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2003

 

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Una Aproximación a la Enseñanza de la Comunicación
 

Por Alejandro Ocampo
Número 33

Para Nayeli, quien me ha demostrado que la comunicación se fundamenta en la verdad, la comprensión del otro, la afirmación del ser y sobre todo, la firme voluntad de compartir.

"Saber que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción. Cuando entro en un salón de clases debo actuar como un ser abierto a indagaciones, a la curiosidad y a las preguntas de los alumnos, a sus inhibiciones; un ser crítico e indagador, inquieto ante la tarea que tengo -la de enseñar y no a la de transferir conocimientos"
Paulo Freire

Introducción
Durante siglos la comunicación había sido concebida más como un medio que como un fin en sí misma. Se consideraba, junto con la racionalidad, la capacidad de la contemplación y hasta la facultad para crear herramientas, como una característica más de la naturaleza humana, sin que mereciera ello una aproximación profunda al fenómeno en sí. Desde las pinturas rupestres hasta las nuevas tecnologías de información y comunicación, sin olvidar las obras de arte y la letra impresa, la comunicación es en el ser humano una característica tan inherente a su naturaleza como el pensar. Paradójico es que hasta ahora ni lingüistas ni teóricos de la comunicación se ponen de acuerdo sobre si se pensaría igual sin la introyección previa de un lenguaje, más aún, si se podría pensar siquiera. Cierto es que el lenguaje reduce las posibilidades de la comunicación, pues encasilla sentimientos, actitudes y razonamientos en palabras que no necesariamente gozan del significado original, así pues la comunicación representa una seria encrucijada para científicos sociales y naturales. ¿El mundo es hoy lo que es por un acierto o problema de comunicación?

El mito bíblico dice que los hombres fueron castigados por haber querido construir una torre que fuera tan alta como para llegar al cielo con el peor castigo que había sido posible: la ruptura de la comunicación entre ellos, lo cual no sólo significó el alto total a la titánica empresa, sino que cada uno de ellos descendiera y se alejara tomando rumbos distintos. Si la comunicación pudo detener una obra de estas proporciones ¿por qué no habría de ser considerada como una disciplina en la que no sólo se establezcan los invitados e integrantes del proceso a la manera aristotélica, sino la trascendencia, los efectos y el significado de todo un complejo proceso de representaciones y contextualizaciones?

La evolución del hombre ha implicado la supresión de sus instintos, así como de sus pasiones para poder vivir en colectividad. Su permanencia, en buena medida ha estado asegurada no sólo por el ideal y la práctica de la justicia, sino por la facultad de la comunicación. Sólo así se explica que hoy, a más de dos mil quinientos años, se puedan recrear las historias vividas entre atenienses y melios, así como el ascenso de Pericles y la gloria de Atenas en la aristocracia en la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides.

Un profundo estudioso de la comunicación del siglo pasado, Marshall McLuhan señaló que el medio es el mensaje, así pues, al medio de la invención de la escritura el mensaje fue la pérdida de la memoria. Esto es importante en tanto lo mencionado anteriormente, pues si bien desde que la escritura se inventó y demandó el establecimiento y convencionalización de un lenguaje común a la par del desarrollo de la habilidad de codificar/decodificar, en un principio la historia pasaba sólo de manera oral, lo cual implicaba que la comunidad fuera valiosa por lo que sabían hacer sus habitantes, como el vidrio en el caso de los fenicios. La comunicación se reducía a la oralidad y hacia las veces de vehículo para preservar la memoria de un grupo, casi siempre con fines prácticos.

La escritura entonces permitió que no sólo una enorme cantidad de conocimiento fuera concentrado, revisado y aprendido en lugares como la Biblioteca de Alejandría, sino que además, la comunicación oral fuera usada con otros fines. Es cierto que este periodo duró poco, pues la llamada "noche de los mil años" encerró y concentró el conocimiento en manos de unos cuantos.

Sin embargo, tanto la comunicación atrapada en el lenguaje, como el acto de la educación y el aprendizaje, habían sido tan usadas, cotidianas y normales que su estudio era sólo la base para adentrarse hacia temas más complejos, desdeñando en ocasiones su trascendencia y su importancia. Aun en estos tiempos, Neil Postman asevera que la escuela ha descuidado lo importante que es la comunicación en el lenguaje con fines educativos, pues dice: "Tal vez no se hayan dado aún cuenta, de que el principal instrumento intelectual al alcance del ser humano no merece la atención de la escuela" (Postman, 1999, p. 194). Ese instrumento intelectual es la comunicación.

