos, llevaba por título: “Europa y la Sociedad Global de la Información. Recomendaciones al Consejo Europeo”.

A partir de dicho informe, el Consejo elaboró un programa operativo con todas las medidas necesarias, en el ámbito de las infraestructuras de telecomunicación, para la implantación de dichas infraestructuras en Europa, así como los medios jurídicos (liberalización de los mercados y normalización común) y económicos (inversiones y proyectos de desarrollo) precisos para su puesta en marcha.

En el “Informe Bangemann”, como se conoce comúnmente al informe elaborado por el grupo de expertos, se pone de manifiesto la urgencia de adoptar medidas inmediatas relativas a la creación de un entorno normativo favorable, así como la promoción de las nuevas potencialidades de estas nuevas tecnologías para la creación de mercados de productos y servicios tecnológicos. Las autoridades públicas tendrían, a partir de ese monumento, que desempeñar un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad de la información en Europa, no solo invirtiendo en infraestructuras de telecomunicaciones, sino también acabando urgentemente con los monopolios nacionales y liberalizando los mercados de terminales y servicios para la entrada de nuevos competidores.

El Informe hacia hincapié en que la iniciativa privada seria importante para el desarrollo futuro de las nuevas tecnologías de la información, pero antes de esa labor de desarrollo, el entorno jurídico debía ser proclive a la penetración, en los diferentes mercados nacionales, de la iniciativa privada de la mano de operadores de telecomunicaciones y proveedores de servicios. Así pues, en el sector de las telecomunicaciones, la actuación de las autoridades públicas y de la iniciativa privada debían caminar a unísono y en paralelo, para conseguir un objetivo común: el desarrollo de una sociedad de la información en Europa3.

En julio de 1994, la Comisión elaboró una comunicación al Consejo, al Parlamento Europeo; al Comité Económico y Social, y al Comité de las Regiones, titulado: “Europa en marcha hacia la Sociedad Global de la Información. Plan de actuación”. En el documento se realiza una revisión sobre aquellos ámbitos en los que la Comunidad Europea tendría que trabajar para conseguir el objetivo de desarrollar la Sociedad de la Información. En concreto, el panorama de trabajo de la Comisión se centraba en los siguientes ámbitos o campos:

- Marco reglamentario y Jurídico.
- Redes, servicios básicos, aplicaciones y contenidos.
- Aspectos sociales y culturales.
- Fomento de la sociedad de la información.

La Comisión solicito, a las instituciones europeas a las que había remitido su comunicación, el debate de todos estos asuntos, así como un respaldo político a la aplicación del Plan de actuación.

El Informe Bangemann había propuesto diez acciones prioritarias para el desarrollo de la sociedad de la información en Europa. Estas diez acciones eran las siguientes:

1. Teletrabajo.
2. La educación a distancia.
3. La implantación de una red de universidades y centros de investigación.
4. La promoción de los servicios telemáticos para las PYMEs.
5. La gestión del tráfico por carretera mediante soluciones telepáticas.
6. El control del tráfico aéreo mediante vías electrónicas.
7. La creación de redes de asistencia sanitaria.
8. La introducción de la licitación electrónica (hasta la constitución de una red europea para dicha licitación).
9. La creación de una red transeuropea de Administraciones Públicas.
10. La creación de Autopistas urbanas de Información4.

Iniciativas norteamericanas
El termino que se emplea en Estados Unidos para definir la Sociedad de la Información es el de “Infraestructura Mundial de Información” (IMI) que entienden como red masiva de redes de comunicación5. Para los estadounidenses, las naciones desarrolladas y en desarrollo habían llegado a un consenso en el sentido de que la red de información óptima debía construirse sobre cinco principios centrales:

- Inversión privada.
- Competencia.
- Regulación flexible.
- Acceso abierto.
- Servicio universal.

