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¿QUIÉN DEBE COMUNICAR LA CIENCIA?

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Por Diana Cazaux

  Resumen


Entre los diversos actores implicados en la comunicación pública de la ciencia y la tecnología, los científicos desempeñan un importante papel. El acercamiento de la ciencia a la sociedad es, en parte, su responsabilidad. No obstante, su participación en actividades de divulgación científica sigue siendo escasa y limitada a determinados foros o medios.

 

En años recientes estamos siendo testigos del establecimiento de un nuevo compromiso social con la ciencia, que afecta a los ciudadanos, a los gobiernos, a los educadores, a las instituciones públicas, a las empresas, a los medios de comunicación y también a los científicos. Como han señalado distintos autores, la comunidad científica se está viendo inmersa en una redefinición del "contrato social para la ciencia" que había venido gobernando la práctica y la profesión científica, y sus relaciones con la sociedad y con el público.

 

Palabras clave: formación periodistas científicos, científicos y periodista, educación y medios, raining science journalists, scientists and journalists, education and media.

Abstract

Among the various actors involved in the public communication of science and technology, scientists play an important role. Bringing science and society is partly your responsibility. However, their participation in scientific activities is still scarce and limited to certain forums or media. 

The last few years we are witnessing the establishment of a new commitment to social science, involving citizens, governments, educators, public institutions, businesses, the media, and also to scientists. As noted by various authors, the scientific community is being engaged in a redefinition of the "social contract for science" that had come to govern the practice and scientific profession, and their relations with society and the public. 

 

¿Quién debe comunicar la ciencia?

Este punto ha sido tema de debate en varios congresos de la especialidad. Se ha concluido que no importa quien lo haga, lo importante es que se haga bien.

Si  tengo que hablar por mi experiencia, en general es más factible formar un periodista científico desde un profesional formado en alguna disciplina científica. Estos profesionales, si además ya cuentan con una vocación hacia la divulgación, cuando se les enseña la metodología del tratamiento del mensaje periodístico suelen terminar siendo buenos divulgadores.

Hay un trabajo que realizó un periodista francés [2] entre el año 1990 y 1991, entre los periodistas científicos de Checoslovaquia, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Portugal, Bélgica, España y Países Bajos, donde encontró que el 50 por ciento de ellos habían realizado estudios de doctorado, el 25 por ciento tenían maestría y el 25 por ciento restante contaba con una especialización.

Atendiendo la necesidad de formación como posibilidad de actividad de postgrado para los egresados de cualquier carrera, creé en el año 2007, en la Universidad de Morón de Argentina, la Diplomatura en Divulgación Científica. También a partir de ese año la Universidad Pompeu Fabra de Cataluña abrió en Argentina su programa de postgrado Comunicación Científica, Médica y Medioambiental. Es decir, que ahora se pueden especializar también en la Argentina.

Entonces, pueden ser periodistas científicos tanto los egresados de carreras de periodismo, como de otras disciplinas. Los periodistas, tendrán que formarse en ciencias y los científicos, en técnicas periodísticas.

 

Una reflexión sobre la especialización

La especialización en periodismo se origina en la actualidad generalmente como consecuencia de que en una realidad compleja -como la actual- el periódico prefiere asignar redactores a determinadas áreas para que se encuentren más cómodos en su trabajo y lo acometan con mayor eficacia.

Los antecesores de los periodistas especializados se encuentran en los colaboradores  que, según Javier Fernández del Moral, catedrático de Información Periodística Especializada de la Universidad Complutense de Madrid, han constituido durante mucho tiempo el precedente más claro del periodista especializado.

Fernández del Moral añade en el libro Fundamentos de la información periodística especializada (1996), que este colaborador ha tenido cierto estatus en las redacciones periodísticas llegando a estar, en algunos medios, como fijo en plantilla dada la constante utilización que se hacía de sus servicios y recuerda que en especial se requerían sus conocimientos y ,se siguen requiriendo, en los temas de carácter científico y técnico. Para Fernández del Moral esta situación ha conducido a que muchos "especialistas" en determinadas materias se hayan convertido en periodistas especializados.

