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Por Alejandro Ocampo
Número 33
Para Nayeli, quien
me ha demostrado que la comunicación se fundamenta en la
verdad, la comprensión del otro, la afirmación del
ser y sobre todo, la firme voluntad de compartir.
"Saber que
enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades
para su propia producción o construcción. Cuando
entro en un salón de clases debo actuar como un ser abierto
a indagaciones, a la curiosidad y a las preguntas de los alumnos,
a sus inhibiciones; un ser crítico e indagador, inquieto
ante la tarea que tengo -la de enseñar y no a la de transferir
conocimientos"
Paulo Freire
Introducción
Durante siglos la comunicación había sido concebida
más como un medio que como un fin en sí misma. Se
consideraba, junto con la racionalidad, la capacidad de la contemplación
y hasta la facultad para crear herramientas, como una característica
más de la naturaleza humana, sin que mereciera ello una aproximación
profunda al fenómeno en sí. Desde las pinturas rupestres
hasta las nuevas tecnologías de información y comunicación,
sin olvidar las obras de arte y la letra impresa, la comunicación
es en el ser humano una característica tan inherente a su
naturaleza como el pensar. Paradójico es que hasta ahora
ni lingüistas ni teóricos de la comunicación
se ponen de acuerdo sobre si se pensaría igual sin la introyección
previa de un lenguaje, más aún, si se podría
pensar siquiera. Cierto es que el lenguaje reduce las posibilidades
de la comunicación, pues encasilla sentimientos, actitudes
y razonamientos en palabras que no necesariamente gozan del significado
original, así pues la comunicación representa una
seria encrucijada para científicos sociales y naturales.
¿El mundo es hoy lo que es por un acierto o problema de comunicación?
El mito bíblico dice que
los hombres fueron castigados por haber querido construir una torre
que fuera tan alta como para llegar al cielo con el peor castigo
que había sido posible: la ruptura de la comunicación
entre ellos, lo cual no sólo significó el alto total
a la titánica empresa, sino que cada uno de ellos descendiera
y se alejara tomando rumbos distintos. Si la comunicación
pudo detener una obra de estas proporciones ¿por qué
no habría de ser considerada como una disciplina en la que
no sólo se establezcan los invitados e integrantes del proceso
a la manera aristotélica, sino la trascendencia, los efectos
y el significado de todo un complejo proceso de representaciones
y contextualizaciones?
La evolución del hombre ha
implicado la supresión de sus instintos, así como
de sus pasiones para poder vivir en colectividad. Su permanencia,
en buena medida ha estado asegurada no sólo por el ideal
y la práctica de la justicia, sino por la facultad de la
comunicación. Sólo así se explica que hoy,
a más de dos mil quinientos años, se puedan recrear
las historias vividas entre atenienses y melios, así como
el ascenso de Pericles y la gloria de Atenas en la aristocracia
en la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides.
Un profundo estudioso de la comunicación
del siglo pasado, Marshall McLuhan señaló que el medio
es el mensaje, así pues, al medio de la invención
de la escritura el mensaje fue la pérdida de la memoria.
Esto es importante en tanto lo mencionado anteriormente, pues si
bien desde que la escritura se inventó y demandó el
establecimiento y convencionalización de un lenguaje común
a la par del desarrollo de la habilidad de codificar/decodificar,
en un principio la historia pasaba sólo de manera oral, lo
cual implicaba que la comunidad fuera valiosa por lo que sabían
hacer sus habitantes, como el vidrio en el caso de los fenicios.
La comunicación se reducía a la oralidad y hacia las
veces de vehículo para preservar la memoria de un grupo,
casi siempre con fines prácticos.
La escritura entonces permitió
que no sólo una enorme cantidad de conocimiento fuera concentrado,
revisado y aprendido en lugares como la Biblioteca de Alejandría,
sino que además, la comunicación oral fuera usada
con otros fines. Es cierto que este periodo duró poco, pues
la llamada "noche de los mil años" encerró
y concentró el conocimiento en manos de unos cuantos.
Sin embargo, tanto la comunicación
atrapada en el lenguaje, como el acto de la educación y el
aprendizaje, habían sido tan usadas, cotidianas y normales
que su estudio era sólo la base para adentrarse hacia temas
más complejos, desdeñando en ocasiones su trascendencia
y su importancia. Aun en estos tiempos, Neil Postman asevera que
la escuela ha descuidado lo importante que es la comunicación
en el lenguaje con fines educativos, pues dice: "Tal vez no
se hayan dado aún cuenta, de que el principal instrumento
intelectual al alcance del ser humano no merece la atención
de la escuela" (Postman, 1999, p. 194). Ese instrumento intelectual
es la comunicación.