Estos cinco principios acelerarían el desarrollo de la IMI y asegurarían su continuidad6. Todos esos cinco principios están estrechamente vinculados tanto a los intereses particulares como a los de las naciones del mundo7.

Respecto a las inversiones privadas, el presidente Clinton promulgó la Ley de Reforma de las Telecomunicaciones en 1996, que abriría a la competencia el mercado nacional de telecomunicaciones. Clinton entendía que esta liberalización sería la mejor manera de alimentar la creatividad, crear empleos, impulsar los beneficios financieros y llevar a los consumidores nuevos servicios de comunicación.

Para el sector privado norteamericano, la liberalización representaba una gran oportunidad, al abrirse a la competencia los mercados de América del Sur, Asia y África. La inversión privada y la competencia eran esenciales para el desarrollo de la IMI, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.

En cuanto a la regulación, esta debía asegurar estabilidad, libertad y flexibilidad, en tanto que también debería ofrecer a los consumidores precios justos y amplia gama de opciones. En Estados Unidos, las industrias de comunicaciones se regulaban a través de una agencia independiente, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC)8. A medida que las nuevas tecnologías revolucionan el mercado, los gobernantes deben echar abajo las estructuras regulatorias obsoletas9.

Otro principio central es el acceso abierto, que asegura que todas las naciones puedan conectarse a la IMI, ya que el poder una red de computadoras aumenta en proporción a la cantidad de personas conectadas a ella10. Esa es la razón por la que Internet crece con tanta rapidez. Cuanta más gente se conecta, más gente quiere conectarse. Esa es la razón por la que el acceso abierto es tan importante. Por lo tanto, para que la ciudadanía se anime a entrar en la red, las compañías deben cobrar precios de acceso que no sean discriminatorios. La única manera de asegurar la promesa de venta en la IMI es garantizar que cada usuario tenga acceso a contenidos y fuentes de información en diferentes idiomas y soportes.

El quinto y último principio es el servicio universal. Esa es la razón por la que en Estados Unidos el gobierno ha instado al sector privado a participar en la conexión las escuelas estadounidenses a las autopistas de la información. El mantenimiento del servicio universal es un principio que permitiría proporcionar a los usuarios servicios básicos a precios accesibles, con independencia de su nivel de ingresos, situación geográfica o capacidad física de una persona, y permitiría enseñar a los usuarios cómo utilizar estas tecnologías.

Internet ha sido planteada como la tecnología que debe servir de motor del cambio social. Pero esta tecnología también se convierte en motor del cambio económico, ya que considera la información como recurso económico y cultural, por ello, la administración estadounidense ha desarrollado una política de Información federal para los Estados Unidos que ha trascendido a nivel internacional. La estrategia política estadounidense, iniciada por Clinton, se fundamenta en la innovación, la competitividad y el empleo, siguiendo estos cuatro principios

- La clave para que Norteamérica sea competitiva es la tecnología. No hay competitividad sin desarrollo tecnológico.
- Llevar ventaja en la revolución de la información. El país que encabece la revolución de la información será el más poderoso.
- No hay innovación sin tecnología. Los países que no se desarrollen tecnológicamente, se estancarán en la Nueva Era de la Información.
- Las tecnologías de la información se convertirán en el motor de todo lo que acontezca en el próximo milenio.

Así pues, los Estados Unidos confiaban plenamente en las futuras autopistas de la información como medio para la mejora de la calidad de vida en el siglo XXI, en un mundo donde, más que nunca, la información es poder.

Iniciativas japonesas
Japón es un país pionero a nivel mundial en la implantación de las estructuras sociales y económicas que dan soporte a la sociedad de la información. La capacidad de innovación de Japón va mucho más allá de simples valoraciones de carácter tecnológico o de su capacidad de investigación, se relaciona fundamentalmente con un fenómeno de carácter social, con la consideración de aspectos culturales e históricos que permiten crear las condiciones necesarias para favorecer la participación e interacción de diversos agentes que comparten conocimientos muy diversos: las universidades, los gobiernos, las empresas, los centros tecnológicos y los ciudadanos.