Sin embargo, lo habitual en nuestro país es que la especialización se adquiera por la vía de acudir siempre a un determinado tipo de acontecimientos informativos que tienen que ver con un contenido similar, ya sea en el ámbito de la sanidad, la educación, la ciencia, la política, la religión o el deporte.

El periodista, por tanto, sólo se limita a conocer quiénes son los responsables de esas áreas en las distintas administraciones públicas y privadas, y a disponer de una agenda de expertos -profesores universitarios, investigadores de centros oficiales, jefes de prensa de determinados organismos, directores generales, jefes de servicio, etcétera-. Es cierto que, con el paso del tiempo, se puede acostumbrar a redactar sobre ese tema, pero... ¿Será capaz de realizar un verdadero periodismo especializado? ¿Podrá realmente divulgar?

Pero para que el público tenga realmente acceso a ese conocimiento, no basta sólo con transmitirlo; el verdadero conocimiento llega con la explicación de las circunstancias que concurren, así como del hecho en sí.

Es aquí donde se plantea el dilema. ¿Es capaz un periodista, al que el redactor jefe ha enviado circunstancialmente a una sección determinada, de convertirse en un redactor especializado capaz, incluso, de divulgar?

La respuesta no es sencilla. Básicamente depende de los gustos del periodista, de su formación previa, de su disposición para aprender y del nivel y circunstancias que los lectores tengan de esa materia concreta en la que el profesional del periodismo aspira a ser especialista.

¿Qué se entiende por periodista especializado capaz de divulgar y en qué se diferencia del acostumbrado?

Esta pregunta encuentra respuesta en el trabajo publicado por Carlos Elías [3] cuando expresa:

“depende de la óptica con la que enfoquemos el tema. Desde el punto de vista del mensaje, el periodista especializado debe tener los suficientes elementos de juicio como para comprender lo que le dicen las fuentes y, sobre todo, para interpretar el contexto en el que lo dicen. La divulgación exige una explicación de las causas y circunstancias que concurren en el hecho noticioso y esto sólo puede conseguirse con una adecuada cultura periodística del redactor. Un elemento importante a resaltar es que la cultura se adquiere -nadie nace aprendido- pero se debe manifestar un interés explícito para paliar esa carencia de conocimientos. Posiblemente sea aquí donde resida la clave del problema de la deficiencia de algunos periodistas especializados. Y es que, mientras existe entre los licenciados en Ciencias de la Información cierta inclinación, en especial por los temas de política, de literatura o, incluso, de cultura en general, no ocurre lo mismo con parcelas como la ciencia, la medicina o el medio ambiente (Excepto que se las propicie desde los planes de estudio a través de Seminarios de Especialización en Periodismo Científico -sugiero yo). [4] Cuando la carencia de conocimientos en estas áreas es notoria, el periodista no puede interpretar más allá de lo que le sugieren las fuentes sin correr el peligroso riesgo de equivocarse. En este caso, la divulgación, en el más amplio sentido de la palabra, se hace totalmente imposible”.

 

Cómo se consigue un buen periodista con la paupérrima cultura científica que se enseña en la escuela media donde según la evaluación internacional (400,000 alumnos en todo el mundo), realizada hace dos años por PISA (2007), que lleva a cabo la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD, según sus siglas en inglés) sobre el rendimiento de jóvenes de 15 años en ciencia, matemática y lengua da sobre un total de 57 naciones que en el mejor puntaje de conocimientos científicos está Finlandia, seguida por Hong Kong y Canadá y que respecto de América Latina, el país mejor posicionado es Chile, que se ubica en el puesto 40, seguido por Uruguay, en el 43, México en el 49 y Argentina en el 51.

El examen PISA, de una duración de dos horas, respondió a dos grandes grupos de preguntas: el 60% fueron consultas sobre física (por ejemplo, estructura y propiedades de la materia), el sistema de la vida (células, el cuerpo humano, ecosistemas y biosfera), el universo (la Tierra, el espacio, el cambio climático) y la tecnología. El 40% restante de la prueba eran preguntas sobre cuestionamientos y explicaciones científicas.