Juan Fernández, señala
a propósito de las ideas vertidas por un gran pedagogo, el
incansable Paulo Freire:
El diálogo, para Freire,
es un fenómeno humano y revela la palabra; ésta
como algo más que un medio para que el diálogo se
produzca, e impone buscar su esencia: acción y reflexión,
en tal forma solidarios y en interacción radical. No hay
palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre
acción y reflexión (Fernández, 1999).
No es casualidad que uno de los
motivos por los cuales Postman (1999)asevera la existencia de una
profunda crisis en la educación y sobre todo en la educación
pública, es la falta de comunicación e importancia
de ésta en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues
como él mismo dice, con el tejido de las palabras no sólo
se habla, da a entender una persona o estructura semánticamente
un idioma, sino se hace un mundo completo, una especie de cosmovisión
y lugar en el universo, el inglés describe a un mundo distinto
que el italiano o el noruego. Baste recordar la frase célebre
de Carlos V, cuando dijo que el español era la mejor forma
de hablar con Dios. La comunicación es indisoluble de la
interacción humana, como lo es ésta última
para iniciar la aventura educativa.
Así pues si la comunicación
es una actividad innata del hombre ¿por qué hay que
trabajarla? ¿Será que la forma de entender el mundo
a través de toda una serie de significados, contextos y,
por supuesto, del lenguaje, requiere de estudios que no sólo
expliquen su existencia, sino que encaucen y analicen su función
y trascendencia? ¿Qué papel juega el acto comunicativo
en el proceso del aprendizaje y en el educativo?
Comunicación y educación
Lo primero aquí es asentar que la escolaridad es la institucionalización
de la educación (Area, 2002). Ante la disyuntiva que planteara
Bobbio iniciada en el proyecto de la modernidad en occidente, en
la que la igualdad y la libertad se encuentran en un espacio inamovible
y que el aumento de tamaño de una significa la reducción
de la otra, el caso de la educación no es la excepción.
Hasta la revolución francesa, no existía un sistema
formal de educación. La tradición heredada de la usanza
griega desde Sócrates y Platón, como Aristóteles
y Alejandro, fue el modelo durante la edad media. La aristocracia
reinante recibía la mejor educación, que a más
de serlo no había ningún elemento probatorio que lo
reconociera como tal. Así pues existía libertad para
educarse, pero no igualdad, cada uno lo hacía como mejor
podía y convenía. La Ilustración y la revolución
cambiaron diametralmente el paradigma, ahora la que sería
sacrificada sería la libertad. El sistema educativo sería
igual para todos, no habría libertad para educarse fuera,
al menos no con reconocimiento y validez legal. Ello trajo como
consecuencia que la educación se escolarizara, sólo
para después secularizarse.
Para propósitos de este trabajo,
el fenómeno de la escolarización de la educación
tiene un punto importante, mutuamente incluyente e indispensable:
la comunicación para la educación. Cierto es que el
modelo grecolatino de enseñanza-aprendizaje se encuentra
aún profundamente arraigado en el mundo occidental, la figura
del maestro y del alumno continúa siendo la emblemática
silueta de Sócrates y Platón y su comunicación,
enmarcada en los Diálogos de éste último. La
educación pues, ineludiblemente, tiene su piedra angular
en la comunicación.
El modelo socrático fundamentado
en la comunicación, tenía dos vertientes: la ironía
y la mayéutica. Ambas perseguían un fin: que el interlocutor
se hiciera consciente de sus errores por él mismo, Sócrates
sólo era el partero que ayudaba a que brillara la verdad,
pero que ésta debería de salir de cada persona. La
explicación sobre lo pertinaz de este modelo hasta nuestros
días la encuentra Vilchis cuando menciona:
Sócrates es el claro ejemplo
de que ninguna tecnología puede sustituir a la persona
del maestro. Siempre se mostró humilde ante el conocimiento,
precisamente por su amor a la verdad, sabiendo transmitir ese
amor a sus discípulos. En las discusiones no pretendía
competir únicamente para ganar, sino porque realmente le
interesaba la búsqueda de la verdad, de aquí la
importancia de su ironía (Vilchs, 2003, p. 50).
En realidad existe una concordancia
sorprendente entre Sócrates, Freire y Postman, la convergencia
en trabajar la comunicación como el gran motor de la educación
ha sido la constante en la educación en Occidente. La célebre
frase de Jacob Burckhardt que señala la imposibilidad de
liberarnos de la antigüedad en tanto no volvamos a ser bárbaros,
resulta evidente. La escolaridad no pudo sino institucionalizar
este modelo, legitimándolo como una de las vías que
llevarían a los pueblos hacia el progreso, la democratización
del conocimiento es uno de los puntos más importantes en
la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano,
sólo después de la que enfatiza lo importante de la
libertad de expresión.
