Por Francisco Montero
Número 32
Un político
debe encarnar un proyecto;
su nombre debe ser sinónimo de una causa
y su rostro la imagen de un ideario.
Amén.
Antecedentes
El entorno del
2003
Además del Congreso
Federal, el próximo 6 de julio se renuevan congresos locales,
presidencias municipales y regidores en Campeche, Colima, Distrito
Federal, Guanajuato, Morelos, Nuevo León, Querétaro
y Sonora, amén de que en seis de ellos eligirán gobernador.
Además, habrá elecciones en agosto, septiembre, octubre
y noviembre, en San Luis Potosí, Veracruz, Tabasco y Jalisco.
Un año intenso que pondrá a prueba la vigencia de
los partidos pólíticos y en particular la idoneidad
de los candidatos que en conjunto disputarán los cargos de
elección popular.
En lo federal el entorno actual
entre la ciudadanía es poco propicio para lo político.
No es aventurado afirmar que no será fácil atraer
al elector a las urnas. Las razones no se enlistan por obvias. Lo
cierto es que estamos ante una coyuntura desfavorable a la convocatoria
electoral y más cierto será que de lo que ocurra el
6 de julio, dependerá el siguiente pronóstico. Sin
embargo a nivel regional, esto es en los procesos estatales, las
cosas pueden ir un poco mejor.
¿La política ya no
se puede dejar a los políticos?
La ciudadanización
de la política es una tendencia que cobra fuerza después
de la elección del 2000. Según esta idea, un candidato
tendría mejores oportunidades si se presentara al electorado
como "¨Juán Pueblo"; lo más alejado
de la imagen del político. Sin embargo,cuidado. No olvidemos
que el electorado vive hoy la "cruda" del cambio prometido
por "Juán Pueblo". Hoy, quienes a esto se dedican,
reconocen que la política y la administración pública
no pueden improvisarse.
México requiere políticos
con aptitudes, vocación, interés, conocimientos y
experiencia en la cosa-pública. No basta el entusiasmo
y las buenas intenciones.
En base a lo anterior, el presente
escrito presenta una serie de consideraciones que pueden ser de
utilidad a quienes aspiran a un cargo de elección popular.
Para muchos políticos será un recordatorio. Para otros
puede ser la base que les permita competir (sin "morir politicamente"
en el intento) y avanzar en una carrera política con visión
de horizonte.
La gente no sigue a las personas,
sigue a las ideas
Una contienda electoral, por
importante que sea, no es definitiva para una carrera política.
Se compite para ganar pero se puede perder. El reto es cómo
construir un liderazgo en independencia de ganar o perder una elección.
Son innumerables los casos de políticos
que han trascendido la derrota electoral y que ocupan un espacio
importante en la vida nacional. Cuauhtemoc Cárdenas, Diego
Fernández de Cevallos y Manuel Bartlet, son testimonios contundentes
de esta afirmación. Su imagen, por controversial que sea,
les confiere el rango de líderes. Cárdenas, Diego
y Bartlet ejercen un liderazgo porque encarnan un proyecto; su
nombre es sinónimo de una causa y su rostro la imagen de
un ideario.
Conceptos básicos
Identidad Inherente
En términos conceptuales
la imagen del candidato debe construirse a partir de su propia identidad.
Su imagen debe síntetizar sus aptitudes, vocación,
experiencia y conocimientos. En campaña, la misión
es develar su identidad inherente y propagarla entre seguidores,
simpatizantes, el electorado y la sociedad.
El mensaje en campaña
no son los temas que aborda el candidato. Tampoco es la forma en
que lo expone. No. Los temas son referentes y las formas de exponerlos
son lenguajes. El mensaje es él mismo candidato. De
allí la sentencia inicial del escrito: un político
debe encarnar un proyecto; su nombre debe ser sinónimo de
una causa y su rostro la imagen de un ideario.
Si se construye la imagen del candidato
a partir de su identidad, éste el no tendrá que usar
"máscaras, disfraces o apariencias" que no le sean
inherentes. Una característica puede ser defecto, pero también
virtud. Todo dependerá de la forma en que se proyecte.