Entonces ¿qué pasa cuando estos jóvenes ya egresados de su escuela de media llegan a la Facultad de Periodismo o de Comunicación? ¿Se inclinarán por ser periodistas científicos? Como docente universitaria con 16 años de ejercicio puedo asegurar que no, ignoran que existe esta especialización. En el paneo inicial que realizo el primer día de clases para detectar vocaciones ante la pregunta de por qué se decidieron por estas carreras la respuesta es, en general, porque quieren ser periodistas deportivos, léase comentar, relatar  fútbol... muy pocos periodismo cultural o político. He podido comprobar que últimamente también expresan que les gustaría ejercer como periodistas de espectáculos...pero de “chimentos” del espectáculo. Por otro lado, siempre observo que quieren ser periodistas pero que no leen los diarios...

Sin duda, un párrafo aparte merecería el análisis del problema del uso de la lengua, las faltas ortográficas y la incomprensión de textos.

¿Y cómo se soluciona, volviendo al problema del conocimiento científico de los jóvenes, si en los actuales planes de estudios de las Facultades de Ciencias de la Información no incluyen las disciplinas de divulgación e introducción a la ciencia entre sus asignaturas?

Quizás la respuesta esté en que será necesario hacer luego alguna actividad de especialización dentro de las que comentamos.

En Argentina ahora contamos con un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, por lo tanto los medios necesitarán cada vez más periodistas no acostumbrados si no especializados.

 

Los científicos como fuente de información

Entre los diversos actores implicados en la comunicación pública de la ciencia y la tecnología, los científicos desempeñan un importante papel. El acercamiento de la ciencia a la sociedad es, en parte, su responsabilidad. No obstante, su participación en actividades de divulgación científica sigue siendo escasa y limitada a determinados foros o medios. El acercamiento de los científicos al público emerge en numerosas ocasiones de iniciativas particulares que tienen mucho que ver ,en efecto, con su voluntad personal, su carácter más o menos abierto, su compromiso social, y muchos otros parámetros.

En años recientes hemos sido testigos del establecimiento de un nuevo compromiso social con la ciencia, que afecta a los ciudadanos, a los gobiernos, a los educadores, a las instituciones públicas, a las empresas, a los medios de comunicación, y también a los científicos. Como han señalado distintos autores, la comunidad científica se está viendo inmersa en una redefinición del "contrato social para la ciencia" que había venido gobernando la práctica y la profesión científica, y sus relaciones con la sociedad y con el público. En este contexto, los científicos deben prepararse no sólo para ser investigadores, sino también para participar en la divulgación y comunicación pública de la ciencia, respondiendo a la necesidad de mejorar el acceso a la ciencia del público en general.

No obstante, la participación de los científicos en actividades de comunicación pública de la ciencia y la tecnología sigue siendo escasa y limitada a determinados foros o medios. Las causas que subyacen tras esta actitud son seguramente complejas, determinadas por múltiples factores, como la multitud de labores y gestiones que acompañan habitualmente a su trabajo de investigación, o la escasa importancia que se da a estas tareas a la hora de evaluar la actividad de los científicos, entre otros. No hay que olvidar que, aún siendo conscientes de la importancia que entraña la información y formación científica de la sociedad, la participación en actividades de divulgación científica, particularmente en aquellos que entrañan un contacto más directo con el público, como pueden ser las Semanas y Ferias de la Ciencia, supone a los científicos un desvío de sus actividades cotidianas de investigación, y un esfuerzo de simplificación y de adaptación de su lenguaje habitual para hacerlo comprensible al gran público; en definitiva, una alteración de sus esquemas habituales de trabajo y comunicación, para adaptarlos a los de un público al que, en la mayoría de los casos, perciben como algo distante. Esfuerzo que no siempre se ve recompensado de forma tangible. De aquí, la importancia de animar e incentivar al investigador, fomentar su acercamiento al gran público, de igual modo que se fomenta el acercamiento inverso, el interés del ciudadano por la ciencia y la tecnología.