En Japón, en 1972, una organización no lucrativa, el Japan Compute Usage Development Institute, dirigida por Yoneji Masuda11, presentó al gobierno el primer plan nacional para la sociedad de la información, o Plan JACUDI. (1980) entre cuyos experimentos pioneros se encuentra el cableado de varias ciudades como Tama y Higashi-Ikoma. En esta última, el proyecto HI-OVIS estableció una red de fibra óptica local permitiendo servicios interactivos de video a sus ciudadanos para la participación en asuntos de interés local.

Japón ocupa hoy en día el segundo lugar, detrás de EE.UU., en términos del valor de exportaciones, y el primer lugar en términos de la balanza comercial12. En la pujanza económica japonesa intervienen toda una serie de elementos históricos, culturales, sociales y políticos que se han combinado de una manera excepcionalmente benéfica para la economía y la prosperidad del país.

El sistema educativo japonés forma recursos humanos cualificados, fundamentales en el desarrollo de un país que carece casi por completo de recursos naturales. Indiscutiblemente, una de las claves del éxito japonés es el afán por instruirse y cultivarse. Japón dispone de una rica tradición de investigación básica, y ocupa las primeras posiciones mundiales en ramas como el cálculo de probabilidades, la física estadística, la física de los metales y la microbiología, y aunque la mayoría de tecnologías son importadas, estas acaban perfeccionándose en Japón.

Actualmente, Japón se preocupa por dar al mayor número de japoneses una educación tan elevada como sea posible. Los padres japoneses realizan grandes sacrificios para educar a sus hijos, sabiendo que el nivel social que alcancen estos en sus vidas dependerá, más que nada de su preparación. Además, el gobierno y las empresas importantes tienen sus propios cursos de estudio y entrenamiento para preparar a sus empleados. Son muchas las compañías que consideran que el mejor diploma de técnico o ingeniero existente es el que ellas mismas otorgan. Las empresas niponas consideran que la preparación de sus trabajadores es parte fundamental del éxito de su negocio y forman grupos de estudio para la mejora de los procesos.

Después de la II Guerra Mundial13, los japoneses comenzaron a obtener toda la información técnica y científica disponible comprando patentes tecnológicas a occidente y adquiriendo la maquinaria más moderna de aquellos tiempos. Los japoneses desarmaban la maquinaria para estudiarla y descubrir sus defectos. Luego empezaron a producir mejores modelos a menor precio que los originales.

Entre 1950 y 1978, Japón invirtió en tecnología, solamente, 9.000 millones de dólares. Esta cantidad representa la quinta parte de lo que gastó Estados Unidos por año durante este período. Esto se debe a que los japoneses preferían pagar por las tecnologías occidentales, lo que resultó mucho menos costoso que invertir en el desarrollo de una tecnología propia. La capacidad excepcional de los japoneses para utilizar tecnología importada y producir con base a ella productos mejores y más baratos, así como su capacidad para innovar, han conducido progresivamente a una poderosa expansión de su economía.

Además, Japón cuenta con una estructura empresarial bastante dinámica. El grupo desempeña un papel de verdadera importancia en los distintos niveles de la empresa. Ello corresponde a la antigua y arraigada costumbre social japonesa hacia la agrupación. Esta tendencia secular es aprovechada por las empresas para alcanzar sus objetivos. El principio de “consenso” es decisivo para tomar decisiones, y además los japoneses desprecian todo tipo de acuerdo que pueda resultar nocivo para cualquier minoría.

En las empresas de Japón no predomina el interés por atesorar beneficios. El enriquecimiento raramente es el objetivo primordial de sus directivos. Prefieren el progreso, la expansión de la empresa, la modernización de su equipo y ocupar un buen sitio dentro de la competencia nacional y mundial.

