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VESTIGIOS DEL LANGUEDOCIANO EN ALTOS PIRINEOS FRANCESES

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Por Paloma Gil

 

La zona del sur de Francia es históricamente conflictiva, en cuanto a diferenciación lingüística se refiere. Es decir, hay un idioma común, el francés, pero hay un dialecto principal que convive con él, y del que ya hemos hablado con anterioridad: el occitano. No obstante, para acabar de complicar el sistema de comunicación, la lengua de Oc se subdivide a su vez en diferentes subdialectos: el franco-provenzal, el provenzal, el nor-occitano, el gascón y el que nos ocupa, el languedociano. Aunque también hay que mencionar que todos ellos se ven afectados e influenciados por el vasco español y por el catalán.

El languedociano es una variedad dialectal concreta de la zona sur y centro de la región del sur de Francia. Engloba los departamentos de Aveyron, Lot, Tarn, Aude, Hérault y algunos otros parcialmente, como Lot et Garonne, Tarn et Garrone, Pirineos, Gironde, etc.

Nosotros vamos a centrar nuestro interés en los Altos Pirineos, donde ciertamente el dialecto se ve mucho más afectado por el Gascón, dialecto vecino y por tanto sus particularidades ya se elevan exponencialmente. Sin embargo, lo maravilloso de los franceses es que no restringen el idioma y lo convierten en un instrumento beligerante, como otros países donde la ociosidad lo permite, sino que más bien todo lo contrario. Protegen sus lenguas y dialectos como bienes de interés cultural a nivel nacional e internacional si se quiere y así es posible estudiarlos, pero siempre desde la libertad de elección y no desde la imposición que es la madre de todos los rechazos.

Es decir, uno visita Altos Pirineos como un turista más y acaba sintiéndose parte de ese ambiente enmarcado, majestuosamente, por unas montañas recias, altas, firmes, que por un momento, parecen el techo del mundo. Lejos de serlo, en muchos puntos, son montañas que se pueden coronar a pie en un simple paseo siguiendo una ruta de senderismo marcada previamente y sin ninguna dificultad, incluso sin conocer el idioma. Pero el primer vistazo es inolvidable, es incomparable.

No hay que olvidar que es en esta zona donde se encuentra el observatorio astronómico Pic du Midi… uno de los más altos de Europa y cuyas infraestructuras y telescopios permiten prácticamente contemplar la luna como si la tuviésemos a unos cuantos pasos. Eso es otro cantar, porque ese es el lenguaje del cielo y de ello podemos ocuparnos en otro momento. Porque también podríamos hablar de Cauterets y sus termas famosas entre la burguesía y alta sociedad desde hace más de un siglo, o de Luz Saint Sauveur, en cuyo balneario pasaba los veranos Napoleón III con su amada Eugenia de Montijo, o de Tourmalet, tan famoso para todos los seguidores del tour de Francia de ciclismo…. El panorama es infinito.

Personalmente podría recomendar estos parajes como la medicina perfecta para curar el estrés, porque no sólo son los balnearios y los paisajes, sino la comida… la buena comida y, por supuesto, los deportes de montaña: senderismo, caminata, escalada, esquí, snow, trineos… lo que se nos pueda ocurrir.

Pero no cerremos el artículo sin ahondar un poco en el languedociano, al menos un poco más. Vamos a repasar alguna característica fonética, por pura diversión, que este tipo de cosas es de lo más divertido: los acentos. Los langedocianos, por ejemplo, suelen eliminar la –n cuando proviene de la n intervocálica latina, es decir, cuando quieren decir vinu, dicen vi, o cuando quieren decir bene, dicen be. Y ya tú te imaginas el resto. Aunque si la palabra termina en una letra –s, esa letra sí la mantienen y la pronuncian como suena. Nada que ver con el francés en general. Y aunque tienen muchas más características fonéticas, creo que estas son las llamativas y las más simpáticas a la hora de escuchar hablar a un vecino.

En cualquier caso, mi recomendación personal es aprovechar cualquier momento para hacer una escapada a esta zona y comprobar todas mis impresiones, de primera mano.

 

 


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