Juan Fernández, señala a propósito de las ideas vertidas por un gran pedagogo, el incansable Paulo Freire:

El diálogo, para Freire, es un fenómeno humano y revela la palabra; ésta como algo más que un medio para que el diálogo se produzca, e impone buscar su esencia: acción y reflexión, en tal forma solidarios y en interacción radical. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión (Fernández, 1999).

No es casualidad que uno de los motivos por los cuales Postman (1999)asevera la existencia de una profunda crisis en la educación y sobre todo en la educación pública, es la falta de comunicación e importancia de ésta en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues como él mismo dice, con el tejido de las palabras no sólo se habla, da a entender una persona o estructura semánticamente un idioma, sino se hace un mundo completo, una especie de cosmovisión y lugar en el universo, el inglés describe a un mundo distinto que el italiano o el noruego. Baste recordar la frase célebre de Carlos V, cuando dijo que el español era la mejor forma de hablar con Dios. La comunicación es indisoluble de la interacción humana, como lo es ésta última para iniciar la aventura educativa.

Así pues si la comunicación es una actividad innata del hombre ¿por qué hay que trabajarla? ¿Será que la forma de entender el mundo a través de toda una serie de significados, contextos y, por supuesto, del lenguaje, requiere de estudios que no sólo expliquen su existencia, sino que encaucen y analicen su función y trascendencia? ¿Qué papel juega el acto comunicativo en el proceso del aprendizaje y en el educativo?

Comunicación y educación
Lo primero aquí es asentar que la escolaridad es la institucionalización de la educación (Area, 2002). Ante la disyuntiva que planteara Bobbio iniciada en el proyecto de la modernidad en occidente, en la que la igualdad y la libertad se encuentran en un espacio inamovible y que el aumento de tamaño de una significa la reducción de la otra, el caso de la educación no es la excepción. Hasta la revolución francesa, no existía un sistema formal de educación. La tradición heredada de la usanza griega desde Sócrates y Platón, como Aristóteles y Alejandro, fue el modelo durante la edad media. La aristocracia reinante recibía la mejor educación, que a más de serlo no había ningún elemento probatorio que lo reconociera como tal. Así pues existía libertad para educarse, pero no igualdad, cada uno lo hacía como mejor podía y convenía. La Ilustración y la revolución cambiaron diametralmente el paradigma, ahora la que sería sacrificada sería la libertad. El sistema educativo sería igual para todos, no habría libertad para educarse fuera, al menos no con reconocimiento y validez legal. Ello trajo como consecuencia que la educación se escolarizara, sólo para después secularizarse.

Para propósitos de este trabajo, el fenómeno de la escolarización de la educación tiene un punto importante, mutuamente incluyente e indispensable: la comunicación para la educación. Cierto es que el modelo grecolatino de enseñanza-aprendizaje se encuentra aún profundamente arraigado en el mundo occidental, la figura del maestro y del alumno continúa siendo la emblemática silueta de Sócrates y Platón y su comunicación, enmarcada en los Diálogos de éste último. La educación pues, ineludiblemente, tiene su piedra angular en la comunicación.

El modelo socrático fundamentado en la comunicación, tenía dos vertientes: la ironía y la mayéutica. Ambas perseguían un fin: que el interlocutor se hiciera consciente de sus errores por él mismo, Sócrates sólo era el partero que ayudaba a que brillara la verdad, pero que ésta debería de salir de cada persona. La explicación sobre lo pertinaz de este modelo hasta nuestros días la encuentra Vilchis cuando menciona:

Sócrates es el claro ejemplo de que ninguna tecnología puede sustituir a la persona del maestro. Siempre se mostró humilde ante el conocimiento, precisamente por su amor a la verdad, sabiendo transmitir ese amor a sus discípulos. En las discusiones no pretendía competir únicamente para ganar, sino porque realmente le interesaba la búsqueda de la verdad, de aquí la importancia de su ironía (Vilchs, 2003, p. 50).

En realidad existe una concordancia sorprendente entre Sócrates, Freire y Postman, la convergencia en trabajar la comunicación como el gran motor de la educación ha sido la constante en la educación en Occidente. La célebre frase de Jacob Burckhardt que señala la imposibilidad de liberarnos de la antigüedad en tanto no volvamos a ser bárbaros, resulta evidente. La escolaridad no pudo sino institucionalizar este modelo, legitimándolo como una de las vías que llevarían a los pueblos hacia el progreso, la democratización del conocimiento es uno de los puntos más importantes en la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, sólo después de la que enfatiza lo importante de la libertad de expresión.