Esta reflexión es básica
para el candidato, sobre todo cuando las encuestas indiquen cómo
es el "candidato ideal" o cuando la coyuntura de una proceso
electoral recomiende que la campaña se base en las necesidades
más sentidas de la comunidad.
Visión y Misión
Desde la perspectiva de las
presentes consideraciones, la visión es estructural y la
misión es coyuntural. Visión implica comprender el
por qué y para qué se participa en política.
Misión implica entender el qué, quién, cómo
cuándo y dónde de la acción política
(vr.gr. la campaña electoral). En política el objetivo
es estructural porque el fin es permanecer. En una elección
la meta (que no objetivo) es coyuntural porque el propósito
(que no el fin) es ganar. Esta dicotomía explica por qué
en su rol de candidato el político se apoya en recursos tácticos;
en tanto que como político se sustenta en principios estratégicos.
Encarando el proceso electoral
No obstante que una carrera
política se construye en toda oportunidad de servicio a la
comunidad, la contienda electoral es un espacio único e irrepetible.
Un buen simil podría ser el de un exámen profesional,
en el que los sinodales son la autoridad en nuestra materia (que
igualmente desconocen) y que a fin de cuentas nos aprueban o reprueban
amparados en el anonimato de una boleta electoral. Y por si esto
fuera poco, la mayoría de las veces nuestros "sinodales"
emiten su voto prejuiciados por crencias y opiniones ajenas al examinado.
Pero así es la democracia y así son las elecciones.
Para encarar un proceso electoral,
se debe entender que existe una cultura política y se deben
conocer las reglas y protocolos correspondientes. Por evidentes,
primero mencionaremos los estatutos partidistas y la Ley de Organizaciones
y Procesos Electorales. Igualmente, aunque sea verdad de perogruyo,
será determinante la representatividad para ser elegible
como candidato y será definitiva la capacidad de solventar
los gastos y costos que implica una campaña electoral.
Bajo el supuesto de que se tiene
claridad en lo anterior, focalizaremos la atención al terreno
conceptual de la campaña.
Enfrentar una elección como
competencia puede ser un craso error. En cambio, asumir el proceso
como un espacio de proselitismo hacia una causa mayor no sólo
será un acierto, sino que abrirá al candidato las
puertas de la vigencia política. Un candidato asertivo (con"s")
entenderá la contienda como un escenario. Un espacio para
validar o re-validar el proyecto, la causa y el ideario que representa.
La campaña servirá para cosechar electores, pero también
para sembrar seguidores y simpatizantes a la causa de partido, que
más allá de la retórica debe ser su propia
causa.
Consideraciones estratégicas
Frente al objetivo estructural (la vigencia política) el
político necesitará en forma consecutiva de un Proyecto,
una Plataforma, un Plan y un Programa.
El Proyecto
Un Proyecto Político
tiene su simiente en los documentos básicos del Instituto
Político al que se pertenece. La Declaración de Principios
y el Programa de Acción partidista señalan postulados
y propuestas, pero sobre todo el Proyecto de Nación que se
propone a la sociedad. El proyecto personal es la resultante de
los documentos básicos del Partido, en perspectiva con los
motivos y razones que justifican nuestra acción política.
La Plataforma
En base al Proyecto Político,
el candidato construye su posicionamiento frente al electorado.
Determina su oferta. Define su identidad. Estructura su comunicación
y perfila su imagen. Esto es: su Plataforma de Campaña, que
se nutre del análisis de la realidad del Municipio; del Distrito,
del Estado, o del País. En campaña, el candidato propone
su plataforma y consulta al electorado. Propaga su proyecto y promueve
su candidatura.
El Plan
En Campaña, la consulta
recoge las necesidades más sentidas y las propuestas más
significativas de la comunidad. Con ello, el candidato presenta
su Plan general, que contiene los grandes apartados en que habrá
de fundamentarse la acción legislativa o de gobierno.