A pesar de la incuestionable importancia del científico en la cadena de transmisión del conocimiento y de divulgación de la ciencia, no abundan los trabajos que aborden aspectos relacionados con su papel en estas actividades. Los estudios realizados hasta el momento se han centrado fundamentalmente en dos aspectos: por un lado, en el estudio del nivel de comprensión, por parte de la población adulta, de los principios científicos básicos, del interés del público por los temas científicos y tecnológicos, la conceptualización y medición de la alfabetización científica, de la participación del público en la definición de la política científica, y de las actitudes del público ante la ciencia y tecnología. Existe una segunda línea de trabajo centrada en el estudio del papel de los distintos estamentos y profesionales, promotores y transmisores, involucrados en las tareas de divulgación científica (Museos de la Ciencia, medios de comunicación, periodistas, divulgadores etc.). Son pocos los ejemplos significativos de estudios que aborden aspectos relacionados con el papel de los científicos en el proceso de divulgación y comunicación pública de la ciencia y la tecnología, sus patrones de comunicación con el público, o sus pautas de comportamiento y motivaciones a la hora de participar en estas actividades.

No obstante, se nota en los años recientes una mayor apertura y desde el año pasado, en la Argentina, con la acción de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y el CONICET se ha hecho notorio un mayor acercamiento. Las realidades del mundo contemporáneo están haciendo cambiar la actitud de los investi­gadores. El gran público demanda hoy información científica y técnica y uno de los obstáculos para la mejor difusión de esta información se encuentra en las propias instituciones científicas.

Ante la aceleración del progreso científico y en un momento en que se plantean cuestiones ecológicas, éticas, culturales y econó­micas, la información a través de la cultura científica y técnica se propone aportar a cada ciudadano los medios para un mayor y mejor conocimiento de los fenómenos y una reflexión que le permita implicarse en estos debates fundamenta­les para una sociedad moderna.

Para realizar su misión de modo adecuado, el divulgador -sea periodista, científico, escritor, docente, ingeniero, animador cultu­ral o cualquier otra cosa- tiene no sólo que entender lo que le explican los expertos, sino también las formas de obtener y actualizar el conocimiento y la información que necesita.

El periodista de la sociedad contemporánea está llamado a ejercer, en la especialidad profesional del periodismo científico, una triple función: de divulgador, que trasmite y hace comprensible el contenido de la ciencia; de intérprete, que precisa la significación de los descubrimientos y explica el presente y el futuro de la ciencia y la tecnología; en tercer término, función de control, para vigilar, en nombre del público vinculado a su medio informativo, que las decisiones políticas se sirvan del conocimiento científi­co y del desarrollo tecnológi­co para promover la calidad de vida y enriquecer culturalmente al pueblo.

Vamos hacia una nueva sociedad basada en el conocimiento y en la información y en lo que se refiere a los divulgadores científicos, se enfrentarán  con una gran explosión comunicativa, lo cual no significa necesariamente una mejor y más selectiva información para el hombre de la calle, pero sí unos retos mucho mayores para científicos y comunicadores.

Ante la explosión científica y tecnológica y el crecimiento de la oferta global de comunicación, es necesario que investiga­dores, educadores y periodistas sumen sus esfuerzos en una tarea común que permita poner al alcance de la mayoría el patrimonio intelectual de la minoría, en el ejercicio de la más difícil y exigente democracia, la de la cultura, que Pierre Fayard (1988) llama "democra­cia tecnológica".

En el campo de la Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología (CPCyT) les compete  a las universidades un importante papel: ofrecerse como fuente para los periodistas.

Un interesante antecedente de CPCyT desde las universidades es el trabajo Universidad y Comunicación Social de la Ciencia, llevado a cabo por la Universidad de Granada (2005), en el cual presentan políticas, programas, actividades y reflexiones sobre la comunicación pública de la ciencia hecha en universidades y centros de investigación iberoamericanos dando de esta manera un importante espacio a responsables y directivos de las áreas de comunicación, docentes investigadores, divulgadores y  periodistas para que presenten sus convergencias y divergencias sobre esta temática.

En su libro El reparto del saber, Philippe Roquelpo (1983, 56-58) establece cuatro tipos de relaciones entre los divulgadores y la enseñanza: una relación de complementariedad y relaciones de dependencia directa, negativa e inversa. Roquelpo califica también de “dependencia inversa” la creciente presencia de profesores de enseñanza secundaria entre los visitantes de los museos y exposiciones científicas y entre los lectores de las grandes revistas de divulgación.