Otra característica de las empresas japonesas en su flexibilidad. Las fábricas se adaptan al cambio inmediato de actividad industrial. Se puede rehacer cuantas veces sea necesario por medio de pequeñas innovaciones y adaptaciones de maquinaria. Con la introducción de robots industriales, las fábricas cambian y se dedican a nuevas actividades productivas. La flexibilidad en las instalaciones industriales existe también en lo que respecta a los obreros, que pasan de una tarea a otra sin dificultades de ninguna clase, lo que le importa es el trabajo, no la tarea particular. Dado el sistema de empleo permanente, la automatización de las empresas no representa una amenaza para la base trabajadora. Las constantes reconversiones industriales, para las que siempre hay flexibilidad, cuentan con la solidaridad de los trabajadores y sus sindicatos.

Los productos japoneses son mundialmente valorados por sus altos niveles de calidad. Las empresas japonesas tienden a reinvertir una parte sustancial de sus ventas en investigación, lo que favorece la creación cada vez mayor de productos más eficientes y avanzados. A mediados de la década de 1950, la producción industrial había superado los niveles anteriores a la guerra. A mediados de la década de 1990, Japón era el principal país constructor de barcos del mundo y se encontraba entre los productores más destacados del mundo de productos eléctricos y electrónicos, acero y vehículos de motor.

El comercio exterior es esencial para la economía japonesa, pues el mercado interior es incapaz de absorber por completo los bienes que produce la industria nipona. Como Japón tiene que importar la mayoría de las materias primas de las que depende su industria, el país también debe exportar una buena proporción de su producción anual, con el fin de mantener una balanza comercial favorable. Japón ha invertido los grandes excedentes comerciales acumulados durante las décadas de 1970 y 1980 en el exterior, de manera que se ha convertido en la principal nación acreedora del mundo14. Gracias a la fuerza del yen, las compañías japonesas han invertido de forma creciente en plantas industriales fuera de Japón.

En resumen, la capacidad excepcional de los japoneses para utilizar tecnología importada y producir con base a ella productos mejores y más baratos, así como su capacidad para innovar, han conducido poderosamente a la milagrosa expansión de su economía.

A modo de conclusión
El proceso de concentración, en los ámbitos nacional e internacional, ha crecido desmesuradamente en todos los sectores de la economía, auspiciado por la ideología neoliberal. Los años noventa han revitalizado poderosamente la concentración empresarial y la internacionalización de las industrias occidentales, basadas, generalmente, en el crecimiento externo de los grupos (absorción o compra de activos ajenos ya instalados en los mercados autóctonos) en parte alentado por la promesa de explotación de las nuevas redes digitales pero, sobre todo, por un incremento de la competitividad en los mercados nacionales e internacionales, que han encontrado en las leyes aperturistas su mejor aliado.


Notas:

1 “La dimensión europea ofrece optimas posibilidades para el auge de la Sociedad de la Información. Por ello, la Comisión propone, en una colaboración entre el sector publico y el privado, acelerar la creación de Autopistas de la Información (Redes de Banda Ancha), y desarrollar los correspondientes servicios y aplicaciones”.
2 Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente. “POLÍTICA DE TELECOMUNICACIONES EN LA UNION EUROPEA”. Madrid. 1994. Pg. 53 y sig.
3 Linares, J. y Ortiz Chaparro, F. “AUTOPISTAS INTELIGENTES”. Fundesco. Madrid. 1995. Pg. 141 y sig.
4 Cit en “EUROPA EN MARCHA HACIA LA SOCIEDAD GLOBAL DE LA INFORMACION”. Recomendaciones al Consejo Europeo. Bruselas. 26 de mayo de 1994.
5 Los documentos más representativos de las políticas de información de los Estados Unidos son “Technology for America's Economic Growth”; “Putting Technology to Work For America's Future” y “The White House Report on Clinton's New Technology Initiative”
6 Estos principios fueron aprobados por la Unión Internacional de Telecomunicaciones, y fueron reaformados por el G-7. También han sido reafirmados en una amplia gama de foros regionales y multilaterales en Asia y el Pacífico y Sudamérica.
7 "... la medida más importante de nuestro éxito será nuestra capacidad para marcar diferencias en la vida del pueblo americano, para aprovechar las tecnologías de modo que mejore la calidad de sus vidas y la fuerza económica de nuestra nación. Estamos caminando en una nueva dirección que reconoce el papel trascendental que debe representar la tecnología en la estimulación y el sostenimiento de un crecimiento económico de larga duración que cree puestos de trabajo de elevada calificación y proteja nuestro entorno". Cit. en CLINTON, W. (1993): Technology for America's Economic Growth.
8 Las FCC cuenta con la potestad necesaria para tomar decisiones técnicas. Junto a otras agencias (Information Infrastructure Task Force, National Telecommunications and Information Administration, National Institute of Standards and Technology, National Technology Transfer Center, National Science Foundation) pertenecientes a los departamentos de Justicia y Comercio de Estados Unidos, la FCC dispone de la capacidad de vigilar las condiciones cambiantes del mercado.
9 Los Task Force, o grupos especiales de trabajo, son uno de los resultados más evidentes para lograr la "Sociedad de la Información". La Casa Blanca constitutyó estos grupos para formular y poner en marcha las ideas de la administración sobre la Infraestructura Nacional de Información (NII)
10 Ley de Metcalfe
11 Yoneji Masuda es uno de los pioneros en la conceptualización de la idea de ‘sociedad de la información. Sociólogo japonés, nacido en 1905, trabajó en diversos programas de los ministerios de Trabajo y Educación nipones destinados a mejorar y racionalizar las prácticas de producción y formación de la población japonesa, y fue director del Instituto para el Desarrollo de los Usos de los Computadores en Japón, fundador y presidente del Instituto para la Informatización de la Sociedad, profesor de la Universidad de Aomuri y director de la Sociedad Japonesa de Creatividad. A partir de un informe del Ministerio de Industria y Comercio (MITI) elabora para el instituto JACUDI un Plan para la Sociedad de la Información. Un objetivo nacional para el año 2000, conocido como Plan JACUDI. Autor de diversos libros sobre tecnología y sociedad, su libro más conocido es La sociedad informatizada como sociedad post-industria (Fundesco-Tecnos, Madrid, 1984). Falleció en 1995. Mítica es su descripción del término: “sociedad que crece y se desarrolla alrededor de la información y aporta un florecimiento general de la creatividad intelectual humana, en lugar de un aumento del consumo material”.
12 El crecimiento económico y ascenso de Japón como superpotencia mundial es realmente sorprendente, máxime si analizamos su geografía y recursos. Cuenta ya con 120 millones de habitantes, pero su extensión territorial es de solo 337.780 km cuadrados. Las islas que forman Japón son de naturaleza volcánica, con solamente un 14% de superficie cultivable, y una carencia casi total de materias primas como el carbón, hierro, petróleo.
13
En el periodo de preguerra y durante la II Guerra Mundial, la mayor parte de la economía japonesa estaba controlada por una docena de familias acaudaladas, denominadas colectivamente como “zaibatsu” (camarillas ricas). Las familias más importantes controlaron la mayoría de las industrias de carbón, hierro, pulpa y aluminio. Las autoridades aliadas de ocupación disolvieron la propiedad familiar, aunque las empresas permanecieron intactas y aumentaron incluso en poder económico al englobar otras actividades industriales.
14 El ahorro privado japonés también supone una aportación interesante para la inversión exterior. El japonés medio ahorra un 17% de sus ganancias, siendo fomentada esta actitud por el propio gobierno. La alta tendencia de los japoneses al ahorro refleja la realidad de una sociedad previsora para hacer frente al futuro.


Dr. Pedro Antonio Rojo Villada
Depto. de información y documentación, Facultad de comunicación y documentación.Universidad de Murcia, España.

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