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Por Silvia Miguens
Número
46
Querido mío, o
de mi, como dicen por ahí que se dice
o se debe decir.
Me resulta difícil escribirte, una vez
más…
Una parte de mi debería ir en esta carta…
y las palabras no alcanzan. No siempre alcanzan.
Pocas veces alcanzan.
Es verdad que tal vez la música ayude.
Pero cómo hacer que te llegue la música.
Mi música.
Se me ocurre entonces
que podría hoy entregar algo más.
Solo por hoy.
Sí. Es necesario algo más
pero estas tan lejos...
Y cuando digo lejos,
no digo de esa distancia de los días de
a caballo
o las que el aire acorta o la que el mar impone,
tampoco de las pocas cuadras que separan tu casa
de la mía.
Cuando digo lejos, digo de esta distancia que
separa
no solo nuestros cuerpos o nuestro deseo
que debería darse en el instante mismo;
digo de esta distancia que nos viene tan de lejos…
de tan atrás del tiempo
esta que nos vuelve sordos cuando el otro habla,
o que nos calla cuando el otro escucha…
y viceversa…
porque vamos al revés, al contrario, o
recíprocamente
hablando, y callando.
Cómo
es eso…preguntarás…
¿Ves?
Así. De este modo.
Nuestros tiempos y nuestras distancias son tan
abismales
que pretendemos acortarlas con un simple abrazo
y luego…
y luego ya ves…uno a cada extremo del desconcierto…
Y otra vez muda yo o sordo vos,
y viceversa, o recíprocamente
hablando, y callando a la vez...
Y el puente otra vez ahí, o acá.
Que más da…
El puente que nos aleja, el puente que nos une…
y viceversa, o recíprocamente…
hablando, y ensordeciendo…
Bien difícil
resulta escribirte
o escribirme una vez más…
porque una parte de mi debería ir en la
carta…
y no sé qué parte quieres…
no sé si esto que escribo es una carta
y por cierto, tampoco sé si esperas recibir
una,
si me deseas, si la deseas a ella,
a la carta digo.
Una carta más donde las palabras no alcanzan
y
son apenas puente que acerca y aleja al tiempo,
al mismo tiempo
lo sabes.
Bien que lo
sabemos, los dos.
Sin embargo escribo, y no respondes,
y yo, espero como si no supiera,
como si no hubiese comprendido aún
que tu respuesta es silencio,
y distancia y aliento.
Como si no supiera que no sé escucharte
Y que tampoco sabes…
Cómo
es eso… preguntarás…
¿Ves? Así. De este modo es.
Porque nuestros tiempos y nuestras distancias
son tan abismales
que hemos pretendido acortarlas con un simple
abrazo y luego…
y luego ya ves…uno a cada extremo del desconcierto…
otra vez…
y viceversa, recíprocamente
hablando y ensordeciendo. O ensordecidos.
De todos modos,
Querido mío, o de mi, como dicen que se
dice
o se debe decir,
de todos modos, digo,
nada o muy poco de lo que escribo
va dirigido a ti, no solo a ti…
porque también hay muchas en mi,
y no pretenderás que todas
amemos a un solo hombre.
A vos en este caso
o a él, o a todos esos otros en vos
en ti y en los demás.
Cómo es eso…preguntarás
de nuevo
¿Ves? Así. De este modo es.
Nuestros tiempos y nuestras distancias son abismales.
Y pretendemos acortarlas con un abrazo y luego…
y luego ya ves…uno en cada extremo otra
vez…
y viceversa, recíprocamente hablando…
y desoyendo, desentendiendo.
Así, es al fin
a un lado del puente, nosotras
al otro lado, todos ustedes
y a lo largo del puente un coro de tantas voces.
Cómo pretender entonces ambos, vos y yo,
poder encontrarnos con solo un abrazo y palabras,
con estas palabras que no alcanzan.
Que no siempre alcanzan.
Que pocas veces alcanzan.
Es verdad, donde
no caben las palabras
la música ayuda.
Pero como hacerte llegar la música.
Mi música,
y viceversa, al contrario, recíprocamente
amando
cómo hacerme llegar la música.
Tu música
Silvia
Miguens |