El Programa
En tanto el Plan es una visión
general, el programa es una relación concreta de obras, acciones
y tareas. Es la jerarquización de las necesidades, demandas
y propuestas recibidas en campaña. Define tiempos y movimientos.
Expone los compromisos concretos del candidato, desde su toma de
protesta o de posesión, hasta su último día
de gestión.
Consideraciones tácticas
Su majestad: el elector
El sujeto determinante del
proceso electoral es el elector. Habrá qu conocer sus necesidades,
sentimientos, creencias, preferencias, opiniones y actitudes, respecto
de sí mismo, su familia, sus vecinos, su barrio, su pueblo
o ciudad, su región y el país, así como también
su concepto acerca de México, del gobierno, la política,
los políticos, los partidos políticos, el Instituto
Electoral (Estatal y Federal), las elecciones, los candidatos, la
propaganda y en general de todo aquello que sea de utilidad, directa
o indirecta, para establecer las tácticas de proselitismo.
Contienda electoral o pasarela
Participar como candidato
en un proceso electoral implica salir a luz pública. Esto
es: exponerse a los medios de comunicación y presentarse
en público. Un lapso en el que el político tendrá
la oportunidad de llamar, atraer y captar la atención de
su comunidad. Como candidato será el protagonista principal
de un evento singular: la campaña.
La entrevista, el mitin, la visita
domiciliaria, el recorrido, la mesa redonda o el debate deberán
prepararse como una puesta en escena. La ropa, el peinado,
los lentes o los zapatos, serán señales para
el público. Cada expresión, gesto o postura,
podrán ser más "memorables" que la palabra,
la frase o el discurso.
Los medios de comunicación;
prensa, radio y televisión, serán los "agentes
de comunicación" del candidato. Aquí el simil
que viene a la mente es el de la equitación: los medios serán
al candidato lo que el caballo al jinete. (en equitación
se dice que el problema del jinete es que el caballo tiene su propio
criterio). El candidato deberá estar equipado para eliminar
o reducir el síndrome del amarillismo, que caracteriza
a muchos comunicadores, que están pendientes de la mirada
distraída, el "tic" nervioso, el dislate o la pifia
del candidato, para difundirlo.
El equipamiento básico del
candidato, a lo largo de las etapas de la campaña, serán
tres documentos básicos, emanados de los cuatro principios
estratégicos:
Plataforma Electoral
Documento Propositivo que
contiene las tésis fundamentales del candidato, en relación
con los grandes temas de interés entre la comunidad. Es la
base de la campaña. Detona la convocatoria para celebrar
foros, mesas redondas, visitas domiciliarias, mítines, entrevistas,
etc.. En "manzanas": la campaña.
Plan de trabajo legislativo o de
gobierno
Documento que integra la plataforma
y los resultados de la consulta realizada en campaña. Se
convierte en la propuesta general del candidato, avalada por la
consulta a la comunidad.
Programa de trabajo legislativo
o de gobierno
Documento que contiene compromisos
concretos, resultado de las demandas y necesidades más sentidas
en campaña. Es el qué, quien, cómo, dónde
y cuándo, de lo prioritario a resolver. Es el inventario
de obras y acciones a realizarse a partir del día siguiente
de la toma de protesta o posesión. Es anunciar a detalle
(por pueblos, barrios, colonias, municipios, distritos, estado o
país), como se cumplirá la misión encomendada
por el electorado.
En cada etapa de campaña,
el candidato cuenta con materiales impresos, auditivos, audiovisuales
y físicos, del proyecto, plataforma, plan y programa de trabajo,
así como de discursos, escritos, estudios y propuestas; cuadernillos,
carpetas, videos, cd´s, fotografías, carteles, pendones,
folletos, volantes y artículos utilitarios, serán
las armas de difusión del candidato.
La batalla electoral
Si la contienda electoral
depende mayormente de las circunstancias, los recursos tácticos
adquieren relevancia. En este sentido el simil más elocuente
para expresarlo es el militar. Si la campaña es una batalla.