En tanto al acto educativo, Postman
señala:
La educación se comprende
mejor como una actividad termostática. Desde este punto
de vista, y planteado en forma general, la educación trata
de conservar la tradición cuando el resto del mundo es
innovador; o es innovadora cuando el resto de la sociedad es tradicionalista
.... La función de la educación es ofrecer siempre
el contra-argumento, el otro lado de la moneda. Entonces el aspecto
termostático de la educación no está centrado
en la ideología, sino en el equilibrio (Postman, 1984,
pp. 27-28)
Para Postman, la actividad de Sócrates
y Platón resultó precisamente termostática
en su tiempo, pues los ateniense se entregaban a las poesías
de Homero en el Odeón, las lecturas de la Iliada y la Odisea,
a las comedias de Aristófanes o a las tragedias de Esquilo,
buena parte de la educación la ofrecían los poetas,
es decir, "La preocupación de la juventud de Atenas
radicaba en reproducir su literatura, no en reflexionar sobre ella"
(Postman, p. 42)
Lo anterior coincide con el señalamiento
de Vilchis, pues:
La problemática que se
presenta en sus diálogos con los sofistas es precisamente
que Sócrates tiene una visión nueva y diferente
de lo que es la naturaleza del hombre y que está más
allá de los intereses democráticos y aristocráticos
(Vilchis, 2003, p. 52).
Así pues, la educación
siempre ha representado y sostenido una mirada incómoda de
odios y romances con el poder y la moral social vigente, por una
parte puede ser el instrumento más valioso y efectivo para
mantener el orden social y el status quo al ser una efectiva forma
de control social, pero por otra puede ser la gran impulsora de
cambios sociales y hasta políticos. De cualquier forma, ya
sea para uno u otro caso, la comunicación es indispensable.
El tema trae a la palestra nuevamente la necesidad de que el maestro
se conozca a sí mismo.
El saber que se refiere a la fuerza,
a veces mayor de lo que pensamos, de la ideología, es igualmente
indispensable para la práctica educativa o de la profesora.
Es el que nos advierte de sus mañas, de las trampas en
que nos hace caer. Es que la ideología tiene que ver directamente
con el encubrimiento de la verdad de los hechos, con el uso del
lenguaje para ofuscar u opacar la realidad al mismo tiempo que
nos vuelve "miopes" (Freire, 1999, p. 120)
En el salón de clases
La comunicación en el salón de clase se define como:
Un proceso de producción-recepción
de complejos efectos de sentido (y no sólo de información),
a partir del lugar que los interlocutores ocupan en la trama de
las relaciones sociales y en función del horizonte ideológico-cultural
de que son portadores en virtud de su situación o posición
de clase (Giménez, en Fragoso, 1999).
O como lo ilustra Buitrón:
Ahora la escuela no sólo
funciona como el espacio donde se les transmite únicamente
información, sino que es el espacio de intercambio continuo
y de diálogo con las demás personas, que les ayuda
a desarrollar y fortalecer sus habilidades, actitudes y valores.
Es ahí donde encuentro que la enseñanza de la comunicación
embona y engloba diferentes procesos sociales con los demás
y por ende es trascendental para el desarrollo de los pueblos
(Buitrón, 2003).
La comunicación en el salón
de clases, forzosamente implica una relación interpersonal,
así pues el involucramiento entre maestros y alumnos trasciende
al hecho de enseñar o aprender, puesto que al haber una relación
humana entran en juego aspectos sociales, personales, de preferencia,
de sensaciones y hasta irracionales. La comunicación es medio
y fin en sí mismo para el proceso de enseñar, es a
la vez vehículo y destino, pues por una parte el lenguaje
es medio para transmitir conocimiento y por otra, es fin porque
ese conocimiento es introyectado, valorado y aprehendido (con h)
en el aprendiz con esas mismas estructuras y formas de trabajo.
La función del profesor resulta
importante por esas razones. Debido a cuestiones únicamente
biológicas, si se lleva al extremo, el profesor adquiere
una investidura y una posición sumamente importante frente
al alumno, esa condición encantadora, pero francamente riesgosa
demanda no sólo conocimientos de teorías cognitivas,
didáctica, psicología y hasta de técnicas de
investigador privado por parte del maestro, sino, como una imperante
necesidad, de conocerse a sí mismo. Ya lo señala Nachyelli
Buitrón:
Y es ahí, donde hago mi
principal enfoque de enseñar "comunicación"
y que recae primero en el conocimiento de nosotros mismos con
nuestras virtudes y defectos, para que podamos estar dispuestos
a conocer a los demás y a reconocer que son diferentes
a uno, que piensan y actúan diferente (Buitrón,
2003).