La relación de la dependencia inversa estaría basada en los siguientes requisitos: cooperación entre el investigador y el escritor y adopción mutua de aquello que caracteriza a uno y otro estamento, rigor en el científico y sencillez y atractivo en el periodista.

Después de tener en cuenta estos requisitos, el paso siguiente debería ser el aprendizaje, por parte de los científicos, no solo a comunicarse entre ellos, lo cual hoy resulta imprescindible, sino a informar a sus conciudadanos sobre los resultados de sus trabajos e incluso sobre el proceso que les lleva en cada caso a un mejor conocimiento del hombre y el universo.

En resumen, los objetivos o funciones de la comunicación de la ciencia al público podrían condensarse en dos, visibles y explícitos:

Uno vinculado al conocimiento. Comunicar al público los avances de las grandes disciplinas de nuestro tiempo: astronomía, cosmología, origen de la vida, biología, conocimiento del universo (micromundo y macromundo) y del propio ser humano. En otras palabras, ayudar a la gente a comprenderse a sí misma y a comprender su entorno, tanto el visible como el invisible.

El segundo debería estar centrado en la acción, tras el estudio de las consecuencias del progreso científico. Esta acción exigiría un plan de conjunto de centros de investigación, universidades e instituciones educativas en general, museos de la ciencia y, por supuesto, de periodistas, escritores, investigadores y docentes.

 

El periodista científico como educador para la salud

Los temas de salud son los que, en general, más interesan a las audiencias y tratar sobre ellos lleva a los periodistas a ejercer el papel de educadores para la salud.

Por esto es muy bienvenido el Premio Latinoamericano de Periodismo en Salud que organiza la Red-Salud y sus socios: la Organización Panamericana de la Salud, La Iniciativa de la Comunicación y Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano que ya ha otorgado su 4to. Premio. Me pareció interesante presentar los ganadores y los temas ganadores a quienes se entregaron los premios en septiembre de 2008 con los valores de:

1er. Premio U$S 2.000.-
2do. Premio U$S 1.000.-
3er. Premio U$S 500.-

El Primer Premio fue para Miguel E. Gómez Balboa y Miriam Telma Jemio, género periodístico, reportaje, publicado por La Prensa, Revista Domingo, Bolivia.

Título: TUNTUNANI

Sinopsis: El reportaje habla de Tuntunani, un pueblo rural del departamento de La Paz, donde el vector que transmite la malaria, se ha instalado por efecto del aumento de la temperatura producido por el cambio climático. Los pobladores fueron atacados hace una década por este mal, sin saber qué produjo la muerte de varios de ellos, y hoy se han acostumbrado a convivir con el insecto en cuestión. A pesar del alerta sanitario de hace 10 años , el Estado y los servicios médicos se han olvidado de Tuntunani, y han dejado a su suerte a esta comunidad             que también lidia con el mal de la tuberculosis. En dicha aldea, los “chujchus” (bichos de la malaria, en su idioma) aún provocan estragos entre los habitantes. El reportaje también explora los recientes estudios científicos locales sobre el tema que confirman que el insecto se ha adaptado a la altura, al igual que se ha beneficiado por el cambio del ecosistema en Tuntunani. A pesar de los datos, el Ministerio de Salud de Bolivia aún duda de la presencia de la malaria en la región de Tuntunani, y los responsables sanitarios de la localidad no están preparados para lidiar contra este problema.

Comentario del jurado: Este trabajo tiene una notable reportería de campo, muestra los rostros humanos, aprovecha las voces de los habitantes, hace buena contextualización y tiene muy buenos apoyos.

Segundo premio: La agresión ambiental se cobró 31 vidas en los últimos años. Por: Patricia Lima. Género periodístico: reportaje Publicado por: Diario Última Hora, Paraguay

Sinopsis: La naturaleza pasa factura: 17 muertos de dengue, 10 víctimas de fiebre amarilla y 4 fallecidos por hantavirus es el saldo reciente en Paraguay de enfermedades relacionadas con el daño a la biodiversidad.

Comentario del jurado:

Este trabajo es un muy buen ejemplo del periodismo del día a día. No juzga ni califica, solo expone y sitúa el contexto actual con lo que pasó en años anteriores, tiene relevancia local y es humano.