(no la guerra), el candidato deberá estar preparado en tres
frentes: avance, defensa y ataque. Tres conceptos que el candidato
deberá administrar con responsabilidad ante sus oponentes
y respeto ante el electorado.
Un candidato en campaña pone
en juego su carrera política. Si pierde la visión
de horizonte puede terminar enfrascado en "dimes y diretes,
pleitos callejeros o en verdaderos dramas irreparables". Es
necesario decirlo, porque cada vez es mayor el número de
consejeros políticos que recurren a tácticas efectistas
que al final de la contienda terminan por ser ineficaces. Una aclaración
pertinente porque en el juego político también hay
reglas. Quien las "brinca" debe medir las consecuencias.
Jugando a ganar
En rigor al propósito
de considerar las más variables posibles en el juego electoral,
será pertinente señalar las cinco tácticas
que expone Jeff Greenfield, (Playing To Win) y que para muchos estrategas
se mantienen vigentes. Obviamente se exponen ecualizadas o contextualizadas
en el marco de las presentes consideraciones.
Quien tenga la intención
de ganar una elección deberá mantenerse en la boca
del elector
sólo aquel candidato que sea capaz de
capturar la atención tiene la probabilidad de ganar.
Esto, entre otras cosas significa
que el nombre y el rostro del candidato tienen que ser conocidos,
muy conocidos. Su nombre: como sinónimo de una causa; su
rostrocomo la imagen de un ideario.
"
El candidato sabe que
tiene enemigos claros, abiertos y conocidos. Siempre habrá
alguien trabajando directamente para derrotarlo". Precisamente
para contrarrestar las armas de los oponentes, el candidato prepara
con anticipación los argumentos, documentos y testimonios
que serán su frente de defensa.
"El candidato debe tener presente
que a lo largo del proceso electoral, todo suceso puede y debe tener
relación con su campaña". Ciertamente todo acontecimiento
deberá examinarse bajo el criterio de su rentabilidad electoral;
un huracán, un partido de futbol, una sequía, una
visita de Estado, un delito, una victoria dedportiva, un terremoto,
etc. atraen la atención y la desvían del candidato.
"A todo proceso electoral le
corresponde una agenda temática, referente a las cuestiones
de mayor importancia para la comunidad". Y específicamente
para el electorado, los partidos, su partido y las autoridades electorales.
El candidato debe estar sensibilizado, informado, adiestrado y capacitado
en dichos temas, para abordarlos en el discurso, la entrevista,
la mesa redonda, el debate o en cualquier momento de su campaña.
"No es de esperarse que el
electorado busque la plataforma electoral de los candidatos y haga
un análisis comparativo para decidir su voto de manera racional
y objetiva". Será indispensable que el candidato genere
los símbolos y señales que de forma sintética,
instantánea y contundente, expresen su plataforma y lo identifiquen
con el electorado.
Consideraciones metodológicas
La propaganda en el "cuarto
de contienda"
Desde la perspectiva de la
comunicación, la identidad inherente y la imagen del candidato
son torales. El candidato debe asumir su campaña como un
proceso propagandístico que va del discurso al manejo de
medios; se expresa en visitas domiciliarias y mítines, se
dimensiona en entrevistas, mesas redondas, en el o los debates,
hasta plasmarse en mensajes impresos o electrónicos.
El candidato propaga una "idea",
estructurada a partir de su proyecto político. Para enfrentar
la campaña construye su plataforma. En campaña, producto
de la consulta a su comunidad, elabora su plan de trabajo legislativo
o de gobierno, que finalmente concreta en su programa de acción
legislativa o de gobierno.
La mesa de propaganda
Si bien el candidato no tiene
por qué ser especialista en propaganda (la cual debería
ser una asignatura obligatoria) tendrá que decidir personalmente
si aprueba, modifica o rechaza: acciones, tareas y materiales de
campaña, que una vez consumados son irreversibles.
La información es el insumo
principal en campaña. El candidato debe tener a la mano no
sólo las conclusiones de las investigaciones cuantitaivas
y cualitativas disponibles o encomendadas, sino su interpretación
en perspectiva con las consideraciones estratégicas y tácticas
definidas con anticipación.