Para Karam, una de las funciones
de la comunicación educativa es explicar los rasgos de los
procesos comunicativos en las distintas modalidades e interacciones
educativas (Karam, 2003). Asimismo, apunta Karam, Mario Kaplún
propone tres modelos de comunicación educativa:
a) Centrada en los efectos (centrada
en el emisor)
b) Centrada en los contenidos (busca que el educando haga)
c) Centrada en los procesos (centrada en la interacción y
en el entorno)
Francisco Sierra integra estos tres
paradigmas en dos:
a) El "paradigma instrumental"
(que incluye la comunicación educativa centrada en los efectos
y contenidos) que permite fundamentar un pensamiento principalmente
tecnocrático y considera que el sistema formal de enseñanza
debe consagrarse a distribuir el saber social operativo (racionalidad
instrumental) orientado a la promoción del individuo y a
la intensificación de l trabajo socialmente productivo con
los modernos sistemas tecnológicos de información.
Este modelo da una especial importancia a la estructura de la información
y aquellos medios que facilitan su vehiculación como parte
de una nueva racionalidad.
b) El "paradigma alternativo" que propone un esquema de
integración contextual y crítica, a partir de las
necesidades, características y hábitos culturales
de los grupos destinatarios de la nueva educación tecnológica
que pone énfasis en la educación participativa a través
de la cual el receptor se convierte en productor y analista de mensajes;
y que sustenta la educación en la capacitación para
la representación crítica de los contenidos de la
cultura de masas (Karam, 2003, p. 15).
De acuerdo a lo anterior, como dijera
Fichte en filosofía, sólo existen dos formas de filosofar,
a la manera de Platón y a la manera de Aristóteles.
El paradigma alternativo se concibe, paradójicamente, como
conservadora frente a los cambios introducidos por las nuevas tecnologías
y el instrumental que actúa de vehículo para promover
el individualismo y va acorde con los tiempos actuales en lo que
las nuevas tecnologías introducen sensibles cambios en el
trabajo socialmente productivo.
Gracias a la comunicación,
el maestro entonces no sólo se desenvuelve en el campo de
la producción y procuración de construcción
de conocimientos en los estudiantes, sino debe procurar que éstos
encuentren su lugar en el mundo y, sobre todo, se asuman como seres
activamente históricos capaces de modificar su entorno. Freire
lo explica así:
El hecho de percibirme en el mundo
con el mundo y con los otros, me pone en una posición ante
el mundo que no es la de quien nada tiene que ver con él.
Al fin y al cabo, mi presencia en el mundo no es la de quien se
adapta a él, sino la de quien se inserta en él.
Es la posición de quien lucha para no ser tan sólo
un objeto, sino también un sujeto de la Historia (Freire,
1999, p. 53)
El carácter de estas relaciones
puede generar también conflictos, tan humanos como la comunicación
misma. El maestro entonces debe hacer valer su experiencia y compromiso
con su actividad. El escuchar empáticamente al estudiante
es la premisa para arrancar en pos de soluciones. Fragoso (1999)
señala que son cuatro los componentes de esta escucha: el
bloqueo de estímulos externos, el atender cuidadosamente
tanto los mensajes verbales como no verbales, diferenciar entre
los contenidos intelectual y emocional del mensaje, hacer inferencias
con respecto a los sentimientos del que habla. El profesor, antes
que castigar, debe comprender, analizar la situación y buscar
una solución.
Fragoso (1999) señala que
son tres los métodos para resolver conflictos entre maestro
y alumno:
1. Consiste en que el maestro ponga
la solución. Esto es necesario durante una emergencia.
2. Implica que el maestro ceda a las demandas del estudiante. El
maestro puede quedar convencido por el argumento del estudiante.
Este es de pensarse porque implica ser desbancado de su posición.
En estos dos métodos el maestro o el estudiante no ceden
completamente y el problema queda latente.
3. Método sin derrota. En este caso tanto las posiciones
del estudiante como las del maestro son tomadas en cuenta en la
solución. No se espera que alguien ceda en su totalidad,
pero ambos mantienen respeto por si mismos y por su interlocutor.