Tercer Premio

El Chagas, agazapado, sabe que es sólo cuestión de tiempo Por: Juan Ignacio Manchiola  Género periodístico: Reportaje Publicado por: Agencia de Noticias RENA, Argentina RENA es la 1ra. Agencia de Noticias sobre Emergencias y Catástrofes en la Argentina y el MERCOSUR. Tiene sede en La Plata.

Sinopsis: El Chagas, en la Argentina, ya no es una enfermedad de los pobres. Es mucho más. Ha llegado a las ciudades. Este mal refleja la actitud del hombre, que insiste en modificar la naturaleza. Y con el cambio climático ya no habrá limites, en un país que poco hace en sus áreas endémicas, nadie sabe que ocurrirá cuando el sur también sea invadido.

Tras la lectura de los trabajos, el jurado decidió dar algunas recomendaciones con el fin de que, tanto jefes de redacción como periodistas latinoamericanos, reflexionen sobre la manera como se está cubriendo e informando sobre temas de salud en la región. En este sentido, los miembros del jurado destacaron algunos elementos importantes a tener en cuenta en el periodismo en salud.

Se sugiere a los periodistas prestar atención a la construcción y redacción de los textos, recurrir a las herramientas narrativas propias de la base del oficio para que los relatos científicos sean más interesantes e ilustrativos para la gente. Algunos de los trabajos son algo fríos, por eso muchas de las notas no están siendo efectivas, no llegan al corazón del público.

Se invita a los periodistas a presentar soluciones o por lo menos intentar ilustrar soluciones frente a las temáticas que se estén informando.

El reconocimiento que se otorga a los periodistas ganadores es un incentivo para que jefes de redacción y editores sigan apoyando y promoviendo el trabajo periodístico de sus reporteros.

Destaco que el modelo premiado es el Reportaje Interpretativo, modelo que considero ideal para comunicar las ciencias por el nivel de investigación que requiere y por la gala de “pluma” que debe hacer el periodista que lo escribe.

 

Cómo educar a través de  los medios

Es sabido que los contenidos televisivos tienen cierta influencia sobre su público. Esta influencia es mayor cuando no se contrapone con otras fuentes de información o reflexión que contesten a esos contenidos. Es decir, los sectores poblacionales con menor acceso a la educación formal y los más jóvenes son los más vulnerables al mensaje de los medios.

Habitualmente la mirada sobre esta influencia suele ser negativa y preocupada, pero hay quienes desarrollan su vertiente positiva. En cualquier caso, ambas vertientes demuestran la capacidad de los medios para la incidencia a través de los contenidos que transmiten.

La televisión así como incita al consumo y propone modelos y valores distorsionados, tiene la capacidad de promover valores y de educar en cuestiones de interés social. Puede hacerlo a través de programas específicos, como los de salud, debate político o culturales. O puede hacerlo de manera indirecta, enseñando a jóvenes y adultos mientras entretiene.

El propósito sería llevar determinados temas de interés social a la opinión pública y volverlos cotidianos. Es la base de la educación indirecta: un recurso exitoso en países en los que grandes sectores de la población tienen poca instrucción formal, son de bajos recursos y no cuentan más que con la televisión como fuente de información y cultura.

El género audiovisual que mejor parece adecuarse a este propósito es la telenovela, uno de los tipos de programa de mayor audiencia. Según explica Nora Mazziotti, profesora en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires y autora del libro La industria de la telenovela (1996,  28): “son muchos los registros en diversos países sobre la repercusión de este género, que hablan no sólo de su importancia comercial sino también de su significación”.

Estas especiales historias de amor nacieron con éxito en América en la década del 60 (22 capítulos media hora cada una, estructura que permitía armar un desarrollo dramático maravilloso, como las telenovelas del argentino Alberto Migré). En esa época fue cuando guionistas cubanos, con Delia Fiallo a la cabeza, comenzaron a adaptar las historias de los radioteatros a la televisión.