En tanto al acto educativo, Postman señala:

La educación se comprende mejor como una actividad termostática. Desde este punto de vista, y planteado en forma general, la educación trata de conservar la tradición cuando el resto del mundo es innovador; o es innovadora cuando el resto de la sociedad es tradicionalista .... La función de la educación es ofrecer siempre el contra-argumento, el otro lado de la moneda. Entonces el aspecto termostático de la educación no está centrado en la ideología, sino en el equilibrio (Postman, 1984, pp. 27-28)

Para Postman, la actividad de Sócrates y Platón resultó precisamente termostática en su tiempo, pues los ateniense se entregaban a las poesías de Homero en el Odeón, las lecturas de la Iliada y la Odisea, a las comedias de Aristófanes o a las tragedias de Esquilo, buena parte de la educación la ofrecían los poetas, es decir, "La preocupación de la juventud de Atenas radicaba en reproducir su literatura, no en reflexionar sobre ella" (Postman, p. 42)

Lo anterior coincide con el señalamiento de Vilchis, pues:

La problemática que se presenta en sus diálogos con los sofistas es precisamente que Sócrates tiene una visión nueva y diferente de lo que es la naturaleza del hombre y que está más allá de los intereses democráticos y aristocráticos (Vilchis, 2003, p. 52).

Así pues, la educación siempre ha representado y sostenido una mirada incómoda de odios y romances con el poder y la moral social vigente, por una parte puede ser el instrumento más valioso y efectivo para mantener el orden social y el status quo al ser una efectiva forma de control social, pero por otra puede ser la gran impulsora de cambios sociales y hasta políticos. De cualquier forma, ya sea para uno u otro caso, la comunicación es indispensable. El tema trae a la palestra nuevamente la necesidad de que el maestro se conozca a sí mismo.

El saber que se refiere a la fuerza, a veces mayor de lo que pensamos, de la ideología, es igualmente indispensable para la práctica educativa o de la profesora. Es el que nos advierte de sus mañas, de las trampas en que nos hace caer. Es que la ideología tiene que ver directamente con el encubrimiento de la verdad de los hechos, con el uso del lenguaje para ofuscar u opacar la realidad al mismo tiempo que nos vuelve "miopes" (Freire, 1999, p. 120)

En el salón de clases
La comunicación en el salón de clase se define como:

Un proceso de producción-recepción de complejos efectos de sentido (y no sólo de información), a partir del lugar que los interlocutores ocupan en la trama de las relaciones sociales y en función del horizonte ideológico-cultural de que son portadores en virtud de su situación o posición de clase (Giménez, en Fragoso, 1999).

O como lo ilustra Buitrón:

Ahora la escuela no sólo funciona como el espacio donde se les transmite únicamente información, sino que es el espacio de intercambio continuo y de diálogo con las demás personas, que les ayuda a desarrollar y fortalecer sus habilidades, actitudes y valores. Es ahí donde encuentro que la enseñanza de la comunicación embona y engloba diferentes procesos sociales con los demás y por ende es trascendental para el desarrollo de los pueblos (Buitrón, 2003).

La comunicación en el salón de clases, forzosamente implica una relación interpersonal, así pues el involucramiento entre maestros y alumnos trasciende al hecho de enseñar o aprender, puesto que al haber una relación humana entran en juego aspectos sociales, personales, de preferencia, de sensaciones y hasta irracionales. La comunicación es medio y fin en sí mismo para el proceso de enseñar, es a la vez vehículo y destino, pues por una parte el lenguaje es medio para transmitir conocimiento y por otra, es fin porque ese conocimiento es introyectado, valorado y aprehendido (con h) en el aprendiz con esas mismas estructuras y formas de trabajo.

La función del profesor resulta importante por esas razones. Debido a cuestiones únicamente biológicas, si se lleva al extremo, el profesor adquiere una investidura y una posición sumamente importante frente al alumno, esa condición encantadora, pero francamente riesgosa demanda no sólo conocimientos de teorías cognitivas, didáctica, psicología y hasta de técnicas de investigador privado por parte del maestro, sino, como una imperante necesidad, de conocerse a sí mismo. Ya lo señala Nachyelli Buitrón:

Y es ahí, donde hago mi principal enfoque de enseñar "comunicación" y que recae primero en el conocimiento de nosotros mismos con nuestras virtudes y defectos, para que podamos estar dispuestos a conocer a los demás y a reconocer que son diferentes a uno, que piensan y actúan diferente (Buitrón, 2003).