A lo largo del proceso, aplica el
concepto acción-reflexión-acción, que significa
que toda acción es producto de una reflexión y cada
acción consumada vuelve a ser reflexionada.
Son cinco las fases del proceso
de la propaganda: La planeación, el diseño, la producción,
la difusión y su evaluación como fase de post-difusión.
En cada fase existen "puntos de revisión (check points)
que deben ser atendidos personalmente por el candidato.
A lo que el candidato no puede decir:
"paso sin ver"
La campaña impone una
disciplina de grupo. Por lo tanto es previsible que el candidato
delegue acciones y tareas sustantivas o de apoyo a su grupo de trabajo.
Sin embargo, hay momentos críticos (check point) en la de
toma de decisiones de la campaña, en los que el candidato
debe asumir A continuación se presentan por fases los puntos
de supervisión, como guía de control y evaluación:
Planeación |
. Reportes y Diagnósticos
de Investigación.
. Prueba de Propuestas Conceptuales.
. Evaluación de Enfoques.
. Validación de Presupuestos vs. Objetivos. |
Diseño |
. Validación de Estrategias.
. Pruebas de Plataformas de comunicación.
. Pruebas de símbolos y elementos gráficos
o visuales.
. Análisis Estructural de Mensajes.
. Aprobación de Diseños escenografícos. |
Producción |
. Validación de Propuestas
Económicas.
. Análisis de Valores de Producción.
. Supervisión de Pre-Producción, Producción
y Post-Producción de mensaje electrónicos, impresos
y físicos.
. Aprobación de Materiales Terminados. |
Difusión |
. Validación de Planes.
. Validación de Presupuestos.
. Recepción/Entrega de Volumenes, Tirajes
y Copias.
. Aprobación de escenarios
. Monitoreo de medios convencionales.
. Monitoreo de de medios no convencionales.
. Evaluación de Impacto, Cobertura, Alcance y Frecuencia
en medios convencionales.
. Supervisión de distribución de materiales impresos,
auditivos y audiovisuales.
. Supervisión y estímulo a grupos activistas. |
Post-Difusión |
. Evaluación de Recordación
24 horas.
. Evaluación de Recordación Permanente.
. Reportes de monitoreo de medios
convencionales y no convencionales.
. Reportes de investigaciones documentales.
. Reportes de investigaciones de campo.
. Aprobación a modificaciones, cambios
o nuevas propuestas estratégicas
o tácticas. |
Conclusión
En términos de
comunicación existe una clara diferencia entre la publicidad
y la propaganda: sus fines. Publicidad es la acción de "hacer
pública" la existencia de un producto o servicio con
el fin de promover su venta. Propaganda es la acción de "propagar"
una idea con el fin de hacer prosélitos a una causa. Esta
distinción es sustantiva. Publicitariamente se promueven
los atributos de una marca. Propagandísticamente se propaga
una idea.
Las elecciones federales del 2000,
son el ejemplo más elcuente: México fue visto como
mercado, los electores como consumidores, los partidos
como marcas y los candidatos como productos. El marketing
demostró que es posible vender como producto a un
candidato. Ahora, en el 2003, cuando el producto comprado no
satisface las espectativas del consumidor, uno se pregunta: ¿dónde
están los mercadólogos políticos? Ganar la
Presidencia en el 2000, por importante que haya sido, no resultó
definitiva para la carrera política del ganador.
De aquí que las consideraciones
expúestas tengan como propósito ulterior mostrar a
la clase política tésis sólidas y probadas
para el manejo de identidad, comunicación e imagen, así
como para la conducción de campañas político-electorales.
Estas consideraciones se corresponden con una concepción
propagandística de la comunicación política,
en oposición al marketing político y las técnicas
publicitarias.
Lic.
Francisco X. Montero Lozano
Director general de la agencia
de publicidad Grupo Mensaje,
especializada en comunicación política y propaganda |