Desde sus inicios, estos relatos que abordan temas de la tragedia clásica –la traición, el amor prohibido, el castigo- cautivaron al público latino. Con el correr de las décadas el género se volvió popular fuera del subcontinente, pero además fue transformando el enfoque por el que la desgracia, la enfermedad, eran castigos por conductas impropias, y cambiaron hacia una presentación distinta, permitiendo una mayor identificación del público con los personajes y el acercamiento a las nuevas cuestiones sociales. Diversos estudios ven el inicio de esta tendencia en la peruana Simplemente María (1969), en la que la protagonista, sola, pobre y estigmatizada socialmente, se abre paso por su voluntad de progreso.

Brasil es un fuerte ejemplo de esta corriente. La telenovela es la mayor industria audiovisual brasileña, por su proyección internacional pero también por una popularidad que se mantiene sobre todo en los sectores de bajos recursos, en quienes siempre ha impactado el contenido de estos programas. Desde la década del 70, la experiencia ha mostrado buenos resultados en la inclusión  de temas de interés público, como la necesidad del cuidado ambiental, el problema de las drogas o la importancia de la educación formal. El secreto consiste en no perder de vista que el entretenimiento es lo que convoca en primer lugar. Dice la guionista brasileña Gloria Pérez, autora, entre otras, de la exitosa El clon: “La novela no se puede tornar una clase ni puede ser aburrida. Yo siempre introduje en todas mis novelas campañas de esclarecimiento sobre asuntos muy presentes en la vida de la población. Pero hay que hacerlo de forma que emocione, sin detener la historia”. (Andalo. 2003: 8).

Similar a la experiencia brasileña es la mexicana, que sirve además de referente para proyectos de salud pública emprendidos en África. En 1975, Miguel Sabido, vicepresidente de la cadena Televisa, inició la transmisión de novelas que combinaban deliberadamente el entretenimiento con los fines educativos para su público:

“Intenté que la televisión comercial tuviera un beneficio social a través de las telenovelas, justamente un producto que está dentro de las casas de aquellos que más necesitan informarse –cuenta Sabido-. Me propuse ofrecerles herramientas para que ellos mismos pudieran mejorar sus vidas. Armé grupos de estudio que analizaron conductas, formas de incorporar mensajes positivos sin traicionar los códigos del género. Aproveché la capacidad de reflexión moral sobre lo bueno y lo malo que tiene el formato de la telenovela. Y demostré que se puede lograr sin bajar el rating”. (Andalo 2003: 8).

El Population Media Center (PMC), ONG estadounidense de alcance global, tomó el modelo de “telenovelas pro desarrollo” de Sabido y lo llevó a la India y a distintos países africanos, en los que, hechas las adaptaciones a cada cultura, el género se usó para promover entre la población el interés por la planificación familiar, el problema del SIDA y la integración de los discapacitados. El presidente de la PMC, William Ryerson, explica que las telenovelas son más adecuadas para estos proyectos que los  programas unitarios: “Por su extensión, permiten forjar lazos con los personajes e involucrarse con sus pensamientos y sus conductas, creando vínculos emocionales muy fuertes”. (Andalo. 2003: 9).

Países que utilizan esta metodología de introducir mensajes de educación para la salud, por ejemplo, u otro tipo de educación, conocido como eduentretenimiento entre su programación están:

México, Brasil, Perú, Argentina, Venezuela, Colombia, Estados Unidos, India, Kenia, Nairobi, Sudáfrica y Surinam.

Algunos de los temas abordados por el eduentretenimiento son, dentro de los temas relacionados con educación para la salud:

 

·      Planificación familiar

·      SIDA y otras Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS)

·      Discapacidad

·      Alfabetización

·      Alcoholismo y drogadicción

·      Donación de sangre, médula y órganos

·      Cuidado ambiental

 

 

En Argentina podemos mencionar Desde la vida, que se emite los sábados, a las 11 por Canal 7, dedicado a las personas con discapacidades. Recurso natural también de la partida del canal público, y a través de Natalia Oreiro como su cara visible, informa, abre el debate y busca generar conciencia sobre la ecología. El programa educativo sobre medio ambiente se emite todos los viernes a las 20, y presenta la opinión autorizada de catedráticos como columnistas y la colaboración de los contenidos del Consejo Nacional de Investigación, Ciencia y Tecnología (CONICET).

