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Abril - Mayo 2003

 

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Cuentos para dormir
 

Por Marisa Avogadro
Número 32

Bichitos de Luz
Veo una luz pequeñita. Se prende y apaga. Corre y corre y yo voy tras ella, pero no la puedo alcanzar.

¡Ay! Ahí viene otra y otra más. Prenden y apagan. Parece que estuvieran tocando alguna música. Imagino sonidos por el campo abierto, en el profundo silencio nocturno. Miro al cielo y veo la luna que nos escucha y baila con cascabeles atados a su cintura.

Hagamos una ronda, es noche de juegos. Eh! Bichitos de luz, los llamo. Hagamos una ronda, es noche de juegos.
Prenden y apagan permanentemente, estos pequeñitos habitantes de la naturaleza, que sólo se ven a esta hora. Farolitos suspendidos en el aire, nos están alumbrando hoy a todos.

Danzan las lechuzas y un pájaro que se acaba de despertar por el ruido. Y se unen a nosotros mi perro que juega con su cola y un conejo saltarín. Ronda, ronda, redonda, llegan los sapitos y los caracoles. También vienen las liebres y se juntan al ritmo de las tortugas. Estamos de fiesta. El cielo azul nos mira y nos acompañan las estrellas.

Luz, luz, somos bichitos de luz...

Las ondas en Radiolín
Esta mañana salí como lo hago todos los días - cuando el sol se asoma en el cielo -, desde mi casa ubicada en las montañas. Me dirigí a la ciudad y tras largo caminar y recorrer varios kilómetros, no encontré a nadie. Golpeé en los techos y en las terrazas de las casas y edificios de departamentos, sin conseguir respuesta. Sólo grises se veían y silencios.

Estuve viajando por el aire de toda Radiolín - el pueblo donde vivo- y hoy estaba raro. Todo era silencio, todo era calma. Sólo podía sentir la caricia fresca y suave de las acacias en flor y una mariposas pequeñas, cual lunares, que rozaban mi piel. Pero no escuchaba a las personas.

Sin embargo, todos los días viajo a la orilla del viento. Lo acompaño, lo siento. Cuando él está enojado, silba fuerte y cuando llega la primavera, sus aires suaves mecen las flores. Se sienten perfumes por todas partes y el viento los lleva con él de paseo: del parque a la ciudad; de la ciudad a la chacra...

Pero lo que sucede ahora es extraño, porque desde temprano los habitantes de Radiolín están siempre levantados; moviéndose de un lado a otro. Se escuchan ruidos y música en la ciudad, los jardines, las oficinas. Y hoy hay tanto silencio , que hasta puedo escuchar el caminar de un caracol sobre las hojas verdes.

Por eso, quise saber que pasaba ya que nadie me abría las puertas. Tomé fuerzas y mi energía recorrió la ciudad de punta a punta. Llegué de un extremo al otro; subí y bajé y nadie me abrió las puertas.

Y ustedes se preguntarán quién soy yo y que hago que viajo tanto: soy una ondita de radio. Este amanecer salí temprano de mi casa, la emisora en la montaña y todavía estoy dando vueltas por la ciudad sin poder entrar en ningún lugar y pienso que algo pasó. O las personas no han encendido sus equipos de radio o la corriente se cortó en esta parte de Radiolín. Y si fue lo primero, si la gente no enciende las radios, no podré entrar en sus hogares, en sus oficinas y ya estoy extrañando a las chicas y los chicos que van a la escuela y a los que acompaño desde temprano a estudiar en sus cuartos. Y la alegría que me da cuando María se coloca esos botones negros en sus orejas por donde sale la música y que todos llaman "walkman" y escucha a sus cantantes de rock preferidos. Qué aburrida mañana y yo afuera, sola!. No tengo frío, pues ya recorrí toda Radiolín, pero sigo aburrida. Sólo veo los colores rojos, marrones y azules de los techos de las casas y algunas manchas de colores que creo que son flores.

Pero escuchen, siento un schu...schu... Alguien está encendiendo una radio. Estoy entrando en las casas, en todas partes. Sí!. Escucho un locutor que dice:

- Estimada audiencia: desde las seis de la mañana hubo un corte de energía en la ciudad y ustedes no pudieron escuchar nuestra transmisión desde la emisora en la montaña, como lo hacemos todos los días. Pero los problemas ya se han solucionado. La electricidad volvió y ahora vamos con la música.
- Chipi, chipi, ya entré en la ciudad.
Chipi, chipi, las ondas volamos lejos... lejos; más... y más.


Mgter. Marisa Avogadro
Catedrática universitaria. Magister en Comunicación y Educación