Para Karam, una de las funciones de la comunicación educativa es explicar los rasgos de los procesos comunicativos en las distintas modalidades e interacciones educativas (Karam, 2003). Asimismo, apunta Karam, Mario Kaplún propone tres modelos de comunicación educativa:

a) Centrada en los efectos (centrada en el emisor)
b) Centrada en los contenidos (busca que el educando haga)
c) Centrada en los procesos (centrada en la interacción y en el entorno)

Francisco Sierra integra estos tres paradigmas en dos:

a) El "paradigma instrumental" (que incluye la comunicación educativa centrada en los efectos y contenidos) que permite fundamentar un pensamiento principalmente tecnocrático y considera que el sistema formal de enseñanza debe consagrarse a distribuir el saber social operativo (racionalidad instrumental) orientado a la promoción del individuo y a la intensificación de l trabajo socialmente productivo con los modernos sistemas tecnológicos de información. Este modelo da una especial importancia a la estructura de la información y aquellos medios que facilitan su vehiculación como parte de una nueva racionalidad.
b) El "paradigma alternativo" que propone un esquema de integración contextual y crítica, a partir de las necesidades, características y hábitos culturales de los grupos destinatarios de la nueva educación tecnológica que pone énfasis en la educación participativa a través de la cual el receptor se convierte en productor y analista de mensajes; y que sustenta la educación en la capacitación para la representación crítica de los contenidos de la cultura de masas (Karam, 2003, p. 15).

De acuerdo a lo anterior, como dijera Fichte en filosofía, sólo existen dos formas de filosofar, a la manera de Platón y a la manera de Aristóteles. El paradigma alternativo se concibe, paradójicamente, como conservadora frente a los cambios introducidos por las nuevas tecnologías y el instrumental que actúa de vehículo para promover el individualismo y va acorde con los tiempos actuales en lo que las nuevas tecnologías introducen sensibles cambios en el trabajo socialmente productivo.

Gracias a la comunicación, el maestro entonces no sólo se desenvuelve en el campo de la producción y procuración de construcción de conocimientos en los estudiantes, sino debe procurar que éstos encuentren su lugar en el mundo y, sobre todo, se asuman como seres activamente históricos capaces de modificar su entorno. Freire lo explica así:

El hecho de percibirme en el mundo con el mundo y con los otros, me pone en una posición ante el mundo que no es la de quien nada tiene que ver con él. Al fin y al cabo, mi presencia en el mundo no es la de quien se adapta a él, sino la de quien se inserta en él. Es la posición de quien lucha para no ser tan sólo un objeto, sino también un sujeto de la Historia (Freire, 1999, p. 53)

El carácter de estas relaciones puede generar también conflictos, tan humanos como la comunicación misma. El maestro entonces debe hacer valer su experiencia y compromiso con su actividad. El escuchar empáticamente al estudiante es la premisa para arrancar en pos de soluciones. Fragoso (1999) señala que son cuatro los componentes de esta escucha: el bloqueo de estímulos externos, el atender cuidadosamente tanto los mensajes verbales como no verbales, diferenciar entre los contenidos intelectual y emocional del mensaje, hacer inferencias con respecto a los sentimientos del que habla. El profesor, antes que castigar, debe comprender, analizar la situación y buscar una solución.

Fragoso (1999) señala que son tres los métodos para resolver conflictos entre maestro y alumno:

1. Consiste en que el maestro ponga la solución. Esto es necesario durante una emergencia.
2. Implica que el maestro ceda a las demandas del estudiante. El maestro puede quedar convencido por el argumento del estudiante. Este es de pensarse porque implica ser desbancado de su posición.
En estos dos métodos el maestro o el estudiante no ceden completamente y el problema queda latente.
3. Método sin derrota. En este caso tanto las posiciones del estudiante como las del maestro son tomadas en cuenta en la solución. No se espera que alguien ceda en su totalidad, pero ambos mantienen respeto por si mismos y por su interlocutor.