La realidad adolescente es otro de los tópicos que comprometen a la televisión. Por un lado, está el ciclo de América conducido por cinco estudiantes universitarios, Adolescentes en el horno, que revisa “La noche y el alcohol”, “El porro y otras yerbas”, “El  sexo y el amor” y “Violencia en los boliches”, entre otros temas. Destinado al público joven también está Mejor hablar de ciertas cosas, conducido por Gastón Pauls, que se sumerge todos los martes, a las 23, por Canal Encuentro en las experiencias de los adolescentes argentinos y escucha sus testimonios, a la vez que el de especialistas, sobre la bulimia, la anorexia, la educación sexual, entre otros.

Como vemos todas aplicaciones de la comunicación pública de la ciencia y la tecnología. Una aventura apasionante, comprometida y sin duda muy gratificante para aquellos que la emprenden vengan de donde vengan ¡bienvenidos a la democratización del conocimiento!

Referencias

Andaló, P. “Lágrimas, amores, traiciones...y mensajes de salud”, en Revista Perspectivas de Salud (la revista de la Organización Panamericana de la Salud). 2003, Volumen 8, Número 1, pág. 8-9.

 

Beltrán, F. (2005).  El estado de la educación en América Latina. IESALC-UNESCO. Caracas: Fondo Editorial IPASME.

 

Calvo, M. (2004). Diccionario de términos usuales en el periodismo científico. México: Instituto Politécnico Nacional.

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Elías, C.  “Periodistas especializados y acostumbrados: la divulgación de la ciencia”. Disponible en: http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999eag/58elías,htm Fecha de consulta: 20 de febrero de 2008.

 

Fayard, P. (1998). La communication scientifique publique. Lyon: Chronique Sociale.

 

Fernández del Moral, J. (1996). Fundamentos de la información periodística especializada. Madrid: Síntesis.

 

Mazziotti, N. (1996). La industria de la telenovela, la producción de ficción en América Latina. Barcelona: Paidós.

 

Morin, E. (2002). La cabeza bien puesta. Repensar la reforma. Reformar el pensamiento, Buenos Aires: Nueva Visión.

 

PISA. (2007). Programme for International Student Assessment’s.

 

Roquelpo, P. (1983). El reparto del saber: ciencia, cultura, divulgación. Barcelona: Gedisa.

 

Ruiz, M., Trelles, I., Zamarron G. (Coords.). (2005). Universidad y comunicación social de la ciencia. España: Universidad de Granada.

 

Tonda, J. (Coord.) (2002). Antología de la divulgación de la Ciencia en Méjico. México: UNAM.

 

Vaccarezza, L. “Ciencia, Tecnología y Sociedad: el estado de la cuestión en América Latina”. En Revista Iberoamericana de Educación Nº 18, septiembre-diciembre, 1988.

 

 

 

[2] Citado por Calvo, M. (2005). Periodismo científico y divulgación de la ciencia. Madrid: Acta. p.159.

[3] Carlos Elías: “Periodistas especializados y acostumbrados: la divulgación de la ciencia”. Disponible en: http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999eag/58elías,htm Fecha de consulta: 20 de febrero de 2008.

[4] El comentario en la cita es de la autora del texto.

 

 


Diana Cazaux

Licenciada en Ciencias de la Información y Opinión, Universidad del Museo Social Argentino. Postgrado de Profesora Universitaria, Universidad de Morón. Doctoranda en Comunicación, Universidad Austral. Ex-becaria OEA/CIESPAL (Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina).Directora Diplomatura en Divulgación Científica de la Universidad de Morón. Investigadora Principal, Consejera Académica  y Profesora Titular en la Facultad de Informática, Ciencias de la Comunicación y Técnicas Especiales de la Universidad de Morón. Directora de tesis de maestría Facultad de Comunicación Universidad Austral.  Presidente de la Asociación Iberoamericana de Periodismo Científico y de la Asociación Argentina de Periodismo Científico. Conferencista internacional en reuniones de la especialidad. Investigadora, divulgadora y periodista científica. Editora para la Argentina de Scientific American Latinoamericana. Redactora de la Galería de Científicos del portal Universia Argentina. Jurado Premio ADEPA (Asociación de Editores Periodísticos) especialización Periodismo Científico.

 

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