En todo caso, la negociación
es el punto medular, en ella todas las partes tienen que ceder en
algo. El acuerdo incluyente se logra sólo con franqueza y
disposición. Si la palabra comunicación se define
etimológicamente como hacer común, ello implica necesariamente
cooperación y trabajo en grupo. El salón de clases
es un equipo en donde la competencia neurótica (Vilchis,
)se ha establecido de manera equivocada. Uno de los cambios que
deben darse vía la comunicación en el salón
de clases es precisamente el visualizarlo bajo el esquema de trabajo
en equipo, en donde nadie llegará a la meta, sino hasta que
todos y cada uno de sus integrantes lo logren. Los aportes teóricos
recientes en materia de aprendizaje sugieren el utilizar técnicas
como el aprendizaje basado en problemas y en proyectos para lograr
este objetivo.
No hay nada más necesario
en este proceso que la comunicación entre maestro y alumno.
Sólo así se podrá cumplir con lo que Freire
encuentra como fundamental para el maestro: "Precisamente porque
la promoción de la ingenuidad de la crítica no se
da de manera automática, una de las tareas principales de
la práctica educativo-progresista es exactamente el desarrollo
de la curiosidad crítica, insatisfecha, indócil"
(Freire, 1999 p. 33). Para enseñar comunicación pues,
hay que comunicar.
Conclusiones
La comunicación es un acto expresivo que va más allá
del lenguaje, es todo un conjunto de significados, contextos, relaciones
con el mundo, cosmovisión y posiciones en la naturaleza que
definen y afirman la condición humana de seres gregarios,
de contactos y relaciones.
La comunicación es una forma
de vida, un estilo de ser con el medio y de encontrarse a sí
mismo.
La educación encuentra su
piedra angular en la comunicación, condición sine
qua non para que no sólo exista transmisión de conocimiento,
sino proveer todo lo posible para su construcción y aprendizaje
por cada persona. No hay que olvidar que la otra mitad del proceso
es saber callar y saber escuchar.
Como Juan Ignacio Pozo (2001) menciona
a propósito del inicio de la novela Ana Karenina de Tolstoi,
donde todas las familias felices se parecen, mientras las tristes
lo son cada una a su manera; todos los aprendizajes tristes se parecen,
en cambio los felices lo son cada uno a su forma.
La tarea del maestro tiene un tinte de ingratitud que, sin embargo,
retribuye satisfacción al formar personas que se asumen como
entes inacabados que se buscan a sí mismos al convertirse
en sujetos de su propio aprendizaje.
Entender y practicar la comunicación
trae poco a poco experiencias sobre su uso, forma y fondo. Muchas
veces se trata de un ensayo de prueba y error. Así como el
conocimiento no se puede pasar de manera idéntica por ósmosis,
la comunicación es el vehículo para aprender e interiorizar,
paradójicamente, de todo tipo de errores.
La mejor forma de enseñar
comunicación es: comunicando. Basado en la comprensión
sincera, enriquecedora y de buena fe, el acto expresivo es una experiencia
que no sólo reafirma nuestra condición humana, sino
que permite trascender a nuestra finitud.
Se han expuesto aquí algunas
estrategias para manejar conflictos y dirimir diferencias, lo cual
es sólo una de las muchas cosas y conocimientos que un maestro
debe ejecutar además de las cuestiones de la clase, después
de todo el ser maestro demanda no sólo tener certezas, sino
propiciar todo un contexto para la producción del conocimiento.
Referencias:
Buitrón, N. (abril-mayo,
2003). ¿Cómo enseñar comunicación? Una
propuesta. Razón y Palabra 32. Consultado en línea
el 8 de mayo de 2003
<http://www.razonypalabra.org.mx/actual/nbuitron.html>
Fernández, J. M. (enero-marzo, 1999). Paulo Freire: Una propuesta
de comunicación para América Latina. Razón
y Palabra 13. Consultada en línea e el 7 mayo de 2003
en:
<http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n13/freirem13.html>
Fragoso, D. (enero-marzo, 1999). La comunicación en el salón
de clases. Razón y Palabra 13. Consultada en línea
el 7 de mayo de 2003 en:
<http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n13/comsal13.html>
Freire, P. (1999). Pedagogía de la autonomía.
México: Siglo XXI
Karam, T. (2002). Contribución y actualidad de la teoría
crítica frankfurtiana en la comunicación educativa.
Paideia 1. (14-16)
Postman, N. (1984). La enseñanza como actividad de conservación
de la cultura. México: Roca
Postman, N. (1999). El fin de la educación. Barcelona:
Octaedro
Vilchis, J. (2003). Persona,
educación y destino. México: Plaza y Valdés
Mtro.
Alejandro Ocampo Almazán
Proyecto Internet, ITESM,
Campus Estado de México, México |