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Marzo
2004

 

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Versiones y Diversiones

Acerca de la Videocracia y los Juegos Políticos

 

Por Fernando Mendoza
Número 37

En menos de tres semanas la televisión mexicana – Televisa, para ser precisos - ha difundido tres videos que atrapan in fraganti a políticos. Primero fue el niño verde (“me chamaquearon”, fue su respuesta inercial, asumiendo su plena chamaquez. En el español de México chamaquear es sinónimo de pendejear). Luego, en la primer semana de marzo, tocó turno al secretario de finanzas del Distrito Federal y dos días después a René Bejarano, líder de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y brazo operador de Andrés Manuel López Obrador. Los medios repitieron con insistencia y regocijo la imágenes del Vip Salvador Ponce apostando en Las Vegas y las de Bejarano tratando de acomodar gruesas fajas de dólares en un maletín desbordado por $450 000 dólares. El mensaje mediático ha sido casi unísono: adiós a la pureza de López Obrador; adiós a sus aspiraciones presidenciales. El episodio promete durar más que en los casos del niño verde y de Vamos México. Corren las apuestas.

Imagen sigue matando a texto. Un día antes de la difusión de los videos Proceso (1426) publicó un artículo sobre el enriquecimiento sospechoso de la familia de Marta Sahagún en Zamora, Mich. Esta información no resonó en medios electrónicos ni en la misma prensa.

El spinning operó en otra dirección. Hay evidencias de corrupción en el reportaje de Proceso, pero la mirada pública se desvió hacia los perredistas en un montaje donde el PRI, el PAN y Los Pinos se bañan en pureza. “La herida está supurando y pronto el cuerpo sanará”, afirmó el Presidente Vicente Fox - quien desde el 5 de febrero arrastra un discurso sobre la ética y la política- como si la revelación sobre los perredistas redimiese al sistema de cualquier otro acto de corrupción pasado (Pemexgate, Amigos de Fox, Vamos México) presente o futuro. ¿Cuánto tiempo durará esta línea discursiva?

Pongo a consideración del lector un espejo reflexivo:

“Si en el gobierno federal supieron de la existencia de esos materiales y en lugar de recurrir a las instancias legales para que investigaran y castigaran a los funcionarios corruptos del gobierno de López Obrador, autorizaron su uso político para denostar a sus opositores, estaríamos ante una forma de hacer política que nada tiene que ver con el discurso ético del foxismo y se acerca más a las prácticas sucias de la Stasi, la policía política que aterrorizaba a los disidentes en la Alemania Oriental.

Sin duda la democracia pasa por combatir a fondo la corrupción y castigar a funcionarios, personajes públicos, empresarios y demás actores sociales que incurran en delitos. Pero si en vez de castigar esa corrupción por las vías legales el gobierno recurre a las filtraciones, al desprestigio mediático y a la denostación pública como estrategia para amedrentar a opositores y críticos, el riesgo es el enrarecimiento de la vida pública y el desatar una guerra sucia en la política que sólo fomenta la confrontación y exacerba los ánimos. Y en ese ambiente enrarecido, la línea que nos separa de la violencia política se vuelve cada vez más fina, y peligrosa” (Salvador García Soto ¿Quién destapó la cloaca? Serpientes y escaleras. El Independiente, 4 de marzo).

La corrupción que denuncian los videos es real y grave, pero el asunto, sin negar el componente moral, es político. Los videos reemplazan a las instituciones y la filtración a la justicia. El Presidente Fox actúa como líder de una facción y desmorona la posibilidad de avanzar la política. La república se aleja. La opinión pública se envuelve en el chisme y el espectáculo, formas predominantes de nuestra cultura de información (Jesús Galindo dixit).

La transición política está taponeada por el 2006.


Fernando Mendoza Vázquez

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