En todo caso, la negociación es el punto medular, en ella todas las partes tienen que ceder en algo. El acuerdo incluyente se logra sólo con franqueza y disposición. Si la palabra comunicación se define etimológicamente como hacer común, ello implica necesariamente cooperación y trabajo en grupo. El salón de clases es un equipo en donde la competencia neurótica (Vilchis, )se ha establecido de manera equivocada. Uno de los cambios que deben darse vía la comunicación en el salón de clases es precisamente el visualizarlo bajo el esquema de trabajo en equipo, en donde nadie llegará a la meta, sino hasta que todos y cada uno de sus integrantes lo logren. Los aportes teóricos recientes en materia de aprendizaje sugieren el utilizar técnicas como el aprendizaje basado en problemas y en proyectos para lograr este objetivo.

No hay nada más necesario en este proceso que la comunicación entre maestro y alumno. Sólo así se podrá cumplir con lo que Freire encuentra como fundamental para el maestro: "Precisamente porque la promoción de la ingenuidad de la crítica no se da de manera automática, una de las tareas principales de la práctica educativo-progresista es exactamente el desarrollo de la curiosidad crítica, insatisfecha, indócil" (Freire, 1999 p. 33). Para enseñar comunicación pues, hay que comunicar.

Conclusiones
La comunicación es un acto expresivo que va más allá del lenguaje, es todo un conjunto de significados, contextos, relaciones con el mundo, cosmovisión y posiciones en la naturaleza que definen y afirman la condición humana de seres gregarios, de contactos y relaciones.

La comunicación es una forma de vida, un estilo de ser con el medio y de encontrarse a sí mismo.

La educación encuentra su piedra angular en la comunicación, condición sine qua non para que no sólo exista transmisión de conocimiento, sino proveer todo lo posible para su construcción y aprendizaje por cada persona. No hay que olvidar que la otra mitad del proceso es saber callar y saber escuchar.

Como Juan Ignacio Pozo (2001) menciona a propósito del inicio de la novela Ana Karenina de Tolstoi, donde todas las familias felices se parecen, mientras las tristes lo son cada una a su manera; todos los aprendizajes tristes se parecen, en cambio los felices lo son cada uno a su forma.

La tarea del maestro tiene un tinte de ingratitud que, sin embargo, retribuye satisfacción al formar personas que se asumen como entes inacabados que se buscan a sí mismos al convertirse en sujetos de su propio aprendizaje.

Entender y practicar la comunicación trae poco a poco experiencias sobre su uso, forma y fondo. Muchas veces se trata de un ensayo de prueba y error. Así como el conocimiento no se puede pasar de manera idéntica por ósmosis, la comunicación es el vehículo para aprender e interiorizar, paradójicamente, de todo tipo de errores.

La mejor forma de enseñar comunicación es: comunicando. Basado en la comprensión sincera, enriquecedora y de buena fe, el acto expresivo es una experiencia que no sólo reafirma nuestra condición humana, sino que permite trascender a nuestra finitud.

Se han expuesto aquí algunas estrategias para manejar conflictos y dirimir diferencias, lo cual es sólo una de las muchas cosas y conocimientos que un maestro debe ejecutar además de las cuestiones de la clase, después de todo el ser maestro demanda no sólo tener certezas, sino propiciar todo un contexto para la producción del conocimiento.


Referencias:

Buitrón, N. (abril-mayo, 2003). ¿Cómo enseñar comunicación? Una propuesta. Razón y Palabra 32. Consultado en línea el 8 de mayo de 2003
<http://www.razonypalabra.org.mx/actual/nbuitron.html>
Fernández, J. M. (enero-marzo, 1999). Paulo Freire: Una propuesta de comunicación para América Latina. Razón y Palabra 13. Consultada en línea e el 7 mayo de 2003 en:
<http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n13/freirem13.html>
Fragoso, D. (enero-marzo, 1999). La comunicación en el salón de clases. Razón y Palabra 13. Consultada en línea el 7 de mayo de 2003 en:
<http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n13/comsal13.html>
Freire, P. (1999). Pedagogía de la autonomía. México: Siglo XXI
Karam, T. (2002). Contribución y actualidad de la teoría crítica frankfurtiana en la comunicación educativa. Paideia 1. (14-16)
Postman, N. (1984). La enseñanza como actividad de conservación de la cultura. México: Roca
Postman, N. (1999). El fin de la educación. Barcelona: Octaedro
Vilchis, J. (2003). Persona, educación y destino. México: Plaza y Valdés


Mtro. Alejandro Ocampo Almazán
Proyecto Internet, ITESM, Campus Estado de México, México